Figura clave del panorama escénico español, Enrique Cornejo, considerado el productor teatral más importante del país, ha dedicado más de cinco décadas a la producción y gestión teatral. Ahora dirigiendo el Muñoz Seca en Madrid. Su carrera es un camino lleno de éxitos, pero también de fracasos “con obras por las que yo tenía especial predilección”.
Con más de 50 años de trayectoria profesional, Enrique Cornejo lleva producidas y programadas más de 400 obras en todos los géneros: Comedia, Zarzuela, Danza, Ópera... En el ámbito musical, ha dirigido y programado numerosos recitales, ha trabajado con la Cía. Nacional de Danza y ha presentado Orquestas Sinfónicas de carácter internacional. Enrique Cornejo lleva 60 años dedicado al teatro con más de 500 producciones a sus espaldas.
Trayectoria Profesional y Gestión Teatral
Actualmente es Director del Teatro Muñoz Seca, Reina Victoria, Teatro Zorrilla de Valladolid y del Auditorio El Batel en Cartagena. Empresario teatral en múltiples salas de toda España, Medalla de Oro al Mérito de las Bellas Artes. Su trayectoria abarca desde los escenarios de repertorio popular hasta la gestión de grandes teatros en Madrid, donde llegó a dirigir simultáneamente más de una decena de salas.
Ha sido presidente durante 18 años de la Asociación de Productores de Teatro, Música, Danza y empresarios de Espectáculos Escénicos, fundador de la Escuela Rafael Alberti, miembro fundador de PRODUCE y coproductor de la Cía. Nacional de Teatro Clásico entre otras actividades. Desde sus primeros pasos en la producción escénica, Enrique Cornejo apostó por unir gestión empresarial y sensibilidad artística. Supo rodearse de talento, entender al público y generar modelos sostenibles de actividad cultural.
Inicios y Primeros Años
Pero antes de convertirse en empresario teatral, Cornejo vivió una experiencia vital profundamente marcada por sus orígenes. Nacido en Valladolid en 1941, perdió a sus padres siendo muy joven y se trasladó a Madrid con apenas 17 años. Junto a ellos y a su hermana Consuelo pudo sobrellevar la temprana muerte de sus progenitores cuando apenas contaba con 17 años.
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En sus primeros años en la capital, combinó diversos empleos con el boxeo profesional, que fue para él una forma de subsistencia y también una escuela de disciplina. Se refugió entonces en la gimnasia, que practicaba en un centro habilitado por la Obra Sindical de Educación y Descanso en la calle Fray Luis de León y que, por cuestiones políticas y sociales del momento, se reconvirtió en un complejo dedicado al boxeo. “Así tuve la oportunidad de probar esta nueva especialidad que pronto me inoculó su veneno. Me aportó disciplina, tan esencial para encarar la vida, y equilibrio, permitiéndome que me alejara de posibles malas tentaciones”, explica.
En la década de los 60, Vicente Gil, médico personal de Franco y presidente de la Federación Española de Boxeo en esa época, le concedió una licencia para boxear y le prestó una carpa para celebrar campeonatos durante tres meses en el que reunió a púgiles de variado nivel. Cornejo aprovechó la oportunidad de disponer de este enclave para montar en los nueve meses restantes de concesión distintas obras escénicas. Éste fue el punto de partida de una trayectoria fulgurante al otro lado de los escenarios que dura ya más de medio siglo. Sin embargo, y pese a ser su gran debilidad, nunca se animó a ponerse delante de los focos. “El teatro es una magia capaz de trasladarte a tantas cosas… A los 12 años ya colaboraba con una compañía creada por los Padres Franciscanos, pero nunca quise ser director ni actor”, puntualiza Cornejo, que ha recibido más de 140 premios a lo largo de su carrera, entre los que figuran la Medalla de Oro al Mérito en Bellas Artes, el Premio Max a las Artes Escénicas por su producción musical Chicago o la Gran Cruz de la Orden del 2 de Mayo que le otorgó la Comunidad de Madrid.
Reencuentro con Valladolid y el Teatro Zorrilla
Cuando las raíces y el apego a la tierra pesan, no importa el tiempo que pueda transcurrir, se acaba regresando de alguna u otra manera al lugar de origen. Su vínculo con Valladolid ha sido constante, aunque íntimo y silencioso durante muchos años. La ciudad permaneció como un referente emocional, un territorio marcado por la memoria familiar. Enrique Cornejo (1941) siempre sintió esa llamada por su Valladolid natal y a ella volvió para hacerse cargo en 2009, tras la rehabilitación del edificio, de la gestión del Teatro Zorrilla, “que llevo en mi corazón y por donde pasan primero todas las obras que promuevo”.
Cuando en 2009 se le brindó la oportunidad de asumir la gestión del Teatro Zorrilla, lo vivió como una forma de reencuentro. Desde entonces ha desarrollado en este espacio más de 4.000 actividades entre representaciones teatrales, conciertos, presentaciones literarias, ciclos de conferencias y homenajes. Su forma de entender el Zorrilla trasciende la simple programación de espectáculos: lo concibe como un templo de la cultura, un espacio vivo que debe estar al servicio de la sociedad y de su desarrollo. El pasado mes de enero, el Ayuntamiento de Valladolid le concedió el título de Hijo Predilecto, un reconocimiento que el propio Cornejo ha considerado como el más significativo de su vida.
