La Guardia Civil ha detenido a varios empresarios de Librilla y allegados por su presunta implicación en la desaparición de Jean Mirabeau Ngoho y Siaka Coulibaly, los dos africanos a los que se les perdió el rastro el pasado diciembre tras una reunión en una nave de Librilla, según confirmaron fuentes cercanas al caso.
El arresto de estos empresarios se produce casi medio año después de la desaparición de Jean Mirabeau Ngoho, de 53 años y nacionalidad camerunesa, y su amigo Siaka Coulibaly, de 37 años y de Costa de Marfil.
El rastro se perdió el pasado 14 de diciembre cuando ambos acudieron a una reunión con el supuesto objetivo de cerrar un negocio de compraventa de vehículos. El punto se encontraba cerca de las instalaciones de la empresa dedicada al transporte y a la compra y venta de ganado de Librilla cuyos propietarios han sido ahora detenidos.
La investigación y el hallazgo
Tras meses de ardua investigación, los agentes de la Policía Judicial tomaron en la tarde de este lunes las instalaciones de una conocida empresa librillana, que actualmente se encuentra cerrada tras entrar en concurso, en busca de los cuerpos de ambos.
Este pasado jueves, el programa informaba que en el almacén donde se les pierde la pista a estos empresarios se habían encontrado restos de sangre y hoy la Guardia Civil localizaba dos cuerpos sin vida.
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A cinco kilómetros de Librilla, Murcia, hay una nave de camiones abandonada, de una empresa en quiebra, donde esta semana han encontrado dos cadáveres, posiblemente de Siaka y Jean, en un depósito de aceite usado. El antiguo dueño de la compañía y su sobrino han sido detenidos.
Los investigadores de la Benemérita prácticamente apuraron el plazo para la puesta a disposición judicial de los sospechosos -72 horas- a la espera de los avances del registro, que continúa, en la nave de Librilla donde, sospechan, se produjo el supuesto crimen.
Los especialistas recabaron este miércoles algunos restos biológicos en las instalaciones que, conforme marca el protocolo, han sido remitidos a Madrid para que sean analizados en un laboratorio y comparados con el ADN de las víctimas.
Reacciones de las familias
11:26Isabella, la esposa de Jean Mirabeau Ngoho, uno de los dos desaparecidos, enseguida intuyó que algo grave podía haberle pasado a su marido.
Así, la misma noche del sábado 14 de diciembre de 2024, el día que dio señales de vida por última vez, la mujer dejó su casa en Benalmádena (Málaga) y recorrió apresuradamente los más de 400 kilómetros que la separaban de Murcia con la intención dar con él.
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«Su primo me llamó más tarde preocupado porque no respondía al teléfono. Me dijo que el móvil de Jean sonaba, pero no contestaba. Luego intenté llamarlo varias veces y de repente ya no dio señal, no sonaba, estaba apagado», relató Isabella.
«No sé qué pensar», afirmó la mujer. Isabella con su esposo Jean Mirabeau.
«Tampoco sabemos nada de él y su teléfono también está apagado», explica Fatma, la mujer de Siaka.
Jean, de 52 años de edad y originario de Camerún, detallaría una vez allí, en la comisaría de la Policía Nacional, había estado alojado unos días en un hotel de la ciudad junto a su amigo y socio, Siaka Coulibaly, nacido en Costa de Marfil, de 37 años y con residencia en la localidad alicantina de Orihuela.
Su marido, ahondaba Isabella, se dedicaba a la compra venta de coches de segunda mano. Tras aquella conversación con su esposa, Jean ya no volvió a descolgar el teléfono. El aparato sonaba y sonaba hasta que dejó de hacerlo.
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El último mensaje que le envió su marido antes de desaparecer era la ubicación de un punto recóndito de la geografía murciana. Las coordenadas señalaban una nave junto a la autovía A7, entre campos de limones, en una zona que prometía convertirse en lugar estratégico para la industria regional y terminó con un puñado de almacenes cerrados a cal y canto.
Un día antes de que desapareciera, Siaka Coulibaly (de 37 años) fue a ver a su amigo Yigo. Había quedado con un empresario de la zona para cerrar un negocio y quedó en llamarlo al día siguiente.
Pero cuando Yigo miró el móvil, no había ninguna llamada. Le extrañó. Miró la última conexión: 10 de la mañana del día 14 de diciembre. Siaka no sabía vivir sin mirar el teléfono más de media hora. Algo similar le pasó a Isabella, la mujer de Jean Mirabeau, de 52 años.
Los agentes de policía que la atendieron la desviaron a la Guardia Civil, que era quien tenía las competencias en Librilla. El mismo domingo, acompañada de agentes de la Benemérita, Isabella acudió al polígono industrial, a las puertas de la empresa Porkytrans en concreto, pero no pudieron sortear su vallado por no contar los guardias civiles con autorización judicial para el registro.
Detalles de los detenidos y la empresa Porkytrans
La titular del juzgado de Primera Instancia e Instrucción número 4 de Totana acordó este miércoles el ingreso en prisión provisional, comunicada y sin fianza para dos de los tres detenidos por su presunta implicación en la desaparición de Jean Mirabeau Ngoho y Siaka Coulibaly, los dos africanos a los que se les perdió el rastro el pasado diciembre tras una reunión en una nave de Librilla.
