El espíritu de las mujeres emprendedoras en Europa está en alza, especialmente entre las más jóvenes. Sin embargo, existen diferencias significativas entre países y generaciones.
Ucrania lidera la tendencia, con un 66% de mujeres queriendo lanzar su negocio.
Razones para el Emprendimiento Femenino
Las razones que llevan a las mujeres emprendedoras a iniciar su propio negocio varían según la edad y el contexto socioeconómico, pero los principales impulsores son:
- Independencia financiera: muchas mujeres buscan generar sus propios ingresos y reducir su dependencia de empleos tradicionales.
- Flexibilidad laboral y personal: el emprendimiento permite adaptar los horarios y la carga de trabajo a sus necesidades personales.
- Impacto social positivo: una parte significativa de las mujeres emprendedoras desea que su negocio tenga un efecto transformador en la sociedad.
El tipo de negocio que las mujeres prefieren también refleja sus intereses y oportunidades de mercado.
Desigualdad en el Acceso a la Financiación
A pesar del crecimiento del emprendimiento femenino en Europa, la desigualdad en el acceso a financiación sigue siendo un factor para analizar.
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Según el informe de la Asociación ClosinGap “Coste de oportunidad de la brecha de género en el emprendimiento innovador”, solo el 7% de las rondas de financiación en Europa fueron destinadas a startups fundadas exclusivamente por mujeres en 2023.
Las startups con al menos una mujer en el equipo lograron captar un 18% del total del capital invertido, lo que sugiere una ligera ventaja para los equipos mixtos, aunque aún lejos de la paridad.
Por último, el citado informe de la Asociación ClosinGap también ha arrojado algunas cifras sorprendentes. Según esta organización, los proyectos impulsados por emprendedoras generan un 10% más de ingresos que aquellas fundadas exclusivamente por hombres.
Además, tienen un 27% menos de tasa de fracaso, lo que indica una mayor capacidad para mantener la estabilidad y la viabilidad del negocio a largo plazo, y un 27% más de éxito en la venta de sus empresas.
Actualmente, cerca de 130 millones de mujeres lideran empresas consolidadas, según datos de Global Entrepreneurship Monitor (GEM). Detrás de esta cifra se esconden innumerables historias de mujeres que, gracias a su determinación, pueden proveer de sustento a su familia, a la vez que contribuyen a la prosperidad de su entorno.
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"Muchas veces las mujeres son emprendedoras por necesidad, no por oportunidad, vocación u objetivos, como suele suceder con los hombres", explica la fundadora de Stealth Mode, Ryan Newton, que participó en el Women Talks de BBVA Open Innovation del pasado mes de mayo.
El emprendimiento también es una manera de apoyar a las mujeres en situaciones vulnerables y que puede mejorar con creces las perspectivas económicas de sus familias, señala la revista America's Quarterly.
Además, el aumento del poder adquisitivo de las mujeres conduce directamente al fortalecimiento de las economías locales, dado que ellas invierten mayor porcentaje de sus beneficios, en comparación con los hombres, en sus propias comunidades.
España se encuentra en la vanguardia del emprendimiento femenino, con 9 mujeres emprendedoras por cada 10 hombres, cuando la media europea es de 6 mujeres cada 10, según datos de GEM. Sin embargo, esto no es así en todos los lugares del mundo.
La brecha de género no solo hace referencia al menor número de emprendedoras, sino también al sector al que pertenecen sus negocios. Por un lado, el emprendimiento digital es el principal motor de creación de valor en la economía en las últimas décadas: contribuye a la difusión del progreso científico, a impulsar la innovación tecnológica, a revitalizar el tejido empresarial y a fomentar el empleo.
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Sin embargo, por otro lado, según la aceleradora de 'startups' Lanzadera, las mujeres se han dedicado tradicionalmente a sectores de menor intensidad tecnológica o que requieren una menor inversión inicial, como el de los servicios o el de la moda.
Ryan Newton subraya que también existe un problema de capacidad digital: "En el mundo del 'fintech' las soluciones van hacia personas que ya están bancarizadas, que ya se sienten cómodas con las aplicaciones", indica. Sin embargo, explica, "aunque en México en torno a un 70% de la población tiene un 'smartphone', solo un 4% reporta haberlo utilizado para servicios financieros".
