Casos de Empresarios Argentinos Descuartizados: Un Análisis Detallado

En los últimos años, varios casos de empresarios argentinos encontrados descuartizados han conmocionado a la opinión pública. Estos crímenes, caracterizados por su brutalidad y complejidad, han generado intensas investigaciones policiales y judiciales.

El Caso de Roberto Fernández Montes

Nuevos datos sobre el asesinato en Argentina de Roberto Fernández Montes, el empresario de origen asturiano, salen a la luz y cada vez son más morbosos. El cadáver fue hallado calcinado, descuartizado y con el tren inferior mordisqueado por varios perros. Las dos partes fueron encontradas en lugares cercanos.

Poco a poco se revelan nuevos detalles sobre el crimen de Roberto Fernández Montes, el empresario de origen asturiano afincado en Buenos Aires asesinado y cuyo cadáver fue hallado, según se están haciendo eco diferentes medios argentinos. Al parecer, por la acción de varios perros, el tren inferior y la cadera del asesinado fueron separadas del tronco y arrastradas hasta una calle de tierra situada a unos cuantos metros. Por otro lado, la parte superior del torso fue encontrada quemada entre la hierba.

Los médicos forenses que realizaron la autopsia de los restos en la morgue de La Plata no pudieron determinar aún la causa de la muerte por el estado del cadáver. «El cuerpo está muy carbonizado. No se pudo descubrir cuál fue la causa de muerte. Habrá que esperar los estudios complementarios», declaró un investigador judicial, según se ha hecho eco el diario Crónica.

Los médicos de la Policía Científica bonaerense no pudieron esclarecer si la víctima presentaba algún tipo de herida provocada por golpes, arma blanca o arma de fuego en los pocos tejidos que quedaron aptos para analizar. Tampoco visualizaron daños óseos ni se detectaron proyectiles en las radiografías.

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Implicación del Yerno

Según pudieron registrar las cámaras de seguridad del edificio donde residía Roberto Fernández Montes, su cadáver fue presuntamente transportado por su yerno, Santiago Corona, y un exempleado de su empresa Mini -Vial, César Ricardo Arce, conocido como el mecánico. Según informaron fuentes del caso a diversos diarios argentinos, en la secuencia se observa que el empresario salió de su casa el sábado a las 8.42. Minutos después, a las 9.05, ingresó al edificio Ricardo Arce, que utilizó el control remoto del portón de entrada y subió con las llaves del apartamento de la víctima.

Fernández Montes regresó a las 12.09 y, 45 minutos después, llegó al edificio su yerno. Llevaba colocados unos guantes y recogió las llaves que le lanzó su presunto cómplice desde el balcón. A las 13.20 ambos sospechosos bajaron al garaje con un bulto ensangrentado envuelto en una sábana. Lo guardaron dentro del Suzuki Fun de la hija menor del empresario y se fueron.

La pareja de Roberto Fernández Montes, llamada María del Carmen, afirmó a los medios argentinos que el yerno «fingió colaborar con la búsqueda». «Esa mala persona le decía -a su mujer- que se quedara tranquila. En la casa no vimos nada raro, hasta que la hija más pequeña, que vive con él, se da cuenta de que faltan las sábanas de la cama», explicó la compañera del fallecido.

María del Carmen contó que ahí comenzó la búsqueda, durante la cual, acompañados por el yerno de su pareja, fueron a buscarle hasta el lugar donde se ubica su empresa. La mujer de fallecido asegura que, de un día para otro, Roberto Fernández descubre que lo citan de la Administración Federal de Ingresos Públicos «porque tenía deudas». «Sus camiones y sus empleados estaban sin seguro y estaba todo sin pagar. Su yerno era quien manejaba la administración y le escondía todo. Él no podía creerlo y me pidió ayuda, así que empezamos a hacer una investigación y supimos que había pedido como 10 ó 15 créditos sin consentimiento y el dinero que entraba lo desviaba a su cuenta corriente», relata la compañera sentimental respecto a Santiago Corona, yerno de la víctima.

