El término "Big Four" se utiliza para referirse a las cuatro firmas más importantes a nivel mundial en el ámbito de la consultoría y la auditoría. Estas empresas se han consolidado como referentes en el mundo de los negocios, gracias a un conjunto de prácticas profesionales que les ha permitido liderar el sector. Uno de los listados más relevantes en el ámbito empresarial es el conocido como Big Four, considerado una referencia para numerosos especialistas en finanzas y auditoría.
En estos momentos, el listado está compuesto por:
- Deloitte
- PwC (PricewaterhouseCoopers)
- EY (Ernst & Young)
- KPMG
Estas organizaciones se caracterizan por su espíritu de innovación, adaptación a la era digital y automatización de procesos.
Presencia Global y Servicios de las Big Four
Las Big Four se han convertido en actores importantes en el mercado global de servicios profesionales y trabajan con una gran cantidad de empresas de todos los tamaños en una amplia variedad de sectores.
- Deloitte es una de las empresas de servicios profesionales más grandes del mundo, que ofrece una amplia gama de servicios de auditoría, impuestos, consultoría y asesoría financiera a clientes en todo el mundo. Deloitte ha expandido sus servicios a nivel mundial, estableciéndose en más de 150 países y empleando a más de 330,000 personas.
- En la actualidad, PwC tiene una presencia importante en más de 150 países, empleando a más de 284,000 personas en todo el mundo. Ofrece servicios de auditoría, consultoría y asesoría fiscal y legal, entre otros.
- EY es una empresa de servicios profesionales con sede en Londres que ofrece servicios de auditoría, impuestos y consultoría de negocios. Ernst & Young, ahora conocida como EY, se originó en 1849 en Inglaterra, cuando Arthur Young y Alwin C. Las dos firmas se expandieron rápidamente y en la década de 1960 se fusionaron para crear Ernst & Young.
- KPMG se dedica a proporcionar servicios de auditoría, impuestos y consultoría a una amplia variedad de empresas, incluyendo empresas públicas y privadas, organizaciones sin fines de lucro y gobiernos.
A continuación, se presenta una tabla con datos relevantes de estas firmas:
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| Firma | Ingresos Globales (FY24) | Número de Empleados |
|---|---|---|
| Deloitte | $67.2 mil millones | Más de 330,000 |
| PwC | $55.4 mil millones | Más de 284,000 |
| EY | $51.2 mil millones | Más de 395,400 |
| KPMG | $38.4 mil millones | Más de 207,000 |
Historia y Evolución de las Big Four
El inicio de la historia de Deloitte se remonta a 1845, cuando William Welch Deloitte abrió una oficina en Basinghall Street, en Londres. Fue el primer profesional en contratar a un auditor externo para una empresa pública. George Touche estableció una empresa de contabilidad en Londres en 1893. Más tarde, en 1900, se asoció con John Ballantine Niven para crear Touche Niven en Nueva York. En 1906, Charles Waldo Haskins y Watt Elias Sells crearon Haskins & Sells en Nueva York. En 1947, George Bailey, quien en ese momento era presidente del Instituto Americano de Contadores Públicos, fundó su propia empresa en Detroit. El éxito de la empresa llevó a su fusión con Touche Niven y AR Smart para formar Touche, Niven, Bailey & Smart en menos de un año.
Price Waterhouse fue una empresa de contabilidad fundada por Samuel Lowell Price en Inglaterra en 1849. Edwin Waterhouse se unió a la empresa en 1865 y el nombre cambió a Price, Waterhouse & Co. en 1874. La compañía abrió una oficina en los Estados Unidos en 1890.
Coopers & Lybrand se originó en 1854 cuando William Cooper comenzó su negocio de contabilidad y más tarde se unieron sus hermanos. La rama Lybrand se inició como Lybrand, Ross Brothers & Montgomery en 1898 y las dos empresas se fusionaron en 1998.
