Algunos nombres quedarán para siempre grabados en la memoria colectiva y pasarán a formar una parte esencial de nuestra historia por las grandes luchas y los logros de los brillantes y tenaces individuos que los llevaron. Este es el caso de Martin Luther King Jr., un joven pastor bautista estadounidense que se convirtió en la cara visible del movimiento por los derechos civiles de la comunidad afroamericana.
Nacido el 15 de enero de 1929 en Atlanta, una ciudad del estado de Georgia, en los Estados Unidos, Martin Luther heredó de su familia una tradición que lo unió fuertemente a la Iglesia Bautista toda su vida. En el seno de una familia de clase media, King recibió una educación muy completa que culminó con sus estudios universitarios en teología y ética. Sin embargo, durante todo este tiempo su realidad estuvo inevitablemente condicionada por la segregación social que vivían los estados del sur del país, donde la asistencia a escuelas, iglesias y restaurantes, entre otros, estaba separada por razas. Estas experiencias tempranas pudieron ser la raíz que atara a Martin Luther King al activismo social, una causa que de forma injusta e inesperada lo llevaría hasta su muerte en 1968.
Nace un Líder
Si una cosa destacó claramente en King durante su extensa etapa universitaria fueron sus habilidades para la oratoria, una característica indiscutible de todo gran líder social. Este relevante rasgo lo acompañó durante su carrera como ministro de la Iglesia Bautista y más tarde como dirigente de la Asociación de Mejora de Montgomery, una organización creada en respuesta al arresto de Rosa Parks tras negarse a ceder su asiendo a una mujer blanca en el autobús, incumpliendo así las leyes de segregación vigentes.
Martin Luther King era una personalidad respetada dentro de su pequeña esfera pública, pero pronto esta condición cambiaría: los boicots impulsados por su organización hicieron suficiente presión como para que se eliminara la segregación en los autobuses de la ciudad de Montgomery, un exitoso acontecimiento que validaba de forma pública por primera vez al movimiento. Este fue el comienzo de un crecimiento exponencial en la vida de King como activista, que lo llevaría a dar discursos alrededor del mundo y conversar con importantes figuras del ámbito de la política.
Ponte por un momento en la piel del pequeño Martin. Tenía solo seis años cuando dos amigos blancos le dijeron que no estaban autorizados a jugar con él. Imagina todo el peso del segregacionismo cayendo sobre tus pequeños hombros. Tanto dolor podría haberse traducido en rencor y autoritarismo, pero floreció al contrario. Ya entonces, bajo su liderazgo, dieciocho personas se reunieron en una iglesia para discutir la estrategia del boicot a la compañía de autobuses. Fue la primera vez que el hombre que estaba llamado a cambiar para siempre la historia de los afroamericanos ejerció su papel como líder participativo. Y en una ciudad con 105.000 habitantes, 42.000 de ellos negros, aquella acción llevó a la quiebra a la empresa.
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Nadie nunca ha cambiado el mundo solo. Ni si quiera los dirigentes más autoritarios. Pero hay muchos estilos de capitanear los barcos, y el método de King se basó desde el principio en escuchar al otro. Se adhirió a la filosofía de la desobediencia civil no violenta, como ya había hecho Gandhi con éxito en la India. Pero el camino no fue fácil. En el otoño del 58, mientras Luther King estaba firmando ejemplares de su libro en una tienda de Harlem, fue apuñalado por una mujer negra que lo acusó de ser un jefe comunista. Le atacó con un abrecartas que llegó a rozarle la aorta y escapó por poco de la muerte, pero su reacción fue perdonarla. El aspecto patético de esta experiencia no es la herida de un individuo, dijo.
Características del Liderazgo de Martin Luther King Jr.
- Líder Participativo: Así es como responde un líder participativo: basando sus acciones en la búsqueda constante de la motivación, la implicación y el compromiso.
- Compromiso Total: Demostrar el compromiso total hacia una causa es esencial para lograr el éxito en ella.
- Innovación: La segunda lección está relacionada con innovar, romper las creencias establecidas como base para lograr un cambio. Muchas veces implica tomar medidas que son impopulares, pues la resistencia al cambio es un elemento común en las organizaciones.
- Comunicación: La comunicación fue la tercera de sus virtudes. Tenía un sueño, pero no habría podido hacerlo realidad si no lo hubiera comunicado a todas las personas que tenía a su alrededor.
- Humildad: La humildad es otra cualidad de los grandes líderes de la historia. Un gran líder es consciente de sus debilidades y tiene en cuenta que necesita a todo su equipo para conseguir sus objetivos.
- Honestidad: Los grandes líderes son honestos con su gente cercana y con sus seguidores. Prefieren decir la verdad que decir a la gente lo que quieren oír.
- Determinación: Los grandes líderes tienen la determinación de conseguir sus objetivos a pesar de los obstáculos.
