Emprendedores y el Virus de la Ingenuidad: Consecuencias y Alternativas

En septiembre de 2020, Luis Perez-Breva publicó en Epsilon Theory el artículo “A Society of Tinkerers” que define el nuevo modo de invertir en progreso y con ánimo de lucro que se está empezando a fraguar en EEUU donde la comunidad de inversión empieza a observar que el modelo de “Startups” que ha imperado en las ultimas dos décadas ha agotado su recorrido sin dar los resultados ni el progreso esperados.

Epsilon Theory es la referencia de vanguardia del pensamiento de inversión a largo plazo y gestión de fortunas en EEUU. Luis lleva más de una década demostrando en la práctica en academia y empresa un nuevo modelo de desarrollo, innovación, e inversión-desde MIT y por todo el Mundo.

Este artículo es una invitación a los inversores de largo recorrido a una nueva conversación sobre cómo innovar eficientemente. Hablo de cómo invertir sin miedo al éxito, aborreciendo tanto el desperdicio como esa extraña cultura del fracaso que se ha instalado; hablo de cómo crear esa sociedad de tinkerers, de reciclar tecnologías y startups fallidas y en suma de cómo invertir sosteniblemente con la mirada puesta en beneficios y en progreso a la vez.

Progreso y beneficios, o la obra social y el ánimo de lucro, como sea que uno decida mirarlo (viene del inglés “doing good and doing well”) tienen que poder ser compatibles digan lo que digan a un y otro lado del hemiciclo.

Pero para hablar de todo ello he tenido que introducir algunos términos nuevos - algunos de ellos, como tinkerers, o startup-speculación además son neologismos (ver la nota al pie) y otros, usados a menudo pero no por ello mejor entendidos como emprender y startups.

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Ya sea esta pandemia, la desigualdad, la epidemia de opioides, el cambio climático, o lo que esté por venir, las crisis más importantes nos azotan cuando estamos “casi listos” para lidiar con ellas. Como suele ocurrir en momentos como estos, la mayoría pasa por un estado de negación - el mismo que nos aboca a insistir en esa supuesta vuelta a algún «normal». (Suspiro). Pasa pantalla.

Decir que no a la startup-especulación y atreverse a entrar en la “Sociedad de Tinkerers” requiere coraje. Pero prosperar con esta nueva mentalidad requiere aceptar que padecemos un tremendo déficit de autenticidad en inversión, en emprendimiento, en liderazgo y, en general, en educación.

Estas crisis son tan estúpidamente «elitistas» (epidemiología, climatología, socioeconomía) que sólo para descifrar el galimatías haría falta una titulación avanzada, no digamos ya para intentar entender algo de lo que está pasando.

¿Nos sacarán los emprendedores de esta?

Después de todo, el «emprendimiento» se ha promocionado como el mejor invento de finales del siglo XX. De la mano de su cultura de «startups» estaba destinado a ayudarnos a reinventar continuamente nuestra economía. Así que aquí estamos.

Los cantos de sirena del dinero fácil nos distrajeron del fin de hacer cosas que importan. Nos volvieron complacientes. Del mundo del emprendimiento y sus startups surgieron eslóganes tan malos como incomprensibles: «¡Fracasa rápido!» (Fail fast) o «¡Págalo adelante !» (Pay it forward).

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Y acabamos aceptando como lógico que 9 de cada 10 startups fracasen: «¡No pasa nada! ¡Ten, un premio! Así es: cada, año en los Estados Unidos, se invierten 75 mil millones de dólares en lo que viene a ser una “lotería” de “startups” en la que el éxito sería que 1 de cada 10 gane.

Como comentaba antes, hay un superávit de frivolidad y despilfarro. Nos acomodamos en la mediocridad a la espera de una oportunidad para empujar la siguiente «gran» idea al «mercado»-y, últimamente, esa gran idea probablemente vaya de hacer una app para espiar alguien y vender anuncios.

El hecho de que tantos pensaran que esto -la misma esencia de la startup-especulación- podía funcionar revela las muchas carencias de nuestro pensamiento “emprendedor”. ¿Alguien cree que ese tipo de «emprendimiento» puede sacarnos de la crisis actual?

¿De qué servirá la próxima «app espía disruptivo-exponencial y matadora» cuando un virus puede cerrar países enteros, el clima fuerza crisis de refugiados y la desigualdad impulsa epidemias de adicción a opioides?

Al otro lado de esta pandemia yace tierra de nadie, sembrada de empresas recién difuntas que se unen a la ya enorme montaña de malas ideas de “startup”, «innovaciones» desperdiciadas y fondos de inversión de riesgo fallidos. Es el desperdicio de la innovación, un campo lleno de residuos.

