El liderazgo de Margaret Thatcher: Un análisis profundo

El 22 de noviembre se cumplieron 19 años del final de la era de Margaret Thatcher como Primera Ministra británica. Pocas figuras tan relevantes, desde el punto de vista político y económico, dio el siglo XX. Su obra no sólo se limitó a su país, sino que tuvo un destinatario global: el mundo. Para ello, empleó un mensaje directo y sencillo, tal y como nos describía Florentino Portero: "con ella el pragmatismo dio paso al compromiso con unos principios y unos programas. Todo era previsible.

Sin embargo, casi dos décadas después, no ha recibido la atención que merece, y en ocasiones se la ha tratado de desacreditar, incluso desde las filas de su propio partido (como fue el caso de quien en su día fue considerado su delfín, Michael Portillo). Es por tanto de justicia dedicar, aunque sólo sea unas líneas, unos folios, a hablar y reflexionar sobre esta dirigente de talla excepcional, más aún teniendo en cuenta que el mundo globalizado del siglo XXI afronta un buen número de problemas conexos que exigen su inmediata solución. El terrorismo global, las armas de destrucción masiva, la inmigración ilegal y el tráfico de personas son sólo algunos. El éxito frente a ellos exige determinación y confianza absoluta en aquel corpus teórico que se defiende.

Margaret Thatcher llega al poder en mayo de 1979 con un credo político nuevo y que había ido exponiendo durante sus años como líder de la oposición (1975-1979) al gobierno laborista. Ella misma, en unos de sus discursos más grandes de la campaña electoral, el titulado "Now is the time to choose" (16 de abril de 1979) sostenía que la elección eran claramente una: "continuar como estamos que es la opción fácil pero no podremos hacerlo por más tiempo ya que año tras año Reino Unido está cayendo por detrás de sus vecinos y el pueblo británico no tolerará por más tiempo que su país se convierta en el más pobre de Europa Occidental. Pero no necesitamos continuar como estamos, nuestro declinar no es inevitable.

Desde 1945 a 1979 laboristas y conservadores se sucedieron en el gobierno británico, aunque con mayor presencia de los segundos. Unos y otros aceptaron el consenso de posguerra, esto es, los postulados del Estado de Bienestar, como propio. A tal efecto, y como maquinaria ideológico-propagandística, irrumpieron algunos think tanks vinculados al partido, el de mayor importancia el Tory Reform Group. Winston Churchill, Anthony Eden, Harold MacMillan o Alec Douglas-Home (primeros ministros en el periodo comprendido entre 1951-1964), se adhirieron a las teorías económicas keynesianas. El resultado fue que cuando Thatcher llegó al poder se encontró un país económicamente hundido, políticamente sin influencia en la esfera internacional (en los sesenta recibió el doble veto francés a su deseo de integrarse en la Comunidad Económica Europea) y socialmente, que era lo más preocupante, halló una sociedad débil, cuyo destino parecía ser fagocitada por el socialismo y que además no estaba dispuesta a hacer nada por evitar su derrota.

Con todo ello, un sentido de derrota/abatimiento se había apropiado tanto de su país (invierno del descontento) y de Europa Occidental (cesiones ante la URSS y por extensión, ante el comunismo). Thatcher no sólo no se resignó sino que ganó la batalla. Como ejemplo cuantitativo están sus tres triunfos en elecciones generales (los tories retomaron su apelativo de "partido natural de gobierno"); como dato cualitativo, su influencia en la renovación del el Labour Party (escisiones y divisiones incluidas, siendo la más significativa la creación del Social Democratic Party, vinculado a Roy Jenkins, que concurrió a los comicios de 1983). No obstante, (el Labour) bajo la dirección de Michael Foot (1979-1983) se presentó a las elecciones con un programa de corte marxista (conocido, a su vez, como la mayor nota de suicidio en la historia y del que a buen seguro Aneurin Bevan hubiese estado orgulloso), perceptible en su visión de la OTAN y de la CEE. De lo que se trataba, en definitiva, era de instaurar el sentido común. "yo quiero sacar a la gente de este país de las arenas movedizas del socialismo. Yo no quiero una sociedad socialista tan rápido o tan lento como se pueda. Y yo no creo que los laboristas quieran una sociedad socialista en absoluto.

