La euforia y la impaciencia por hacer realidad el proyecto empresarial suele ser el principal motivo de fracaso de muchos empresarios novatos. Más aún cuando, se ha pasado por un MBA y se tiene plena confianza en las propias capacidades personales. Cuando montas un negocio, empiezas con mucha ilusión, crees que lo sabes todo y, a la hora de la verdad, te das cuenta de que no es así.
En momentos de tensión, uno de los mayores riesgos es la tentación de echarlo todo por la borda. El miedo es normal, tienes la sensación de que estás solo. Aunque los demás te intenten ayudar, al final es tu problema.
Tres libros que pueden servir de ayuda:
- El presente, un libro sobre coaching que ayuda a no arrepentirse de la decisión de emprender y a centrarse en las posibles soluciones a los problemas
- Los cuatro recuerdos, con el que se aprende a relacionarse con los clientes, con los empleados, sin hacer suposiciones infundadas
- Fish, un buen libro para tener siempre una sonrisa y transmitir ilusión a tu equipo
La motivación, la ambición, la resistencia al fracaso del promotor determinan también el éxito. Hay una gran diferencia entre el emprendedor por necesidad y el vocacional.
Falta de Planificación y Conocimiento del Mercado
Hay un caso que se repite que es el clásico del emprendedor confiado que monta un negocio en un mercado desconocido sin detenerse a analizar la competencia, los clientes… Esta falta de planificación da al traste con el negocio pasados unos años. Un final casi cantado cuando se comete este error, incluso cuando se trata de personas que han trabajado varios años en ese mismo mercado.
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En los proyectos escasos de recursos, la falta de formación en gestión empresarial de los promotores hace que se multipliquen los pequeños problemas cotidianos. Esta limitación puede poner en peligro el futuro de la empresa. Lo importante es ser consciente de las propias limitaciones.
Aunque parezca increíble, el exceso de información se ha convertido en una barrera para muchos emprendedores. Muchos de ellos confiesan que se sienten perdidos en la maraña de organismos públicos y de páginas web a las que podrían dirigirse. A veces esta falta de información puede ser crucial. Imagina que la Agencia de Protección de Datos encuentra un fichero mal gestionado en una empresa. Este error puede suponer una multa de trescientos mil euros. Más de una pyme tendría que cerrar ante la imposibilidad de hacer frente a una multa así. Para evitar esta posibilidad están las asociaciones.
Gestión del Equipo y Relaciones con Socios
Los pequeños empresarios suelen confiar en su olfato o buen criterio para decidir quiénes deben ocupar los puestos clave de la empresa. En muchos casos aciertan, pero si no es así, las consecuencias pueden ser más graves de lo que a priori cabría esperar. Es recomendable hacer un estudio de la empresa y fijar los perfiles profesionales que se necesita para cada puesto.
Un error común de los promotores de un proyecto que empieza con escasos recursos es renunciar a buenos profesionales con experiencia porque resultan más caros. El equipo es una parte clave del negocio. Aunque no se tiene la estructura ni la pretensión de trabajar con multinacionales, es importante tener un equipo que no envidie a las grandes. Si el equipo está motivado, se luce y da lo mejor de sí. Otras veces el problema está en la dificultad de los promotores para hacer equipo.
Siempre se ha dicho que una pareja no se conoce bien hasta que no convive en la misma casa. Esta misma idea sirve para comprender por qué resulta tan complicado para la mayoría de los emprendedores conseguir una buena relación con sus socios. Cuando la química falla entre los socios, el resultado final es el cierre del negocio, o, en el mejor de los casos, la venta de una de las partes al socio más comprometido con el proyecto. Es un error muy frecuente entre los emprendedores porque hay cosas que nunca descubres hasta que no trabajas con tu socio. Y da igual que se trate de una persona a la que conoces desde hace años; incluso si se trata de un familiar o un amigo todavía puede ser peor.
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Errores Financieros y Administrativos
También el afán por ahorrar está detrás de este error clásico entre los emprendedores novatos. Un error común es acudir a relaciones personales cuando se necesita ayuda. Este error se repite casi siempre por el coste que puede suponer para una pyme contar en nómina con un director financiero o un contable.
En algunos mercados existen normativas muy específicas que se pueden escapar a las previsiones del promotor.
La falta de previsión relativa a los trámites administrativos necesarios para crear una empresa puso contra las cuerdas a una emprendedora cuando intentaba poner en marcha su consultora de prevención de riesgos laborales. “La Administración tardó dos meses y medio en concederme la póliza de responsabilidad civil que exige la ley para esta actividad. No esperaba que tardaran tanto en concederme este documento y, de repente, me encontré con que ya tenía un NIF, tenía que pagar un alquiler, empezar a contratar un personal fijo… y no podía ejercer ni empezar a hacer clientes por un problema legal”, explica.