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Dada la pésima tasa de éxito demostrada por inversores en “startups” y de riesgo y el obvio deseo en América de donar dinero a causas dignas, no puedo evitar preguntarme por qué separamos las dos cosas. La razón, en breve, es «el código fiscal». Pero la razón matizada, tal cual me la explicó el conocido asesor de inversiones David Salem, es un tanto más reveladora: es por culpa del «capital barato».

De ahí que me pregunte si hemos perfeccionado la economía equivocada. ¿Y si pudiéramos resolver estas contradicciones y unir estas fuerzas -hacer el bien y progresar abrazando el ánimo de lucro- de una nueva manera?

Tres Modos de Jugar a Ser «Emprendedor»

Antes del inicio de la pandemia di una charla en el Club de Emprendedores de la Harvard Business School. Me preguntaron: «¿Cómo encuentro una idea, para emprender o invertir?». Eso parece especialmente relevante hoy en día -e incluso más fácil de explicar.

Existen al menos tres modos de jugar a ser «emprendedor», pero no todos llevan al progreso económico que necesitamos. Yo los llamo: empresario o “industrialist” (llamémoslo Emprendedor 1.0); startup-especulador, que he mencionado al principio; y Tinkerer, el más reciente y la base de la Sociedad de Tinkerers.

Tinkerer es el modo más nuevo, persigue empresa con significado y con afán de riqueza. Satisface nuestro anhelo por una noción de riqueza sostenible. Es el modo de emprender que me he propuesto ayudar a prosperar.

La característica clave que comparten estos Emprendedor 1.0 es que se sienten impulsados a trabajar en algo que despierta su curiosidad, les interesa, o simplemente creen que se les da bien. Los Emprendedores 1.0 “Extremos” se caracterizan, además, por la atracción hacía un problema que muchos de sus contemporáneos ven intratable cuando no peregrino, incluso trabajar en el problema parece absurdo.

A los que resuelven tales problemas se les juzga por el camino por su idiosincrasia y después se les reverencia por sus éxitos. Sigue habiendo grandes ejemplos de individuos (hombres y mujeres) que han optado por el camino del Emprendedor 1.0: Leila Phirajhi de Revivemed; Mariana Matus de BioBot analytics; Harry Schechter de la empresa de “Internet of Things” TempAlert; Marta Ortega-Valle de Greenlight Biosciences, Ferran Adrià, el chef español; Alexandra Wright-Gladstein de Ayar Labs; David Brewster y Tim Healy de EnerNOC; el estratega de inversiones y fundador de Epsilon Theory, Ben Hunt; y muchos otros.

Los inversores que van más allá de especular con startups y ponen su dinero y conocimientos al servicio de problemas que merecen ser resueltos también encajan en el perfil: Vinod Khosla de Khosla Ventures; Noubar Afeyan de Flagship Pioneering; y John Fischer de DFJ.

Si aceptas que el negocio de Emprendedor 1.0 puede verdaderamente ser cualquier cosa, te estarás dando permiso para apreciar Star Wars o Harry Potter como el resultado de Emprendedor 1.0, y con ello buscar inspiración en el trabajo de George Lucas, J.K.

Puede que os preguntéis ¿y por qué tuvo que explicar esto en Harvard?, ¿no se sabe todo esto allí? Puede que no sepáis que en las últimas dos décadas las universidades de élite se han abandonado a otra forma de «emprendimiento».

Lo más frecuente en las últimas décadas ha sido crear una startup o, para ser más exactos, la startup-especulación. La startup-especulación esta alimentada por un conjunto de libros publicados en los últimos 20 años que dicen hablar de nuevas empresas pero confunden marketing de productos (imaginarios), creación de nueva empresa, diseño, e innovación y rayan lo arcano en su necesidad de crear palabras a cuál más esotérica y circular: Lean Startup, Design Thinking, The 24 Steps of Disciplined Entrepreneurship, y el Startup Owner’s Manual entre otros.

Y esa misma startup-speculación se ve reforzada por toda suerte de palabras de moda evocadoras (que muestro en cursiva): tener una idea de producto o servicio; hablar con muchas personas relevantes para validarla; dar el discurso del crecimiento rápido (exponencial); hacer algún tipo de experimentación barata cambiando los atributos del producto imaginario de una startup mono-producto; y medir el éxito en número de usuarios, que no euros. Si no funciona, empieza de nuevo con una nueva idea para un nuevo producto.

Claro, la especulación ha funcionado bien para algunos. Volvamos a la pregunta que me hacían los estudiantes de Harvard: «¿Cómo encuentro la idea?» No se trata realmente ni de «tiempo» ni de «dinero» -todos los enfoques pueden hacerte rico, y la velocidad es tremendamente variable. Escoges el juego al que quieres jugar. Y, especialmente hoy en día, eso va a requerir pensárselo bien.

