Marco Antonio Durando, perteneciente a una familia honorable y holgada de Mondovì, nació el 22 de mayo de 1801. En el ambiente familiar se respiraban los aires de un liberalismo teñido de laicismo, no distante del franco anticlericalismo.
Formación Religiosa y Primeros Años
La orientación de la vida de Marco Antonio está claramente señalada por esa presencia materna, y de ahí que a la edad de 14 años entrase en el seminario diocesano de Mondovì, donde inició los estudios filosóficos y teológicos. Su madurez excepcional hace suponer que ya en este período de su formación sopesara también otras posibilidades de ofrecer su vida por el reino del Señor.
Cumplido el primer año de noviciado, el Beato recibió por destino la residencia eclesiástica de Sarzana, que dirigían los Misioneros, donde reanudó el estudio de la teología.
Labor Misionera y Ascenso Eclesiástico
Tocó al señor Durando el pronunciar los sermones. La asistencia a las funciones de la misión fue muy nutrida, hasta poderse decir que, mientras la misión duró, cerraron las tabernas; al cuarto día comenzaron las confesiones, siendo tantos los penitentes, que 17 confesores estables no dieron abasto a sus ansias, y muchos viajaron a otras poblaciones… El 9 de febrero predicó el señor Durando sobre la perseverancia; nos es imposible expresar la emoción con la que el inmenso auditorio reaccionó, cuando el misionero comunicaba la despedida.
Transcurridos 6 años de este ministerio, se nombra a Durando en 1830 Superior de la Casa de la Misión en Turín. Había muchos problemas que resolver, ante todo el de adaptar aquella residencia para alojamiento de los misioneros.
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La supresión de los institutos religiosos y la confiscación de sus establecimientos durante el período napoleónico, habían trastornado el orden de la vida religiosa: padres y hermanos tuvieron que buscar algún modo de afincarse y mantenerse. Pasado el ciclón y vuelta la calma, fue necesario reunir a los prófugos y dispersos, y ofrecerles un ámbito donde reanudar la vida de comunidad.
La labor de Durando en Turín, como consejero y director de conciencia, fue extensa, y mereció estima. El arzobispo, el rey Carlos Alberto, personalidades eminentes, todos acudían a él en busca de consejo y orientación. “El San Vicente menor de Italia”, se le llamaba con justicia. El modelo que inspiró a San Benito Cottolengo, en sus empresas y en su caridad, fue San Vicente: bajo su advocación puso a la agrupación principal de Hermanas y Hermanos.
Y entre las primeras publicaciones de la iniciativa tipográfica de San Juan Bosco - la que suministraría empleo a sus jóvenes de Valdocco y sería un medio popular de divulgación - está un opúsculo, «El cristiano orientado a la virtud y a la civilidad, según el espíritu de San Vicente de Paúl, obra que servirá para el mes de julio, dedicado a honrar al referido santo».
Las Hijas de la Caridad y su Llegada a Italia
Durando dio los pasos para traer a Italia las Hijas de la Caridad de San Vicente. Su petición fue bien acogida, y el 16 de mayo de 1833 llegaban a Turín las primeras dos Hijas de la Caridad francesas, con su característica corneta blanca almidonada. A esta expedición siguieron, úna luego en el mes de agosto, y después otras, según se hacían necesarias.
Carlos Alberto le pidió Hermanas para el Hospital Militar: Durando, con escándalo de timoratos clérigos, se las mandó, y las mandó además a los hospitales móviles de los campos de batalla en las guerras del Risorgimento, ya desde la primera: en ésta, las Hermanas curaban a los heridos, mientras Juan, hermano de Marco Antonio, combatía con grado de General junto a Carlos Alberto.
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Ésta, como tantas otras acciones meritorias de las Hijas de la Caridad, causó fuerte impresión en el corazón de Carlos Alberto, en quien subió de punto la consideración hacia el Padre Durando y las Hermanas. Con sorpresa general, se vio al rey ir al gran convento de San Salvario, que había albergado a los Siervos de María, para entregar las llaves de él a las Hijas de la Caridad.
Las Misericordias en Turín
Las Misericordias serían en el Turín del siglo XIX, lo que fueron en el París de San Vicente las Caridades. Las Misericordias fueron verdaderos centros privados de asistencia social, donde encontraba el pobre una menestra caliente en invierno, un armario donde escogerse prendas de vestir, una asistencia sanitaria básica, pero además, con mucha frecuencia un empleo. Sobre todo, encontraba una afectuosa hermandad, y la caridad cristiana.
