Diferencia Entre Innovación y Emprendimiento: Ejemplos y Estrategias

La innovación y el emprendimiento son dos pilares fundamentales para el éxito de los negocios, las startups y el crecimiento profesional. Ambos conceptos son cruciales tanto en el mundo empresarial como en la sociedad actual. En un entorno cada vez más competitivo, la formación en estos campos se convierte en una herramienta esencial para destacar.

El emprendimiento y la innovación son características esenciales para aquellos que desean mejorar y promocionar en su sector. Además, los programas formativos en estas áreas preparan a los individuos para identificar oportunidades laborales y diseñar planes de negocio efectivos, crear productos innovadores y liderar equipos en entornos dinámicos.

¿Por qué son importantes la innovación y el emprendimiento?

La formación en innovación y emprendimiento proporciona las herramientas y el conocimiento necesarios para reconocer nichos de mercado, analizar tendencias y descubrir necesidades insatisfechas. Esta formación no se centra solo en generar ideas, sino en potenciar aptitudes esenciales para el éxito laboral.

La creatividad es primordial en el proceso de innovación y emprendimiento, permitiendo pensar de manera original y encontrar soluciones innovadoras a los desafíos en el entorno laboral. Además, se fomenta la colaboración, la comunicación efectiva y la capacidad de adaptación a entornos cambiantes. La resolución de problemas es una competencia fundamental en la formación en innovación y emprendimiento. Los profesionales aprenden a determinar obstáculos y abordarlos de manera sistemática y efectiva. Asimismo, el pensamiento crítico es esencial para analizar la información, situaciones complejas y tomar decisiones.

La formación en innovación y emprendimiento ayuda a los profesionales a ser flexibles y abiertos al cambio, convirtiéndolos en candidatos altamente valorados en el mercado laboral. El impulso de la carrera profesional mediante la formación en innovación y emprendimiento es una estrategia poderosa para sobresalir en el competitivo mundo laboral. Esta formación proporciona aptitudes y conocimientos para identificar oportunidades y potencia habilidades clave como la mentalidad emprendedora, incluso dentro de un contexto corporativo. En definitiva, la innovación y el emprendimiento confieren a los profesionales una visión más amplia y estratégica de su campo laboral, ayudándoles a anticipar y adaptarse a los cambios en el mercado y en su sector.

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Innovación Social y Emprendimiento Social

La innovación social (I.S.) se refiere a productos, servicios, procesos, modelos y formas de relación que implican una novedad o mejora en la satisfacción de una necesidad, con un impacto social positivo. Busca solucionar o mejorar la forma en que enfrentamos problemas o necesidades sociales, empoderando a las personas para co-crear soluciones.

El término “emprendedor social” comenzó a ser utilizado a fines de la década de 1970 por la organización Ashoka, que buscaba líderes comunitarios con soluciones innovadoras y escalables a los desafíos sociales. El emprendimiento social enfatiza la innovación como catalizador del cambio social y la orientación del mercado y las prácticas comerciales. Los emprendedores sociales descubren y aprovechan oportunidades para crear valor social a través de nuevos negocios.

La diferencia principal entre estos dos términos es el marcado carácter empresarial del emprendimiento social. Desde la óptica de la creación de modelos de negocio rentables, solucionan problemas sociales o ambientales. La innovación social puede, o no, ir acompañada de un plan de negocio. Otra gran diferencia son los ámbitos en los que operan. La innovación social es mucho más amplia, pudiendo ser desarrollada en ámbitos públicos, privados o del tercer sector. El emprendimiento no tiende a darse en administraciones públicas. En las empresas, aunque pueden crear nuevas líneas que sean intraemprendimiento o apoyo a emprendedores sociales, no suelen transformarse completamente en empresas sociales.

El campo de la responsabilidad social empresarial (RSE) es un espacio muy indicado para que se dé innovación social. Aquí, a veces, es difícil trazar la línea entre la acción y la innovación social, pero para nosotras tiene una clara distinción: el poder que se le otorgue a los grupos de personas con los que se trabaja y el nivel de implicación por parte de la empresa. La innovación social-ambiental también se relaciona con la medición y compensación de la huella de carbono, no solo de organizaciones, sino también de eventos. Las necesidades o problemas vinculados con el medio ambiente también forman parte de estos campos de lo “social”.