El empresario habría estado a punto de demandarle por una posible estafa.

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Desaparición de Cuchillos y Teorías Morbosas

Entre las últimas novedades que se han desvelado se encuentra la desaparición de siete cuchillos de la cocina del apartamento de la víctima, que residía en el barrio de Caballito, en Buenos Aires, donde ocurrió el homicidio. Existen otros detalles además de la desaparición de los cuchillos que llevan hasta esa teoría.

La hipótesis se refuerza con los análisis de las grabaciones de las cámaras de seguridad del edificio, donde todo parece indicar que el cadáver del empresario, que fue extraído del edificio envuelto en una sábana ensangrentada, ya habría sido despedazado en varios trozos antes de abandonar el escenario del crimen. «Al cuerpo, según se ve en los vídeos y de acuerdo a cómo apareció, no lo sacaron entero del edificio», comunicaron fuentes del caso al diario Clarín. Además se pidieron análisis del cuarto de baño de la casa de la víctima para comprobar si efectivamente el descuartizamiento se realizó allí.

Además de aportar el dato de la ausencia de las siete hojas de acero de la cocina, el letrado especuló con la posibilidad de que hubiese un nuevo implicado en el caso, concordando con la línea de investigación que está siguiendo ahora mismo la policía argentina.

Detenidos y Prófugos

Por el momento el crimen de Caballito suma tres personas implicadas a las que se podría sumar el supuesto Gabriel. El más comprometido es su yerno, Santiago Corona, quien aparece en la grabación de las cámaras de video extrayendo el cadáver del edificio en compañía del carnicero paraguayo Pedro Ramón Fernández Torres, quien se encuentra todavía en paradero desconocido. Detenido aunque con menos pruebas completa la lista César Ricardo Arce, conocido como el mecánico, un exempleado de la empresa de Fernández Montes que mantenía una estrecha relación con el yerno de la víctima y que podría haber contratado al carnicero paraguayo como sicario.

«Si Giselle, la hija menor de la víctima, no se ponía a revisar las filmaciones del edificio, todavía estaríamos pensando que se trataba de una desaparición», destacó Morla en su intervención radiofónica.

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El Caso de Fernando Pérez Algaba

Fernando Pérez Algaba, influencer y empresario de criptomonedas, ha sido encontrado muerto cerca de un arroyo en Buenas Aires, Argentina. Fue un grupo de niños que jugaban por la zona los que encontraron los restos descuartizados del criptomillonario en el interior de una maleta en la zona del arroyo. Fernando Pérez era conocido en redes sociales por promover las inversiones en criptomonedas, con las que consiguió amasar una gran fortuna. Según los medios locales, el influencer desapareció el pasado 18 de julio.

La maleta que contenía algunos de los restos del millonario fue encontrada el pasado domingo. Días más tarde, su cabeza se encontró en el interior de otra mochila flotando río abajo, según recoge Metro.

Los restos del influencer, que fueron identificados gracias a sus tatuajes y a sus huellas digitales, permitieron identificarle. Según la autopsia, Fernando habría recibido tres disparos antes de haber sido desmembrado.

Reacción de las Hijas de Roberto Fernández

La Policía argentina busca a un carnicero de nacionalidad paraguaya, Pedro Ramón Fernández Torres, como la tercera persona que pudo participar en el asesinato del empresario de origen lenense Roberto Fernández Montes, que fue hallado carbonizado y descuartizado en un descampado de las afueras de Buenos Aires el pasado domingo.

