Aunque el concepto actual de liderazgo se ha desarrollado en el entorno empresarial, su realidad ha estado siempre presente en los grupos humanos. En cada época se ha denominado de una manera y se han acentuado algunos de los elementos necesarios para un buen liderazgo, sea el de los generales griegos, el de los cónsules romanos, o el de los gobernantes que a lo largo de la historia han sido.
Liderazgo al Estilo de Jesús
José María Guibert Ucin, S.J., busca en la persona de Jesús, tal como la describe el cuarto evangelio, algunos rasgos que iluminen con luz propia el hecho del liderazgo. Enviado por el Padre, vemos al Hijo como una persona que asume su misión y que acompaña a sus discípulos. Podemos descubrir valores propios de su estilo: amor y servicio; verdad y transparencia; el testimonio de las obras; la radicalidad del seguimiento.
Liderazgo en la Vida Consagrada
Miguel Ángel Millán Asín estudia el liderazgo ejercido por los fundadores y fundadoras de institutos de vida consagrada a lo largo de los siglos. A pesar de su diversidad se puede descubrir en ellos algunas características comunes. Todos tienen una misión común: seguir a Jesús. Misión que se traducirá posteriormente en diversidad de proyectos que habrán de liderar. Su liderazgo estará siempre basado en el amor, fuente de creatividad e innovación. Tendrá importancia la forma de comunicar a otros sus objetivos para que el proyecto se desarrolle. Y siempre con una visión internacional.
Liderazgo en Contextos Eclesiales
Pablo Veiga Fernández, S.J., comienza presentando las diversas tensiones que atraviesa el liderazgo de muchas de nuestras instituciones eclesiales y plantea luego algunos aprendizajes desde los desarrollos de las ciencias sociales sobre el liderazgo y la vulnerabilidad en contextos cada vez más complejos y cambiantes. La identidad misional inherente al evangelio encuentra una formulación organizacional en el liderazgo de servicio que permite incorporar aliados y tejer redes que favorezcan lúcidamente el cambio social en medio de contextos conflictuales.
Severino Lázaro Pérez, S.J. se ocupa de la necesidad de cuidar la calidad de los líderes en las organizaciones cristianas. Opta por analizar tres líneas de fondo donde se probará la calidad de los líderes cristianos que nuestra Iglesia va a necesitar en el futuro inmediato.
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El Liderazgo Ignaciano: Autoconocimiento y Amor
Entendemos por «Liderazgo ignaciano» a los principios y valores que configuraron a san Ignacio de Loyola como un hombre capaz de liderar, gobernar y dirigir una organización como la Compañía de Jesús. Que ha prosperado y cumplido con su misión durante cerca de 500 años, implicando a sus miembros de manera personal e inspirando transformaciones duraderas. Pero lo ignaciano, ese adjetivo que hoy añadimos a este liderazgo le añade una insistencia en el autoconocimiento, con honestidad, sinceridad y lealtad, con verdad y sin autoengaños.
Plantea una adecuada gestión de sentimientos y emociones, lo cual quiere decir que se han de saber identificar y comprender. Con ánimo de ser dueño de uno mismo, sin miedo a reconocer debilidades, cultivando lo positivo de uno, viviendo desde las emociones positivas, examinándose y centrándose con libertad interior en las cosas buenas. Elemento importante del liderazgo ignaciano es el amor, que se va colando en las historias, en los acontecimientos y en las personas, que busca huecos donde seguir creando, engendrando vida.
Un buen líder ignaciano genera espacios diversos en los que surge la esperanza y donde el sufrimiento no derrota; lugares en los que las personas se mantienen con dignidad, aún en situaciones de injusticia. Asimismo, en un buen líder ignaciano debe prevalecer la indiferencia, que es una invitación continua a ser libre de los apegos del corazón y de las amenazas exteriores, para servir sólo a Dios y a su causa.
El Liderazgo Cristiano es Servicio en la Gracia de Dios
Me gustaría decir que el liderazgo cristiano es el servicio de la gracia de Dios. Servimos al pueblo sirviendo el acontecer de la gracia en nuestras comunidades. La gracia es siempre el arder de Dios en nuestras vidas haciendo nuevas cosas. Dios dijo según Isaías: “He aquí que hago todo nuevo”. Así el liderazgo es ser gracia siempre nueva e innovadora al servicio de Dios.
Liderazgo significa rechazar el ser atrapado por una sola definición de nuestro rol o función. Estamos para hacer todo lo que sea necesario para que acontezca la gracia. Si insistimos en apuntar únicamente a funciones predeterminadas, entonces las cosas se pueden paralizar. “No es mi tarea hacer eso”.
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La Unidad y la Verdad
La parábola trata sobre la pérdida y la restauración de la unidad de la familia. Los hermanos rompen la unidad de la familia y el padre sana las divisiones. Y este es el fruto de la gracia y la primera tarea del liderazgo. San Pablo escribe a los Efesios: “Uno solo es el cuerpo y uno solo el Espíritu, como una es la esperanza a que habéis sido llamados. Hay un solo Señor; una sola fe, un solo bautismo, un solo Dios y Padre de Todos, que está sobre todos, actúa por todos y está en todos” (Ef 4, 4-6). La gracia supera las divisiones.