Emprendimiento Interno

El emprendimiento interno, a diferencia del tradicional, tiene un índice de éxito superior al 50% y su valoración sí que resulta macroeconómicamente significativa y patente en tantos ámbitos de la economía: la competitividad, la productividad, la exportación, la sostenibilidad de las organizaciones, su proyección y el crecimiento.

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En general, las empresas, particularmente las ETIs (en buena proporción empresas familiares) tienen una visión a medio y largo plazo y la ganancia de capital no es una causa sino un efecto. Dentro de la empresa, una iniciativa de emprendimiento parte de una plataforma de apoyo extraordinaria: los proyectos nacen de una oportunidad de mercado y crecen con la visión pragmática de ser útiles y demandados. La diferencia con otros proyectos empresariales está en el modelo operativo, liberando al equipo emprendedor de condicionantes culturales o trabas administrativas. Otras posibles alternativas están en la cooperación donde un socio empresarial puede ser un emprendedor y la ecuación de cambio una participación accionarial o relación preferente. Aquí se podría considerar una cooperación bajo la perspectiva transversal o temática donde la ecuación de cambio pivote mas en el apoyo empresarial o comercial.

Valga apuntar que el 40% de los fracasos de las “start ups” son consecuencia de la carencia de recursos, casi otro tanto se debe a la falta de alineamiento con el mercado y una tercera, también importante, al mal afinamiento del modelo de negocio. Las tres (el 90% de las causas de fracaso) están mucho mejor cubiertas en los modelos de emprendimiento interno. Falta, quizás, para que el modelo constituya una opción significativa, implicar mucho más en el emprendimiento al sector empresarial. Un trinomio: emprendedor-inversor-empresa tractora es una mejor apuesta.

En esencia, son tiempos donde se ha de abordar, con valentía, una mayor cercanía entre emprendedores, empresas y administraciones que compartan sensibilidad y perspectiva. El empuje de la dinámica de emprendimiento es, afortunadamente, solido y hoy los jóvenes lo contemplan como una alternativa.

El Rol del Emprendedor y las Estrategias

Decía Mark Twain que un hombre con una idea nueva es un loco hasta que la idea triunfa. La diferencia entre un estado y otro es el emprendimiento, que es lo que transforma la idea en un proyecto real. El gobierno, de hecho, es uno de los agentes fundamentales en el proceso emprendedor, junto con las empresas, las universidades, el capital riesgo y los propios empresarios innovadores.

Pero, no nos llamemos a engaño, el papel clave es del emprendedor que crea una compañía. Esa es la clave, sin la cual no hay esa transformación de la idea en impacto. En este punto, el emprendedor se encuentra ante varios caminos por los que transitar, que conducen a destinos distintos, no necesariamente malos puesto que no solo hay un camino hacia el éxito. En la elección de estrategias debe tenerse en cuenta que tienen que relacionarse con los recursos disponibles. Desde esta perspectiva, hay cuatro grupos de posibilidades.

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  • Estrategia de propiedad intelectual: transferir tecnología a los socios.
  • Estrategia de disrupción: descubrir una nueva fuente de valor.
  • Estrategia de cadena de valor: ejecutándola mediante la colaboración con otras empresas.
  • Estrategia de arquitectura: crear un sistema nuevo.

Walt Disney decía que la manera de emprender es dejar de hablar y empezar a hacer. Así es como se pasa de la idea al proyecto real, tangible, de impacto. Pero el camino al éxito no es único. Un buen emprendimiento comienza con la innovación: una idea, un proceso, un foco diferenciador... Además, en el emprendimiento hay un componente de riesgo en el espíritu empresarial que no está presente en la innovación.

