Nuevas Perspectivas para Entender el Emprendimiento Empresarial

Sin duda, el desarrollo y el crecimiento de cualquier país se basan en el número y la calidad de las empresas que existen en él, ya sean industriales, comerciales, gubernamentales o de servicios. Tocar el tema empresas abre un amplio campo para la investigación y el análisis, no solo por el impacto que estas tienen en los distintos sectores de la economía en términos de la valorización de sus productos o servicios, sino también por su incidencia en la generación de empleo, el desarrollo regional, la innovación de productos y procesos y la investigación, entre otros aspectos.

Pero si bien es fundamental analizar el tema empresas, no lo es menos referirse primero a quienes las crean, ya sea aportando ideas innovadoras, cristalizándolas y tomando el riesgo de echarlas a andar, más con la pasión que con la razón, como lo hacen los emprendedores, o como los empresarios, que, más que con el corazón, también invierten recursos a largo plazo, con la mente fría y con un marcado ánimo de lucro, evaluando y valorando el riesgo, en empresas no necesariamente innovadoras pero sin duda igual de importantes por el impacto económico que generan.

El objetivo de este trabajo es presentar una revisión de los conceptos de emprendedor y empresario, intentando llegar a una definición y considerando que son conceptos distintos que a veces se utilizan como sinónimos. En la primera parte de este trabajo se presenta el tema emprendedores y empresarios, posteriormente se desarrolla el tema emprendedores tratando de presentar una definición y una caracterización, desarrollando también el tema emprendedor social, puesto que se considera de alta relevancia en los tiempos actuales; en la tercera parte se desarrolla el tema del empresario y se presentan las principales teorías que lo definen.

Emprendedores y Empresarios

Ambos términos por lo general se toman como sinónimos, cuando en realidad están debidamente marcadas las diferencias entre uno y otro concepto. Un emprendedor no necesariamente es un buen empresario, ni un empresario es necesariamente un emprendedor, aunque existen más casos de emprendedores-empresarios exitosos (Steve Jobs, Bill Gates, Michael Dell, por citar algunos de los más conocidos) que de empresarios-emprendedores exitosos.

El Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua señala las siguientes definiciones:

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  • Emprendedor: Que emprende con resolución acciones dificultosas.
  • Empresario: Titular propietario o directivo de una industria, negocio o empresa.

De acuerdo con las definiciones señaladas, podemos identificar la primera gran diferencia entre los términos: el emprendedor emprende acciones innovadoras, siendo que el empresario, como su nombre indica, está íntimamente ligado a las empresas, ya sea en su papel de propietario, socio o directivo.

¿Qué es el Emprendimiento?

Comúnmente, se ha asociado el emprendimiento con la creación de algo novedoso a partir de una idea. Sin embargo, reducirlo únicamente a esto sería subestimar su complejidad. Cuando hablamos de emprender, debemos tener en cuenta que necesitamos identificar oportunidades, desarrollar soluciones y ejecutarlas con un enfoque estratégico y sostenible. Si no lo hacemos, estaremos tirando nuestro tiempo y energía a la basura.

Por lo tanto, el emprendimiento es un proceso estratégico que va un paso más allá de tener una buena idea. Para ello, el plan de negocio es clave. Es preciso comenzar detectando problemas en el mercado que puedan resolverse de manera innovadora. Luego, se desarrolla una propuesta de valor única y viable, seguida por la ejecución del plan de negocio, que requiere estrategias claras, recursos definidos y objetivos específicos. La medición y el aprendizaje continuo permiten ajustar procesos y mejorar constantemente. Y es que, el éxito no radica en la idea, sino en su ejecución, adaptándose al mercado y superando obstáculos para transformar una visión en realidad.

Emprendedores: Definición y Características

Pereira (2003) menciona que el término *entrepreneur* apareció por primera vez en el texto “Essai Sur la Nature du Commerce en Général”, escrito por Richard Cantillon (1755). El término designaba a una persona caracterizada por comprar productos a precios conocidos para venderlos en el mercado a precios desconocidos; esta concepción asoció al término emprendedor con los elementos conceptuales de recursos y riesgo.

Pereira (2003) también señala que posteriormente el concepto fue enriqueciéndose con los aportes de economistas importantes como Say (1852), Knight (1921), Baumol (1968 y 1993), Braudel (1985) y Casson (1982), quienes diferenciaron al emprendedor del inversionista, al reconocer la diferencia en el rendimiento que cada uno espera de sus acciones. El inversionista espera el rendimiento sobre el capital, mientras que el emprendedor busca el resultado de quitar de las utilidades que su acción emprendedora genera los costos incurridos por el uso del capital del inversionista.

