En el mundo empresarial actual, donde el cambio constante y la innovación son aspectos clave del éxito, surge una figura fundamental: el líder transformacional. El liderazgo transformacional es un estilo de liderazgo que busca generar un cambio profundo y positivo en las personas del equipo y en la organización.
¿Qué es el liderazgo transformacional?
El término liderazgo transformacional fue desarrollado a finales de los años 70 por el historiador norteamericano y ganador del premio Pulitzer James MacGregor Burns. Su creador, el historiador norteamericano James MacGregor Burns, definió el liderazgo transformacional en 1978 como un tipo de liderazgo capaz de cambiar las expectativas, percepciones y motivaciones de sus seguidores, así como de impulsar la transformación dentro de una organización. El concepto fue creado por el historiador norteamericano James MacGregor Burns y años más tarde, desarrollado por el investigado y psicólogo Bernard M. Unos años más tarde, en 1985, el concepto de MacGregor fue desarrollado por el investigador y psicólogo Bernard Morris Bass, quien abordó los componentes del liderazgo transformacional -en la infografía- en su libro Transformational Leadership. Este tipo de liderazgo se enfoca en inspirar y motivar a los colaboradores hacia objetivos comunes mediante una visión clara y cambios profundos en la organización.
A diferencia del liderazgo tradicional, su enfoque no solo se centra en alcanzar los objetivos establecidos, sino en transformar la mentalidad, valores y comportamientos de los/as colaboradores, guiándolos hacia un nivel superior de desempeño y compromiso. El liderazgo transformacional no se limita a la simple gestión de tareas y equipos. Este modelo se basa en la capacidad del líder para inspirar a su equipo a través de una visión compartida, fomentando la creatividad, la innovación y el compromiso.
Características principales del liderazgo transformacional
El liderazgo transformacional se caracteriza por su capacidad para inspirar, motivar y guiar a los equipos hacia un cambio positivo. A través de una visión clara, valores sólidos y una conexión emocional con su equipo, los líderes transformacionales generan confianza, fomentan la innovación y potencian el desarrollo personal y profesional de quienes los rodean. El liderazgo transformacional aporta ventajas significativas tanto a la empresa como al equipo. En el contexto empresarial, este enfoque propicia la innovación continua y la adaptación ágil a los cambios del entorno, lo que permite a la empresa mantenerse competitiva en un mercado en constante evolución. La capacidad de un líder transformacional para comunicar una visión inspiradora y motivadora crea un ambiente propicio para el desarrollo de soluciones creativas y la consecución de metas ambiciosas.
Convertirse en un líder transformacional implica un proceso de aprendizaje y desarrollo personal continuo. Este estilo de liderazgo requiere trabajar en habilidades clave como la comunicación, la empatía y la capacidad de inspirar a otros. Además, es fundamental adoptar una mentalidad de crecimiento, estar abierto al cambio y comprometerse con el desarrollo de quienes forman parte del equipo.
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Las características clave de un líder transformacional incluyen la habilidad para comunicar una visión clara y convincente, fomentar la confianza y la colaboración, motivar y empoderar a su equipo, y estar dispuesto a asumir riesgos y desafiar el statu quo en búsqueda de la mejora continua.
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El eterno debate sobre si un líder transformacional nace con esas habilidades o las adquiere a lo largo del tiempo juega con las variables de la experiencia y el aprendizaje. Algunos rasgos pueden ser parte innata de una persona, como el carisma o la capacidad de inspirar a los demás, pero la mayor parte de lo que hace a un líder transformacional puede ser moldeado y mejorado. Existe una mezcla de elementos naturales y aquellos que se desarrollan con la práctica y el compromiso.
Las cuatro dimensiones del liderazgo transformacional
Bernard Bass M. Consiste en la capacidad del líder para despertar entusiasmo y sentido de propósito en los/as colaboradore, creando un ambiente de trabajo motivante. El líder actúa como un modelo a seguir, caracterizándose por unos valores y una visión muy marca que lo convierte en un/a referente. El líder presta atención a las necesidades individuales de desarrollo de cada miembro del equipo, actuando como mentor o coach. El líder estimula a su equipo a pensar de forma creativa y diferente y a cuestionar el statu quo. Fomenta la resolución de problemas desde nuevas perspectivas y valora las ideas innovadoras.
