Diego Torres: Biografía de un Empresario en el Ojo del Huracán del Caso Nóos

Diego Torres, un nombre que resonó con fuerza en España a raíz del caso Nóos, se enfrenta hoy a los delitos de prevaricación, fraude a la Administración, malversación de caudales públicos, delito contra la Hacienda Pública, falsedad documental, estafa y blanqueo de capitales.

Se le acusa de haber utilizado el Instituto Nóos para desviar más de seis millones de euros de fondos públicos. La Fiscalía pide para él una pena de 16,5 años de prisión; Manos Limpias, 22,5 años. La fianza fijada para Torres asciende a 15.803.958 euros. Su esposa, Ana María Tejeiro, está acusada por la Fiscalía de blanqueo de capitales y Horrach pide para ella una pena de 2 años de prisión y 961.666 euros de fianza.

Esta es la primera entrevista de Diego Torres después de cuatro años de instrucción en los que la Monarquía ha cambiado para siempre en España. En parte debido a esta causa judicial... Nadie imaginaba hace un lustro que Cristina de Borbón y Grecia sería juzgada por dos delitos fiscales, ni que su marido, Iñaki Urdangarin, haría frente a una petición de 19,5 años de prisión acusado de malversación de caudales públicos, prevaricación, fraude a la Administración, estafa, falsedad documental, delito contra Hacienda y blanqueo de capitales.

Nadie imaginaba hace un lustro que la Corona se convertiría en una de las instituciones públicas peor valoradas ni que la publicación de correos íntimos de la Familia Real pondría en evidencia su sentido de la legalidad y de la ejemplaridad.

El Inicio de la Investigación y la Implicación de Urdangarin

El juez instructor del caso, Pepe Castro, ya jubilado, recuerda los albores de lo que luego se llamaría caso Nóos: “No puedo lograr recordar la primera vez que leí el nombre de Urdangarin en los papeles. Sé que era 2010 y estaba investigando el caso Palma Arena. En uno de los registros incautamos una documentación sobre unos foros organizados por el Instituto Nóos de Diego Torres y Urdangarin. Obviamente el apellido resaltaba, pero ni el fiscal ni yo pensamos que tuviera más trascendencia”.

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Explicó que pidieron información al Gobierno balear que había organizado una de esas cumbres y empezaron a llegar facturas falsas o dobles, gastos de funcionamiento de Nóos que se habían cargado a la Administración. Fue entonces cuando consideraron que había que abrir una investigación separada.

Como el Instituto Nóos no podía tener ganancias, lo que Torres y Urdangarin hacían, presuntamente, era desviar ese dinero a otras empresas suyas, autocontratándose desde Nóos. Según el juez, los dos socios habían creado un “entramado de empresas” -Nóos Consultoría Estratégica, Shiriamasu, Virtual Strategies o Aizoon, propiedad de los duques de Palma- que emitían facturas a Nóos “como si hubieran prestado servicios a la misma, para vaciarla del dinero público recibido”.

Además, el fiscal mantenía que los precios de las cumbres eran desproporcionados. El gerente de Nóos y cuñado de Diego Torres, Marco Tejeiro, había confesado que los eventos de Valencia y Baleares habían costado un 80% menos de lo que se pagó y que Urdangarin y Torres se habían repartido el sobrante.

La Defensa de Torres y la Implicación de la Casa Real

Para demostrarlo, había enviado varios correos muy comprometidos al juez Castro. En el primero, fechado el 1 de octubre de 2007, Urdangarin escribía a su socio: “Tengo un mensaje de parte del rey y es que le ha comentado a Cristina para que me lo diga, que le llamará [Francisco] Camps a Pedro [Perelló] para comentarle el tema de la base del Prada y que en principio no habrá problema y que nos ayudarán a tenerla”.

Once días más tarde volvía a escribir: “Diego, a ver si hablamos mañana porque es importante. SM [su majestad] me ha comentado un posible patrocinador importante y al irme el domingo quiero dejarlo en tus manos bien atado”. El rey había conseguido 110 millones de euros para patrocinar el proyecto Ayre, un nuevo equipo de vela en la Copa América.

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En su primera declaración ante el juez, en febrero de 2012, Iñaki Urdangarin, recién llegado de la Zarzuela, donde se había reunido con el rey, negó la participación de la casa real y descargó toda la responsabilidad en Diego Torres. “Dijo que no tenía firma en el banco, que no emitía cheques, que no sabía nada. Todo, absolutamente todo, era una mentira”. Y fue entonces cuando él se presentó ante el juez cargado de pruebas.