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Por su parte, García, Álvarez y Reyna (2007) señalan que el primero en poner de manifiesto que el emprendedor es un ente generador de crecimiento económico fue Schumpeter (1934) y que desde entonces, hasta fechas más recientes, estudios como los de Johnson y Loveman (1995) demuestran la importancia del desarrollo de las economías de mercado a través de los emprendedores de éxito y que, así como otros investigadores constatan que la creación de nuevos negocios tiene como principal recurso la figura del emprendedor, es lógico que el espíritu emprendedor sea uno de los nuevos campos de investigación en la Administración de Empresas. Perryman (1982, citado en García et al., 2007) lo denomina “fase de pre-ciencia”1, mientras que Wortman (1987, citado en García et al., 2007) señala que la mayoría de los trabajos empíricos sobre este tópico han sido realizados en las dos últimas décadas.

García et al. (2007) también mencionan que se comprende entonces que las revisiones realizadas por numerosos autores sobre las diferentes corrientes teóricas de Brockhaus (1987), Gartner (1988), Cooper y Gascon (1992), Slevin y Covin (1995), Aldrich y Baker (1997) y Greenwood (2002) pongan de manifiesto severas críticas, entre las que destacan problemas de tipo metodológico y estadístico. Otros autores inciden en la ausencia de paradigmas que respalden la coherencia de las investigaciones, al tiempo que señalan que la interdisciplinariedad del campo de estudio conduce al intento de crear múltiples paradigmas no carentes de ambigüedad (Low & MacMillan, 1988). No obstante, Ibrayeva (1999, citado en García et al., 2007) mantiene que hay evidencias de que las recientes investigaciones tienden a converger en distintos modelos y teorías.

Es relevante lo que Rodríguez (2009) señala respecto a la fisiocracia o teoría económica clásica sobre el tema del emprendimiento, pues también menciona que no se observa un consenso generalizado sobre el tema puesto que algunos lo asimilaron como el individuo que asume el riesgo (Cantillon, Baudeau, Thunen, Bentham); otros, como el trabajador superior (Say y Smith); otros lo relacionaron como el hombre inteligente (Cantillon, Quesnay, Baudeau y Turgot), y otros más lo calificaron como el innovador (Smith, Bentham y Mangoldt).

Así pues, Rodríguez (2009) asume que esta diversidad de tendencias para la época se ve reflejada hoy, cuando no se vislumbra un tipo homogéneo de emprendimiento y que para generalizar el concepto se distinguen dos características: una, que el emprendedor es tomador de riesgo y persona demasiado inteligente (Cantillon, Thunen y Baudeau); y la otra, que el emprendedor toma decisiones con riesgo innovador y como trabajador innovador que hace la diferencia (Bentham y Smith, citados en Rodríguez, 2009).

Pereira (2003) señala que Schumpeter (1961 y 1965) identificó al emprendedor como el “destructor creativo” que rompe los ciclos ajustados del mercado mediante la introducción de una innovación que le brinda una ventana de tiempo monopolística que le permite fijar un precio muy superior al costo de los recursos utilizados para la producción. La diferencia entre estos dos valores es el rendimiento del emprendedor, que con el tiempo se reduce cuando es copiado por sus competidores, lo que lleva los precios a niveles bajos ajustados en el mercado. De este modo se restablece el ciclo que el emprendedor volverá a romper con otra innovación y, por lo tanto, lo que realmente diferencia al emprendedor es un proceso de desarrollo caracterizado por la innovación constante.

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Gartner (1985) plantea que la complejidad y la variedad de los emprendedores hace imposible caracterizar a un emprendedor promedio y, por ende, la construcción de una base teórica común a este campo del conocimiento (Bygrave, 1989). En respuesta a esta situación, Bygrave y Hofer (1991) proponen que la delimitación del campo de conocimiento del espíritu emprendedor se amplíe, y que además del estudio de las características personales y las funciones del emprendedor se incluya el estudio del proceso emprendedor y sus características. Es decir, pasar de una concepción estática del espíritu emprendedor, entendida como una lista de características que permitirán obtener buenos resultados emprendedores, a una concepción dinámica del problema desde el punto de vista del proceso del evento emprendedor y del emprendedor mismo. Estos autores proponen considerar el proceso emprendedor como el conjunto de las funciones, actividades y acciones asociadas con la percepción de la oportunidad y la creación de la organización para explotarla.

