El Liderazgo al Estilo de los Jesuitas: Un Resumen

El "Liderazgo ignaciano" se refiere a los principios y valores que moldearon a San Ignacio de Loyola como un líder capaz de gobernar y dirigir una organización como la Compañía de Jesús. Esta compañía ha prosperado y cumplido su misión durante casi 500 años, involucrando a sus miembros de manera personal e inspirando transformaciones duraderas.

El liderazgo al estilo jesuita, o "heroico" como ellos prefieren calificarlo, invita a cada uno a evaluar su impacto diario, a rectificar si es necesario y a definir qué es lo que se quiere dejar como impronta. Invita también a transformar un liderazgo casual por un liderazgo deliberado de cada uno y de los demás. Ningún instrumento de liderazgo es tan eficaz como el ejemplo de la propia vida del líder. Lo que él es. Lo que él hace. Qué principios se reflejan en sus actos. Quien quiera que su equipo actúe "heroicamente", ha de ser él mismo un héroe. Si quiere que sus empleados se apoyen unos a otros, apóyelos con el estímulo, con la lealtad. Y todos juntos, "correr a toda velocidad hacia la perfección".

Principios Clave del Liderazgo Ignaciano

Lowney describe los principios que fueron decisivos para el éxito de los jesuitas y que definen su estilo de liderazgo. Y que, por tanto, pueden ser aplicados por cualquier empresa.

Los Ejercicios Espirituales, basados en la vía que siguió el fundador, Ignacio de Loyola, hacia el liderazgo personal efectivo: "Loyola atrajo a algunos de los mejores talentos de Europa no por su inteligencia superior y sus notables realizaciones, ni con un fascinante plan de negocios, ni con ningún plan, realmente. Su gran atractivo estaba en su habilidad para ayudar a los demás a hacerse líderes.

Otro principio del liderazgo al estilo jesuita, es el ingenio, porque predispone a las personas no sólo a pensar de una manera original sino a vivir de una manera original.

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El ingenio lleva a las personas que quieren ser líderes a arrancar de raíz todo temor a lo desconocido. el apego a su posición y a sus posesiones, materiales y sobre todo ideológicas, los prejuicios, la aversión al riesgo.

El amor comunica propósito y pasión al ingenio y al heroísmo, dos de los principios ya mencionados del liderazgo al estilo jesuita. Finalmente, el conocimiento de uno mismo, clave en los Ejercicios Espirituales, el arma secreta de los jesuitas, arraiga y nutre las demás virtudes del liderazgo. Porque el que descubre realmente quién es, qué quiere, qué defiende y hacia dónde va ya ha dado el primer paso hacia el liderazgo.

Pero lo más importante es que el conocimiento de sí mismo no es un proyecto de una sola vez, es permanente. Además de la evaluación inicial que uno debe hacer de sus fortalezas y debilidades, valores y defectos, está el examen de conciencia, el hábito diario de la reflexión. "Es una oportunidad de medir la vida, aspecto por aspecto, a la luz de los principios y las metas", escribe Chris Lowney. Y añade que "aunque el concepto de íntima reflexión pueda sugerir la idea de aislamiento del mundo, quienes la practican debidamente encuentran que los capacita mejor para actuar en él con energía". Eso que los primeros jesuitas llamaron "simul in actione contemplativus".

Componentes del Liderazgo Ignaciano

  • Autoconocimiento: Honestidad, sinceridad y lealtad con uno mismo.
  • Gestión de Emociones: Identificar y comprender los sentimientos.
  • Amor: Generar espacios de esperanza y dignidad.
  • Indiferencia: Libertad de apegos para servir a Dios y a su causa.

Elemento importante del liderazgo ignaciano es el amor, que se va colando en las historias, en los acontecimientos y en las personas, que busca huecos donde seguir creando, engendrando vida. Un buen líder ignaciano genera espacios diversos en los que surge la esperanza y donde el sufrimiento no derrota; lugares en los que las personas se mantienen con dignidad, aún en situaciones de injusticia.

Asimismo, en un buen líder ignaciano debe prevalecer la indiferencia, que es una invitación continua a ser libre de los apegos del corazón y de las amenazas exteriores, para servir sólo a Dios y a su causa.

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El conocimiento de sí mismo arraiga y nutre las demás virtudes del liderazgo. El que descubre quien es, que quiere, y que defiende ya ha dado el primer paso hacia el liderazgo heroico. El conocimiento de sí mismo no es un proyecto de una sola vez. No menos importante que la evaluación inicial que uno hace de sus fortalezas, sus debilidades, valores y visión, es el hábito diario de la reflexión, el examen de conciencia.

Finalmente, el liderazgo al estilo jesuita exige dejar de actuar como si estuviera dirigiendo a seguidores y empezar a actuar como líderes de líderes, hacer lo que ayuda a otros a liderar. Y para ello, "quamplurimi et quam aptissimi". Buscar "tantos como sea posible y los más aptos de todos".

Tabla Resumen de los Principios del Liderazgo Ignaciano

Principio Descripción
Autoconocimiento Entender las fortalezas y debilidades personales.
Ingenio Pensar y vivir de manera original, sin temor a lo desconocido.
Heroísmo Responder con calidad a las oportunidades, buscando grandes resoluciones.
Amor Comunicar propósito y pasión en todas las acciones.

En las instituciones educativas de la Compañía de Jesús se aspira formar personas que asuman el liderazgo social y ciudadano, a lo ignaciano, como característica de su estilo de vida al servicio de los demás, para la construcción de una sociedad más justa y solidaria.

Nos dice el P. José M. Guibert “El liderazgo ignaciano… Consiste en asumir el reto de acompañar a otras personas en el desarrollo de una misión conjunta. Y esto, inspirado en cómo san Ignacio lo hacía”.

Perspectivas Actuales sobre el Liderazgo Ignaciano

El concepto se asocia a contenidos y experiencias relevantes para el gobierno de las instituciones jesuitas. Enriquecer el “liderazgo” con lo que implica el adjetivo “ignaciano” puede resultar apostólicamente fecundo y, de hecho, es una necesidad.

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Planificar en clave ignaciana y sinodal significa implicar a las personas desde el principio, utilizando la conversación espiritual y el discernimiento en común como métodos indispensables en cada paso. Lleva más tiempo, es cierto, pero a lo largo del camino construimos gradualmente la implicación, el compromiso y un sentido cada vez más fuerte de la misión.

La noción de liderazgo incluye una dimensión ética en las ciencias económicas y empresariales. Hoy, en plena era de la colaboración, no podemos permitirnos un liderazgo jerárquico en los centros educativos de la Compañía. Debemos exigirnos la adopción de procesos, políticas y estructuras que promuevan, mantengan y no contradigan los principios y valores para y en los que educamos.

Una manera de convertirse en el mejor líder que puede ser es seguir las enseñanzas de la Biblia de que el liderazgo es -antes de todo- un acto de servicio.

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