El emprendimiento en Latinoamérica ha experimentado un auge significativo en las últimas décadas.
Sin embargo, emprender en Latinoamérica también presenta desafíos, como la incertidumbre política.
Sin embargo, es precisamente esta capacidad de superar adversidades lo que ha forjado un espíritu emprendedor resiliente en la región.
Acceso al financiamiento
El acceso al financiamiento es otro desafío crítico para los emprendedores en Latinoamérica.
A pesar de los ecosistemas de inversión y fondos de capital de riesgo, aún existen brechas significativas en comparación con otras regiones más desarrolladas.
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Impacto positivo del emprendimiento
A pesar de los retos, el impacto positivo del emprendimiento en Latinoamérica es cada vez más notable.
El papel del gobierno y las instituciones
El papel del gobierno y las instituciones también es crucial para el desarrollo del emprendimiento en Latinoamérica.
La incertidumbre del desempleo y la crisis económica que se vive actualmente no es algo nuevo para nuestra región, que ha vivido en profunda desigualdad desde épocas coloniales.
Pero a paso lento, generación tras generación el emprendimiento toma fuerza como motor de esperanza y creación de soluciones para pequeñas unidades familiares, que día a día, venden bienes, productos y servicios que configuran entornos locales llenos de diversidad.
Encontrando en las calles y pequeños locales el lugar para adelantar una interacción económica que sustenta la vida social y cotidiana de muchos países.
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Emprendimiento social
Sobre emprendimiento hay mucha información que nos habla de los retos y sus perspectivas de consolidación y crecimiento.
Sin embargo, cuando se le suma la palabra social, su connotación mezcla contextos de necesidad y oportunidad para generar empleo, tejido empresarial y riqueza.
El emprendimiento social es una de las formas de creación empresarial que impulsan la posibilidad del crecimiento económico y el desarrollo social de América Latina.
Entre desigualdad y luchas sociales por lograr educación y salud, se abren paso miles de iniciativas que vinculan las reglas que posibilita el libre mercado de capital y la necesidad de subsanar desigualdades de carácter histórico.
Este tipo de creación empresarial combina un modelo ya establecido de libre mercado con los movimientos sociales que han caracterizado a la región en décadas pasadas, sumados a la capacidad de emprendimiento individual de las personas.
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Latinoamérica es una región donde aproximadamente el 90% de las empresas son microempresas y pymes (mipymes) y generan en promedio el 28% del PBI de los países (2019)[1].
Los retos de la formalización, la creación de un gobierno organizacional, el conocimiento del mercado y la comprensión de los canales de distribución y comercialización, hacen que la mayoría de los emprendimientos no logren consolidarse como unidades empresariales.
Como consecuencia de esta situación, se encuentran muchas empresas, pero poca innovación, pues la mayoría están a la orden de resolver la subsistencia.
Pero, sobre todo, no lograr ventas suficientes para tener un flujo de caja que permita cubrir costos fijos y el funcionamiento mismo del negocio, hacen que nos encontremos con las siguientes cifras:
En los países latinoamericanos, aproximadamente el 75% de los emprendimientos fracasan tras dos años después del inicio de sus actividades.
Así, tan solo el 25% restante de los emprendimientos superarán los dos años de actividad[2].
Se muestra claramente que el ecosistema de emprendimientos latinoamericano requiere un impulso para lograr mayores porcentajes de éxito y beneficiar con ello a la economía de los países de la región.
Los elementos que tienen mayor incidencia en el fracaso de los emprendimientos deben convertirse en indicadores de éxito para este tipo de empresas.
Elementos clave para el éxito emprendedor
- El primer elemento que se debe evitar es el miedo al fracaso. Los primeros años de emprendimiento suelen traer consigo una serie de situaciones de riesgo e incertidumbre que, en una cultura en la que se castiga el fracaso, pueden motivar al emprendedor a retirarse o tomar malas decisiones. Por tanto, es indispensable trabajar en la toma de decisiones sin temor al fracaso, para garantizar que durante los primeros años el emprendedor logre impulsar y acelerar el crecimiento de su empresa.
- Segundo, es indispensable fomentar la consolidación de una perspectiva ambiciosa que permita a los emprendedores innovar tanto en sus estrategias de financiación como de crecimiento. Esto, debe ir acompañado de una mejora en los procesos de planeación estratégica, análisis y monitoreo de indicadores y coordinación adecuada de la ejecución[3].
- Tercero, se deben fortalecer los procesos de estudio y análisis de mercado previos a la apertura de una empresa. Antes de concretar una idea, es indispensable ver la demanda existente en el mercado y construir con base en ello un plan adecuado para el desarrollo de un producto o servicio. Usualmente, los emprendimientos que fracasan surgieron de ideas, preconcepciones y supuestos de los empresarios que no necesariamente correspondían con el mercado.
- Cuarto, crear equipos que tengan la capacidad de trabajo armónico, así como las herramientas para enfrentar conflictos y tomar decisiones adecuadamente. Así mismo, plantearse objetivos a corto, mediano y largo plazo, con indicadores y procesos que correspondan a estos, garantizando que haya una visión realista de las ganancias y el crecimiento de la empresa.
- Finalmente, en relación con lo anterior, es indispensable construir una relación positiva con el dinero, considerando planes de ahorro y fuentes de financiación para evitar que el emprendimiento deba desaparecer en situaciones adversas.
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