La Importancia de la Cultura Emprendedora para el Desarrollo

La cultura empresarial ha sido un área de investigación valiosa en la investigación de gestión desde hace años, en particular gracias a la extensión de nuevas perspectivas de emprendimiento y gestión empresarial. En el contexto de las empresas, cabe preguntarse qué es la cultura emprendedora.

Esta puede describirse como actitudes, valores, habilidades y poder de un grupo o individuo que trabaja en una organización que se caracteriza por el riesgo. Desde la perspectiva del empresario, la cultura empresarial incide en una serie de actitudes y aptitudes que impulsan su capacidad de gestión y la toma de decisiones, así como el contexto más o menos propicio para emprender.

De esta forma, la autonomía, la libertad de actuar con independencia, la capacidad de innovación, la libertad de experimentación, la asunción de riesgos, la capacidad de tomar iniciativas y la agresividad competitiva, se configuran como rasgos clave en el emprendimiento. Pero, lejos de asumir estas características como elementos inherentes de la persona, las escuelas de negocio han asumido desde hace años el peso de la formación, la capacitación y la experiencia. Una formación que debe estar bien enfocada y encararse en función de los objetivos de desarrollo personal del empresario.

Emprendimiento y Desarrollo Personal

Ser emprendedor puede generar inseguridad cuando se considera todo lo necesario para que un nuevo negocio tenga éxito. Emprender requiere de un crecimiento y cumplir unos objetivos desarrollo personal, partiendo del área en la que se desea tomar una iniciativa de negocio. La disposición para aprender y ampliar las perspectivas para evolucionar constantemente en el proyecto, son fundamentales.

Crear una empresa implica un aprendizaje y un desarrollo personal continuos. Los empresarios adquieren diversas habilidades, como la resolución de problemas, la toma de decisiones y el liderazgo, que pueden ser valiosas tanto en el ámbito profesional como en el personal. Esta apertura al aprendizaje, es tan solo una de las ventajas de ser empresario, las cuales trascienden el propio ámbito de negocios para extenderse a otras áreas de desarrollo personal.

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Así, por ejemplo, los emprendedores cuentan con la oportunidad de dar rienda suelta a su creatividad y hacer realidad ideas innovadoras, desarrollar nuevas ideas y procesos, introducir nuevos productos, nuevas perspectivas y, en definitiva, impactar en la sociedad más allá de los límites de su propio proyecto. En este sentido, los emprendedores tienen la oportunidad de causar un impacto duradero en su sector, comunidad o incluso en el mundo. Una característica muy relacionada con el ámbito de libertad, independencia y control tanto del proyecto que se ha emprendido, como del comportamiento e implicación personal en el mismo.

Elementos que se suman a los atractivos habitualmente considerados y valorados por las personas a la hora de emprender, como la mayor perspectiva de beneficios o el control de los recursos económicos en base a la visión personal del empresario.

El Papel del Emprendedor Educativo

La importancia del desarrollo personal en la cultura empresarial no se limita únicamente al empresario. El emprendedor educativo es clave para fomentar una cultura emprendedora de forma transversal desde una edad temprana, ya que es sinónimo de impulsar la creatividad, la autonomía y el trabajo colaborativo. Repercute en la formación integral de los alumnos.

El emprendimiento es una de las bases para que un país o sociedad avance. Por eso, la educación no puede quedar al margen de esta necesidad, es ahí donde entra en juego la figura del emprendedor educativo. Fomentar la cultura emprendedora en las aulas va mucho más allá de formar a alumnos para que estos creen sus propios negocios; también es sinónimo de impulsar la creatividad, la autonomía o el trabajo en equipo.