La empresa KPMG surgió de la unión de distintas compañías de contabilidad fundadas por diferentes empresarios. Uno de ellos fue Piet Klynveld, que comenzó su propio negocio de este tipo en Ámsterdam en 1917 y que más tarde se conoció como KKC, Klynveld Kraayenhof & Company. Otro de los fundadores fue Sir William Barclay Peat, un abogado escocés que llegó a ser socio de su propia firma, WB Peat & Company, a los 24 años y que más tarde se unió a James Marwick, fundador de Marwick, Mitchell & Company en Nueva York. Juntos, formaron Marwick, Mitchell, Peat & Company, aunque se separaron ocho años después. Otro de los fundadores de KPMG fue Reinhard Goerdeler, hijo de Carl Goerdeler, alcalde de Leipzig y líder de un grupo clandestino de resistencia que conspiró para asesinar a Adolf Hitler y establecer un nuevo gobierno con Goerdeler como canciller. Fue él quien sentó las bases para la fusión de KMG y Peat Marwick Internacional en 1987, considerada la primera «mega fusión» de su tipo.
Este grupo nació como 'big 8', pero las sucesivas fusiones entre ellas dieron pie a la configuración actual. A mediados del siglo XX, las ocho grandes eran:
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- Arthur Andersen
- Arthur Young
- Coopers & Lybrand
- Erns & Whitnney
- Deloitte Haskins & Sells
- Peat Marwick Mitchell (que en 1979 se convirtió en KPMG tras fusionarse con la germano-holandesa KMG)
- Price Waterhouse
- Touche Ross
En 1989, El 'big 8' se convirtió en 'big 6' cuando Ernst & Whitnney se fusionó con Arthur Young creando la actual Ernst & Young (que posteriormente acortó su nombre a EY).
El Auge y Transformación del Sector
El sector de la auditoría y la consultoría vivió en 2021 un año excepcional. Fue uno de esos negocios que no solo no se vio afectado por la pandemia, sino que incluso se benefició por la crisis provocada por el coronavirus: muchas empresas se vieron obligadas a pivotar, a transformar sus modelos de negocio, para lo que necesitaron a asesores profesionales que les ayudasen en esta remodelación. El auge de este sector se ve muy claro si observamos los resultados de las conocidas como 'Big Four', las cuatro grandes firmas de este campo a nivel global. Hablamos de Deloitte, PwC, EY y KPMG.
Y no es una fecha cualquiera para este negocio, porque ese año, el 2002, es el año en el que el 'Big Five' se convirtió en el actual 'Big Four'. Ese fue el momento en el que cayó Arthur Andersen, la otra gran auditora global, arrastrada por su papel en el escándalo de Enron, el mayor fraude de la historia, y cuyas cuentas controlaba.
Escándalos y Controversias
A pesar de su tamaño y prestigio, las Big Four también han enfrentado controversias y escándalos a lo largo de los años. Algunos han cuestionado su objetividad y su papel en la regulación de la industria financiera y en la contabilidad de empresas.
Las cuatro empresas han confesado haber incurrido en prácticas que ponen en peligro la integridad de sus servicios de auditoría, lo que ha suscitado la preocupación de inversores, clientes y organismos reguladores. El reconocimiento de estas infracciones ha desencadenado investigaciones exhaustivas por parte de los organismos reguladores, con repercusiones potenciales que van desde multas sustanciales a consecuencias legales y un daño significativo a la reputación de estos gigantes del sector. Los inversores y los clientes se enfrentan ahora a una mayor preocupación por la fiabilidad y la calidad de los servicios de auditoría prestados por las Cuatro Grandes.
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Partiendo de la base de que la labor de auditoría que realizan las ‘Big Four’ no puede ser independiente, puesto que esas cuatro empresas monopolísticas controlan buena parte del negocio, tras un fuerte proceso de concentración, estas compañías se han visto envueltas en numerosos escándalos fiscales y económicos en diferentes países, incluido España con la imputación de Deloitte en el caso de la salida a bolsa de Bankia.
El Caso Enron y la Caída de Arthur Andersen
Enron era una empresa estadounidense de energía, con sede en Houston. El 2 de diciembre de 2001 se declaró en quiebra. Facturaba, supuestamente, 100.000 millones de dólares al año, y contaba con activos por valor de 63.000 millones. El problema es que todo era mentira, que los datos estaban maquillados. La compañía se hundió en bolsa. El valor de las acciones pasó de 99 dólares a tan solo uno. Arthur Andersen, que en aquel momento era un gigante con más de 80.000 empleados en todo el mundo, y que facturaba más de 9.000 millones, era la auditora de Enron.
