Liderazgo: El Don del Servicio y su Definición

En el entorno laboral actual, el liderazgo va mucho más allá de dirigir equipos o tomar decisiones estratégicas. Un buen líder es una persona honesta, íntegra, empática, capaz de inspirar, comunicar con claridad, generar confianza y compromiso y adaptarse a los desafíos con determinación.

Hoy más que nunca, buscamos referentes que no solo destaquen por su éxito profesional, sino por su capacidad de movilizar a las personas, impulsar el cambio y dejar huella.

Liderazgo Basado en Valores

Nelson Mandela es un símbolo universal de integridad, perseverancia y justicia. Su liderazgo transformador, basado en la empatía, la resiliencia y la defensa incansable de los derechos humanos, lo convirtió en una figura respetada en todo el mundo.

Mandela nos recuerda que un líder auténtico es aquel que defiende sus principios incluso en las circunstancias más difíciles, conectando con las personas desde el respeto y la humanidad.

Liderazgo Empático y con Propósito

Indra Nooyi, cuyo nombre completo es Indra Krishnamurthy Nooyi, fue presidenta y CEO de PepsiCo y revolucionó el liderazgo empresarial al apostar por un modelo más humano, sostenible e inclusivo. Fue una de las primeras mujeres inmigrantes en liderar una multinacional de esta magnitud, y durante su mandato las ventas crecieron un 80%.

Lea también: Entendiendo los conflictos de liderazgo y poder

Para Nooyi, el liderazgo no se basa en la autoridad, sino en la capacidad de conectar y cuidar del equipo. Su estilo demuestra que la empatía y la visión a largo plazo pueden ser grandes motores de cambio.

Liderazgo Creativo y Exigente

Steve Jobs es un referente en el mundo de la tecnología y la innovación. Su estilo de liderazgo audaz, exigente y orientado a la excelencia impulsó la transformación de Apple y marcó una era.

Jobs confiaba en el potencial de su equipo para superarse continuamente. Su legado nos muestra que el liderazgo también implica pasión, visión y la capacidad de desafiar lo establecido.

Liderazgo Discreto y Estratégico

Amancio Ortega, fundador de Inditex, es conocido por su estilo de liderazgo discreto, basado en el trabajo constante, la capacidad de delegar y la inteligencia para rodearse del mejor talento. Su apuesta por el trabajo en equipo y la toma de decisiones compartidas fue clave para convertir a Zara en una marca global.

Características Comunes de los Líderes

Cada líder inspira de forma diferente, con sus propios valores, personalidad y estilo de liderazgo. Pero todos tienen algo en común: la capacidad de guiar, motivar y transformar su entorno. Para nosotros, un buen líder combina muchas cualidades: es íntegro, empático, honesto, inspira confianza, sabe trabajar en equipo y no teme asumir riesgos para alcanzar sus objetivos.

Lea también: Liderazgo: Historias de éxito

¿Qué es en Realidad el Liderazgo?

El liderazgo es el arte y la capacidad de influir de forma positiva en otras personas para alcanzar un objetivo en pro del bien común. Nada tiene que ver con la posición. Es el líder el que hace la posición. Si no puede influir (de forma positiva), no puede liderar.

Tiene objetivos definidos y esa visión, su confianza y compromiso, hace que los demás le sigan. Y lo más importante: debe tener una visión clara y ser capaz de transmitirla para crear una sensación de dirección y propósito.

Mucho tiene que ver con la autodisciplina, que permite a la persona dirigir su vida, ser dueño de sí misma. No es opcional, es como la gasolina para un coche: si no repostamos, se parará. Esa evolución es como el oxígeno para un buceador, no es negociable, hay que seguir aprendiendo y formándose.

El Fundamento del Servicio

"El fundamento del servicio es un profundo conocimiento y autoconocimiento del ser humano. Para ello es esencial insistir en algo que va más allá de las habilidades blandas y duras: las habilidades profundas.

Desde la Antigüedad, pero, sobre todo, desde que se forjó la “teoría del gran hombre” en el siglo XIX, ha primado la visión del liderazgo como “carisma”; esto es, como una serie de rasgos personales más o menos innatos que señalan a los elegidos. Pero la teoría naufraga en lo más básico: no existen rasgos comunes a las grandes figuras históricas, que, en general, no podrían ser más diferentes.

Lea también: Liderazgo Femenino

La psicología social ha enseñado que el liderazgo es consustancial a la condición humana y tiene funciones evolutivas: es esencial para la supervivencia de nuestra especie. Así pues, el líder influye en la conducta ajena; conduce, inspira, organiza, emprende.

El Liderazgo Tóxico

Pero antes de hablar del mejor liderazgo hay que referirse al peor, que sigue presente en muchas empresas. Esta modalidad, que ahora llamamos “tóxica”, está relacionada por la psicología con la llamada “tríada oscura” de los rasgos de personalidad: narcisismo, maquiavelismo y psicopatía.

Esto quiere decir que todo proyecto organizacional, para mejorar el nivel de liderazgo, tiene que empezar por un tratamiento psicopatológico: hay que detectar el narcisismo, el maquiavelismo y la psicopatía/sociopatía, y, en la medida de lo posible, erradicarlos. Los líderes tóxicos no dudan en usar el poder y la extorsión, junto a las alianzas maquiavélicas, para lograr sus objetivos; por lo que alguien debe vigilarlos y combatirlos.

Hablar de organizaciones es tener que referirse a las dinámicas de poder. Cualquier aportación seria al liderazgo debe tener en cuenta estas luchas intestinas que existen. Luchas que abren también un espacio para los peores “guerreros”.

Un capítulo especial del mal liderazgo es el de los “líderes Atila”, exitosos profesionales que exprimen a sus equipos y logran sus objetivos, pero que, a su paso, como se dice del caudillo de los hunos, no vuelve a crecer la hierba.