Innovación y Emprendimiento: Conceptos Clave

Entendemos que la innovación se basa en la introducción de nuevas ideas, métodos o estrategias, con la finalidad de hacer más fácil la vida de las personas. Esto se traduce en modelos de negocio, servicios o procesos nunca aplicados con anterioridad. La innovación necesita de la creatividad. Esto conduce a nuevos mercados, conocimientos, transformaciones tecnológicas, reformulaciones económicas, etc. Una invención es una creación completamente nueva.

Los empresarios son líderes, innovadores, pioneros e inventores. El espíritu empresarial consiste en convertir grandes ideas en oportunidades de negocio viables. Convertir una idea abstracta en una oportunidad de negocio supone enfrentar riesgos. Por el contrario, la innovación se basa en la experimentación y la reducción sistemática de esos riesgos. El emprendimiento busca que los proyectos permanezcan en el tiempo. Los emprendedores fracasan, reconsideran y trabajan duro para que la empresa sea más exitosa. Por el contrario, los innovadores suelen perder interés después de la etapa de “concepción de la idea”.

Los empresarios necesitan habilidades orientadas a la planificación, liderazgo, gestión y toma de decisiones; asumen riesgos, trabajan duro y están comprometidos. Los innovadores tienen pasión por la investigación y experimentan con el pensamiento creativo. La innovación es el resultado de un nuevo pensamiento. Por otro lado, el espíritu empresarial es el proceso de hacer de la innovación una oportunidad de negocio.

El crecimiento empresarial significa, en última instancia, aumentar los ingresos económicos. Una innovación exitosa agrega valor a los negocios, posibilitando que escalen sus ganancias en el tiempo. La innovación ayuda a mantenerse por delante de la competencia.

Innovación en el Mundo Empresarial

En el mundo altamente competitivo de los negocios, la innovación se ha convertido en un factor clave para el éxito empresarial. La capacidad de innovar y adaptarse rápidamente a los cambios del mercado es fundamental para destacar entre los muchos competidores. La innovación no se trata simplemente de crear productos o servicios nuevos y revolucionarios. Va más allá de eso. Implica encontrar nuevas formas de resolver problemas, mejorar procesos, identificar oportunidades y ofrecer propuestas de valor únicas.

La innovación ofrece una serie de ventajas significativas para los emprendedores. Les permite diferenciarse de la competencia, contribuir a crear una imagen de marca sólida y atractiva, aumentar la satisfacción del cliente, abrir nuevas oportunidades y fomentar la fidelización de los clientes, entre otras cuestiones. ¿Qué estrategias pueden utilizar los emprendedores para fomentar esa innovación que buscamos en los negocios? Estas incluyen trabajar en un entorno de trabajo creativo, fomentar la colaboración y el intercambio de ideas, estar atento a las últimas tendencias y tecnologías, apostar por el aprendizaje constante, y buscar el feedback continuo y opiniones de los clientes.

Si nos fijamos en el éxito que han tenido empresas innovadoras en su sector, nos servirá como fuente de inspiración. Verás que todas estas empresas identificaron las necesidades insatisfechas de los consumidores y encontraron soluciones nuevas y diferentes para satisfacerlas. Un ejemplo de empresa que aplica la innovación es Dia, 1ª empresa franquiciadora de España. Nuestro liderazgo en el sector de supermercados no es casual, ya que desde hace varias décadas venimos apostando por la innovación en nuestros procesos, oferta y servicio a nuestros clientes, poniéndolos a disposición también de nuestros socios franquiciados.

Afortunadamente, existen numerosas herramientas disponibles para ayudar a los emprendedores a fomentar la innovación en sus negocios. Desde programas de incubadoras y aceleradoras hasta plataformas de crowdsourcing y metodologías ágiles, hay muchas opciones para explorar y aprovechar.

Innovación en Franquicias

Cuando se trata de emprender a través de una franquicia, la innovación sigue desempeñando un papel fundamental. Aunque una franquicia implica la puesta en marcha de un modelo de negocio exitoso y probado previamente, es crucial buscar oportunidades de innovación dentro de ese marco establecido. Los franquiciados pueden buscar formas de mejorar los procesos, adaptar las estrategias de marketing a las necesidades locales, y encontrar formas creativas de diferenciarse de la competencia en su área de operaciones. Optar por una franquicia que destaque en su sector te ofrece muchas ventajas.