Las hijas de Roberto Fernández, Giselle (32) y Natalia (34) han pedido protección policial. "Tenemos miedo de que vengan a por nosotras", indicó esta mañana Giselle, que acudió a los juzgados bonaerenses junto a su letrado, Matías Morla, conocido en Argentina como el abogado de los famosos. Las hijas de Fernández están asustadas por el entorno en el que se estaba moviendo Santiago Corona y temen que terceras personas puedan hacerles daño. Natalia, la esposa de Corona, tiene dos hijas con él, de uno y dos años edad.

Fue Giselle, que residía en el mismo apartamento de Caballito que su padre, la que dio la voz de alarma al ver las grabaciones de las cámaras del garaje de la vivienda. Al ver a su cuñado llamó a su hermana para decirle: "Estás comiendo con el asesino". Entre las dos urdieron una trampa para llevar al hombre a la comisaría. Natalia simuló que tenía que hacer unas gestiones con la Policía y que era mejor que él la acompañase. El hombre lo hizo a regañadientes, ya que quería quedarse en casa con las niñas.

El Caso de Andrés Crespo Arias

Los argentinos José Roberto Morales y Alcira Susana Calvito secuestraron en 1995 al joyero Andrés Crespo Arias, un adinerado ejecutivo en paro del ramo de la joyería y presidente honorario de la Asociación Sindical de Representantes de Comercio de Madrid. El problema es que a Crespo Arias le dio un ataque al corazón. Y en vez de llamar a emergencias, Morales decidió descuartizarlo.

Una historia que cuenta Carlos Berbell, director de este diario digital, en su libro «CSI, casos reales españoles«, publicado por La Esfera de los Libros en 2003. Por su interés con la actualidad, publicamos este caso que el inspector jefe de la Policía Nacional, Jaime Barrado, resolvió gracias al amor que Alcira Susana Calvito sentía por sus dos perros de raza Huskey. Así fue la historia.

“Lo único que pensaba es que tenía que sacarme ese cuerpo de ahí. Cuando yo verdaderamente me di cuenta de lo que hice, me desesperé. Yo no lo hice ni pensando. Lo hice por inercia. Se supone que las palabras de José Roberto Morales Gómez, un argentino de 54 años, debían sonar sensibles y humanas. Las de un hombre compungido y arrepentido por lo que había hecho. Denotaban una frialdad escalofriante.

En ella aparecía expuesto, sobre una mesa cuadrada enorme, lo que quedaba del joyero. En el lado superior izquierdo se podía ver la cabeza calva del hombre junto a las dos manos cortadas. Debajo toda la materia cárnica. En el lado derecho estaba el esqueleto. Una imagen como esa hubiera sido dinamita pura ante cualquier jurado popular. Sólo con que el fiscal la hubiera mostrado, José Roberto Morales y su cómplice, la también argentina Alcira Susana Calvito de las Bárcenas, de 45 años, su pareja de hecho durante los últimos años, habrían aumentado sus probabilidades de condena. En Estados Unidos hubieran sido carne de corredor de la muerte. Una mente normal no podía encontrar ninguna justificación a esa barbaridad.

Para él, Andrés Crespo Arias era ya cadáver cuando hincó en su cuello su cuchillo de despiezar reses. ¿Fue como él explicó?

Alcira Susana Calvito y José Ramón Morales habían llegado a España en marzo de 1994 y se habían establecido en un chalet de la calle Jazmín, 28, en el Soto de la Moraleja, uno de los barrios de clase media alta situado en el pueblo de Alcobendas, al norte a las afueras de Madrid. La mujer era morena, delgada, con un cierto atractivo personal. Gustaba de pregonar que tenían mucho dinero y daba muestras de poseer una gran pasión: los perros. Poseía dos preciosos huskies -perros esquimales- de ojos transparentes. El hombre, en apariencia cortes, de modales atildados, era de talla media y delgado. Les quedaba bien poco de la herencia familiar que Alcira Susana había recibido tras la muerte de sus padres, con los que había estado muy unida.