Soluciones para Reducir la Brecha de Género
Algo prioritario es garantizar a las mujeres el acceso a herramientas que favorezcan la creación de negocios y empresas y su mantenimiento, como el refuerzo de la red de contactos, el aprovechamiento de las redes de 'mentoring' y, especialmente, las fuentes de financiación.
De hecho, un estudio de la escuela de negocios del Instituto Centroamericano de Administración de Empresas (INCAE) demostró que, si bien la mayoría de los hombres empresarios dijeron que cerraron su negocio debido a la baja rentabilidad, las mujeres empresarias alegaron que la causa del fracaso de su negocio fue la dificultad de obtener financiación.
Sin embargo, el Women's Entrepreneurship Report 2019 señala que las empresas con mujeres al frente trabajan con planes de negocio más consistentes.
"No es que las mujeres seamos adversas al riesgo, es que lo medimos mejor; somos más ahorradoras y estamos más aterrizadas al piso", asegura Valenzuela.
Hay más deberes para la lista de cosas que hacer para lograr la igualdad en emprendimiento: escuchar a todos y pensar en todos.
Por eso, la directora de Estrategia de BBVA señala que es necesario que en las entidades financieras se eliminen las políticas jerárquicas.
"Para poder diseñar productos acordes a cada necesidad debes permitir y enseñar a tu organización a escuchar a los de abajo, para que las ideas permeen".
El sistema educativo tiene por su parte una asignatura pendiente: fomentar la cultura empresarial en las mujeres para redefinir el perfil emprendedor.
La consecución de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), sobre todo de aquellos relacionados con la igualdad, requieren de soluciones innovadoras que ayuden a romper con tendencias y estereotipos, para que ninguna mujer se quede atrás.
Como recuerda el reciente “Acuerdo por la Reactivación Económica y el Empleo”, ganar el nuevo mundo digital al que se enfrenta la economía y las nuevas formas de trabajo es un reto al que ningún país puede renunciar.
Ahora bien, ese reto de transformación económica digital no puede afrontarse sólo con un horizonte cuantitativo, crecer económicamente, sino que ha de tener también dimensiones cualitativas, como las de ser sostenible (verde) e inclusivo (equitativo).
Justamente, entre las virtudes que se le presume a la nueva era de la economía digital y a su ecosistema virtual, estaría, como podíamos leer recientemente, poner fin, nada menos, que a uno de los más lacerantes efectos nocivos de la segregación sexista vertical del mercado de trabajo: el “techo de cristal” (“glass ceiling”).
Para ello solo pareciera haber una condición: la capacitación digital, esto es, una “buena formación” o una adecuada inversión (pública y privada) en “capital humano digital”.
Por supuesto, no es la primera vez, más bien es recurrente en estos años, que se reclame la atención sobre lo imprescindible que resulta que las mujeres, sobre todo las más jóvenes, se impliquen y accedan a las carreras y empleos más tecnológicos, no sólo digitales, los llamados “empleos STEM” (Science, Technology, Engineering and Mathematics), principales referentes de las nuevas generaciones en el mercado de trabajo.
Si, frente al discurso de la destrucción masiva, se asume el de las potencialidades de creación de nuevos empleos, se asegura que la tecnología, la robótica y la automatización crearán alrededor de 1.300.000 empleos en España en solo cinco años, de los que casi 400.000 de estos empleos del futuro -inmediato- serían empleos STEM (los ocupados por personas expertas en ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas).
Pudiera ser, pero en modo alguno será un efecto automático de la “buena formación digital”, como se nos quiere hacer creer, ni es posible sin adecuadas políticas correctoras, educativas y de mercado de trabajo, en términos análogos a los demás empleos, también los “analógicos”.
En primer lugar, se mantiene el abismo entre la presencia de hombres y mujeres en las carreras “TIC” y “STEM”, por lo que, pese a las numerosas iniciativas que se han adoptada en diversas Universidades para una presencia de género más equilibrada, hace años (“quiero ser ingeniera”, “programa UNIVERGEM”, acciones positivas o cupos, etc.), la brecha educativo-tecnológica de género se mantiene y crece, revelándose su corrección toda “una emergencia”.