Dentro de los currículos escolares de las diferentes etapas educativas de España, el emprendimiento continúa siendo una asignatura pendiente. Cierto es que cada vez se incorpora más contenido relacionado con esta área y desde edades más tempranas, pero su peso y forma de plantearlo continúa situándose en un segundo plano. La cultura emprendedora se debe incorporar a las aulas de forma transversal y desde una edad temprana. De hecho, la Ley Orgánica 3/2020, de 29 de diciembre, por la que se modifica la Ley Orgánica 2/2006, de 3 de mayo, de Educación, en su artículo 19, establece que “sin perjuicio de su tratamiento específico en algunas de las áreas de la etapa, la comprensión lectora, la expresión oral y escrita, la comunicación audiovisual, la competencia digital, el fomento de la creatividad, del espíritu científico y del emprendimiento se trabajarán en todas las áreas”.

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Ideas de Actividades para Trabajar el Emprendimiento en el Aula

Lógicamente, las actividades relacionadas con el emprendimiento deben adaptarse a cada edad y tipo de alumno. Es aquí donde entra en juego el rol del emprendedor educativo, el cuál lleva a cabo distintas iniciativas entre las que destacan:

  • Trabajos en equipo: En estos casos, más importante que el resultado final es el proceso para llevarlo a cabo. Realizar trabajos en grupo implica saber colaborar con los demás, compartir ideas, aprender a dialogar y ceder, entender que cada uno tiene diferentes capacidades…
  • Concursos de ideas: Plantear un problema al que los alumnos deben ofrecer una solución valorando la creatividad y la solución a la que se ha logrado llegar.
  • Creación de empresas: Realizando todos los pasos necesarios como si fuese real, lo cual incluye un plan de negocio, acta de constitución, cargos, productos o servicios, imagen corporativa, solicitud de un crédito, etc. En el caso de cursos superiores como Bachillerato o ciclos de Formación Profesional (FP), se pueden poner en marcha durante un tiempo determinado.
  • Talleres: En los que se combine la parte práctica y la experimentación con la gestión de emociones. No solo se trata de “aprender a hacer” sino también de “aprender a pensar”.
  • Recursos digitales: En la Red existen diferentes iniciativas relacionadas con el emprendimiento en colegios e institutos, desde simuladores de empresas como formaTenred a programas de educación financiera de diferentes entidades como Money Town o KitCaixa Jóvenes Emprendedores.
  • Encuentros con emprendedores: Para conocer casos reales, sus dificultades, proceso… Es fundamental que estos encuentros sean con profesionales de diferentes sectores y que incluyan también iniciativas que acabaron fracasando.
  • Visitas: A escuelas de negocios, pymes, startups… para entrar en contacto directo con diferentes realidades empresariales.

Fomentar el espíritu emprendedor es mucho más que enseñar a abrir un negocio propio. También implica reforzar la inteligencia emocional, la creatividad, la innovación, el trabajo en equipo y atreverse a pensar diferente.

Para lograrlo, es crucial que los docentes cuenten con una formación adecuada que combine los conocimientos teóricos con los prácticos y en la que la innovación metodológica y la personalización marquen la diferencia.

Beneficios de Fomentar la Cultura Emprendedora en la Educación

Fomentar la cultura emprendedora en el aula va mucho más allá de aprender a crear un negocio propio. El emprendimiento va ligado a una serie de competencias que repercuten en los alumnos de forma global. Entre sus beneficios, señalar:

  • La creatividad.
  • La autonomía y confianza en uno mismo.
  • El trabajo en equipo y la socialización.
  • El liderazgo y la responsabilidad.
  • La empatía.
  • La capacidad para asumir riesgos y adaptarse a los cambios.
  • El espíritu crítico.
  • La responsabilidad.
  • Aprender a gestionar el fracaso y la frustración.

Es decir, impulsar el emprendimiento educativo engloba más ámbitos que el financiero; desarrollar una verdadera estrategia emprendedora en el sistema educativo repercute en la formación integral de los alumnos. Además, hay que tener en cuenta que el emprendimiento real puede ir ligado al área social, cultural, deportiva, etc.

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Cultura Emprendedora en el Contexto Digital

La cultura emprendedora en el contexto digital se refiere a un conjunto de valores, prácticas y mentalidades que fomentan la innovación, la creatividad y la toma de riesgos dentro de las empresas digitales. Las empresas digitales pueden fomentar una cultura emprendedora alentando la colaboración, la experimentación y el aprendizaje continuo. Esto se puede lograr mediante la creación de entornos de trabajo abiertos donde se valoren las ideas de todos los empleados.