Pereira (2003) cita, en este orden de ideas, que el emprendedor es quien percibe la oportunidad y crea la organización para aprovecharla; Gartner (1985) propone como elementos para el estudio del espíritu emprendedor los siguientes: (a) el entorno; (b) las características del individuo; (c) el proceso, y (d) la organización creada. Por otra parte, entre los autores más influyentes que han estudiado la dimensión del emprendedor, se encuentra De Vries (1977), quien identifica al emprendedor a partir de los roles que cumple al concebir e implementar la idea: (a) innovación; (b) administración o coordinación, y (c) toma de riesgos. Por otra parte, De Vries señala que cuando autores como Drucker (1970) sumarizan las tareas del emprendedor como proyección, combinación, innovación y anticipación, no están más que retomando las propuestas originales de Shumpeter. La innovación se puede entender a partir del modelo de Schumpeter (1965), quien resalta esta característica como la función del emprendedor, quien adiciona la ganancia emprendedora a una combinación novedosa de factores de producción existentes.

La diferencia en el rol de administración no es suficiente para diferenciar entre el emprendedor y el administrador, según De Vries (1977). Esta posición no es compartida por Casson (1982), Baumol (1968) y Kirzner (1973), quienes consideran al administrador como un tomador de decisiones pasivo y calculador, que reacciona mecánicamente ante los cambios del entorno. Según Baumol (1968), el emprendedor es más que un organizador, tal como lo concibe Casson (1982), y que un innovador, como lo plantea Schumpeter (1965), pues el emprendedor debe conseguir nuevas fuentes de recursos y métodos de mercadeo, además de estructurar la nueva organización.

Para completar la concepción de emprendedor propuesta por De Vries (1977), es necesario adicionar la dimensión de la toma de riesgo: el emprendedor no solo arriesga su capital económico, sino también su imagen social y los costos psicológicos asociados con el fracaso. Curto (2012) señala que, para Drucker, empezar un negocio no es condición necesaria ni suficiente para ser emprendedor, y para Gregory Dees, los emprendedores no tienen por qué ser necesariamente inventores, sino que simplemente tienen que adoptar una visión creativa a la hora de poner en práctica invenciones de otros.

Dees (1998) toma prestadas ideas de Schumpeter, Stevenson, Say y Drucker para identificar cuatro aspectos diferenciadores del emprendimiento: (a) destrucción creativa: según Schumpeter, la generación de productos o servicios innovadores destruye los que estaban previamente en el mercado; (b) creación de valor: según Say, el emprendedor traspasa recursos económicos de un área de baja productividad a una de alta productividad y mayor rendimiento; (c) identificación de oportunidades: para Drucker, un emprendedor no genera cambio, sino que explota las oportunidades que el cambio brinda, y (d) ingenio: Stevenson destaca la capacidad de los emprendedores no solo de aprovechar oportunidades, sino también de afrontar los retos que conlleva la falta de recursos para llevarlas a cabo.

Tabla 1: Resumen de Definiciones del Emprendedor

Autor Definición del Emprendedor
Richard Cantillon Compra productos a precios conocidos para venderlos a precios desconocidos.
Schumpeter "Destructor creativo" que innova y rompe los ciclos del mercado.
Gartner Quien percibe la oportunidad y crea la organización para aprovecharla.
De Vries Cumple roles de innovación, administración/coordinación y toma de riesgos.
Drucker Explota las oportunidades que el cambio brinda.

Características del Emprendedor

García et al. (2007) señalan que no hay duda de que va en aumento el consenso sobre la existencia de diferentes causas detrás de los procesos del espíritu emprendedor, como apuntan MacMillan y Katz (1992), Zahara (1991), Naffzinger (1995) y Paige (1999). Mencionan que la proliferación de estos planteamientos teóricos, tanto en investigación como en estudios descriptivos, hace de este campo un terreno todavía por explorar y que no proliferó en investigaciones desde Schumpeter hasta los años ochenta, y a partir de esa década hasta nuestros días es cuando se han impulsado las investigaciones, lo cual supone que cualquier esfuerzo en este sentido es bien recibido en la comunidad científica.

También señalan que, aunque estamos en un periodo de pre-ciencia, hay bases ya cimentadas para desarrollar trabajos a partir de los iniciados, lo que permite ir avanzando en esta faceta del emprendedor.

