Ángel Corral es un nombre reconocido en el mundo de la tauromaquia, un empresario que ha demostrado su pasión y compromiso con la fiesta brava a lo largo de los años. Su trayectoria está marcada por la organización de festejos taurinos, el apoyo a toreros y ganaderías, y la promoción de la cultura taurina en diferentes plazas.
Un Vínculo con Figuras Emblemáticas del Toreo
La historia de Ángel Corral está entrelazada con la de grandes figuras del toreo. Un ejemplo de ello es su relación con Curro Vázquez, un torero de culto al que siguió por numerosas plazas. Curro Vázquez fue una debilidad de este crítico, un torero de culto al que durante años seguí por un montón de plazas.
Fue el sucesor natural de la infinita pasión que sentí desde niño por Julio Robles, el que siempre fue mi torero y a quien en esos años que te bebes la vida, sin día ni noche, se organizaban los fines de semana alrededor de las plazas que iba a torear nuestro Julio, siempre acorde a las posibilidades de entonces.
Aquella pasión se rompe el trece de agosto de 1990 con el terrible percance de Beziers y, desde ahí, uno queda huérfano, igual que un perro sin amo y desnortado en el inmenso planeta taurino. Con el divo roto y postrado en una clínica francesa, enfrente del Mediterráneo, tratando de salvar su vida con su cuerpo lleno de tubos y de cables.
A partir de entonces era llegar a una plaza -ya estaba inmerso desde hacía unos años en las labores del periodismo taurino- y se caía el alma con su nombre ya apeado de los carteles. La vida sigue y por aquellos tiempos empecé a seguir con más pasión, también por la influencia de Alfonso Navalón, de quien entonces era compañero y desbordaban sus pasiones antoñetista y currovazquista.
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Y a partir de entonces Curro Vázquez, ese Rubio de Linares, que era la debilidad de Madrid y un torero de culto para los aficionados de postín, fue el que más me llenaba en sus tardes de inspiración. A Curro Vázquez lo seguí con desbordada pasión y fui testigo de aquel fantástico San Isidro de 1994 donde cuajó dos faenas y estuvo a punto de salir en hombros las dos tardes contratadas, en una de ellas, bajo un aguacero, bordó el torero con un Valdefresno y mereció llevarse para su casa todos los premios; sin embargo esa misma feria Julito Aparicio inmortalizó a Cañego, un toro de Alcurrucén con una faena de leyenda, plena de inspiración y torería, que se alzó con todas las distinciones.
Estuvo unos años alejado, se dejaba ver por las plazas, toreó algún festival y una tarde en Valencia, en el homenaje al Soro, a su amigo Vicente, Curro Vázquez destapó el tarro de las esencias y el bicho del toreo lo volvió a picar con su veneno para hacerle desfogar el terno de luces en su última vuelta a los ruedos.
Era el invierno de 1997 y Curro se preparó mucho en el Campo Charro. Frecuentó las ganaderías del Puerto de San Lorenzo, El Pilar, Valdefresno, Sepúlveda, Sánchez Arjona, Montalvo, Alipio Pérez-Tabernero, Charro de Llen… y luego después de las faenas camperas acudía a merendar con su amigo Julio Robles, quedándose incluso alguna vez a dormir en la finca de La Glorieta.
Ya en primavera se anunció San Isidro y fue contratado tres tardes las tres en lunes, por lo que aquel ciclo isidril se dio en conocer como el de los lunes de Curro Vázquez. Para completar la preparación mató también varios toros en la vieja plaza de Santa Cruz, de Ciudad Rodrigo, cuando ese coso, donde por entonces guardaba su caballos el rejoneador local Juan Luis Perita, ya escribía su réquiem, aunque por entonces se mataban muchos toros a puerta cerrada, gracias a una sociedad que crearon el torero José Luis Ramos y el empresario Ángel Corral, quienes compraban en las ganaderías de la zona reses de deshecho e inútiles para la lidia y se aprovechaban para el entrenamiento.
En una de aquellas veces, el gran Curro Vázquez, que cuando iba a matar un toro a puerta cerrada se instalaba en La Ponderosa de Sancti Spíritus, bordó una faena antológica ante un colorao de Raboso. Vestido con un viejo verde botella y oro que le llevó su hermano José María, a la vez mozo de espadas, con la ayuda de un par de banderilleros, su fiel Pali Pirri y Briceño, junto al picador Victoriano El Legionario, Curro se presentó en la plaza de Ciudad Rodrigo a bordo de su Volvo y la compañía de su hermano Antonio, que iba al volante.
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Apenas había media docena de personas y enseguida se dio orden de salida a un toro colorado, destartalado y bizco del pitón izquierdo. Un toro que remató de salida en los burladeros y enseguida lo vio Curro, quien lo lanceó con sus yemas de seda con cuatro verónicas y una magnífica media.