La primera Misericordia fue la de San Francisco de Paula (1836), que asistía también a los pobres de la parroquia de San Eusebio, luego designada de San Felipe por habérseles encomendado a los «filipinos», o Padres del Oratorio. En la sede de la Misericordia vivían las Hermanas de permanencia, en todo momento dispuestas para la asistencia de quien las necesitase, y tan pobres como sus asistidos.
La visita de los pobres a domicilio permitió a las Hijas de la Caridad descubrir otras indigencias, a las que precisaba poner remedio. En particular había dos clases de personas que necesitaban ante todo una casa y una familia: las ancianas privadas de asistencia, y las jóvenes faltas de vigilancia por estar las madres trabajando.
El alma de toda esta actividad benéfica era el Padre Durando, y a menudo también el bienhechor más generoso. Era él el presidente de la Casa de la Misericordia. Una de las Misericordias más completas y eficaces fue la primera de San Máximo y de Nuestra Señora de los Ángeles, fundada en 1854 y encomendada a la dirección de la Sierva de Dios Sor María Clarac. En la estación invernal esta Misericordia llegó a distribuir hasta 14.000 raciones de menestra.
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Después de la primera Misericordia en San Máximo, se abrió otra en San Salvario (1856), y en 1865 la de San Carlos, que cesó de depender de la de le Cascine. Por último, en 1879, poco antes de morir, el Padre Durando abrió otro centro, de nuevo en la parroquia de San Máximo, calle San Lázaro - hoy Via dei Mille -, que se designó «Segunda Misericordia de San Máximo». En el libro de minutas verbales de la Misericordia de San Carlos, de 1880, hallo escritas estas palabras con ocasión de haber fallecido el Beato: Él fue, en Turín, el verdadero iniciador de las asociaciones de la Misericordia. Declaración que sólo con gozo puede suscribirse.
Asociación de las Hijas de María
Esta asociación fue deseo de la Virgen Santísima, expresado a Santa Catalina Labouré, en las apariciones de la Medalla Milagrosa, que tuvieron lugar en París - rue du Bac - el año 1830. El papa Pío IX no la aprobó hasta 1846. Esta asociación no tenía como fin directo la caridad para con los pobres, sino la formación cristiana y mariana de la juventud.
Después del primer grupo, surgieron numerosos otros: para su animación, el Padre Durando contaba con la ayuda preciosa de los misioneros. Puede decirse que todos los institutos para la juventud, dirigidos por las Hijas de la Caridad, fueron institutos de Hijas de María. Tales asociaciones ejercieron honda influencia sobre la formación espiritual de las jóvenes.
Visitador de la Provincia de Lombardía
Durando fue nombrado Visitador de la Provincia de la Alta Italia, entonces llamada «Provincia de Lombardía», en 1837. Cuando fallecía Durando, casi se habían duplicado las casas de la Provincia. Su recuento se hace pronto, pero el pobre Padre Durando tuvo que recorrer un vía crucis sumamente angustioso y dolorido, a causa de la tempestad detonada por la supresión de las comunidades religiosas el 3 de julio de 1866.
Contexto Político y Familiar
Los azares resurgimentistas involucraron al Padre Marco Antonio Durando, hermano de Juan, el General - insumiso, que mandó el ejército pontificio en la primera guerra de Independencia; luego combatiente glorioso en Crimea (Chernaya), en San Martino della Bataglia y en Custoza; - hermano asimismo de Giacomo, también General - publicista, propulsor de la larga serie de leyes represivas en materia de bienes eclesiásticos y constitución de comunidades religiosas, ministro del Exterior en el Gobierno Rattazzi, marzo-diciembre de 1862 -.
El Padre Marco Antonio nunca escatimó los consejos y los reproches a sus hermanos cuando adoptaban posturas extremistas, a menudo anticlericales. Y cuando en 1870, venido a menos el apoyo de Francia, advino la ocupación de Roma por la fuerza, el Padre Marco Antonio le dirigía una prolija carta, en la cual manifestaba su gran perplejidad ante los hechos consumados y las intenciones de los políticos y los gobernantes de la época.
La voz no se alzó quizá, o no lo bastante. La embestida anticlerical de gobierno y parlamento proseguía. Con el pretexto de que algunos clérigos se propasaban en política, quería recortarse al clero la libertad del ministerio. Era impresión del Padre Durando, que el clero no tenía el valor de reaccionar: en cambio lo tenían los seglares, y aun aquellos liberales libres del prejuicio antirreligioso.
Aun así, sus hermanos siguieron siéndole afectos, y hasta trataron de ayudarle. Esto aconteció especialmente cuando la Administración de la Italia Unida creyó podía extender a Italia entera la legislación del Estado Sabaudo, incluidas las cláusulas represivas. Éstas fueron aplicadas también a las residencias de los Misioneros en las provincias religiosas de Roma y Nápoles.