“En la Zarzuela debieron pensar que iba a ser mi palabra contra la suya, lo que no se debían esperar es que yo tuviera todos los documentos guardados”, me dijo entonces. Y lo hizo, además, con gran sentido del espectáculo: entre mensaje y mensaje se deslizaron los chistes del duque “em-palmado”, los correos al rey Juan Carlos sobre la lovely woman Corinna, quien le había ofrecido un puesto de trabajo en la Fundación Laureus, y las mofas sobre Letizia o Marichalar.

El 16 de julio de 2013, mientras el exduque de Palma se enfrentaba en los juzgados de Barcelona a siete grupos editoriales para evitar la publicación de sus correos más íntimos, uno de los medios no demandados, la revista Mongolia, los hacía públicos.

El Juicio y las Consecuencias

Diego Torres compareció durante tres días. Con el tiempo se había convertido en un fundamentalista de la precisión. De ello dependía su supervivencia. Mantuvo todas sus tesis: La casa real supervisaba la actividad de Urdangarin en Nóos y todo ... Le hemos visto declarar horas y horas ante el juez José Castro y el fiscal Pedro Horrach y aferrarse a la estrategia de que todos los convenios firmados, mientras era socio del yerno del rey, Iñaki Urdangarin, con entidades públicas en el Instituto Nóos, una asociación sin ánimo de lucro, eran legales y transparentes.

Su línea de defensa ha sido enrevesada y muy agresiva en la forma, pero simple en el fondo: todo lo que hicimos estuvo bien. Nos aseguramos de que fuera legal y beneficioso para todos los implicados. Tanto, que contaba con el visto bueno, la aprobación y la participación de miembros de la Familia Real. Así que, venía a decir, cuestionarlo es cuestionar la institución que bendecía nuestros negocios.

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Torres y su abogado Manuel González Peeters han sido capaces de conseguir la máxima proeza del mago: desviar la atención del público mientras cortaban a la mujer en dos. Todos hemos observado el conejo y nadie la chistera. Han escondido sus debilidades, intensificado sus fortalezas y evidenciado con dureza las flaquezas de su contrario.

Un juego de escapismo que a Urdangarin y a su letrado -elegido no tanto por su experiencia como penalista, sino por ser su amigo y compañero de tenis- Mario Pascual Vives, les ha cogido tan desprevenidos como a la opinión pública. Entretenidos con los fuegos artificiales, no hemos cuestionado, hasta ahora, los interrogantes que a Diego Torres y solo a él le toca despejar: ¿por qué manejaba decenas de sociedades? O ¿por qué fue él quien, según la acusación y los implicados, ordenó crear una estructura fiduciaria para desviar dinero a paraísos fiscales?

Torres no tiene prisa. Nunca la ha tenido. Si algo ha pedido todos estos años, en nuestros innumerables encuentros, ha sido tiempo y paciencia. La posibilidad de explicarse. De convencer casi por agotamiento.

Tabla Resumen de las Acusaciones y Penas Solicitadas

Acusado Delitos Pena Solicitada (Fiscalía) Pena Solicitada (Manos Limpias) Fianza
Diego Torres Prevaricación, fraude, malversación, delito fiscal, falsedad, estafa, blanqueo 16,5 años de prisión 22,5 años de prisión 15.803.958 euros
Ana María Tejeiro Blanqueo de capitales 2 años de prisión No aplica 961.666 euros

Las Preguntas Clave Sin Responder

Las dudas sobre el caso están muy claras: ¿Por qué se asoció con el yerno del rey? ¿Qué servicios concretos realizaba el Instituto Nóos? ¿Por qué las Administraciones Públicas les pagaron más de seis millones de euros por unos eventos que, según el juez, no costaron ese dinero? ¿Qué recibieron los políticos a cambio? ¿Se apropiaron Torres y Urdangarin del dinero público? ¿Hasta qué punto se explotó la presencia de la Casa Real? ¿Por qué la infanta y su secretario eran miembros de la junta directiva de Nóos? ¿Qué gestiones, favores o intermediaciones realizaron otros miembros de la Familia Real en sus negocios? ¿Qué le han ofrecido o pueden ofrecerle para que cargue con la responsabilidad del caso? ¿Qué presiones ha sufrido y cuáles ha ejercido él? ¿Qué nuevos detalles está dispuesto a revelar en esta huida hacia adelante que, parece, será el juicio oral?

Torres no evita las respuestas, simplemente argumenta hasta la extenuación. El resultado es, no una conversación, sino un monólogo continuo que el interlocutor se empeña en romper con preguntas.

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