La falta de liquidez en los primeros meses de actividad del negocio es, desgraciadamente, una realidad a la que se enfrenta la mayoría de los promotores de un nuevo negocio. Existen pequeñas partidas que se van sumando y muchas veces terminan estrangulando el negocio. A estos errores clásicos se pueden añadir otros imprevistos mucho más difíciles de resolver. El problema cuando se entra en esta espiral de gastos es que casi siempre coinciden con los primeros meses de actividad, cuando apenas hay ingresos para ajustar los números.
Un error muy común es hacer el plan financiero sin tener en cuenta las necesidades a medio plazo. Y justamente cuando todo empieza a bien parece que volvemos al principio, porque nos encontramos con que hay que realizar reinversiones para hacer frente a cambios en el mercado. Es un error frecuente en las empresas industriales, especialmente en industrias muy dinámicas, como la biotecnología y las nuevas tecnologías en general. Como regla general el plan financiero se debe hacer a uno, dos y tres años. Pero si se trata de una industria tradicional, probablemente habrá que hacerlo a siete u ocho años para calcular el retorno de la inversión. Y en industrias más dinámicas habrá que ajustarlo cada seis meses. Lo importante es no plantearse este documento como algo rígido.
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El exceso de costes fijos impidió a un emprendedor sacar a flote un negocio familiar de muebles que no pasaba por un buen momento. “Me encontré con una plantilla desmotivada y un formato de tienda demasiado grande. Era una tienda muy céntrica, con una gran afluencia de gente, pero estaba distribuida en varias plantas y eso me impedía reducir la plantilla y seguir atendiendo bien a los clientes. Al final, teníamos un coste de estructura demasiado alto para la dimensión del negocio. La implantación del outsurcing se ha convertido en la panacea de muchos negocios para reducir los costes fijos. Pero sólo se debe aplicar a aquellas áreas del negocio que no forman parte de su actividad principal si se quieren mantener unas pautas de calidad.
La mitad de los emprendedores financia el cien por cien del negocio de su propio bolsillo, y otra parte importante solicita ayuda de algún familiar. El resto tiene que recurrir a la financiación de bancos y empresas de capital riesgo. Esta última opción es la más arriesgada, especialmente si los recursos ajenos son superiores al 30-40% de la inversión total realizada. Conviene tener en cuenta, sobre todo, que la asfixia del negocio por un exceso de deuda no sólo se produce por una falta de clientes. También se puede producir cuando el negocio va bien. Este mal cálculo entre los ingresos y el pago de la deuda fue precisamente la causa de fracaso del negocio de regalos a empresas que creó un emprendedor. “Nos mató el éxito. Nos iban tan bien las cosas que tuvimos que buscar financiación de bancos para hacer frente a los pedidos. El estrangulamiento financiero de una empresa exitosa se produce casi siempre en empresas en las que entran en juego las economías a escala.
El exceso de prudencia a la hora de invertir en el negocio es un error que puede acabar en fracaso por una infradimensión del negocio. Es un error que limita tanto el éxito como el crecimiento de la empresa. Si tengo un restaurante y me va bien, me puedo defender manteniendo una línea de calidad. Pero en la mayoría de los negocios tienes que reinvertir para crecer.
Cuando montas un negocio siempre calculas mal el tiempo que vas a tardar en empezar a cubrir los gastos. Crees que vas a tener clientes desde el primer día, que vas a crecer enseguida… Y después te das cuenta de que sí consigues contratos, pero con más tiempo del que habías calculado. El resultado final, sin embargo, no siempre es el mismo. Conviene advertir, además, que este mismo error también se puede cometer cuando se apuesta por un negocio en franquicia.
En el fino equilibrio necesario para ajustar el presupuesto, tropezar con un cliente moroso puede suponer la muerte del negocio. Este error fue el que obligó a un emprendedor a cerrar su empresa después de varios errores financieros. “Tuvimos que cerrar porque hicimos un cliente muy importante, una agencia de publicidad, que nos empezó a hacer pedidos muy fuertes y cerró de la noche a la mañana dejándonos una deuda de doce mil euros. La historia sin final feliz del negocio de artículos para empresas que este emprendedor montó con dos socios tiene mucho que ver con su falta de planificación en todos los sentidos. Como él mismo confiesa, fueron improvisando el negocio en función de los pedidos de los clientes. “A raíz del golpe que supuso para nuestras cuentas el hecho de no haber contado con la morosidad de un cliente tan importante, empezamos a tener problemas de financiación con nuestros proveedores. Y después nosotros mismos empezamos a retrasarnos en las entregas a nuestros grandes clientes. Empezamos a tener muchos problemas con las dos partes. Los proveedores empezaron a presionarnos y terminaron por no servirnos mercancías si no era con pagos al contado. Y al final de todo esto, nos vimos ante el problema de que teníamos que pagar al contado 60.000 euros, y trabajando para clientes que tardaban más de un año en pagar sus facturas. Tuvimos que suscribir pólizas de crédito con un banco para subsistir.