Así la primera tarea del liderazgo es ciertamente alimentar y nutrir la unidad en las comunidades y la unidad entre vuestras comunidades y la más amplia Iglesia. Yo diría que el mayor desafío del liderazgo hoy es cómo uno puede reconciliar la función de sanación, de reconciliación, con el ser fiel y pronunciarse sobre los más serios asuntos. En nuestra amada Iglesia la tentación consiste en privilegiar tanto la unidad que fallamos en la veracidad.
Características de un Líder Conforme a Dios
Un líder conforme Dios quiere es lo que se necesita hoy con urgencia. Un buen líder conforme a Dios debe:
- Aceptar a los hermanos tal como son: No tener un concepto más alto de sí mismo que el que debe tener.
- Ganar la confianza de nuestros hermanos: Apreciar y respetar los valores de los demás para ganar sus voluntades sin recurrir a la coacción.
- Utilizar un enfoque cristiano: Cultivar el sentido del humor, tener fe en nuestros hermanos, irradiar alegría y buen humor.
- Confianza: Una actitud de confianza en los demás ejerce un efecto favorable en los hermanos.
- Éxito y relaciones humanas: Recordar los deseos y preferencias de los más necesitados es activar siempre una impresión profunda y favorable. El líder debe saber ocultar sus preocupaciones y temores y ocultar sus pensamientos.
- Mantener la serenidad en las crisis: Las críticas injustas ayudan a perder la serenidad, sobre todo cuando nuestras opiniones son puestas en tela de juicio.
- Ser breves en la conversación: Más que hablar, se debe escuchar.
- Mostrar un carácter estable, demostrando sinceridad, cortesía y amistad.
- Ayudar a los hermanos en su crecimiento.
- Emplear el método indirecto (persuasión): La persuasión cristiana no debe ser precipitada.
Cualidades Personales de un Líder Cristiano
En la vida privada de cada líder (1 Ti. 3:1-7), es fundamental:
- Ser marido de una sola mujer: Ser ejemplo en moralidad.
- Ser sobrio: Tener control de sí mismo.
- Ser prudente: Demostrar sabiduría y discreción.
- Ser decoroso: Proyectar una imagen digna de respeto.
- Ser hospedador: Mostrar hospitalidad.
- Ser apto para enseñar: Tener la capacidad de instruir a otros.
- No ser dado al vino: Evitar la embriaguez.
- No ser pendenciero: Evitar las agresiones físicas o verbales.
Es esencial que todos los de fuera tengan un buen concepto del que va a ser un líder. Debemos ser ejemplo tanto de los de adentro de la iglesia como de los de afuera, como a nuestros compañeros de trabajo, de estudio, etc.
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La Integridad en el Liderazgo Cristiano
La integridad es esencial en el liderazgo cristiano, ya que guía y fortalece al líder en su camino hacia la santidad y la obediencia a Dios. La integridad implica la coherencia entre lo que se profesa y lo que se practica. Desde una perspectiva cristiana, la integridad no es simplemente una cuestión de comportamiento externo, sino que surge de un corazón transformado por el Espíritu Santo y alineado con los principios de Dios. Cuando los líderes viven con integridad, muestran al mundo la realidad del Evangelio en acción. La integridad es esencial para establecer y mantener la confianza y la credibilidad entre los seguidores. Los líderes íntegros inspiran confianza porque su palabra es su compromiso y su conducta es consistente con sus valores.
La ética en el liderazgo se basa en los principios bíblicos de verdad, justicia, amor y bondad. Los líderes cristianos deben tomar decisiones éticas que reflejen el amor y la compasión hacia aquellos a quienes lideran. Se nos exige un compromiso inquebrantable con la verdad y la honestidad en todas las interacciones y comunicaciones.
Los líderes cristianos deben ser ejemplos de integridad y ética en todas las áreas de sus vidas, sirviendo de modelo para los demás creyentes. No solo tienen la responsabilidad de guiar y dirigir a otros, sino que también deben servir como modelos de integridad y ética en todas las áreas de sus vidas.
Principios Clave del Liderazgo Bíblico
La Biblia ofrece una guía invaluable para el liderazgo, proporcionando principios y ejemplos que trascienden el tiempo.
Principio | Descripción | Referencia Bíblica |
---|---|---|
Servicio | Liderar sirviendo a los demás, no buscando el propio beneficio. | Marcos 10:45 |
Integridad | Ser coherente entre lo que se dice y lo que se hace. | Proverbios 11:3 |
Justicia | Tratar a todos con equidad y sin favoritismos. | Salmo 89:14 |
Compasión | Mostrar empatía y preocupación por las necesidades de los demás. | Mateo 9:36 |
Responsabilidad | Asumir las consecuencias de las propias acciones y decisiones. |
Autoridad Ministerial como Servicio
La autoridad ministerial sólo puede entenderse en términos de servicio porque Jesucristo así lo enseñó (Mt.20,26) y porque Él mismo venció las tentaciones de Satanás (Mt.4,8) y ejerció su autoridad ministerial en términos de “liderazgo servicial”. En esencia, el principio básico de autoridad y liderazgo cristiano es “una preocupación personal, que pide a un hombre entregar su vida por sus hermanos los hombres”. La autoridad ministerial se ejerce siempre con la cruz como perspectiva y referencia.
El ministro cristiano no conoce otro modo de ejercer la autoridad si no como servicio en humildad; cualquier otro modelo es una perversión de su llamado.
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