Lo único imprescindible para montar una empresa propia es tener una idea, pero, para que esta tenga éxito y no se acabe convirtiendo en un problema económico para quien emprende, es necesario contar también con acceso a algún tipo de financiación. Esto es algo que además será habitual en distintos momentos de la vida de la empresa.
Para Claudia Caso, profesora asociada de Emprendimiento, Liderazgo y Gestión empresarial en IE University, no conocer todas esas opciones puede dar lugar a uno de los errores más comunes en emprendedores: no valorar bien la situación y acabar cediendo parte de su empresa a cambio de financiación cuando, en realidad, no era su objetivo. “Muchos emprendedores toman decisiones respecto a este tema cuando están en una situación que creen desesperada. Es un momento de debilidad en el que están en inferioridad de condiciones para negociar bien”, explica.
Hay modos de financiación que serán más o menos adecuados dependiendo del momento, del país o del objetivo de quien emprende. La experta pone como ejemplo de esto último lo que el profesor de la Harvard Business School Noah Wasserman llamó “el dilema del fundador”. ¿Quieren los fundadores ser reyes (‘king’) o ricos (‘rich’)? Los caminos son diferentes.
“Hay emprendedores ‘king’, que quieren controlar y que nunca van a vender. Posiblemente prefieran un préstamo o alguna opción de financiación en la que se ceda una parte pequeña de la empresa”, explica Caso. Los emprendedores ‘rich’, por otra parte, “van vendiendo su empresa y se quedan con una parte más pequeña”.
Opciones de Financiamiento para Emprendedores
A continuación, exploraremos diferentes formas de financiar una iniciativa de emprendimiento, desde opciones tradicionales hasta alternativas más innovadoras. Estas son las principales formas de financiar tu startup:
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1. Préstamos Bancarios
Los préstamos bancarios son una de las opciones más tradicionales y accesibles para financiar un proyecto o negocio. En 2023, del 73,9% de las firmas que recurrieron a financiación ajena, el 62% lo hizo con financiación bancaria, según datos de SGR-Cesgar. El instrumento más popular fueron los préstamos bancarios, que utilizó el 20% de las pymes.
Para acceder a un préstamo bancario, generalmente se requiere un plan de negocio detallado que demuestre la viabilidad del proyecto. Entre las ventajas de esta opción se encuentran la posibilidad de acceder a sumas importantes de capital y la flexibilidad en los plazos de pago.
Claudia Caso señala que es una opción que está muy bien para quien no quiere ceder parte de su empresa, aunque según el proyecto puede resultar difícil que lo concedan, por ejemplo, en el caso de ‘startups’ en sus etapas iniciales.
Es una de las formas de financiación más tradicionales y accesibles, especialmente valorada por su estabilidad y previsibilidad. Consiste en la entrega de una cantidad fija de dinero en un solo pago por parte del banco, que el beneficiario devuelve en cuotas periódicas junto con los intereses acordados. Los intereses y los plazos de devolución varían según la entidad y el perfil de la empresa.
Es una opción adecuada para inversiones que generarán rentabilidad a medio y largo plazo, por ejemplo para la compra de maquinaria, la apertura de nuevas sedes, reformas, expansión geográfica o digitalización de procesos.
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2. Bootstrapping (Autofinanciación)
Cuando un negocio arranca, una de las vías más sencillas y accesibles es el bootstrapping; es decir, financiarte con tus propios recursos. Esto puede incluir los ahorros personales o los ingresos que vayas generando con las primeras ventas. El crecimiento será más lento, pero también más seguro, ya que reduces los riesgos financieros y podrás probar tu idea en el mercado sin presiones externas.
En las fases iniciales, lo que en el caso de las ‘startups’ se denomina fase ‘pre-seed’ o presemilla, el 'bootstrapping' o financiarse con recursos propios (ahorros y los ingresos que se van generando) permite no depender de financiación externa. “Es lo primero que puede hacer un emprendedor para testar su idea, ver si puede tener viabilidad y un hueco en el mercado”, explica Claudia Caso. El crecimiento será más lento, pero se mantiene el control de la compañía en esos primeros pasos y no se empieza ya debiéndole dinero a una entidad bancaria.
Si cuentas con algunos ahorros y tu modelo de negocio permite arrancar con una inversión mínima, el bootstrapping es la mejor alternativa.
