Todos deseamos tener buenos jefes o jefas. Son responsables en la consecución de los objetivos, del ambiente de trabajo y de lo felices o no que vayamos a trabajar. Pero no todos los jefes son tan excelentes como quisiéramos. La buena noticia es que el liderazgo no es innato. Se puede ejercitar si sabemos cómo.
El liderazgo es una de las habilidades más importantes en cualquier empresa u organización. Ser un buen líder no solo significa tener la capacidad de tomar decisiones y dirigir a un equipo, sino también inspirar, motivar y guiar a otros para alcanzar objetivos comunes.
¿Qué es el Triángulo del Liderazgo?
En una investigación que he realizado durante años, he llegado a la conclusión de que los buenos jefes, aquellos que ayudan a construir compromiso y alcanzan resultados, tienen actitudes que se pueden recoger en un triángulo, con una habilidad en el centro.
El Triángulo de Liderazgo es un modelo de liderazgo desarrollado por el consultor de liderazgo y autor Dave Anderson. Este modelo se enfoca en tres áreas clave que un líder debe desarrollar para tener éxito en su liderazgo: liderazgo personal, liderazgo de equipo y liderazgo organizacional. Cada una de estas áreas es importante y están interconectadas entre sí, como los lados de un triángulo.
Componentes Clave del Triángulo del Liderazgo
Dichas habilidades podrían representarse en el triángulo de oro: definen el foco, hacen sentir útil e importante a la persona que tienen a su lado y actúan dando ejemplo. En la medida que podamos trabajar en dichas áreas, podremos conseguir entrenar también nuestra capacidad de influencia.
Lea también: El Triángulo del Emprendimiento: Análisis Profundo
1. Definir el Foco
Definen el foco: no hay nada más desmotivador que no saber hacia dónde se va. En este punto se incluye no solo marcar objetivos, sino tener claro qué se espera de él y el sentido de lo que se hace. Aunque se trabaje en algo muy rutinario, el profesional necesita ganar perspectiva de lo que contribuye con su función.
Antoine de Saint-Exupéry, el autor de El Principito, lo resumía muy bien: "Si quieres construir un barco, no empieces por buscar madera, cortar tablas o distribuir el trabajo. Evoca primero en los hombres y mujeres el anhelo del mar libre y ancho". Por tanto, para definir el foco un líder ha de marcar objetivos, compartir las expectativas que existen sobre sí mismo y sobre el equipo y dar sentido al trabajo que se realiza.
2. Hacer Sentir Útil
Hacen que te sientas útil: esta habilidad significa que un buen jefe es capaz de desarrollar el talento de sus colaboradores. El hastío o la monotonía no motivan, se requieren estímulos. El líder ha de conocer las fortalezas de su equipo: No solo qué hacen bien, sino qué podrían hacer en un futuro. Esto pasa por ayudar en su desarrollo, por dar poder, por no entrar en la microgestión o en el enésimo detalle de todos los problemas. De este modo, se reducen los cuellos de botella y se consigue que las personas aprendan y tomen sus propias decisiones.
3. Hacer Sentir Importante
Hacen que te sientas importante: además de saber que somos útiles, necesitamos sentirnos importantes y reconocidos. El liderazgo es conversación, preocuparse por lo que el colaborador necesita. El jefe que solo habla él y escucha poco es difícil que genere compromiso a su alrededor. Dentro de este apartado está también la gestión de la diversidad. Sentirse importante pasa por poner en valor la diferencia y lo que cada persona aporta desde sus fortalezas, experiencias y maneras de ser.
4. Ser un Ejemplo
Son un ejemplo: en el corazón del triángulo está el actuar como referente desde las emociones positivas y la pasión. Influir en la vida de las personas es una responsabilidad que ha de enamorar. Si uno no lo disfruta, es difícil que sea buen jefe. Podrá ser un buen técnico o comercial, pero será complicado que se le reconozca como líder. Tampoco seguimos a personas que son destructivas o que se quejan por todo. Seguimos a personas que nos hacen sentir bien y que vemos que son coherentes con lo que dicen y hacen.
Lea también: Entendiendo los conflictos de liderazgo y poder
Otras Perspectivas sobre el Liderazgo
El Triángulo del Talento de PMI® está evolucionando. Formas de trabajar: ya sea predictivo, ágil, pensamiento de diseño o nuevas prácticas aún por desarrollar, está claro que hay más de una forma en que se hace el trabajo hoy en día. La segunda dimensión se relaciona con las partes técnicas, ya que corresponde al conocimiento técnico. Para comprender el propósito de los proyectos y cómo apoyar los objetivos más importantes es necesario que los project manager lideren y prosperen en su equipo.