Relató que durante más de diez años se había dedicado a cuidar a su padre, Héctor Calvito, hasta que murió de una larga enfermedad renal. Era inevitable que Alcira Susana terminara en el psiquiatra durante un periodo continuo de siete años. Se sentía perdida, explicó, y no le encontraba sentido a la vida.

Perfil Psicológico de Morales

“A Morales se le puede definir como un hombre frío, insensible, calculador, impulsivo, con un gran autocontrol, agresivo, peligroso y violento. Es un psicópata adaptado que conoce bien las técnicas de la relación social y que posee un atractivo superficial. Tiene buena inteligencia, no sufre trastorno psicótico alguno, es inconstante, insincero, le falta la vergüenza o el remordimiento y es incapaz de aprender con la experiencia.

Como prueba de su potencial de peligrosidad, Esbec relataba cuál era la relación que Morales tenía con los demás internos del módulo 3 de la Prisión de Alcalá-Meco, al este de Madrid donde “en su presencia nadie levanta la voz ni nadie plantea problema alguno, a pesar de ser Morales el responsable del economato y de vivir en su celda solo, donde todo guarda un perfecto orden y una obsesiva limpieza, lo que extiende a su manera de vestir y de estar, tal como ha podido comprobar este perito”.

Del pasado de Morales en Argentina se supo poco. Según sus propias palabras, había sido miembro de la Policía Federal de su país. Solía alardear de ello; mostraba un carnet de ese cuerpo de seguridad. Las indagaciones de Interpol, sobre este extremo, fueron negativas: “No existe constancia de que José Roberto Morales haya pertenecido a ninguna organización policial de Argentina”. Nunca fue policía. Pero daba el pego, y eso era todo lo que importaba.

Motivaciones y Circunstancias

La primera intención de la pareja de argentinos a su llegada a Madrid parece ser que fue la de abrir un negocio para ganarse la vida de una forma decente. El negocio fue inaugurado en noviembre de 1994. Contaban con seis empleados. Les fue tan mal que a principios de enero tuvieron que cerrar y despedir a todo el mundo sin pagarles ni una peseta. No tenían.

La situación se hizo insostenible. De acuerdo con un vecino, la relación entre ambos se fue deteriorando. Ella se mostraba crispada y humillaba en público a Morales, que adoptó una actitud introvertida y huraña. La mujer empezó a prostituirse con señores de mediana edad. Era muy buena en las relaciones sociales.

Fueron varios los contactados, pero el elegido resultó ser Andrés Crespo Arias, un manchego natural de Membrilla, Ciudad Real, que se había hecho a sí mismo. A los 20 años había emigrado a Madrid con sus padres y sus dos hermanas. Era un hombre muy trabajador, de carácter extrovertido y jovial, poseedor del don de gentes.

Crespo gustaba -quizá ese fue “su pecado”- de alardear de su posición social con algunas mujeres que no debía, como Alcira Susana. Estaba orgulloso de lo que había conseguido. Vivía en un confortable apartamento del número 8 de la calle de Potosí, no muy lejos del estadio Santiago Bernabéu. Poseía dos automóviles, un Mitsubishi Montero y un Volkswagen Golf, y una moto Yamaha. Y tenía como compañera a una atractiva mujer, María Soledad Moldes Alonso, de 44 años, con la que vivía como pareja de hecho.

Desde que Alcira Susana Calvito le conoció, a finales de 1994, siempre tuvo la impresión de que “nadaba en plata”. Fue fruto de la casualidad. Las oficinas de ASIRCOM lindaban con las de la charcutería-cafetería de los dos argentinos. Era imposible que a la mujer le pasara desapercibido un hombretón de 1,85, bien vestido, que exultaba seguridad y prosperidad por todos los poros de su piel. Se enteró de que era el presidente de esa asociación y también director comercial de una fábrica de joyas, dos datos que almacenó en su memoria para contactos futuros. Por si acaso los necesitaba. Un día hizo por conocerlo. No fue difícil. Rápidamente hicieron migas. A la argentina se le daba bien sonsacar cosas sin que la otra persona se apercibiera. Dominaba el arte del juego social y de la conversación.