Marketing, Producto y Distribución
De nuevo el exceso de confianza está detrás de un error muy común cuando los promotores del negocio se enamoran de su producto o servicio. Éste es un error que se comete por falta de formación y un exceso de confianza. Tú puedes dominar un tema y tener una idea excelente, pero tienes que dominar un entorno que normalmente no conoces. Esta máxima se convierte casi en un mandamiento cuando se trata de productos innovadores.
Un plan de marketing poco ajustado a las necesidades del negocio (unido a complicaciones con su socio) fue el principal motivo de fracaso de la empresa de formación y consultoría creada por una emprendedora hace ahora doce años. Y eso, a pesar de su experiencia profesional en el sector de la consultoría. “Diseñamos una estrategia de marketing que no se ajustaba al mercado. Fundamentalmente porque intentamos abarcar demasiado, no nos especializamos. Fue un error de marketing propiciado en su origen en una falta de reflexión sobre la propia empresa. No habíamos dedicado el tiempo suficiente a pensar el negocio, a hacer un plan de empresa, un estudio de mercado, a analizar quiénes serían nuestros clientes… ¿Por qué cometimos este cúmulo de errores básicos? Supongo que fue un exceso de confianza en las relaciones de mi socio para aportar clientes al negocio. Esta falta de planificación se materializó en errores importantes en el momento de empezar a tomar decisiones. “El mayor de todos fue hacer un mal catálogo. En el que enviamos a los clientes daba la sensación de que la base de nuestro negocio eran los cursos de formación, cuando en realidad el objeto del mismo era la consultoría. Se vio intentando consolidar una empresa desconocida, que intenta captar clientes comunicando mal su producto. Por supuesto que enseguida fueron conscientes del error cometido e intentaron resolverlo. “Nos dimos cuenta de que el catálogo estaba limitando nuestra capacidad de vender a nuestros clientes. En lugar de ayudarnos, nos estaba poniendo dificultades. Los posibles clientes nos archivaban como una empresa de formación, imaginando que nosotros contábamos con nuestras propias aulas, cuando no era así. Este error limitaba nuestra cartera de clientes. Antes de tomar una decisión tan drástica, pensaron en cambiarlo por otro. “Pero cuando te montas un negocio vas justo de presupuesto y si haces un gasto económico importante en una herramienta que debe ayudarte a vender y acaba en el almacén, se te empieza a complicar todo. Hacer otro catálogo era demasiado caro. Intentamos resolverlo a fuerza de hacer más visitas, ser perseverantes y cuidar mucho al cliente. Pero no resultó.
Ha aprendido muy bien la lección y recomienda a quienes piensen montar un negocio: “A la hora de hacer una estrategia de marketing, o de publicidad, tienes que tener muy claro a quién te diriges, qué quieres conseguir y hasta dónde quieres llegar. También me he dado cuenta ahora de que no habíamos enfocado bien el mercado. Nos enfocamos sólo a Vitoria, cuando en realidad ahora estoy trabajando a nivel estatal. Mi error fue no detenerme a pensar lo suficiente el plan de empresa, y montarla sin los suficientes datos. Ahora no cometería ese error.
La mayoría de los emprendedores confiesa que tienen serias dificultades para poner un precio a sus servicios. Cuando montas una empresa tienes la sensación de que los demás son mejores que tú, y que por eso sus costes son muy superiores. Aunque confías en tu capacidad para hacer bien las cosas, crees que la marca de tus competidores tiene mucho más detrás que la tuya. Y la experiencia te demuestra que esto no es cierto. Al final, por ser competitivo pones precios demasiado bajos.
Cuando desarrollas un plan de negocio, estás haciendo un plan de negocio para hoy. Con tus condiciones actuales, financieras, de recursos humanos, con una situación muy concreta del mercado en ese momento… Pero no hay que olvidar que el mercado es completamente cambiante y que hay una rotación enorme de productos.
Es muy común cometer errores de distribución cuando una empresa intenta lanzar un nuevo producto al mercado. O cuando simplemente aspira a un mercado mayor y no ha planificado bien la dimensión de ese reto. Éste es uno de los errores que cometieron los promotores de una empresa de alimentación. “Lanzamos nuevos productos cárnicos, sal...
El 60% de las pymes españolas están creadas por promotores que han elegido la condición jurídica de persona física en el momento de constituir la empresa.
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