A partir de entonces ya todo fue una obra de arte bajo el aroma de la inspiración, mientras fluía el arte del toreo en toda su belleza, con naturales ralentizados y ligados uno tras otro que provocaban los oles y el enorme remate de dos trincherillas cambiadas. Fue la obra perfecta, rubricada exactamente con catorce muletazos y una estocada que dejó el sabor de lo mejor.
Porque un torero, además de un arte es grandeza. Curro Vázquez fue una debilidad de este crítico, un torero de culto al que durante años seguí por un montón de plazas. Por la casi totalidad de las corridas que contrataba en una época de tanta pasión que únicamente me faltó durante esos inviernos cruzar el charco y seguirlo por América.
Compromiso con la Tauromaquia Salmantina
Ángel Corral ha mostrado un especial compromiso con la tauromaquia en la provincia de Salamanca. Un ejemplo de ello es su participación en la organización de festejos en la plaza de toros de Vitigudino.
Después de los hermanos Castaño en 2023 con toros Miura, dos toreros salmantinos vuelven a enfrentarse mano a mano en la plaza de toros de Vitigudino el 16 de agosto, fecha señalada en el calendario taurino de la provincia para un festejo que busca el reencuentro con la afición después del mal sabor de boca que dejó 2024.
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En esta ocasión, de la mano de Castellana de Toros S.l., serán Juan del Álamo y Manuel Diosleguarde, ambos procedentes de tierras mirobrigenses y que ya pisaron este albero en festejos anteriores. Del Álamo lo hacía como novillero en 2010, un año antes de doctorarse, festejo en el que también llegó de la mano del empresario Ángel Corral y que logró salir por la puerta grande tras pasear varios trofeos de sus dos oponentes.
Tras un año en blanco, en octubre pasado decidió hacer la temporada en tierras americanas. Ahora regresa a Vitigudino recién llegado del Perú y donde sus comparecencias se han contado por triunfos, el último el la plaza de Celendín, donde además obtuvo el premio al mejor matador.
Por delante, tiene dos fechas más en Perú hasta su regreso a Vitigudino el 16 de agosto. Algo similar es la historia de Diosleguarde con Vitigudino, donde llegó como novillero en el festival ‘a beneficio’ de la Asociación ELACyL, en 2022, con Morante haciendo el paseíllo, entre otras figuras.
El de Diosleguarde estuvo bien, aunque no tuvo suerte entonces con los aceros. Ahora vuelve a Vitigudino después de cortar un rabo en Arévalo y tres orejas en Zamora en sendas sustituciones, lo que demuestra su buen momento.
Y finalmente, como los últimos años, se mantiene el festejo mixto en Vitigudino, el rejoneador será el onubense Andrés Romero, puesto número 13 del escalafón en 2024 con 11 festejos en los que cortó 21 orejas y 2 rabos, por lo que sus compromisos se contaron por sonados triunfos la temporada pasada.
Andrés Romero tampoco es nuevo en esta plaza, pues en 2016 toreó también de la mano de Ángel Corral, entonces abriendo cartel con David Mora y un Fortes que volvía al mismo lugar donde un año antes sufriera una grave cogida, entonces también con toros de Orive. Su último triunfo este 2025 ha sido en la plaza de su Huelva, donde hace unos días salía a hombros con Diego Ventura.
Y para estos mimbres, precisamente, seis toros de Orive, astados que pastan a orillas del Yeltes para que casi todo quede en casa, una garantía más para que el festejo resulte todo un éxito, como confía el empresario de Castellana de Toros.
Durante la presentación del festejo en Vitigudino días atrás, Ángel Corral expresó su satisfacción por regresar a Vitigudino y agradeció la confianza del Ayuntamiento. Se mostró ilusionado y comprometido a "quitar el mal sabor de boca de lo del año pasado" con un cartel que apuesta por "los toreros de la tierra" y una ganadería de Orive que, aseguró, "es una de las que mayor calidad” en tierras salmantinas.
Corral destacó la creación de la 'Entrada joven', que se pondrá a la venta para menores de 20 años a un precio de 15 euros en los tendidos de sol, una medida para "atraer a los jóvenes, que precisamente son el futuro de la fiesta". También hizo hincapié en la bajada de precios de las entradas. El empresario confirmó que "se han bajado los precios de las entradas por relación a estos años anteriores, tanto el sol como de la sombra". Además, se comprometió a un desenjaule gratuito para aquellos aficionados que saquen la entrada de la corrida de toros.
Las entradas para los festejos están a la venta en el bar El Rincón de Willy y, el día de cada festejo, en la taquilla de la plaza de toros.
Marce, el del Camión: Un Colaborador Indispensable
La figura de Marce, conocido como "el del camión", es un ejemplo de la importancia de los colaboradores en el mundo taurino. Su labor en el transporte de los toros era fundamental para el desarrollo de los festejos.