La mujer sabía cómo hacerse desear por los hombres maduros, y Andrés Crespo lo era. No le costó mucho a Alcira Susana convencer al comercial de trasladarse a su casa para tener más intimidad. La idea de mantener relaciones sexuales con una mujer tan atractiva y distinguida como Alcira Susana se le antojó una propuesta irrechazable. Crespo, al parecer, sabía de la existencia de Morales, pero Alcira Susana le había asegurado que no estaría en casa esa noche.

José Roberto Morales se tomó su tiempo. Dejó a la pareja un largo rato de tranquilidad. Cuando estuvo seguro del efecto sorpresa, irrumpió en la de matrimonio armado con una Pucara, una pistola de fabricación argentina del calibre 32 largo, y amenazó a Crespo.

A los mandos del Mitsubishi Montero la mujer se dirigió a la calle Claudio Coello, donde a las 2.57 de la madrugada del 13 de abril trató de sacar dinero de un cajero automático de la cuenta de Crespo.

En la primera intentona la cantidad fue de 50.000 pesetas (300 €); el cajero se lo denegó. En la segunda bajó a 35.000 pesetas (210,35 €); volvió a denegárselo. A la tercera, la de la vencida, le entregó las 35.000 pesetas requeridas la última vez.

La mujer se retiró a su habitación a dormir mientras Morales se encargaba de seccionarle el cuello con un cuchillo, separando la cabeza del resto del cuerpo. Luego desmembró el resto del cadáver, deshuesándolo, apartando con cuidado la carne del hueso, hasta reducirlo a tres montones manejables que introdujo en tres grandes y resistentes bolsas de viaje de color negro. Fueron varias horas de frenética actividad. No fue un trabajo fácil que pudiera hacerse en tres minutos el terminarlo. Le llevó el resto de la madrugada y parte de la mañana.

La dirección de la investigación la asumió el inspector jefe Jaime Barrado, que entonces era el Jefe de Grupo I de la citada Brigada, especializada en secuestros, extorsiones y delincuencia organizada. “No pensamos que Andrés pudiera estar muerto. Jaime Barrado se convirtió más tarde en comisario.. Es una leyenda en el Cuerpo Nacional de Policía. Bajo su mando se resolvió el caso de Anabel Segura y se detuvo a «El Solitario».

La única posibilidad que tenían de atraparlos era desplegando un numeroso contingente de policías de paisano para que vigilaran, de un modo camuflado, todas y cada una de las cabinas desde las que podían llamar los secuestradores. “Se nos escaparon por un minuto. La señorita que los atendió nos pudo describir cómo era la pareja. El hombre era moreno, tenía en torno a 45 años de edad (se conservaba bien) y era de complexión fuerte. La mujer, de la misma edad, era delgada y tenía media melena clara o rubia.

Alcira Susana trató de desprenderse de un folio manuscrito, tirándolo al suelo. En el bolsillo de Morales encontraron una nota incriminadora.

La clave para desbloquear el caso emergió durante el registro consiguiente que realizó la Brigada Provincial de Policía Científica al chalet, con asistencia de los GEO. En el jardín, en la parte posterior de la casa, descubrieron un agujero excavado de 1 metro de profundidad y una anchura de 70 centímetros.

Tabla Resumen de los Casos

Caso Víctima Estado Sospechosos
Roberto Fernández Montes Empresario de origen asturiano Hallado muerto y descuartizado Santiago Corona (yerno), Pedro Ramón Fernández Torres (prófugo), César Ricardo Arce
Fernando Pérez Algaba Influencer y empresario de criptomonedas Hallado muerto y descuartizado En investigación
Andrés Crespo Arias Joyero Secuestrado y descuartizado José Roberto Morales, Alcira Susana Calvito

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