"Es urgente que el mundo empresarial redimensione sus expectativas de liderazgo a medio y largo plazo para no sobrevalorar a quienes logran los objetivos a corto término destruyendo a las personas en las que se apoyan".

Atributos de los Buenos Líderes

Los buenos líderes tienen los atributos de integridad, determinación, competencia y visión. “El triunfo de la humildad y de la férrea determinación” es el subtítulo de los hallazgos de Collins y su equipo (veintidós asociados de investigación) en torno al mejor liderazgo.

Los descubrimientos del liderazgo de nivel 5 fueron contraintuitivos e incluso contraculturales, precisamente por desarmar la teoría del carisma. Collins subraya en su célebre estudio la figura de Darwin Smith, “un individuo que combina una extrema humildad personal con una intensa voluntad profesional”, atributos con los que, como CEO, consiguió que Kimberly-Clark se mantuviera con éxito durante veinte años.

“Pero si usted piensa que Smith era blando o sumiso -escribe-, está terriblemente equivocado. Una de las mayores confusiones respecto al liderazgo se refiere al par extraversión/introversión, que lleva a identificar popularmente como líderes a quienes tan sólo poseen habilidades comunicativas y un don de gentes que, eventualmente, los catapulta al estrellato.

Entre los otros factores que mencionan los autores, destacan el situar como máxima prioridad a las personas; su capacidad para desarrollar una visión simple y poderosa del negocio; y que instauran una cultura de la disciplina y la exigencia. A todo ello se le suele llamar “excelencia”.

El líder de nivel 5, en definitiva, se quita importancia y se centra en la tarea, y para él, el servicio lo es todo. Sin embargo, se sigue promoviendo a puestos de poder a personas que no tienen la semilla para convertirse en líderes de nivel 5, y esa es una importante razón de que haya tan pocas empresas que den el salto, de forma sostenida y verificable, de buenas a excelentes.

Ética y Liderazgo

Richard Barrett, experto en liderazgo y valores, dice que “convertirse en un líder de éxito, es decir, en alguien capaz de crear un equipo o una organización duradera y de alto rendimiento, no consiste en lo que uno hace, aunque eso sea ciertamente importante, sino en cómo se hace lo que se hace”. Ese cómo (comportamientos) es la esencia de la ética.

En general, la ética es la respuesta a la pregunta de qué hace que la vida merezca la pena, que sea justa, digna y buena. Hoy hablamos, sin descanso y por buenos motivos, de “sostenibilidad” en muchos campos, y el liderazgo no es una excepción. Nada contribuye más a la sostenibilidad que sentirse parte de una historia y un futuro humanos, porque es consustancial a la ética el conservar lo bueno, lo que nos humaniza.

A esto lo hemos llamado siempre “honor”. El núcleo de ese honor ético, en cuanto al liderazgo, responde a un paradigma clásico y vigente en el mundo anglosajón, noblesse oblige (la responsabilidad y la dignidad del liderazgo).

Quienes toman las decisiones que afectan a los grupos humanos, las organizaciones y los pueblos tienen una responsabilidad superior respecto a lo que es justo. “Tanto eres, tanto puedes” es la ecuación obvia, la consecuencia vulgar del poder.

"De modo que el liderazgo es, en esencia, un conjunto de deberes. Y liderar es estar éticamente a la altura del empeño de dirigir, tomar decisiones y afectar la vida de muchos. El producto necesario de esta práctica es la auctoritas (la legitimidad).

El líder es depositario del bien, que administra y aumenta a través de su acción en las personas y su responsabilidad sobre el bien que su organización aporta. Tiene un compromiso con la humanidad y el mundo (con seres humanos que se ven afectados por sus decisiones: empleados, clientes, proveedores y ciudadanos presentes y -esto es decisivo- futuros), por lo que le es exigible que sea íntegro y tenga principios.

Y es que la base del honor ético no son los valores, sino los principios. Estos son la base de algoritmos mentales de decisión que no solo mejoran la calidad ética de nuestras decisiones, sino que, además, suponen un importante ahorro cognitivo, porque evitan las vacilaciones. Se les llama “principios”, precisamente, porque van al inicio y condicionan muchos procesos decisionales, al establecer “líneas rojas” y aspectos que jamás deben estar en venta.

Conviene hacer aquí un apunte sobre la empatía, de la que se habla últimamente, tal vez, en exceso. Tenemos la oportunidad de pasar de este empacho de empatía a la disposición descuidada y superior para la ética que es la compasión.

La diferencia es clara e importante: en la empatía sólo hay que ponerse en el lugar del otro, entender lo que siente; en la compasión, además, se tiene que hacer algo para mejorar su vida en función de ese sentimiento detectado.

Hablamos, en definitiva, de desarrollar hábitos virtuosos. Al líder se le exige que tenga humildad, como principio rector. La soberbia y la arrogancia son dos de los principales vicios directivos.

La soberbia es insolente, altiva, no le gusta que la corrijan y se burla de quienes sirven a otros. Afecta a todos nuestros malos hábitos y queda especialmente patente en la vanagloria, la ambición y la presunción.

Quien tenga como defectos dominantes la avaricia o la acidia, se expresará con insensibilidad, egoísmo, orgullo desmedido, autosuficiencia y cobardía. Quien tenga como defectos dominantes la envidia y la vanagloria, manifestará susceptibilidad, rencor, tozudez o exigencia excesiva. ¿Se puede servir así?

Por todo ello, sólo la comprensión del liderazgo como subconjunto de la ética nos llevará al tipo de liderazgo que necesitamos.

tags: #liderazgo #el #don #del #servicio #definicion