Están investigados por un doble homicidio y dos delitos de ocultación de cadáver. La tercera detenida quedó en libertad, con obligación de comparecer periódicamente en el juzgado y retirada de pasaporte, investigada por encubrimiento.
Según explicaron fuentes cercanas al caso, los sospechosos son el propietario de la firma dedicada al transporte y a la compra y venta de ganado en cuyas instalaciones se busca a los desaparecidos; su sobrino y la mujer de este.
Tras unos primeros contactos para abordar este fraude, los responsables de la firma se habrían percatado de que estaban siendo víctimas de un timo. Sin embargo, no denunciaron la estafa de la que se sabían víctimas ante la Policía o Guardia Civil ni se lo dijeron a los supuestos timadores: lo que hicieron fue quedar con ellos en el gran recinto de la compañía, en concurso de acreedores desde hace años.
Los dos principales sospechosos de la desaparición de los africanos pasaron este miércoles por la mañana a disposición judicial. Lo hicieron engrilletados, desde las dependencias del Instituto Armado, que posee indicios para que, previsiblemente, tío y sobrino acaben en prisión provisional.
Según los datos que han trascendido de la investigación, una de las hipótesis que maneja la Policía Judicial es que los africanos presuntamente podrían haber tratado de timar a los de Porkytrans con billetes falsos , la conocida como estafa wash wash.
«Conocida como 'billetes tintados', consiste en engañar a la víctima para hacerle creer que mediante el lavado de unas cartulinas blancas del tamaño de los billetes, y utilizando unos productos químicos y unos procesos casi mágicos, se pueden obtener billetes legítimos o falsos de excelente calidad», describe la propia Policía en qué consiste el engaño en una nota de prensa.
La hemeroteca recoge que en noviembre de 2016 se convirtió en adjudicataria, junto a otras cuatro empresas del suministro de carne a al menos seis centros penitenciarios. Se publicó también que Instituciones Penitenciarias había rescindido los contratos de suministro de alimentos por servirles productos que estaban en malas condiciones, caducados o a punto de hacerlo. Las instalaciones donde Jean Mirabeau y Siaka se vieron con los empresarios se encontraban por tanto sin actividad, vacía.
La Guardia Civil investiga el móvil del posible crimen contra Jean y Siaka, una de las hipótesis que se ha publicado en la prensa local es una posible estafa de billetes falsos. “Juan necesitaba vender lo que fuera para salir adelante. Seguramente lo engañaron”, sospecha Narváez.
Gran parte del relato corresponde a lo que Isabella contó al diario La Verdad en febrero pasado, cuando el caso saltó a los medios de comunicación. La repercusión llegó porque la esposa de Jean Mirabeau, y también la de Siaka Coulibaly, Fatma, desesperadas por la falta de información sobre el paradero de sus maridos pidieron a SOS Desaparecidos que difundiera alertas de búsqueda con sus rostros.
Por entonces, en el recinto de la empresa Porkytrans, trabajaban a destajo una veintena de agentes de diferentes unidades de la Guardia Civil con el objetivo principal de encontrar los cadáveres de Jean Mirabeau y Siaka o algún resto biológico que pudiera demostrar que perdieron la vida allí. Estaban los de criminalística y los buzos del Grupo de Actividades Subacuáticas (GEAS), quienes revisaban las balsas y la Unidad de Subsuelo, que hacía lo propio con los pozos y fosas sépticas.
Se peinaba el terreno con un georradar y con perros especializados en la búsqueda de restos biológicos.
Tres días antes -domingo 4 de mayo- se había llevado a cabo tres detenciones:la de un empresario relacionado con la firma Porkytrans, la de un sobrino de éste, y la de una mujer, familiar de ambos. El mismo miércoles, mientras los agentes buscaban a Jean Mirabeau y Siaka en las instalaciones de la empresa, los tres sospechosos eran puestos a disposición del juzgado de Primera Instancia e Instrucción número 4 de Totana, cuya titular acordaba el ingreso en prisión provisional de los dos varones, investigados por dos homicidios y dos delitos de ocultación de cadáver, y la puesta en libertad, con retirada de pasaporte y la obligación de presentarse ante un juzgado periódicamente, de la mujer, investigada por encubrimiento.
«Se corrobora que a las víctimas se le pierde la pista tras entrar en esta empresa de donde no vuelven a salir», explicaba la delegada del Gobierno en la Región de Murcia, Mariola Guevara, «existiendo diferentes indicios y contradicciones en sus propias manifestaciones que hacen pensar que atentaron contra la vida de las víctimas», añadía.
Hay que empezar por contar que Porkytrans, dedicada al transporte y compra-venta de ganado llegó a contar con 40 trabajadores y a disponer de delegaciones en Asturias, Madrid y Extremadura, pero desde 2018 se encontraba en concurso de acreedores.
Las instalaciones donde Jean Mirabeau y Siaka se vieron con los empresarios se encontraban por tanto sin actividad, vacía.
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