Desde 2015, solo una de cada cuatro personas matriculadas en estas carreras es mujer, pese a representar más del 55 por cien del alumnado. Apenas el 13% en informática, el 28,5%, en ingenierías, según tendencias que no sólo se han mantenido constantes, sino que incluso han decrecido.
No, no es ni un fatalismo, una “maldición bíblica”, ni una condición natural, biológica, sino una construcción (sexista) cultural, como siempre.
Como ha constatado un Estudio muy reciente para el Parlamento Europeo (“Education and employment of women in science, technology and the digital economy, including AI and its influence on gender equality “-“Educación y Empleo de las mujeres en Ciencia, Tecnología y Economía digital, incluida la Inteligencia Artificial y su influencia en la igualdad de género”), en la más tierna infancia, en el tiempo de la Educación primaria, las actitudes ante las STEM entre niñas y niños se equipara.
Más aún. En esta inicial, e inocente, etapa educativa, las niñas suelen superar a los niños en las calificaciones y tareas de alfabetización digital (TIC). En esta época, no suele hacer acto de presencia los estereotipos de género presentes, luego, a lo largo de toda su vida. debiéndose tener en cuenta que en esta etapa las niñas no soportan estereotipos de género.
Cuando de la etapa educativa nos trasladamos a la ocupacional los problemas crecen. No solo las mujeres tienen más difícil acceso a los empleos STEM y TIC (menor tasa de empleo), sino que, una vez en ellos (superada la barrera de acceso a estos mercados de trabajo futuro), sus posibilidades de progresión encuentran análogas dificultades que para el resto.
De ahí, que sufran similares discriminaciones (la barrera de la segregación vertical del empleo).
Como ilustra el Estudio para el Parlamento Europeo referido (cita un Estudio sobre el sector de la industria tecnológica en Silicon Valley), la brecha ocupacional de género en empleo tecnológico aumentó entre 1980 y 2015.
El informe no solo pone datos y magnitudes actualizadas a una realidad -tristemente- conocida, sino que identifica las causas por las cuales se siguen reproduciendo, en los empleos STEM y TIC, enclaves determinantes de los mercados de trabajo futuros, las brechas de género que conocemos en los empleos de los mercados de trabajo presentes.
Los mayores obstáculos que las mujeres hallan en el acceso y promoción, para toda carrera profesional, estarían igualmente presentes en los sectores STEM y TIC.
La distribución sexista de ambos tiempos de trabajo en la vida (el trabajo reproductivo, mayormente para mujeres, y el trabajo productivo, mayormente para los hombres) sigue siendo determinante para perpetuar barreras ocupacionales.
La mayor cualificación beneficia más a hombres en términos retributivos en el empleo STEM. El efecto profesión TIC o STEM no implicaría, per se, una corrección automática de las brechas salariales (eleva la media retributiva con otros empleos femeninos, no con relación a sus homólogos masculinos).
Según el Estudio, se habría reducido el número de mujeres en puestos elevados en estos sectores, persistiendo el “techo de cristal” (lo confirma un Estudio de la UGR, según la Drª María del Mar Fuentes, Catedrática de Organización de Empresas).
Se identifican algunas tendencias negativas:
- La creación de un ciclo retroalimentativo entre menores retribuciones y decreciente ocupación de puestos más elevados que tiene efectos adversos en la contratación
- Persisten las expectativas relativamente reducidas de progreso en las carreras en los sectores STEM, menores a mayores cargas familiares, incluido el matrimonio
- Existe una considerable falta de transparencia sobre estas brechas salariales.
El Informe aprecia un fuerte sesgo de género en los anuncios de comunicación social y en las redes sociales para acceder a empleos STEM. Se aporta un estudio de campo realizado en un anuncio en internet de trabajos STEM y TIC, el resultado fue una clara menor probabilidad de mostrarse a las mujeres.
El Estudio confirma, pues, que el riesgo de discriminación no está solo en la realidad analizada, sino que se reproduce en el análisis, también si se hace por un el sistema de gestión algorítmica.
Los hombres STEM se resisten también a aceptar la existencia de sesgos en ellos y, en consecuencia, no solo no contribuyen a su corrección, sino que los perpetúan.
También las brechas de género en los sectores TIC y STEM tienen solución, pero hay que buscarla, no es automática con el mero acceso de la mujer a la transformación digital.
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