En primer lugar, una franquicia como Dia tiene una marca reconocida y una base establecida de clientes, lo que reduce los riesgos asociados al emprendimiento desde cero. Las franquiciados también cuentan con un respaldo sólido en términos de soporte y formación continua, lo que facilita el proceso de apertura y gestión del negocio. Siempre debes continuar evolucionando y adaptándose a las cambiantes demandas de los clientes y a las tendencias del mercado. ¿Te interesa emprender apostando por la innovación, con la tranquilidad de que estás en buenas manos?

Creatividad e Innovación

El pasado 21 de abril celebramos el Día Mundial de la Creatividad y la Innovación con el fin de concienciar del papel que juega la creatividad en el desarrollo humano. Dos conceptos que cada vez cobran más relevancia en cualquier sector, ya que han transformado por completo la forma de emprender, trabajar, dirigir una empresa, liderar un equipo, etc. En Santalucía Impulsa, como ecosistema de Emprendimiento e Innovación Abierta del Grupo Santalucía, somos conscientes de que la creatividad y la innovación, además de la formación, los avances tecnológicos y la transformación, son las que dotan a los emprendedores de las competencias y habilidades que permiten idear, crear y dirigir empresas exitosas.

El primer paso para un emprendedor es, casi siempre, una idea nueva. La idea de un producto o servicio que los consumidores necesitan, pero que el mercado todavía no ofrece. A partir de esa idea surge un concepto concreto, y de él sale el proyecto real, la empresa. Todo este proceso comienza con la creatividad, y la creatividad, a su vez, requiere de la innovación. La creatividad es una de las cualidades más naturales en la mayoría de los seres humanos; no obstante, es la base para cualquier emprendedor. El proceso creativo debe estar presente desde el inicio y concepción de un negocio, ya que es lo que permitirá su diferenciación de la competencia.

Modelos de Progreso en las Organizaciones

Vivimos tiempos en que los conceptos tradicionales de evolución y progreso, a través de la innovación, parecen superados por nuevos paradigmas, inducidos por el éxito de las grandes corporaciones digitales, expresados con particular terminología y conducidos por la extraordinaria exposición a través de la comunicación social. Ello nos lleva a creer que se trata de algo, no solo nuevo sino esencial, y que su adopción implica entrar en contradicción con lo tradicional. El, tan predicado, cambio “disruptivo”, en realidad, significa mudanza sobre lo existente con algunas iniciativas radicales, pero el lenguaje lleva a interpretar destrucción del presente para dar entrada al futuro.

Son las grandes corporaciones digitales el referente que ilumina las nuevas iniciativas denominadas “start ups”: un emprendedor, frecuentemente, que sustenta una idea de negocio y se inspira en los ejemplos mediáticos a su alcance. Pero, también, son otros los modelos de progreso en organizaciones que parten de experiencia y compromiso con la innovación y asimilan un modelo de “emprendimiento interno”, transformación, sustentado en el esfuerzo propio, enriquecido con colaboraciones y alineado con su modelo de negocio y la realidad del mercado. En el camino más común de una “start up”, el primer destino es alcanzar los recursos financieros para que la iniciativa arranque. El punto de partida pasa por agotar los recursos propios y recurrir a familiares y amigos antes de salir a la búsqueda de inversores.

El afán, inducido por aquellos que ponen el dinero, es progresar en producto y actividad para alcanzar cuota de mercado y luego vender, a un tercero, con una importante ganancia de capital. El propósito del inversor es meridiano: elegir ideas y lideres emprendedores capaces de alcanzar esta potencial revalorización en un periodo limitado de tiempo. Son numerosas las iniciativas, “start ups”, que triunfan y notables los ejemplos que representan, pero, en ningún caso, y particularmente en nuestro país, suponen una masa sustantiva de riqueza y están lejos de ser un gran conductor del crecimiento. Importante reseñar que se trata de un modelo que capta la atención y el esfuerzo de un inmenso colectivo de ideas/emprendedores y, en muchas ocasiones, con propósito más cercano a la codicia que a la creación de valor.