Al respecto hay preguntas muy interesantes que numerosos estudios plantean; por ejemplo, Herron (1994 citado en García et al., 2007) hace las siguientes preguntas: ¿las características del emprendedor tienen realmente un impacto significativo en la creación y el desarrollo de la empresa? y ¿cuáles de estas características son más significativas o imprescindibles para el emprendedor? Él mismo da una respuesta sin constatar, afirmando que existen fundadas razones para pensar que unas características determinadas afectan positivamente a la creación y el desarrollo de un proyecto empresarial de éxito. García et al. (2007) señalan que Boliko (1996) y Selameab (1997) plantean: ¿cuáles son las características que posee el emprendedor de éxito y el grado de importancia de cada una? Naffzinger (1998) argumenta que cualquier trabajo de investigación que en este sentido intente dar respuesta a preguntas de esta índole tendrá dificultades, ya que individuos carentes de cualidades emprendedoras intentarán comenzar la creación de sus propios negocios para salir de situaciones de crisis laboral, como vemos en...

Habilidades Clave para el Emprendimiento y la Innovación

El éxito en emprendimiento e innovación no solo depende de los recursos disponibles, sino también de un conjunto de habilidades que combinan capacidades técnicas y blandas.

Habilidades Blandas Esenciales

Las habilidades blandas son esenciales para el éxito. Estas son las principales a la hora de enfrentarse al emprendimiento y la innovación:

  • Liderazgo: Inspirar y guiar equipos hacia un propósito común, promoviendo la colaboración y el compromiso.
  • Resiliencia: Mantener la motivación frente a los fracasos y aprender de ellos.
  • Adaptabilidad: Ajustarse rápidamente a cambios en el mercado, los clientes o la tecnología.
  • Comunicación: Saber transmitir ideas, persuadir a los inversores y fomentar el trabajo en equipo.

Habilidades Técnicas Necesarias

Más allá de las softskills, es preciso aprender cuestiones más técnicas que pueden desarrollarse gracias a la formación y la experiencia:

  • Análisis de datos: Tomar decisiones informadas basadas en tendencias y métricas clave.
  • Gestión financiera: Controlar costes, manejar presupuestos y asegurar la viabilidad del proyecto.
  • Conocimiento del mercado: Comprender las necesidades de los clientes y los movimientos de la competencia.

Categorías de Innovación y su Impacto Estratégico

La innovación se manifiesta en diversas formas, cada una con características únicas que aportan valor estratégico a las organizaciones.

Innovación Radical

La innovación radical implica cambios profundos que transforman por completo un mercado o industria, introduciendo productos, servicios o modelos nunca vistos. A pesar de que conlleva altos riesgos y gastos iniciales, tiene el potencial de redefinir industrias completas.

Innovación Incremental

La innovación incremental se basa en mejoras continuas y graduales a productos, servicios o procesos existentes. Este tipo de innovación mejora la eficiencia y la satisfacción del cliente con bajo riesgo y menor costo, permitiendo a las empresas mantenerse competitivas y relevantes en el mercado.

Innovación Disruptiva

La innovación disruptiva introduce soluciones simples, accesibles o económicas que cambian las reglas del mercado, desplazando a las empresas tradicionales.

Emprender Frente a Innovar en una Organización Establecida

Aunque el emprendimiento y la innovación empresarial comparten similitudes, representan dinámicas distintas que varían en su contexto y aplicación. Mientras que el emprendimiento requiere comenzar de cero, la innovación dentro de una organización establecida parte de unas bases asentadas.

Emprender Desde Cero

Emprender desde cero implica crear un negocio desde la base, abordando una oportunidad insatisfecha en el mercado. En este caso, los principales desafíos incluyen construir una marca, acceder a financiamiento y establecer una base de clientes. Es imprescindible establecerse con un plan de negocio trabajado y que sirva como guía durante el proceso.

Innovación en Organizaciones Establecidas

Por otro lado, la innovación en organizaciones establecidas busca introducir mejoras dentro de una estructura existente. La implementación de nuevas tecnologías o la búsqueda de nuevos sistemas de trabajo estarían dentro de esta categoría. Aquí los retos incluyen superar la resistencia al cambio, integrar nuevas tecnologías con sistemas antiguos y alinear la innovación con objetivos estratégicos. Poner en marcha una transformación social competitiva.

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