Y fue condenada por su participación en el escándalo, acusada de delitos de obstrucción a la justicia y destrucción de documentos relacionados con la quiebra de Enron y sus irregularidades. Las críticas se centraron en el conflicto de intereses entre una empresa auditora y los ingresos que recibe por consultoría de la empresa que debe auditar. ¿Puede ofrecer una opinión independiente si ingresa cientos de millones de esa compañía? Se descubrió también que en octubre de 2001, cuando ya sabían que Enron iba a anunciar malísimos resultados, el abogado de Andersen en la oficina de Houston aplicó la política de retención de documentos, que recomendaba destruir todos los documentos comprometedores.
Además, Duncan exigió que el ritmo de destrucción fuera superior incluso al marcado por la normativa interna. En tres días destruyeron una cantidad de material sin precedentes, incluyendo la eliminación de correos electrónicos y archivos de ordenadores de la oficina de Houston y de otras sedes regionales.
Andersen recibió una multa de medio millón de dólares, una cuantía menor, y además le prohibieron prestar servicios para empresas de la bolsa estadounidense durante cinco años. En cuanto fue condenada, la consultora estaba muerta. "Una empresa de servicios profesionales se basa en la confianza, y si esta se pierde, no hay nada que hacer", contaba Ángel Durández, presidente de la filial española de la compañía. El fallo acabó provocando el cese de todas sus actividades.
Las Big Four y la Administración Pública
Uno de los temas que aparecen habitualmente cuando se habla de la gestión de los servicios públicos es la externalización de ciertas actividades a través de consultoras y, dentro de estas, el peso de las Big Four. Estas cuatro grandes consultoras, Deloitte, KPMG, Ernst & Young y PwC son empresas que tienen un peso casi decisivo en el sector de los servicios de consultoría y asesoría, incluidas las AAPP.
La contratación de las Big Four ha tenido un antes y un después con el paso de la pandemia. Si en 2019 el número de contratos no llegaba a los 300 y 2020 tiene unas condiciones excepcionales, en 2021 el aumento es de más del 50% hasta los 450 contratos. La situación baja un poco en 2022, pero en 2023, poco después de la mitad de año, se han superado los 225 contratos.
La manera de contratar es un poco “bipolar” con dos grandes mecanismos: el procedimiento abierto (38%) y contrato menor (34%) suponen casi las tres cuartas partes de los contratos. Los contratos abiertos simplificados son solo un 11%, lo que es una cifra inferior a la del conjunto de la contratación, mientras que las normas internas, aplicable a organismos como las empresas, tiene un peso importante (6%). El número de contratos negociados sin publicidad es algo más bajo de la media del total de la contratación.
Si analizamos los importes, los contratos inferiores a 15000 euros son el 39% de los contratos. Sin embargo, lo que nos interesa es observar que solo los contratos entre 15.000 y 100.000 euros son el 31% y del 11% que van de los 100.000 a los 200.000 euros, una parte importante se situará posiblemente por debajo de los 140.000 euros. Esto significa que hay un uso muy reducido de la contratación por procedimiento abierto simplificado, que permite una gestión algo más rápida, pero exige el predominio de la puntuación obtenida por fórmula, en favor de procedimientos que permiten una valoración más subjetiva.
Esta estructura parece tener un impacto en la competencia de los contratos. Cerca del 38% tienen solo una oferta, lo que es lógico dado que en muchos casos los contratos menores no tienen varias ofertas. Esto está en las cifras habituales de los últimos años en España para el conjunto de la contratación pública. Es más llamativo que en un sector en el que hay cuatro grandes actores identificados y varios de menor tamaño, solo el 29% de las ofertas tienen 4 propuestas o más. El 32% de los contratos se reparten entre 2 y 3 propuestas. En su conjunto, la baja media se sitúa en los términos frecuentes de la contratación en España, con un 13,46%.
Las Big Four son esencialmente empresas de servicios, y, dentro de estos, se reparten los objetos de contratación en tres grandes familias. Auditoría y servicios jurídicos, consultoría de proyectos y servicios de consultoría IT. La auditoría es la que tiene mayor número de contratos 167 con el CPV de Servicios de Auditoría hasta los 42 millones de euros. Los servicios de Consultoría informática con 78 contratos con su CPV alcanzan los 51 millones directamente. Con la misma cantidad de contratos, pero menor cuantía, está la gestión de contratos de consultoría de gestión. Hay que decir que la fragmentación de los CPV hace que terminos muy similares se repartan, pero el uso concurrente de varios CPV en un mismo contrato hacen poco fiable integrarlos.