Tal como indica el propio nombre la autofinanciación o bootstrapping consiste en financiar tu startup con tu propio dinero. Es una manera de mostrar el compromiso propio del emprendedor o los emprendedores en el proyecto y suele ayudar a dar confianza a futuros inversores o fuentes públicas de coinversión. No obstante, suele ser una limitación, ya que muchas veces no se cuentan con todos los fondos suficientes para escalar el negocio.
Desde Intelectium lo vemos como una fuente de financiación en etapas tempranas o iniciales de la startup, pero que en el medio y largo plazo precisará de otras alternativas financieras para poder hacer crecer el negocio.
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3. Family, Friends & Fools (Las 3 F)
Recurrir a las personas más cercanas es una práctica común entre emprendedores en la fase inicial. En inglés se llama a esta opción ‘family, friends and fools’, las tres efes. Consiste en recurrir a la gente cercana para que ayude en la financiación del proyecto, además de a esos ‘fools’, personas que simplemente se enamoran de la idea y deciden dar dinero aunque no conozcan al emprendedor. Se trata de un préstamo entre particulares.
En el mundo anglosajón, este método se conoce como las 3F: Family, Friends & Fools (Familia, Amigos y Locos), en referencia a quienes están dispuestos a apostar por tu proyecto con pequeñas inversiones porque confían en ti y en tu idea, incluso sin ser expertos en negocios. El principal beneficio es que suelen ofrecer ayuda sin las exigencias de los inversores tradicionales. Sin embargo, es fundamental establecer desde el principio si se trata de un préstamo sin devolución, un crédito con condiciones específicas o una inversión con participación en la empresa.
Seguida de la autofinanciación suele venir la inversión conseguida de las personas más allegadas al emprendedor, familia, amigos y algún conocido, que vean potencial en el proyecto y que quieran ayudar monetariamente en las fases más iniciales del mismo. Se trata de la primera aportación de capital externo que recibe la startup.
Si necesitas una cantidad moderada de dinero para arrancar, esta alternativa puede darte el empujón inicial.
4. Crowdfunding (Micromecenazgo)
El crowdfunding, también conocido como micromecenazgo, financiación colectiva o financiación participativa, añade una «F» más a las tres que comentábamos antes (Family, Friends & Fools): los Fans. Este modelo permite a los emprendedores recaudar pequeñas aportaciones de muchas personas a través de plataformas especializadas. Las hay para sectores específicos como tecnología, arte o sostenibilidad, así como otras de carácter más generalista.
El micromecenazgo, financiación colectiva o ‘crowdfunding’, modelo que en España durante 2023 ha superado los 80 millones de euros, y recaudado más de 300 millones de euros, consiste en recaudar financiación a través de las pequeñas inversiones de muchas personas.
Las campañas de ‘crowdfunding’ se publican normalmente en una plataforma online especializada y se mueven para llegar al máximo de inversores potenciales. A cambio, quien aporta dinero puede obtener desde descuentos hasta acceso prioritario a lo que se esté desarrollando, pasando por un porcentaje pequeño de la empresa.
La fuente de financiación de Crowdfunding, es una manera de poner en común pequeñas aportaciones de capital de un extenso número diferente de individuos, expandiendo el número de potenciales inversores de la empresa. También se le llama micro-mecenazgo.
Existen plataformas de Crowdfuning muy conocidas a nivel español e internacional, algunas de las que más suenan actualmente son: The Crowd Angel, Fellow Funders…
- Crowdfunding de donación, donde las personas contribuyen sin esperar una contraprestación económica o material.
5. Incubadoras y Aceleradoras
Este tipo de instituciones hacen precisamente lo que indica su nombre: aceleran el crecimiento de las ‘startups’ a las que acogen. Para ello, las ayudan a crear su modelo de negocio, a perfilar su estrategia y a captar financiación. “Hacen una función de ’smart money’ muy interesante, porque acompañan al emprendedor en todo el proceso: diseño, testar el modelo, la fase de 'design thinking' y acceso a numerosos contactos”, indica Caso.
Existen diferentes programas de incubación y aceleración de startups, tanto a nivel español como mundial. Este tipo de organizaciones especializadas en apoyar proyectos emprendedores aportan tanto capital como acompañamiento (mentoring) y suelen ofrecer espacio de trabajo para los emprendedores a cambio de un pequeño número de participaciones de la empresa.