Emprender 1.0 va de construir empresa: es un juego de ampliar la escala que requiere saber utilizar e inventar tecnología (para eso verdaderamente inventamos tecnología: para lograr más).

Abrazar el Progreso sin Miedo al Lucro: El Camino del Tinkerer

Pero ¿qué pasa con las crisis a las que nos enfrentamos hoy en día? ¿Qué hay de la opción de abrazar el progreso sin miedo al lucro? Ese es el camino que he llamado Tinkerer. Apenas está empezando a revelarse como una posibilidad ahora que la frivolidad y el desperdicio ya no pueden ser una opción. Puede sacarnos de este círculo vicioso de crisis.

La gente que sigue este camino es trabajadora, diligente, y aprende haciendo. Los tinkerers se valen de una intensa experiencia práctica, manejando tecnologías y conocimientos de cualquier tipo -ingeniería, ciencias, pero también humanidades, finanzas, lo que sea- para obtener una verdadera comprensión práctica del problema.

No se trata de seguir recetas cual robot o de crear startups cual especulador, sino de solucionar problemas reales--del tipo que aún no ha resuelto nadie ni sabemos aún cómo resolver, hay que descubrirlo. Este talento ha crecido en una economía que ya no se define por trabajos de por vida, como explica Sarah Kessler en su libro Gigged, pero que podría definirse por problemas resueltos.

Estos tinkerers creen que hacer bien, fomentar progreso y enriquecerse lícitamente al hacerlo son compatibles lo uno con lo otro; a pesar de haber oído lo contrario (que la obra social está reñida con el hacer dinero) a lo largo de su escolaridad.

Tinkering viene primero, antes incluso de que la idea cuaje. Thomas Edison también lo hacía así. La cuestión a resolver se esclarece a través de ese tinkering-juguetear, modelar, tantear, probar, demostrar- sin gastar ni un ápice de energía en desarrollar el discurso perfecto para inversores imaginarios o dar por sentado que de ese figmento de idea tenga que salir un negocio.

El tinkering del que hablo puede articularse sobre la base de premisas sencillas y de ideas en aparencia peregrinas. ¿Y si para resolver el cambio climático hiciésemos que la avaricia fuera compatible con el medio ambiente? ¿Y si pudiéramos reciclar los desperdicios de la innovación, sus residuos (Innovation Waste), todas esas startups y tecnologías que no llegaron a puerto alguno? De hecho, estas son algunas de los proyectos en los que mi equipo está ya trabajando.

Muchas de las empresas que celebramos hoy comenzaron con arrebatos de locura como estos. A lo largo de la última década he formado y guiado a personas que querían aprender a valerse de tecnología (cualquier tecnología, vieja o nueva, dentro o fuera de su conocimiento, no sólo apps) para abordar problemas reales.

He visto crecer el número de personas trabajadoras y diligentes que anhelan poder construir su carrera dedicándose a resolver de manera sostenible y provechosa, problemas reales, que importan, los desafíos que no nos estamos dando modo de abordar. Estos son los nuevos Tinkerers.

Esa es la “reimaginación” del progreso que necesitamos para superar ese déficit de autenticidad del que hablaba y acabar con nuestra adicción a poner la especie al borde de la extinción a golpe de crisis. Requiere que hagamos compatibles ánimo de lucro y progreso social, ese terreno inexplorado tan necesitado de tecnología y tinkering y que la rigidez de la tradiciones empresarial y filantrópica han puesto tan a menudo fuera de nuestro alcance.

Este es el momento de inventar ese nuevo modo de invertir y estos se antojan los pasos a dar para dar a quienes lo deseen la posibilidad de innovar armados de la ingenuidad que define a la versión del sueño americano más humanista y capitalista.

Tabla Comparativa: Emprendedor 1.0 vs. Startup-Especulador vs. Tinkerer

Característica Emprendedor 1.0 (Industrialist) Startup-Especulador Tinkerer
Motivación Principal Curiosidad, interés genuino, habilidad Dinero fácil, crecimiento rápido Empresa con significado, riqueza sostenible
Enfoque Construcción de empresa, ampliación de escala Marketing de productos (a menudo imaginarios) Solución de problemas reales, innovación sostenible
Actitud ante el Fracaso Aborrece el desperdicio, evita la cultura del fracaso "Fracasa rápido" Recicla tecnologías y startups fallidas
Medición del Éxito Ampliación de escala, impacto real Número de usuarios Progreso social y beneficios
Recursos Clave Tecnología, invención Marketing, experimentación barata Experiencia práctica, conocimientos diversos

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