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Margaret Thatcher tomaba decisiones sin contar con su equipo aunque éstas no fueran del todo populares. «Si quieres que algo se diga, pídeselo a un hombre. No digas, ¡actúa!. Era rápida y eficiente en su toma de decisiones. La crítica situación de recesión de Gran Bretaña cuando ella llegó al poder, la obligó a actuar drásticamente. «Nadie se acordaría del buen samaritano si sólo hubiera tenido buenas intenciones. “No soy una política de consenso. Su comunicación era unidireccional: del líder al subordinado.

Según dijo The Guardian entonces, era más igualitaria que su predecesor laborista. Thatcher fue una stateswoman de ideas y de férreos principios, incluso cuando el contexto era especialmente adverso, como en 1981, momento en el que lanzó su frase lapidaria the Lady is not turning back. En íntima relación con la idea anterior, no podemos decir que la revolución de Thatcher fue algo que se llevó a cabo de la noche a la mañana. Buen ejemplo de ello es que Harold Wilson manifestó, erróneamente, que "está claro que el Partido Conservador se va a librar de Thatcher en menos de tres años"[16]. Para Thatcher, el consenso de posguerra era sinónimo de fraude.

Encabeza la corriente modernizadora (con Keith Joseph, Nicholas Ridley) vinculada a ideas "nuevas": el valor y la importancia del libre mercado; importancia de la elección individual y de la responsabilidad; los conceptos de obligación, familia, independencia nacional, individualismo y libertad. Gobierno limitado, cuya función era la de servir, nunca ser amo. En su cruzada a favor de la libertad, no sólo renunció al pragmatismo y al relativismo sino que se opuso drásticamente a los mismos como forma de hacer política. Pese a la constante tendencia que hay en considerar a Thatcher como un adalid del libre comercio, éste no es más que una parte de su defensa total de la libertad del ser humano.

La gran novedad de Margaret Thatcher es que tuvo el valor para retomar ideas que habían sido olvidadas por su partido provocando asimismo la transformación de éste. Por encima de todas ellas sobresale su idea de libertad del individuo y para el individuo, con un gobierno cuyo tamaño era obligatorio reducir. Este concepto será innegociable y estará indisolublemente unido al de responsabilidad (del individuo) y de seguridad (sin ésta no es posible la libertad y es el Estado quien debe garantizarla). Todos ellos se convirtieron en los argumentos y principios que dominaron el discurso del Partido Conservador durante los años de Thatcher en la oposición (1975-1979) y más tarde, en el gobierno (1979-1990). Sin embargo, la aplicación de este credo no fue automática. Para Brian Walden, los Primeros Ministros tories en el pasado se habían comprometido a no desmantelar el Estado de Bienestar pero lo cierto es que tampoco habían introducido grandes mejoras en el mismo. Sin embargo, veían la aceptación del consenso de posguerra como la única forma de ganar unas elecciones. La derrota en las generales de 1974, hizo necesaria una nueva estrategia. Thatcher fue la encargada de idearla y de aplicarla. Asimismo, estaba la propia sociedad británica que había adquirido una serie de vicios difíciles, pero no imposibles, de eliminar. Ella lo sabía pero estaba convencida de la superioridad moral de sus ideas y principios.