La Importancia del Apoyo y la Colaboración

Hoy el emprendimiento es fuente de ilusión y despliegue de talento de muchos que quieren dedicar su afán al desarrollo de nueva actividad. Cada vez recibe más la atención de universidades e instituciones que se implican en la enseñanza o el apoyo/acompañamiento. Siendo todo ello, en conjunto, valioso tiene que haber una alternativa a esta situación presente, donde es manifiestamente mejorable el propósito, la sangría de talento que destruye la ilusión y el desperdicio del esfuerzo que cuestiona el futuro. No basta con liderazgo e imaginación de los emprendedores, como tampoco es razonable el protagonismo del dinero de los inversores ni suficiente la implicación institucional en la promoción y seguimiento.

El Éxito del Emprendimiento Interno

Desde el mundo de la empresa cada vez es más patente el factor innovación, la necesidad del cambio, el afán de progreso y la transformación digital. Este llamado “emprendimiento interno”, a diferencia del tradicional, tiene un índice de éxito superior al 50% y su valoración, en conjunto, sí que resulta macroeconómicamente significativa y patente en tantos ámbitos de la economía: la competitividad, la productividad, la exportación, la sostenibilidad de las organizaciones, su proyección y el crecimiento. Por ello parece natural mirar a la empresa y aprender de como desarrollar el emprendimiento individual en un modelo, transformación, más cercano a la actividad empresarial.

En general las empresas, particularmente las ETIs (en buena proporción empresas familiares) tienen una visión a medio y largo plazo y la ganancia de capital no es una causa sino un efecto. Dentro de la empresa, una iniciativa de emprendimiento parte de una plataforma de apoyo extraordinaria: los proyectos nacen de una oportunidad de mercado y crecen con la visión pragmática de ser útiles y demandados. Muchas de las tareas, que ahogan a los emprendedores, son servicios de los que la empresa dispone: medios, apoyo tecnológico, RR HH, gestión económico-financiera, etc más fáciles de instrumentar que el dinero. La escala es menos compleja al poder acceder a los mercados con mayor facilidad.

Si una empresa aborda un proyecto ha de alocar, de modo natural, el presupuesto y la perspectiva temporal adecuada, bien por medios propios o recurriendo al apoyo de la banca tradicional, sin duda el mejor de los posibles socios financieros. Dentro de una organización, a menudo, se promueven proyectos en modo “start up” interno donde los recursos propios sustituyen al dinero, los directivos y técnicos son los emprendedores internos y la potencialidad y estrategia del mercado es contrastada en clientes reales. La diferencia con otros proyectos empresariales está en el modelo operativo, liberando al equipo emprendedor de condicionantes culturales o trabas administrativas.

Valga apuntar que el 40% de los fracasos de las “start ups” son consecuencia de la carencia de recursos, casi otro tanto se debe a la falta de alineamiento con el mercado y una tercera, también importante, al mal afinamiento del modelo de negocio. Las tres (el 90% de las causas de fracaso) están mucho mejor cubiertas en los modelos de emprendimiento interno. Un trinomio: emprendedor-inversor-empresa tractora es una mejor apuesta. En esencia, son tiempos donde se ha de abordar, con valentía, una mayor cercanía entre emprendedores, empresas y administraciones que compartan sensibilidad y perspectiva. El empuje de la dinámica de emprendimiento es, afortunadamente, solido y hoy los jóvenes lo contemplan como una alternativa.

Tabla Comparativa: Innovación vs. Emprendimiento

Característica Innovación Emprendimiento
Enfoque Nuevas ideas, métodos y estrategias Convertir ideas en oportunidades de negocio
Riesgo Experimentación y reducción de riesgos Asumir riesgos para el crecimiento
Objetivo Facilitar la vida de las personas Crear proyectos que perduren en el tiempo
Pasión Investigación y pensamiento creativo Planificación, liderazgo y gestión

En resumen, mientras que la innovación se centra en la creación de nuevas ideas y soluciones, el emprendimiento se enfoca en la implementación y comercialización de esas ideas para crear un negocio exitoso.

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