Reconocimientos
Dice un refrán bíblico que nadie es profeta en su tierra, en referencia a lo complicado que es que a alguien le reconozcan su labor en un lugar donde es conocido o tienen de él una referencia importante. No es el caso de Enrique Cornejo (Valladolid, 1941), empresario teatral de prestigio -ha dirigido y transformado en Madrid once teatro y actualmente dirige los teatros Muñoz Seca y Reina Victoria en Madrid, el Teatro Zorrilla en Valladolid, y el Auditorio El Batel de Cartagena, entre otros espacios concertados por diversas ciudades-, y que recibirá el próximo 6 de junio un nuevo reconocimiento, que le hace mucha ilusión, en este caso por parte de los hosteleros de la ciudad que le vio nacer hace 82 años: el Premio Conde Ansúrez, que cumple su XXII Edición.
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Para CEOE Valladolid, Enrique Cornejo representa un modelo de liderazgo que combina visión, esfuerzo y compromiso con el entorno. Junto a este reconocimiento, la gala Premios CEOE Valladolid entregará galardones en otras seis categorías: Empresa Agropecuaria, Empresa Industrial, Empresa de Servicios, Innovación y Digitalización, Compromiso y Reconocimiento Institucional. La Junta Directiva de CEOE Valladolid acordó esta distinción por unanimidad en su última reunión.
Vida Personal y Filosofía
Cornejo presume de vivir un momento dulce en su vida personal, junto a su esposa Mamen, de la que destaca su paciencia, y a su caniche, que llena sus ratos de ocio. En un futuro retiro se ve junto al mar en un pueblo de pescadores “que no esté de moda”. Se declara vanidoso, “como cualquier ser humano”, especialmente “cuando me felicitan por una producción y me dicen que les ha hecho feliz”. Es un hombre hecho a sí mismo, desde que perdió a sus padres a los 17 años: “Me sentía desconcertado, solo en la vida, sin un patrimonio ni una familia amplia”, cuenta el productor en Madrid Directo. Proyectos e ilusión no le faltan. Si le dejaran, transformaría el Palacio Real de Madrid en un espacio escénico excepcional, lleno de glamour.
Aunque tuvo muy claro cual quería que fuera su futuro, tras un paso fugaz por París (Francia) cursó estudios de Comercio en la especialidad de Marketing. En esta compañía desarrolló una extensa labor de transformación metodológica en la comercialización de productos alimentarios con técnicas importadas de Europa. “Este período me permitió ganar dinero para cumplir mi anhelo de producir obras escénicas. Un día le dije que mi mente estaba puesta en el teatro. Él intentó corregir mi pasión y disuadirme, pero ante mi negativa me ayudó a perseguir mi sueño.
Su carrera estuvo ligada también al periodismo. Durante 22 años redactó reportajes empresariales y ha pronunciado multitud de conferencias. “Cuando estoy ante jóvenes empresarios les transmito mi admiración y mi envidia sana por su formación, en muchos casos de varias carreras, y su conocimiento de idiomas y de informática, pero les recuerdo que si hay algo que no deben olvidar en ese papel que representan es ser conductores del futuro de sus empleados y sentir amor por ellos. La empresa la formamos todos, no sólo el que la funda, también los que ayudan a construirla y sacarla adelante y que la sienten como propia”, puntualiza Cornejo, quien recomienda a los emprendedores incorporar a su gestión aspectos como esfuerzo, colaboración y humildad.
Cornejo es miembro de la Junta Directiva de la Confederación Empresarial de Madrid (CEIM) desde hace 26 años, en la que ocupa en la actualidad su Vicepresidencia, e integrante del órgano directivo de la Cámara de Comercio de Madrid, lo que le ha permitido palpar de cerca las necesidades y demandas de este colectivo al que pertenece. Durante 18 años estuvo al frente de la Federación Estatal de Asociaciones de Empresas de Teatro y Danza, de la que es presidente de Honor.
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El empresario vallisoletano Enrique Cornejo se define como respetuoso, intrépido, servicial y humilde: “soy un aprendiz de la vida, a la que amo porque me ofrece cada día cosas nuevas”. No en vano, su intensa trayectoria vital le ha dado la oportunidad de conocer y escuchar a grandes personajes como Camilo José Cela, Enrique Jardiel Poncela, Miguel Mihura, Jacinto Benavente, Plácido Domingo, Arturo Fernández, Concha Velasco, José Carreras y a numerosos jefes de Estado y de Gobierno, entre otros.
Un día cualquiera en la vida de este productor escénico arranca poco más tarde de las seis de la mañana. Sobre las 8,30 horas procura llevar a su nieta al colegio y acto seguido se incorpora a su despacho en la Confederación Empresarial de Madrid (CEIM), donde permanece hasta el mediodía. Desde allí se acerca al Teatro Muñoz Seca a despachar todos los asuntos relacionados con las obras que produce y programa, y a lidiar con una agenda repleta de compromisos que en ocasiones le hacen recorrer la península. Su parón obligatorio tiene lugar a la hora de comer y a última hora de la tarde, cuando se quita “el uniforme de trabajo” y aprovecha para pasear a su perro Bobby, una tarea con la que confiesa disfrutar. “Procuro hacer todo lo que me gusta, sin tener miedo a nada, salvo a la enfermedad. Convivo con los achaques, de los que soy ya amigo, y no tengo ningún sentido del odio”, asegura. Quizá sea esta actitud la que le ha permitido encarar los fracasos, “que han sido bastantes, pero de los que intento conocer sus causas para no volver a caer, algo complicado porque inmediatamente me olvido de ellos arriesgándome a poder reincidir. Pero ejerzo la profesión que amo y que me deleita y hace que me sienta altamente halagado por conocer a tantos talentos que la vida pone en mi camino y a los que agradezco que me permitan estar junto a ellos”.
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