Las latas están apiladas en una de las mesas de este negocio emprendedor que surgió hace tres años con una misión: recuperar el legado de Manuel Sierra, conocido popularmente como Paquiqui, el fundador de la mítica fábrica de conservas que se mantiene en el imaginario colectivo de toda La Isla.
El trasiego de pescado suele ser habitual en la nave número 21 de la calle Fresadores, en el polígono industrial de Fadricas. Limpiar, desangrar o descabezar la pesca del día es tarea del equipo de Conservas del abuelo Paquiqui, que desde una “humilde” sala ubicada en San Fernando se esfuerza por ofrecer calidad.
Su voz resuena en la nave donde Elena termina de empaquetar huevos de chocos. Por eso, hay veces, que la quietud inunda el local. Si una mañana no hay el pescado que demandan, la cadena de producción se reserva para cuando haya.
El Legado de Paquiqui: Un Imperio Conservero
En 1952, el abuelo de Manuel inauguró en la zona de San Marcos el foco de la industria conservera de la provincia gaditana. Su abuelo, gran empresario de la época, se dedicaba a la caballa y la melva, y, en menor medida, atún y sardinas, productos típicos de la tierra que exportaba a toda Europa. “Era una fábrica de las grandes”, dice el isleño orgulloso de él.
No solo las conservas le llevaron a la gloria. Con el tiempo, se convirtió en una persona muy querida en la zona. Los vecinos le reconocían por el sombrero característico siempre en su cabeza que desde 2018 forma el logo del negocio de su nieto. Manuel llamó a la iniciativa con su apodo Paquiqui para rendir homenaje al isleño que mantuvo la fábrica hasta que su cuerpo aguantó.
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A mediados de los 90, el veterano dejaba “un imperio” atrás. Las caballas de Paquiqui estaban en las mesas de todos los hogares, pero su cierre provocó que todo quedara en un bonito recuerdo.
El Renacimiento de una Tradición Familiar
Casi 30 años después, su nieto ha querido seguir la tradición que ha vivido desde pequeño. “Nos hemos criado jugando de niños en la fábrica de conservas con la gente de aquella época”, dice. Pero cuando creció, nada de eso seguía existiendo. “Siempre estaba con la pena, hay que ver que se perdió aquello con lo que era”, cuenta Manuel que decidió tomar el relevo con valentía.
“Mi abuelo no nos dejó una herencia física, nos dejo una más importante, unos conocimientos y una manera de trabajar que no hay en otros lados”, explica en la sala de producción. “Gracias a Dios tuvimos muy buena acogida”, pero para el matrimonio no fue fácil relanzar un producto que había llegado a su máximo esplendor en la Bahía.
Con la maquinaria necesaria que les prestó el empresario José Antonio Capitán pudieron comenzar esta aventura que arrancó tras un año de pruebas “para conseguir un producto lo más parecido posible al de antes”.
Productos de Temporada y Métodos Artesanales
Según explican, los cabezas de cartel son la caballa y la melva, ocupando un 80%, mientras el restante se dedica a atún rojo o huevos de chocos. Ahora tienen un verano por delante para trabajar la caballa, que está en campaña hasta septiembre, momento en el que se inicia la temporada de la melva.
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El negocio apuesta por los mismos productos de temporada que triunfaban antaño, y, por casualidades de la vida, también por los barcos de pesca que entonces servían a la fábrica vieja. Lazos invisibles unen en el tiempo a abuelo y nieto.
En la nave se trabaja de forma artesanal, exactamente igual que hace siete décadas. Manuel cuenta con el saber de las trabajadoras de la última etapa de la antigua fábrica. Mujeres que continúan enseñando el oficio a sus hijas para que no caiga en el olvido.
Compromiso con la Tierra y el Legado
En la actualidad, el emprendedor que lleva por bandera a su tierra y al legado familiar, participa en el proyecto Economía azul impulsado por la Universidad de Cádiz. El isleño confiesa que le hubiese gustado trabajar codo con codo con su abuelo. Para él, “el simple hecho de poner en la mesa su nombre, ya nos ha merecido la pena el lío”. Contentos con la aceptación, el matrimonio sigue trabajando duro para ensalzar la huella de Paquiqui.
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