- Ejemplo: Los grandes líderes actúan dando ejemplo.
"Yo Tengo un Sueño" ("I Have a Dream")
La condición pacifista del activismo antirracista de King no fue suficiente para librarlo de todos los conflictos políticos por los que pasaría a lo largo de su vida, pero sí lo sería para convertirlo en una leyenda de los derechos civiles en Estados Unidos. Y es que el Dr. King tenía un sueño, tal y como manifestó frente al Monumento Lincoln el 28 de agosto de 1963 en el contexto de la Marcha sobre Washington por el trabajo y la libertad: allí, alzado frente a la multitud, pronunció el que a día de hoy se considera su discurso más famoso y uno de los mejores de la historia, que proclamaba la necesidad de un cambio notorio en materia de igualdad imaginando una sociedad en la que todas las razas conviven sin prejuicios.
En su discurso más famoso desde las escalinatas del monumento a Lincoln, Martin Luther King soñó. Y buena parte de Norteamérica lo hizo con él. Aquellas palabras extendieron por todo el país la conciencia pública sobre el movimiento de los derechos civiles de la población negra, y consolidaron al líder activista como uno de los más grandes oradores de la historia estadounidense.
Ese mismo año participó en numerosas manifestaciones pacíficas que englobaban una campaña a favor del derecho al voto de los ciudadanos negros, así como su acceso a la educación de calidad. Estas acciones y su forma de llevarlas a cabo rechazando todo tipo de violencia lo llevaron a ser galardonado con el Premio Nobel de la Paz en el año 1964. Durante los años consiguientes se aprobaron la Ley de Derechos Civiles de 1964 y la Ley de Derecho al Voto de 1965.
De hecho, tras cerca de un año sin resultados tangibles, el movimiento comenzó a debilitarse y a gestar radicales impacientes entre sus filas. Y a principios de los 60, durante una manifestación, varios jóvenes negros cruzaron la línea roja, lanzando piedras contra la policía y dejando en evidencia que la inquina se había colado en casa con sus tenaces dedos. Había que hacer algo por remediarlo, así que de inmediato Luther King exigió el alto de todas las protestas y un día de penitencia para promover la no violencia y mantener la moral.
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En otros estilos de liderazgo más autoritarios habrá quienes no se atrevan a proponer nada. Sin embargo, cuando eres un líder participativo corres el riesgo de que otros miembros de tu grupo tomen las riendas con un fervor excesivo. Escuchas a todos y no desaprovechas posibles grandes ideas, pero tienes que saber dominar la situación si los actos empiezan a ir en contra de las propias bases de tu proyecto. «Cuando se planificó nuestra estrategia meses después, pasamos muchas horas evaluando e intentando aprender de nuestros errores. Nuestro examen nos ayudó a hacer nuestras futuras tácticas más eficaces», explicó tras aquel suceso.
Cabe destacar que el enfoque pacifista de Martin Luther King lo diferenciaba de otros activistas dentro del movimiento. Por este motivo, sus tácticas no siempre fueron compartidas por sus contemporáneos y terminaron por provocar algunos conflictos internos.
Gran ejemplo de ello son los acontecimientos que tuvieron lugar en Selma, Alabama, en marzo de 1965. Un grupo de manifestantes liderados por John Lewis y Hosea Williams fue protagonista de un enfrentamiento iniciado por la policía estatal durante una marcha por el derecho al voto de los ciudadanos afroamericanos, resultando en un episodio de violencia conocido como el "Domingo Sangriento". King dirigió una segunda marcha unos días más tarde, pero al llegar al punto de encuentro con la policía este instó a los manifestantes a arrodillarse y rezar. Durante esos años la tensión social dentro y fuera del movimiento era innegable, y la resistencia emocional del mismo King se había visto mermada tras múltiples conflictos, amenazas de muerte y estancias en la cárcel.
El Trágico Final
Así llegó el 4 de abril de 1968, el día en el que el movimiento perdería a uno de sus padres por excelencia. El reconocido activista viajó a la ciudad de Memphis, Tennessee, para apoyar una huelga de los trabajadores sanitarios afroamericanos que pedían una mejora salarial y de sus condiciones laborales.
Durante una breve aparición para dirigirse a las masas desde el balcón del Motel Lorraine, Martin Luther King fue víctima de un tiroteo que acabaría con su vida en el acto.
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El 4 de abril de 1968, a las 18 horas y un minuto, la bala de un segregacionista blanco le atravesó la garganta. La violencia se materializó de nuevo en un gesto cruel que parecía sacado de un poema con triste final. Un disparo silenció para siempre a uno de los más grandes líderes participativos de toda la historia. Sin embargo, su legado perdura como un símbolo de valentía, justicia y resistencia pacífica en la lucha por la igualdad racial y la justicia social.