Para ello delimitó una serie de etapas donde el primer paso para la recuperación de su país consistía en bajar los impuestos. La segunda, en liberar al individuo del control que sobre él ejercía el Estado. La tercera, buscar un equilibrio entre los derechos y las obligaciones de los sindicatos que se estaban convirtiendo en los auténtico controladores de la vida política y económica de Reino Unido. La cuarta etapa el control sobre el crimen. Recuperar el respeto hacia la ley y el orden algo que se tiene que iniciar desde abajo, desde las escuelas. La reforma del sistema educativo, suponía, en consecuencia, la quinta fase. En definitiva, ella veía estos principios como un corpus compartido por todo el electorado británico. "con bases morales con el que restaurar la honestidad en la política, la responsabilidad personal, el orgullo nacional, la reverencia a nuestro pasado y el respeto por el futuro.

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En su viaje a Ucrania en 2007 fue recibida como una libertadora y Yulia Tymoshenko se refirió así a ella: transformó al Reino Unido, que dejó de ser el enfermo de Europa para ser una de las economías más poderosas. Ella demostró que la victoria de la libertad es posible pero que una vez conseguida, exigía una continuación en los esfuerzos porque sus rivales no se reducían única y exclusivamente al comunismo. En efecto, su mensaje estaba destinado a la perpetuidad, no debería tener fecha de caducidad. Durante los años noventa, esto es, cuando ya no era Primera Ministra, dio un listado de peligrosos adversarios que hoy en día nos parecen familiares: the rogue states, el robber capitalism o el terrorismo. A éste último, cuando en el año 2002 recibió de la Fundación Heritage la medalla por haber sido una luchadora por la libertad, lo definió del siguiente modo: "es un demonio escurridizo, es técnicamente más sofisticado y con más ganas de infligir daños.

El impacto de Thatcher en el feminismo

Tampoco resulta convincente, varias décadas después, su figura como icono feminista más allá de su importancia como primera mujer en el cargo de primera ministra británica. Elogiaba la utilidad de algunas cualidades femeninas en la política y comparaba la gestión de la mujer del hogar con el gobierno de un país. "En política -decía- si quieren que se diga algo, pídanselo a un hombre. Si quieren que se haga algo, pídanselo a una mujer". ¿Por qué entonces nunca incorporó a ninguna mujer a su gabinete?

En 1959, 25 mujeres (un 3,9%) fueron elegidas diputadas en una Cámara de 630 miembros. Thatcher nunca pensó que tuviera alguna responsabilidad en promover a mujeres para que sean elegidas como cargos públicos. Cuando fue elegida primera ministra, había un 3% de mujeres en los Comunes. No estaba a favor de la discriminación positiva, pero eso no quiere decir que no se beneficiara de ella.

La guerra de las Malvinas y su impacto

Ahora nos parece que Londres no tenía otra opción que hacer frente a la agresión de la dictadura argentina. Entonces, no estaba tan claro. La fuerza naval británica no era la del pasado. La distancia con el Atlántico Sur, un obstáculo logístico impresionante. Thatcher no dudó en ningún momento. Y tuvo esa experiencia de guerra que permitió a los británicos recuperar cierta mística nacional que fue tan habitual en los años de la Segunda Guerra Mundial. La decisión más polémica de la guerra fue el hundimiento del General Belgrano, el buque de guerra argentino que se estaba alejando de la zona de exclusión en torno a las Malvinas impuesta por Londres. El almirante Woodward, jefe de la operación militar, envió a uno de sus hombres a la residencia de la primera ministra en Chequers, y en la misma entrada recibió rápidamente el visto bueno al ataque.