Estas entidades cumplen con la llamada función de smart money, ya que no solo aportan capital, sino que también ofrecen acompañamiento estratégico en áreas clave del negocio. Proporcionan mentoría, asesoramiento en el diseño de producto, validación del modelo de negocio, acceso a recursos técnicos y financieros. Algunas están vinculadas a universidades, corporaciones o entidades públicas y para acceder a ellas suelen abrir convocatorias con un plazo concreto de presentación de candidaturas.
Las incubadoras son recomendables en fases muy tempranas, cuando la idea necesita madurar, estructurarse y validarse en el mercado.
6. Concursos y Premios
Una sencilla búsqueda en internet dará numerosos resultados de concursos a los que las empresas se pueden presentar para conseguir financiación. “Sobre todo para ‘startups’ en las primeras fases, hay cada vez más concursos en escuelas de negocios y universidades”, señala Claudia Caso.
Participar en concursos y premios es una excelente manera de financiar un proyecto, especialmente si tu idea es innovadora o tiene un impacto social. Además de obtener fondos, ganar un concurso puede darle visibilidad y credibilidad a tu proyecto.
7. Business Angels (Ángeles Inversores)
Estos ‘ángeles de los negocios’ son inversores privados, es decir, personas físicas con mayor capacidad de inversión que las tres efes que apuestan por el emprendedor y su idea. Según un informe realizado por la escuela de negocios Iese para la Asociación Española de Business Angels Network (Aeban), durante 2023 los 'business angels' realizaron al menos una nueva incorporación a sus carteras, con una inversión media de 49.738 euros.
Claudia Caso, que señala que este tipo de financiación es sobre todo para ‘startups’ con un modelo de negocio que empieza a estar probado y que ya generan ingresos, añade que, además de dinero, los ‘business angels’ aportan también mucho conocimiento y apoyo porque en ocasiones son personas que en su momento también emprendieron.
En una siguiente etapa es cuando participarán los inversores o Business Angels (BAs). Se trata de personas físicas que invierten su propio dinero en las startups a cambio de una participación en el accionariado. Al invertir en las startups en estas etapas tan iniciales, los Business Angels juegan un papel crucial y se llegan a convertir en Advisors de la startup ofreciendo consejo y asesoramiento a los emprendedores. El rango de inversión de los Business Angels suele moverse entre tickets de 20.000 hasta 250.000 euros, siendo más comunes los tickets más pequeños de entre 20.000 y 50.000 euros. Este tipo de inversores suele buscar un rendimiento alto (multiplicar su inversión x10 veces o más) en un periodo de unos 5 años desde la inversión original.
Se trata de inversores privados que apuestan por emprendedores con modelos de negocio prometedores. Según un informe de la Asociación Española de Business Angels Networks (AEBAN), en 2023, la inversión media de estos «ángeles empresariales» fue de casi 50.000 euros por proyecto.
8. Fondos de Capital Riesgo (Venture Capital)
Como explica Carlos Fernández, profesor del Instituto de Estudios Bursátiles (IEB) en una entrevista en Gestiona Radio, los fondos de capital riesgo son fondos de inversión “cuya característica fundamental es que en la mayor parte de los casos suele invertir en empresas no cotizadas”. La financiación que reciben las ‘startups’ en esta fase es ya bastante elevada, a cambio de una participación en la empresa que el fondo pueda vender en el futuro por una cuantía mayor.
“Es todo un mundo. Hay fondos especializados en industrias, los que buscan tener un porfolio diversificado, los que prefieren proyectos con un impacto positivo…”, asegura Claudia Caso.
Se trata de una de las fuentes de financiación mejor valorada por parte de los emprendedores. Los venture Capital o fondos de inversión, son inversores institucionales especializados en distintos verticales o tecnologías. También hay diferentes Vcs en función de la etapa de la startup en la que entran (Desde pre-semilla hasta growth). Invierten capital en las startups a cambio de una participación en el accionariado.
El capital de riesgo es una forma de financiación donde fondos de inversión inyectan capital en startups con alto potencial de crecimiento, a cambio de una participación accionaria. Un ejemplo icónico es el caso de Airbnb, que recibió financiamiento de la firma Sequoia Capital en sus primeras etapas. Aunque el capital de riesgo puede ofrecer recursos significativos, los inversionistas suelen buscar un retorno rápido y elevado, lo que puede significar presiones para crecer agresivamente y la posible pérdida de control sobre algunas decisiones empresariales.