Cuando llegaban estos días previos al desenjaule de la feria de Salamanca, Marce, que esta mañana ha dicho adiós a la vida, ya estaba nervioso. Pendiente de todos los detalles para que nada fallase, porque realmente esa jornada era el día más especial de su empresa, el escaparate.
Desde jornadas atrás ya se preocupaba para que todos sus camiones estuvieran relucientes, sin un arañazo… con todo programado para llegar a la hora a La Glorieta y comenzar el particular desfile de desencajonar las corridas del ciclo. Ahí, Marce solía entrar con el primer camión, su inseparable MAN y una vez finalizada la labor, ya con el camión fuera del ruedo, regresaba corriendo para dirigir el resto de las operaciones, tratando que no se hiciera con todo el cuidado para que no se desgraciase ningún animal, ni tampoco embistieran contra los camiones.
Era Marce el del camión y así lo conocía todo el mundo. Desde el más importante empresario hasta el vaquero de la última finca andaluza. Millones de kilómetros tantas veces en compañía del mayoral y otras en solitario los que sumó Marce el del camión, siempre con su perenne sonrisa, su inseparable chaleco, socarrón y con un corazón inmenso.
E infinidad de anécdotas desde que aprendiese a conducir en la mili y una vez licenciado comenzó de ayudante con Castañeda, quien junto a Mosquete, eran los transportistas de toros de más nombre de esa época -después vendrían los demás-. Allí, con el viejo Castañeda definitivamente se desbravó al volante, junto al conocimiento del manejo para el ganado de lidia, siempre tan delicado, para hacerse pronto con la emprensa, una vez que el jefe decidió jubilarse y Marce ya comenzó en solitario.
Entonces con un Leyland de morro y una barra plateada vertical a cada lado del parachoques que fue su orgullo y del que siempre sintió tanta pena cuando debió quitarlo al adquirir una nuevo (“entonces me hacía falta el dinero y fue una pena, porque ese camión de haberlo dejado lo usaría solamente para el desenjaule o alguna concentración de viejos camiones”). A Marce no le valió heredar la cartera del viejo Castañeda, porque ya en sus manos la empresa tuvo que ganarse a todo el mundo.
Y gozó de la plena confianza del viejo Manolo Chopera (“un señor que te daba una palabra y se cumplía”); de los Choperitas (“antes de empezar ya me tenía hecha la temporada Javier y después con José Antonio tenía el trato diario, siempre con la honradez”) o Paco Gil (“los taurinos no le han hecho justicia y fue un taurino importantísimo, siempre fiel a lo hablado”). En tantos años tenía infinidad de anécdotas, pero era reservado y se lleva casi todas a la tumba, sonriendo de manera socarrona si alguien le quería sacar algo, porque la discreción fue una de sus armas y era amigo de todos los toreros y taurinos.
Contaba que una vez acudía a Alicante, cuando regentaba la plaza Paco Gil con una corrida de Antonio Pérez y debería estar a las 5 para el desenjaule. Todo iba normal hasta que a sesenta kilómetros de Alicante, por Villena, el camión se le rompe un diferencial y es imposible seguir.
Algo que hubiera sigo desesperante para cualquiera no lo fue para Marce, quien llamó a una grúa y lo remolcó hasta la plaza hasta el punto de suma un número más en aquel desenjaule al entrar su camión en el ruedo remolcado por la grúa (después de convencer al conductor) para desenjaular la corrida en medio de todo el público puesto en pie.
De tantos embarques conocía al dedillo las reacciones de los toros, de verlos en los corrales antes de ser cargados y después en la plaza. Al hilo de ello contaba que un año en Zaragoza estaba en un sorteo esperando a ver si debía regresar con los sobreros y se le aceró Manolo Montoliu, que esa temporada iba de peón de confianza con el portugués y le dijo: “Marce, vaya lote bonito que nos ha tocado”; a lo que Marce, siempre con esa sabiduría natural le dijo: “Dile a Víctor que cuidado con el 18, que no se va a mover nada”.
Entonces, el gran peón valenciano le preguntó el motivo: “Ha dado mucha guerra en el embarque, ha roto dos porteras, un portillo…y esos toros en las plazas se quedan más parados que los de Guisando”. Desde hace tiempo le enfermedad quiso doblarlo, pero él con su fortaleza se resistía a ceder y bajaba muchos días a la Plaza Mayor al encuentro de los taurinos o de los viejos mayorales que tantos viajes hicieron a su lado.
Hoy se ha ido quien también era un engranaje necesario del mundo de los toros y lo ha hecho cuando La Mariseca ya anuncia los toros desde la espadaña de la Plaza Mayor y en vísperas del desenjaule, el que siempre era el día para especial para él.
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