Tipo: Arquitectura Residencial - Epoca: 96-00
La parcela situada en frente de la N-232, posibilitaba la construcción de un edificio desarrollado en PB+4, con un total de 1.728 m2, para uso de vivienda colectiva.
En pocas ocasiones se nos puede ofrecer una posibilidad como la vivida con la construcción del edificio de 24 viviendas de Fuenmayor. En primer lugar se nos dió la oportunidad de modelar urbanísticamente una zona cargada de intensas vivencias personales y así aplicar los conocimientos teóricos adquiridos; desde los postulados del movimiento moderno hasta las experiencias de la ciudad proyectada europea; y que posteriormente llevamos hasta sus últimas consecuencias,... hasta la construcción,... hasta la gestión,... hasta el detalle mínimo de la barandilla de la escalera,...; haciendo de la actividad una vivencia plena, con los circunstancias diversas de la vida misma. En cualquier caso no cabe duda que la realización de todo el proceso ha sido una fuente inagotable de experiencias que nos anima a seguir apostando por la buena Arquitectura.
La propuesta urbanística partió de la definición de una súpermanzana delimitada por las calles Víctor Romanos, Avda. de La Rioja, la Canela y la Calle Nueva que definen un espacio central publico/privado de una alta cualificación paisajista, por estar atravesado por el río Mayor.
La edificación que nos ocupa define el frente sur del mencionado espacio, junto con otro edificio de las mismas características y simétricamente dispuesto con respecto al acceso principal del Parque y que tiene la virtud de enlazar las dos edificaciones existentes en los extremos, consiguiendo un frente continuo, verdadera fachada urbana de Fuenmayor desde la N-232.
La edificación, en concreto, se estructura por niveles, en dos plantas de sótano para garajes, planta baja comercial, cuatro plantas de viviendas y entrecubierta, desarrollándose en dos núcleos de comunicación con tres viviendas por planta cada uno de ellos y con programas diferenciados.
A pesar de su aspecto unitario, las distintas circunstancias a que ha de responder el edificio en sus cuatro alzados hacen que se resuelvan de forma diferenciada, aunque con homogeneidad de texturas y materiales, como el ladrillo blanco de Tudela, la carpintería y las piezas de madera baquelizada. Así:
Se confía en las bandas horizontales, en el frente Sur, para dialogar con la extensa planicie del valle al que da frente.
Se busca una fragmentación en la fachada Norte, haciendo más doméstico, de menor escala, los acontecimientos que la dibujan.
Se confía en la respuesta de la fachada Oeste para la necesaria jerarquización del acceso principal al Parque.
Queda con una formalización cercana a la medianera, el frente Este, en sintonía con la medianera ciega del edificio contiguo.
Singularizan puntualmente el edificio los volúmenes vidriados y las muestras cromáticas rítmicamente dispuestas. A destacar la apuesta por la introducción de nuevos materiales que el mercado ofrece y que nos muestran un edificio con una potente imagen de discreta modernidad.