Adoptar una cultura emprendedora en una empresa digital puede traer varios beneficios, como un aumento en la innovación, una mayor agilidad para adaptarse a cambios en el mercado, y una mejora en la satisfacción y retención de los empleados. Uno de los principales desafíos que enfrentan las empresas digitales al implementar una cultura emprendedora es la resistencia al cambio. Los empleados pueden estar acostumbrados a jerarquías tradicionales y procesos establecidos, lo que puede dificultar la adopción de nuevas formas de trabajar. La educación juega un papel crucial en la formación de una cultura emprendedora al equipar a los individuos con las habilidades y el conocimiento necesarios para innovar y liderar en el entorno digital.

Características de un Emprendedor

Para poder tener éxito en la materialización de su idea son necesarios una serie de elementos mínimos. Estos elementos definirán las posibilidades del éxito de su emprendimiento.

Si nos detenemos a crear una definición de emprender, ayudándonos de la RAE, coincidimos que emprender es comenzar o llevar a cabo una obra, acción o negocio que tiene una cierta dificultad o riesgo (incertidumbre). Conociendo la definición, ¿en qué áreas será necesario educar para emprender?

  • Creatividad y pensamiento innovador: un emprendedor, consigue ver lo que los demás todavía no han descubierto, rompe las reglas y crea algo nuevo sin seguir una pautas ya establecidas.
  • Fortaleza y voluntad: emprender como hemos definido tiene cierta dificultad o riesgo, para llevar una idea a cabo se necesita fuerza y voluntad para no tirar la toalla.
  • Autonomía: el emprendedor es una persona autónoma que toma decisiones por sí mismo aceptando sus responsabilidades. Pero cuidado, esto no significa que esté solo, siempre puede contar con consejo o ayuda si lo ve necesario, aunque sea él quién posea la última palabra.
  • Capacidad de gestionar la presión y la frustración: no todo sale bien a la primera, es más casi nunca sale bien a la primera, el emprendedor sabe bien que la paciencia es la madre de la ciencia.
  • Capacidad de análisis crítico: ¿no ha funcionado? Volvemos a empezar, pero haciendo un análisis crítico de que no ha funcionado.
  • Motivación y confianza en sí mismo: un emprendedor tiene claras sus capacidades y fortalezas y se vale de ellas para alcanzar sus objetivos.
  • Pensamiento inductivo y deductivo: de esta forma será capaz de resolver los problemas que van surgiendo a lo largo de toda su vida.
  • Orden y capacidad de gestión del tiempo.
  • Capacidad de autoaprendizaje: el emprendedor nunca deja de aprender.

La cultura emprendedora se basa en identificar las oportunidades y buscar por sí mismo los recursos necesarios para ser autosuficiente.

La cultura emprendedora se define como los conocimientos, habilidades y valores necesarios para poder crear, implementar y desarrollar un proyecto determinado. Es una manera de definir cómo debería ser un emprendedor ideal. Tener cultura emprendedora significa, sí o sí, la capacidad de detectar oportunidades en el mercado y saber cómo aprovecharlas. También está muy relacionada con los conceptos de iniciativa y proactividad.

En otras palabras, una persona emprendedora debe tener iniciativa para llevar a cabo sus propios proyectos, no buscar depender de una persona externa. La cultura emprendedora también está muy relacionada con la asunción de riesgos. Cualquier iniciativa de negocio tiene una serie de riesgos asociados, lo que implica que existe la posibilidad de perder dinero.

Una persona con cultura emprendedora debería saber identificar el riesgo de una iniciativa de negocio, analizar sus posibles beneficios y saber cuándo asumir riesgos y cuando no. También es muy importante conocer los mecanismos para reducir los riesgos asociados a una iniciativa, algo que únicamente es posible con una base sólida de márketing y administración de empresa. Por último y posiblemente una de las características más importantes y que se considera menos relevante es la capacidad de delegar tareas.

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