9. Socios Industriales (Corporate Partner)
Para emprendedores que se identifican más con la personalidad ‘rich’ y que esperan incluso en algún momento vender el 100% de la empresa, los socios industriales pueden resultar más interesantes que los socios puramente capitalistas. “Se trata de una empresa del sector que se fija en ti y que te quiere participar o que te quiere comprar a ti como emprendedor para absorber el conocimiento o la tecnología o los clientes que hayas desarrollado. Normalmente un ’corporate partner’ acaba comprando el 100% de la ‘startup’ e integrándola en su estructura.
También se conoce como socio industrial y se trata de una empresa consolidada del sector que decide invertir en una startup para adquirir su conocimiento, tecnología o base de clientes. Más allá del capital económico, el valor de este tipo de alianza es el conocimiento sectorial, la experiencia operativa y los recursos que aporta el socio industrial, lo que puede acelerar significativamente el crecimiento del negocio. En muchos casos, este tipo de colaborador termina adquiriendo el 100% de la empresa emergente e integrándola en su estructura.
10. Subvenciones y Ayudas Públicas
Otra opción de financiación, que además permite mantener el control de la empresa, es solicitar alguna de las subvenciones o ayudas públicas que ofrece la Administración. Para optar a ellas, además de estar atentos a las distintas convocatorias que se van lanzando, hay cumplir una serie de requisitos. La profesora de IE University explica que la facilidad o dificultad de acceder a ellas depende mucho del tipo de empresa y de su actividad.
En España existen gran variedad de instrumentos de financiación pública que apoyan la innovación y el emprendimiento. Estos instrumentos de financiación ofrecen préstamos blandos o subvenciones a fondo perdido para que los emprendedores puedan avanzar con el desarrollo de su negocio e innovaciones. Las líneas más destacadas o con más popularidad a nivel español son los préstamos participativos Enisa, una ayuda que se suele pedir para apalancar las rondas de inversión. Ya que Enisa te iguala o ‘casi iguala’ aquella aportación externa que consigas para tu startup con un préstamo participativo sin garantías personales.
Otra de las líneas más conocidas es Neotec, una subvención a fondo perdido, ayuda que los emprendedores no tienen que devolver, para empresas con menos de 3 años de antigüedad que sean de base tecnológica.
Estas ayudas económicas las otorgan organismos oficiales para fomentar iniciativas empresariales o impulsar proyectos concretos. Las subvenciones públicas pueden ser clave para cubrir ciertos costes iniciales, como la investigación de mercado, el desarrollo de un producto o la contratación de empleados.
Si tu negocio encaja en las líneas de ayuda pública disponibles y puedes justificar su impacto positivo, optar a una subvención puede ser un gran respaldo financiero.
11. Factoring
Este tipo de financiación ('factoring') ofrece liquidez a las empresas al adelantarles el importe de las facturas que tienen pendientes de cobro. La entidad bancaria con la que se contrata este servicio cobrará a cambio una serie de comisiones e intereses.
El factoring es una opción de financiación donde una empresa vende sus cuentas por cobrar a una entidad financiera (factor) a cambio de un adelanto de efectivo inmediato. El factoring es útil para mejorar el flujo de caja, especialmente en negocios con ciclos de pago largos.
12. Líneas de Crédito Bancario
Se trata de una forma de financiación especialmente flexible, pensada para cubrir necesidades puntuales de liquidez sin recurrir a soluciones más rígidas o costosas. A diferencia del préstamo tradicional, en el que se entrega una cantidad fija en un único pago, la línea de crédito permite disponer de un importe máximo durante un periodo determinado -generalmente de un año- y utilizarlo según las necesidades.
Cuando hace falta obtener liquidez de forma ágil y sin asumir compromisos a largo plazo, por ejemplo: para hacer frente a gastos operativos, pagos imprevistos o necesidades puntuales de circulante.
13. Préstamo Participativo
Este modelo suelen concederlo organismos públicos o fondos de inversión especializados. Su característica principal es que los intereses no son totalmente fijos, sino que una parte depende del rendimiento de la empresa. Es decir, cuanto mejor le va al negocio, más paga en intereses y si los resultados son bajos, también lo es el coste financiero. Suele incluir periodos de carencia más amplios y no requiere tantas garantías personales, ya que el prestamista asume parte del riesgo con el emprendedor.
Cuando la empresa necesita financiación para crecer, pero no quiere comprometerse con una deuda rígida ni perder el control del capital.
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