El legado de Thatcher

"fue esa flaqueza fundamental en el corazón del conservadurismo la que aseguró que incluso los políticos conservadores se consideraran a sí mismos destinados meramente a administrar un rápido cambio hacia algún tipo de Estado socialista. "lo que estamos viendo es que el socialismo simplemente no funciona. Lo que estamos viendo en Reino Unido ahora no es una crisis del capitalismo sino del socialismo. El Estado controla la economía restringiendo la libertad sin producir prosperidad. Eso es lo normal en los países comunistas.(?). En comparación con los países comunistas, los occidentales han mostrado que la libertad funciona. Pero en Reino Unido esa libertad está siendo permanentemente amenazada y erosionada. Yo creo que la gente desea tener más libertad de elección en cada uno de los aspectos de su vida: libertad para elegir dónde trabajan, libertad para elegir las mejores escuelas para sus hijos; libertad para tener propiedad privada y para tener vivienda. El deseo de los ministros laboristas es restringir la libertad de la gente y es que ellos no tienen confianza en que la gente elija acertadamente y dirija sus propios asuntos.

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El ideario político-económico (difundido a través de centros de investigación como el Centre for Policy Studies) adoptado la "Dama de Hierro" no sólo cambió a su país y a su partido, sino también a su rival, el Labour Party, que bajo la dirección de Tony Blair (1994-2007) aceptó los postulados político-económicos que habían estado vigentes en Reino Unido durante los ochenta y noventa. Éste fue, sin duda alguna, factor clave para ganar tres elecciones de forma consecutiva (1997, 2001 y 2005). De hecho, cuando tuvo lugar la primera de sus victorias, analistas políticos como Álvaro Vargas Llosa o Andrés Oppenheimer, sostuvieron la tesis de que la gran vencedora de esos comicios había sido Thatcher. "para ganarles (a los tories), Blair se ha visto obligado a tirar por la borda una parte del bagaje ideológico del laborismo tradicional y dar por buenos aspectos más destacados del legado tacherista.

La victoria de 1992 fue decisiva. Si Thatcher hubiera seguido y perdido esas elecciones, un partido laborista no reformado habría llegado al poder y descompuesto todo el edificio thatcheriano. En el libro ‘Thatcher & Sons’, el periodista Simon Jenkins lo explica muy bien. Major, Blair y Brown convirtieron el thatcherismo en irreversible. La liberalización de la economía, la máxima flexibilidad laboral, la apuesta por el sector financiero, la negativa a desarrollar una política industrial a través de la intervención del Estado y la desconfianza en las instituciones europeas se convirtieron en el discurso oficial. Blair llevo la privatización a cada rincón de la economía y fue el primer ministro más autoritario de los tiempos modernos, en expresión de Jenkins, si por autoritario entendemos su ca...

El estilo de liderazgo de Margaret Thatcher

Para Margaret Thatcher, la opinión ajena terminaba exactamente en la punta de su nariz. Es decir, lo que la gente pensase de ella no tenía la mínima consideración. "Si te propusieras gustar a los demás, estarías preparado para ceder", decía. Con este argumento gobernó sin aflojar su mano férrea desde 1979 a 1990. Precisamente esa elevada tolerancia al desengaño le permitió mantener un estilo de liderazgo autocrático que hoy suscitaría, sin duda, rechazo.

El dr. en Psicología de Harvard, William Moulton Marston desarrolló una teoría para entender el comportamiento de las personas con normalidad psicológica. En dicho estudio identificó cuatro estilos de comportamiento. Cada estilo de comportamiento tendrá una tendencia natural a liderar de una manera muy concreta. El liderazgo de Margaret Thatcher es un estilo más afín a los perfiles rojos-azules: Liderazgo Resolutivo.

Por todo ello, podemos concluir afirmando que el estilo de liderazgo de Margaret Thatcher era el autocrático o autoritario.

Tabla resumen de datos clave del liderazgo de Margaret Thatcher

Aspecto Descripción
Ideología Neoliberalismo, conservadurismo
Estilo de liderazgo Autocrático, firme y basado en convicciones
Logros clave Reducción de la inflación, privatizaciones, victoria en la Guerra de las Malvinas
Críticas Aumento de la desigualdad, impacto en la clase trabajadora, centralización del poder
Legado Transformación de la economía británica, influencia en el Partido Laborista, figura controvertida pero influyente

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