Perspicacia empresarial: los profesionales con perspicacia para los negocios comprenden las influencias macro y micro en su organización e industria y tienen el conocimiento específico de la función o del dominio para tomar buenas decisiones. Deben tener una visión estratégica y estar alineados a los objetivos de la compañía para entregar valor a ésta.
Finalmente, las power skills o competencias de poder del Triángulo de Talento de Project Manager nos encontramos ante el pilar asociado al liderazgo. Para lograr el éxito es necesario unir el liderazgo con la gestión de los proyectos, siendo el equilibrio la clave.
La Importancia de la Cultura en el Liderazgo
Como expone, décadas atrás la estrategia se consideraba la clave del éxito empresarial. Más recientemente, el propósito se ha alzado como el factor esencial de los negocios: la estrella polar destinada a orientar todas las actividades de la empresa. Pero a menudo hay una gran brecha entre el propósito de una empresa y lo que viven sus empleados.
Entonces, ¿qué le falta a esta imagen?, se pregunta para responder: “Todos sabemos desde hace mucho tiempo que, además del propósito y la estrategia, la clave es la cultura, porque como solía decir Peter Drucker, “la cultura se come la estrategia en el desayuno” y el propósito en el almuerzo, podríamos añadir. Y, sin embargo, la cultura sigue recibiendo menos atención que el propósito y la estrategia. ¿Por qué?
Lea también: Liderazgo: Historias de éxito
De hecho, explica, que en las organizaciones excelentes se aprecia cómo la cultura es el suelo fértil que ha permitido que tanto su propósito como su estrategia cobraran vida e impulsaran un rendimiento extraordinario a escala. Según Joly, “la magia ocurre cuando el propósito, la estrategia y la cultura están estrechamente conectados y alineados, y se refuerzan mutuamente”. La clave - según su experiencia - es encapsular la cultura en torno a una idea singular, simple y poderosa con la que todos puedan conectarse, de manera que sea más fácil dar forma y difundir la cultura.
No hay experto que no apunte a los líderes a la hora de señalar el cambio y dar forma a la cultura a través de sus propios comportamientos y acciones. “Para ser auténticos, los modelos a seguir deben reflejar los propios valores. Por lo tanto, los líderes no deberían ser tímidos a la hora de conectar sus propios propósitos y creencias personales con el propósito de la empresa y la cultura que están dando forma.
Cambiar la cultura de una empresa requiere más que un modelo a seguir. Según su experiencia, hay tres tipos de palancas para dar forma a una cultura eficaz: empresariales, de gestión y de «magia humana».
- Palancas empresariales.
- Palancas de gestión. Los procesos de gestión clave también tienen un impacto directo en la cultura. ¿Qué tipo de personas designa para los puestos de poder? ¿Qué tipo de personas contrata su empresa? ¿El rendimiento prevalece sobre el mal comportamiento? ¿Cómo se toman las decisiones y quién las toma? ¿Cómo mide y recompensa su empresa el éxito? ¿Cuáles son los ritmos clave de los negocios? ¿Cómo se llevan a cabo las reuniones? ¿Qué tipo de controles y cumplimientos se aplican? Todas estas estructuras, procesos y reglas dan forma a la cultura.
- Palancas mágicas humanas. A raíz de su experiencia como máximo ejecutivo y a través de las investigaciones que realizó para escribir “El corazón de los negocios”, aprendió sobre lo que denomina el poder de los seis ingredientes: conexiones humanas, autonomía, seguridad psicológica, dominio y mentalidad de crecimiento. ¿Cómo permite a cada empleado conectar con lo que le impulsa? ¿Cómo se crea un entorno en el que sus personas experimenten conexiones humanas auténticas? ¿Cómo les da suficiente autonomía para que puedan dar lo mejor de sí? ¿Cómo se asegura de que se sientan seguros de ser quienes son y expresar lo que piensan y sienten?
En definitiva, los buenos líderes no son perfectos. Tienen áreas de mejora como cualquier otro mortal (y menos mal). Pero tienen unas ciertas habilidades que consiguen que las personas quieran seguirles.