Tipos de liderazgo transformacional
Los líderes transformacionales cuentan con muchas maneras de guiar a sus colaboradores. Estas estrategias dependen, en gran medida, de una correcta evaluación de la persona que tienen delante: parte del talento de un buen líder está en reconocer qué estímulos potencian a cada uno de sus empleados, de acuerdo a sus personalidades. Este trabajo individualizado depende de una buena dosis de empatía y de una notable capacidad de motivación.
En general, se considera que hay tres tipos de liderazgo transformacional, determinados por el tipo de estímulo que utilizan, sea positivo, negativo o intrínseco. Esto no significa que las estrategias sean irreconciliables, sino más bien que son herramientas para distintas situaciones; de alguna manera, el trabajo del líder transformacional está en reconocer cuándo usar un martillo y cuándo usar un destornillador.
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Estimulación positiva
La estimulación positiva forma parte del llamado pensamiento positivo, es decir, de la capacidad de centrarse en los aspectos positivos de las cosas. En este sentido, podemos decir que es un tipo de motivación bastante común y conocida. Se basa en el principio de que incluso los fracasos dan lugar a experiencias valiosas. Parte fundamental de la tarea de un buen líder transformacional es reconocer esas experiencias y hacerlas notar.
Hay muchas formas de recurrir a la estimulación positiva. La más sencilla y directa es resaltar directamente los aspectos positivos: “De acuerdo, este proyecto fracasó, pero ahora aprendimos cómo hacerlo mejor para la próxima vez”. Este tipo de enunciados -del estilo “a veces se gana y a veces se pierde”- pueden ser muy útiles. Sin embargo, en algunos casos la frustración es tan grande que los colaboradores no están dispuestos a reconocer sus propios logros. En esas situaciones, quizás lo más conveniente es plantear la estimulación positiva como una serie de preguntas, al estilo de “¿Qué te llevas de esta experiencia?”. De esta forma, los colaboradores encuentran los aspectos positivos por sí mismos, cosa que los deja más dispuestos a reconocerlos. Siempre somos más permeables a nuestras propias ideas que a las de los demás; el líder positivo aprovecha eso para guiar a sus colaboradores hacia ideas beneficiosas. Por si fuera poco, esto allana el camino para que después sea el propio colaborador quien se haga las preguntas, dando lugar a un estado mental virtuoso de automotivación.
Estimulación negativa
La estimulación positiva alivia la frustración concentrándose en aquello que salió bien. La estimulación negativa, por el contrario, se concentra en aquello que podría haber salido peor. La idea es ayudar al colaborador a enmarcar su fracaso dentro de un contexto más amplio. Esa nueva perspectiva ayuda a desdramatizarlo y a no concentrarse en él más de lo necesario. Frases como “no es el fin del mundo” o “nadie morirá por esto” apuntan claramente en esta dirección.
Es importante notar que no todo el mundo reacciona igual a cada tipo de estímulo. La estimulación positiva es normalmente la más común, pero hay ciertas personalidades -normalmente muy autoexigentes o con un elevado sentido de la responsabilidad- que responden mejor a la estimulación negativa. Los líderes positivos usan su inteligencia emocional para detectar qué funciona mejor con cada uno de sus colaboradores, y lo aprovechan.
Estimulación intrínseca
El tercer tipo, la estimulación intrínseca, es probablemente el más exigente de todos, pero también el más eficaz. En este caso, a diferencia de los anteriores, la motivación no surge de la situación -qué tan bien o qué tan mal salió- sino de las personas. Cada individuo tiene formas de automotivarse. Algunos son llevados por la curiosidad, otros por el reconocimiento, otros por el miedo al fracaso. En general, las personas más exitosas desarrollan circuitos de autoestímulo, que les permiten embarcarse en tareas ambiciosas y difíciles. El secreto está en hacer coincidir, de alguna manera, los deberes con los intereses o las pasiones. La estimulación intrínseca consiste en aprovechar estos aspectos particulares de cada persona para construir una motivación personalizada, auténtica y eficaz. Para eso es necesario conocer al colaborador en profundidad. Si un empleado tiene una predisposición natural a la curiosidad, lo ideal es ponerlo en una posición donde pueda dedicarse a la investigación; si alguno tiene un interés particular en el deporte, se lo puede motivar usando comparaciones deportivas o aprovechando su gusto por los desafíos y la competencia. Las opciones son infinitas. Lo importante es que un líder transformacional siempre está dispuesto a usar estos aspectos intrínsecos para motivar a sus colaboradores.