En cuanto a quién contrata a estos actores, hay dos perfiles diferenciados. El peso de las Big Four ha ido creciendo en los últimos años de manera muy importante posiblemente por la necesidad de apoyo tras la pandemia en cuestiones estratégicas y la gestión de los fondos europeos. Sin embargo, esta contratación es algo más diversa de lo que cabría pensar. Por un lado, hay una cantidad importante de contratos de pequeña o mediana cuantía, posiblemente asociada con cuestiones jurídicas y de asesoría, que constituyen casi el 40% de la contratación, y luego contratos de tamaño mediano o grande. Esto hace, a su vez, que hablemos de dos tipos de empresas: las matrices, que realizan los contratos grandes, y las pequeñas contratistas, que tienen una cantidad importante, pero de cuantías próximas al menor o que no superan los 50.000 euros.
Condiciones Laborales y Salarios
Desde hace años, sindicatos, trabajadores y exempleados denuncian las jornadas y las condiciones laborales de estas compañías, pero se trata de un sector con una escasa tasa de afiliación sindical, poca capacidad de organización por las propias características de los puestos y plantillas instruidas con grandes dosis de individualismo, alienación e ideología burguesa que consiguen hacer creer a los trabajadores, incluidos los junior con bajísimos salarios, que algún día, tras mucho esfuerzo, podrán llegar a ser socios de la empresa.
Para muchas personas que terminan sus estudios en Derecho, ADE o Económicas, la consultoría parece un paso natural. Tiene prestigio, suena dinámico y se asocia con desarrollo profesional. La pregunta no es trivial. Marca mucho más que un primer empleo.
Vamos a ser claros. Una Big Four (Deloitte, PwC, EY, KPMG) no es solo una gran empresa. Es un engranaje global que funciona con procedimientos definidos, métricas, jerarquías claras y una rotación constante de talento. Aunque también hay un pero, y es que esa misma estructura implica algo que a muchos preocupa: que tú, como junior, seas un número más. Un eslabón en una cadena.
En cambio, en una consultora boutique, el volumen es menor, pero las caras son más visibles. La interacción con clientes y con socios es directa. El equipo es más pequeño, pero sin embargo tu impacto suele notarse más. Quienes comparan estas salidas suelen hacerse preguntas muy concretas. Todas son válidas, y ninguna tiene una respuesta universal. Depende del sector, de tu carácter y de tus expectativas. Ventajas, tiene muchas. Trabajar en una Big Four significa enfrentarte a proyectos grandes, con clientes de primer nivel, y con acceso a recursos y formación muy potentes. También es una gran escuela. Muchos profesionales que hoy ocupan puestos directivos pasaron por una Big Four en sus primeros años. Ahora bien, no es para todos. El ritmo es alto, los horarios extensos, y las promociones internas suelen estar muy marcadas por el número de años, por el encaje con la cultura corporativa y, en ocasiones, por el propio azar.
Aquí el escenario cambia. Las consultoras boutique son mucho más ágiles. Si te atrae un entorno donde puedas asumir responsabilidades pronto, opinar sin esperar cinco años o participar en decisiones clave, este modelo puede encajar mejor contigo. Además, en boutiques el crecimiento es menos lineal. Hoy, lo que marca la diferencia no es solo la firma donde empezaste, sino más bien cómo trabajas, qué aportas y cómo te adaptas. El mercado busca perfiles, sobre todo, que entiendan el negocio y que sepan traducir un problema en una solución útil. Que sepan presentar o conectar con el cliente, además del Excel.
La respuesta, en el fondo, es ciertamente menos profesional y más personal. Si necesitas orden, procesos definidos y un camino claro, probablemente una Big Four te dé ese marco. Lo ideal es que te informes bien. Pasa más de lo que crees: profesionales que empiezan en una Big Four y acaban en una boutique… o al revés. Lo importante no es solo dónde empieces, sino qué aprendes, cómo creces y qué red construyes. La marca ayuda, sí. Así que no hay que tener miedo a equivocarse. El sector está en expansión, y cada vez hay más caminos para aportar, para especializarte y, si lo quieres, para acabar liderando tu propio equipo.
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