Fundación de la Comunidad de las Hermanas Nazarenas
Según el estado de cosas en la legislación eclesiástica de aquel tiempo, estaba vedado el ingreso en la vida consagrada a individuos nacidos fuera del matrimonio religioso: era la clásica «irregularidad de nacimiento». El Padre Durando, cuyo contacto con diversos institutos de muchachas huérfanas o ilegítimas - quienes por entonces permanecían internas hasta los 21 años -, encontró más y más a menudo a excelentes jóvenes, las cuales, educadas por las Hermanas, se sentían movidas a hacerse religiosas. Cosa natural, acudían al sacerdote que mejor conocían, y era precisamente nuestro Beato.
Éste intentó varias veces que las recibiera uno u otro instituto, siempre en vano. El trance fue acometido con una valentía y ánimo innovador iguales a los demostrados cuando mandó Hermanas a los campos de batalla.
Nació así, viva y eficaz, la comunidad de las Hijas de la Pasión de Jesús de Nazaret, llamadas luego más sencillamente, Hermanas Nazarenas. La nueva comunidad no respondía a necesidad alguna externa en particular, de ahí que el Bienaventurado Fundador no les diese de inmediato una finalidad activa. Al estilo de San Vicente, Durando esperó las señales de la providencia divina, la cual indicó la asistencia a domicilio de los enfermos, durante el día y por la noche.
Adviértase la diferente situación pastoral de la época: en el hospital terminaban su vida los pobres; allí encontraban una asidua asistencia religiosa, mientras que los de holgada posición convalecían en casa, y de ordinario no veían a sacerdotes o Hermanas.
Interés por las Misiones Extranjeras
Es como decir: en su ánimo, el deseo que le llevó a la elección juvenil de pertenecer, más bien que al clero secular, a una congregación religiosa, dentro de la cual pudiera ir a misiones extranjeras, continuaba presente en él, y determinaba sus opciones, llegado el momento.
Sostenía, y hacía que los suyos sostuvieran la Obra de la Propagación de la Fe: hasta consiguió enviar a ella 20.000 liras, - de cuál de los dos hermanos provenían, Camillo, el político, o Gustavo Cavour, santo varón repleto de amor de Dios, ellos mismos lo ignoraban.
En el gobierno de la Provincia concedió amplio espacio al fomento de las misiones extranjeras, aceptando todo ruego, cuando sus cohermanos le suplicaban ir al extranjero, y aun estimulándoles a que pidieran ese destino. No había podido aceptar el unirse al Padre Justino de Jacobis, hoy San Justino, rumbo a Etiopía: existía la perspectiva de ser nombrado prefecto apostólico. En la historia de Italia se recuerda a éstos como los iniciadores de las empresas coloniales de la nación Eritrea.
Relación con Don Bosco
Algunos ministros, y por más señas de entre los peores, dijo don Bosco, le habían animado y ayudado tiempo atrás a seguir adelante con sus empresas. El conde Camilo de Cavour le invitaba a comer a su mesa y era feliz oyéndole hablar de los oratorios y sus otros planes. Rattazzi iba de vez en cuando al Oratorio, admiraba tanto a don Bosco que le llamaba un gran hombre cuando hablaba de él; más aún, él mismo sugirió ciertas precauciones para evitar molestias por parte de la autoridad civil.
Enseñanzas y Consejos de Don Bosco
Cuando uno se consagra al Señor, hace donación de todas sus pasiones y de una manera particular le ofrece todas sus virtudes. Todo eso lo leeréis en los libros de los santos y se os irá exponiendo en las diversas conferencias, que se os dan.
Vamos, pues, a hablar de estas cositas tan ventajosas y fáciles. "Cuáles son? 1.° Empiezo por decir que ayuda mucho a conservar la virtud de la castidad la exacta observancia de los propios deberes.
Misiones en Patagonia
Aceleraba con el deseo la redención de Patagonia.
La casa de Patagones, desde 1879, y la de Viedma, desde 1880, desarrollaron precisamente este programa con los resultados por todos conocidos. No faltaron en un principio asaltos fallidos, asechanzas descubiertas; y hubo también víctimas, pero de los elementos y no de los llamados salvajes.
Planes para las Misiones en la India y Australia
Desde hacía tiempo acariciaba el Beato el propósito de hacer algo por las misiones de la India y de Australia. No le asustaban las dificultades de la lengua inglesa; parecíale que, con un método práctico mejor que teórico, los suyos podrían salir de apuros.
El primer colegio en la isla de los Santos se abrió en Battersea, arrabal de Londres, inmediatamente después de la muerte del Siervo de Dios; pero ya hacía algún tiempo que habían comenzado las negociaciones.