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Diferencias con otros estilos de liderazgo
Además del liderazgo transformacional, existen otros estilos de liderazgo que se adaptan a diferentes contextos, equipos y objetivos organizativos. Cada uno de ellos tiene características únicas que influyen en cómo se gestiona el equipo, se toman decisiones y se alcanzan los resultados.
- Liderazgo transaccional: se basa en realizar intercambios entre líder y colaborador/a. Por otro lado, el liderazgo transaccional se centra en el intercambio de recompensas por desempeño.
- Liderazgo autoritario: enfocado en el control y la obediencia. En este caso, la persona líder toma todas las decisiones sin consultar al equipo. Es una forma eficaz y perfecta en situaciones de crisis, emergencias o cuando se necesita realizar una acción rápida.
- Liderazgo laissez-faire: implica una mínima intervención del líder. Este término francés significa "dejar o permitir hacer". Tiene la particularidad de surgir espontáneamente. Este estilo de liderazgo es el que más promueve la autonomía de las personas empleadas, puesto que el líder aporta poca dirección y permite al equipo tomar sus propias decisiones, animándolo a usar su creatividad y al autoaprendizaje.
Diferencia entre liderazgo transaccional y liderazgo transformacional
Cuando James MacGregor Burns desarrolló la categoría de liderazgo transformacional, lo hizo por oposición a otra, el liderazgo transaccional. La idea es que, si un tipo de liderazgo se caracteriza por producir, disfrutar y aprovechar el cambio, el otro se concentra en la estabilidad y la predictibilidad.
El liderazgo transaccional, por definición, no involucra a sus empleados en la toma de decisiones, ni tiene interés en alinear sus intereses particulares con las metas de la empresa. En este caso, los objetivos son algo que se impone sobre los colaboradores; y ese es, en realidad, otro aspecto de una comunicación mayormente unidireccional. Los mensajes solo “bajan” por la escala jerárquica, nunca “suben”. Los empleados que cumplen con estos objetivos impuestos son recompensados, y los que no los cumplen son castigados. La relación entre el jefe y los colaboradores es impersonal y meramente utilitaria. Este tipo de rigidez favorece la estabilidad y la estandarización, por supuesto, pero tiene serios problemas en contextos que requieren adaptabilidad, creatividad e innovación.
Hay contextos en los que adoptar un estilo transaccional puede ser útil -después de una expansión, por ejemplo, cuando lo importante es hacer pie y establecer un ciclo de trabajo predecible-, pero el contexto tan cambiante del siglo XXI hace que sean cada vez más raros.
Ventajas y desventajas del liderazgo transformacional
El liderazgo transformacional busca ser receptivo al cambio y generar una atmósfera de trabajo estimulante y positiva. Sin embargo, estas decisiones no vienen sin costos. El cambio siempre está reñido con el equilibrio; la innovación, con la acumulación de experiencia. Por eso es importante, a la hora de pensar estrategias de liderazgo, tener en cuenta sus ventajas y desventajas.
Ventajas
Ya hemos hablado bastante de las ventajas del liderazgo transaccional. Podríamos resumirlas en:
- Aumenta la productividad. Los colaboradores toman los objetivos de la empresa como propios, y dan lo mejor de sí para alcanzarlos. Esto aumenta la productividad y mejora la calidad del trabajo.
- Favorece la innovación. Una comunicación fluida entre jefes y empleados es vital para mantener un ritmo saludable de innovación. De esta forma, quienes toman las decisiones reciben constantemente propuestas nuevas, hechas por quienes trabajan constantemente en esos problemas. Las metodologías exitosas se calcan y se reproducen, y los errores se dialogan y se superan.
- Mejora el rendimiento bajo presión. Los empleados trabajan con más seguridad si sienten que su líder confía en ellos y los motiva. De esta forma, están dispuestos a tomar mayores responsabilidades y a afrontar sus propias decisiones con seguridad y determinación.
