Black Market Music: Un análisis profundo de la obra de Placebo

Me resulta bastante curioso comprobar que, en los casi cinco años que llevo escribiendo sobre música, aún no haya tenido la oportunidad de hablar de Placebo. A partir de ahí, los británicos se erigieron en bandera de un amplio sector de toda una generación, y con su energía y arrolladora personalidad, significada por encima de todo en la carismática figura y la voz quejumbrosa y nasal de su líder, ayudaron a trascender ese irritante, efímero y aparentemente alegre britpop que invadió las listas y los gustos del público británico y europeo en esa época.

Black Market Music: Un favorito de la época dorada de Placebo

Visto con la perspectiva del tiempo, Black Market Music es probablemente mi disco favorito de la época clásica de la banda (entendida como toda la discografía pre-Meds), y contiene una cantidad notable de temazos que me resulta muy difícil obviar. Cuando salió este Black Market Music del que hablaremos hoy, por cierto, yo aún no tenía casi ni idea de su existencia (y si la tenía gracias a algún hit que hubiera escuchado de forma accidental, la verdad es que no les hice mucho caso), y no fue hasta la publicación del irregular Sleeping With Ghosts (y, especialmente, de la escucha de «The Bitter End») en 2003 que me llamaron la atención hasta el punto de engancharme enfermizamente, obligándome así a seguirlos con avidez desde entonces y llamándome a bucear con gran interés en su discografía anterior. Pero a pesar de que me flipan en lo musical y de que alrededor de Brian Molko y compañía se ha montado un culto bastante intenso (sobretodo gracias a la andrógina y tormentosa personalidad del pequeño líder de la banda), lo cierto es que yo he seguido muy poco sus aventuras más allá de sus canciones.

Análisis de canciones clave

Los más conocidos son probablemente «Special K» y «Slave to the Wage», pero hay un buen montón de ellos que no se quedan precisamente atrás, empezando por el maravilloso corte inicial «Taste in Men», un tema oscuro, groovie y casi industrial con una excelente línea vocal melosa y envolvente, un protagonismo inmenso del bajo (que a pesar de ser técnicamente sencillo resulta la mar de infeccioso y eficaz) y una riqueza en arreglos extremadamente interesante que la hacen más y más opresiva a medida que avanza en su minutaje.

La corta y directa «Days Before You Came» es otro corte excelente que supone un toque de luminosidad y de sardónica esperanza en medio del mar de cinismo en el que nadamos aquí gracias a un ritmo dinámico, popero, ruidoso y distorsionado (un poco en la línea de la futura «The Bitter End») y a una melodía vocal pegadiza y, de nuevo, deliciosamente resultona. La conocida y bailable «Special K», por su parte, ha acabado siendo el hit más renombrado de este disco y resulta adictiva como ella sola gracias a unas guitarras alegres, un estribillo potente, unos divertidos y veraniegos «para-papa-para-rarás» y un motivante toque de positividad y rockerismo tanto a nivel espiritual como energético. Su exposición como single no estuvo exenta de polémica por el hecho de tratar de forma bastante explícita los efectos de la ketamina (y no de los cereales, como alguna mente demasiado bienintencionada podría llegar a pensar mirando el título), una temática para la que el gran público quizás no estaba del todo preparado aún.

Si hay un corte en esta primera parte del disco que no me convence al mismo nivel que los demás es sin duda «Spite and Malice». La colaboración con el rapero americano Justin Warfield (mitad del afamado dúo de post punk She Wants Revenge) tuvo como resultado una canción con un aire muy electrónico que llega a recordarme a bandas como Senser y que no acaba de contar con ningún elemento que me parezca realmente brillante. La siguiente «Passive Aggressive», en cambio, vuelve a subir el nivel gracias a su atmosfera introspectiva y a una bonita e icónica línea vocal que, eso sí, no acaba de despegar del todo hasta bien entrado el tema.

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«Black-Eyed» fue otro de los singles extraídos de este disco y cuenta con algunas de esas muchas líneas líricas que pasarán a la historia de la banda («I was never faithful / never was the one to trust / Borderline schizo / and guaranteed to cause a fuss»). Toda una declaración de intenciones que uno aplicaría a Brian sin dudarlo demasiado, y aunque su bacanal de ruiditos y de dejes psicodélicos es la mar de interesante, he de confesar que nunca ha acabado de engancharme al nivel de otras muchas de su canciones. «Blue American», en cambio, es una de mis mayores debilidades, y probablemente lo coloco como mi corte favorito de entre los menos conocidos.

En contraste con su pesadez, «Slave to the Wage» es un tema mucho más ligero y divertido que ha pasado a la historia como una de las canciones más populares de este disco. Directa y pegadiza, esta oda a romper cadenas con los trabajos aborregantes, monótonos, esclavizantes y que tienen como única motivación recibir un salario a fin de mes supone otro de los pocos momentos de cierta alegría musical que podemos encontrar en Black Market Music. Encaramos la recta final del disco con la lánguida, lenta y ambiental «Narcoleptic», un tema muy bonito y apesadumbrado con un atractivo y un magnetismo indudables pero que a mí siempre me ha dejado algo frío a pesar de, paradójicamente, ser uno de los cortes más íntimos y cálidos que podemos encontrar aquí. Siguiendo en la senda de la melancolía y el desánimo, «Peeping Tom» es otra canción preciosa y oscura con interesantes toques psicodélicos y un suave crescendo que la hace muy disfrutable y que cierra este discarral con el nivel que se merece.

Eso sí, al cabo de seis o siete minutos de silencio (y, gracias a Dio, en una pista distinta en su versión en streaming), tenemos el típico y recurrente hidden track noventero, un recurso que nunca (o al menos yo no lo recuerdo) ha aportado casi nada relevante pero que muchas bandas parecían no poder vivir sin él durante esos años. En el caso que nos ocupa, este «Black Market Blood» es un tema algo raro con ritmos imprevisibles y sonidos inesperados (desde pianos atmosféricos a cuerdas disonantes) que suena un pelín desconectada del resto del disco.

Relevancia en la carrera de Placebo

La clásica visita a setlist.fm no hace más que evidenciar y reafirmar la importancia que ha tenido este disco en la carrera de la banda, ya que solo se sitúa por detrás de Meds en su lista de álbumes más interpretados. Con más o menos protagonismo, todas las canciones de Black Market Music han sonado alguna vez en directo, con «Special K» ocupando un lugar privilegiado al colocarse como el segundo tema más popular (curiosamente, tras «Every You Every Me») en toda su historia.

Quizás Placebo no es un grupo que muchos de los seguidores habituales de nuestra revista estén acostumbrados a escuchar (aunque claro, si no os interesaran, ¿qué haríais leyendo este artículo?), e incluso dentro de la propia redacción me suelo escuchar algún que otro improperio ocasional sobre ellos. Entiendo que la voz, las pintas y la personalidad de Brian son tan polarizantes que tanto te pueden echar para atrás como atraparte para siempre, pero a mí humilde juicio, los londinenses son una de las bandas más interesantes que han salido del panorama rockero alternativo británico en las últimas décadas. Su perenne éxito y la lealtad que les profesan sus fans, supongo, son una buena prueba de ello, pero la calidad y la honestidad presente en su música hablan más fuerte que cualquier lista de éxitos.

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