Desventajas
A su vez, es innegable que el liderazgo transformacional también tiene desventajas. Todo beneficio viene con un costo. En el caso del liderazgo transformacional, estos son:
- No es eficaz en entornos estables. En algunos casos, el equilibrio es más productivo que la innovación; hay empresas enteras -como algunos bancos, por ejemplo- que dependen de transmitir predictibilidad, estabilidad y confianza. En estos casos, el liderazgo transformacional no aporta demasiadas ventajas.
- Es prescindible con trabajadores experimentados que ya disfrutan de su trabajo. En algunos casos, los empleados tienen la experiencia, la autonomía y la motivación necesarias para hacer su trabajo de manera productiva y eficiente. Entonces puede ocurrir que el liderazgo transformacional sea visto como intrusivo, y resulte contraproducente. Un buen líder también tiene la inteligencia necesaria como para detectar estas situaciones y no interrumpir ciclos virtuosos.
Aplicaciones prácticas en el ámbito empresarial
En un mundo empresarial que evoluciona rápidamente, las organizaciones enfrentan el desafío constante de adaptarse y prosperar. En este contexto, el liderazgo transformacional emerge como una luz guía, capaz de inspirar el cambio y movilizar a las personas hacia una visión común. El liderazgo transformacional es un estilo de liderazgo donde los líderes trabajan con sus equipos para identificar los cambios necesarios, creando una visión para guiar la transformación a través de la inspiración, y ejecutando el cambio en conjunto con el compromiso de los miembros del grupo.
Un ejemplo emblemático de liderazgo transformacional es el de Satya Nadella, CEO de Microsoft. Desde 2014, Nadella implementó una visión más inclusiva y colaborativa, transformando la cultura de la empresa para fomentar la innovación y el trabajo en equipo. Otro caso notable es el de Tim Cook, CEO de Apple, quien ha mantenido la esencia innovadora de la empresa mientras promueve la diversidad y la sostenibilidad. Cook ha impulsado iniciativas que han llevado a Apple a adoptar medidas más proactivas en responsabilidad social y ambiental. Porque la transformación e innovación no solo se trata de ofrecer nuevos productos y servicios.
Ejemplos de liderazgo transformacional
Diferentes figuras conocidas son claros ejemplos de este tipo de liderazgo, desde grandes emprendedores a líderes políticos han puesto en marcha este tipo de liderazgo. Estos tres líderes son especialmente reconocidos socialmente.
- Steve Jobs (Apple): Steve Jobs, cofundador de Apple, fue un líder transformacional conocido por su visión audaz e innovadora. Su enfoque inspirador y su capacidad para desafiar convenciones impulsaron la creación de productos revolucionarios.
- Nelson Mandela: Nelson Mandela, expresidente de Sudáfrica, ejemplifica el liderazgo transformacional de forma clara al abogar por la reconciliación y la igualdad. Su visión de una nación unida y su resistencia pacífica inspiraron un cambio transformador.
- Elon Musk (SpaceX y Tesla): Elon Musk, fundador de SpaceX y Tesla, destaca en esta técnica al buscar soluciones innovadoras para desafíos globales.
Quizás el ejemplo de líder transformacional más conocido sea Steve Jobs. Como fundador de Apple, su misión fue siempre propiciar la innovación y la alineación entre los objetivos de la empresa y los de sus empleados. Las computadoras personales eran un producto impensable en ese momento; no solo había que desarrollar la tecnología, sino que además había que crear la demanda del producto. En esa zona, tan indeterminada, Jobs supo sacar lo mejor de su equipo aprovechando sus dotes de líder transformacional.
Es interesante destacar que, después de unos primeros años de crecimiento arrollador, Jobs reclutó a John Scully -entonces CEO de Pepsi, creador del famoso Desafío Pepsi- para convertirse en CEO de Apple. Jobs reconocía en él un experto en marketing, pero sobre todo una persona experimentada que podía estabilizar su empresa; es decir, un líder transaccional. De esta forma, podemos ver cómo Steve Jobs no solo supo propiciar y aprovechar el cambio, sino que además tuvo la inteligencia de modificar el estilo de liderazgo cuando juzgó que eso era necesario.
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