Etimología y Evolución del Término Emprendedor

La historia nos ha enseñado que ante un periodo de cambio y dificultades como en el que nos encontramos es cuando surgen las mejores ideas y negocios. Emprender en tiempos de crisis, a veces, no es cuestión de deseo, sino de necesidad. Para entender qué es un emprendedor, hemos de remontarnos al origen más profundo de la palabra, aplicando un enfoque más global al concepto y no centrándonos solo en lo económico.

Origen Etimológico del Término

El término emprendimiento hace referencia a la acción de emprender. Etimológicamente la palabra proviene del latín vulgar (in, en, y prendĕre) cuyo significado es coger, atrapar, tomar. El origen etimológico de esta palabra proviene del latín prendĕre, es decir, atrapar, coger, tomar. Así, desde su origen la palabra ya estaba asociada al concepto de “atrapar” oportunidades. Partiendo de este punto, se entiende por emprendimiento a la acción de llevar a cabo una obra, idea, negocio o proyecto, aprovechando oportunidades y aportando valor.

No obstante, su origen moderno proviene del francés entrepreneur que finalmente se conceptualizó como pionero. La origen de la palabra emprendedor proviene del francés "entrepreneur". Originariamente su sentido estaba relacionado con aquellos que tomaban la responsabilidad de poner en marcha y llevar a término un proyecto de construcción. Por lo tanto, parece que también implica iniciar de manera novedosa un proyecto.

Así pues, podríamos resumir como emprendimiento (con sus múltiples características y numerosas tipologías) aquellas actitudes y aptitudes que permiten a las personas iniciar retos o proyectos novedosos avanzando un paso más de donde previamente había llegado.

Desarrollo Histórico del Concepto

A mediados del siglo XVIII Richard Cantillon conceptualizó el término emprendedor en su obra ‘Ensayo sobre la naturaleza del comercio en general’ como “un individuo que asume riesgos en condiciones de incertidumbre”, considerándose así a este economista franco-irlandés como el primero en introducir formalmente el término emprendimiento al relacionarlo con el factor económico y su crecimiento.

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Ya a principios del siglo XIX otro francés, Jean-Baptiste Say, definió al emprendedor como “un agente de cambio que reúne y combina los medios de producción, recursos naturales, humanos y financieros para construir un ente productivo y encuentra el valor recibido de los productos, la recuperación del capital invertido, de los gastos que incurrió y de las utilidades que busca”.

A comienzos del siglo XX, el austro-estadounidense Joseph Alois Schumpeter teorizó que los emprendedores no son en sí mismos gerentes ni administradores ordinarios de una empresa, sino gente que actuando intuitivamente llevan a la práctica nuevas posibilidades económicas.

En la segunda mitad del siglo pasado, el austriaco Peter Druker definió el emprendimiento como “el proceso de obtención de beneficios de nuevas combinaciones únicas y valiosas de recursos en un entorno incierto y ambiguo”.

La Evolución del Concepto en el Siglo XIX

Desde su etimología, observamos como el concepto de emprender implica riesgo asociado a esa nueva idea de negocio además de innovar. Esta idea de emprendimiento que acabamos de expresar tomó fuerza en el siglo XIX y hasta ahora es una de las ideas predominantes acerca del concepto cuando se pregunta ¿qué es emprender? La mayoría de la gente aún lo asocia a una visión económica relativa a generar un negocio, empresa o proyecto financiero. Es así es como se entiende en la mayoría de las universidades y escuelas de negocios.

Aplicando un enfoque más global al concepto y no centrándonos solo en lo económico, muchos especialistas entienden que un emprendedor es “un constructor del entorno y un facilitador de cambios”. Este nuevo enfoque es lo que permite entender la rápida adaptación de muchas empresas tras la crisis sanitaria. ¿Y tú? Esta extensión del concepto de emprendimiento ha afectado a la manera en la que se emprende o incluso, se ha producido a la inversa. Nuevas formas de emprender han generado que se replantee el concepto de emprendimiento. Esto se ve reflejado en los numerosos artículos y taxonomías existentes relativas a clasificar a los emprendedores o los proyectos de emprendimiento.

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Tipos de Emprendimiento

Dependiendo de la finalidad, nos encontramos con diferentes tipos de emprendimiento:

  • De pequeñas empresas: Emprendedores que crean y administran su propio negocio, habitualmente solos o con miembros de la familia. Buscan generar ingresos suficientes para mantener su estilo de vida sin interés en un crecimiento exponencial.
  • De grandes empresas: Los modelos centrados en generar beneficios pueden crecer de manera natural llegando a convertirse en una gran empresa. El objetivo es mantener la expansión el modelo de negocio basándose en la idea inicial.
  • Escalables: A diferencia de las pequeñas empresas, este tipo de emprendimiento cuenta como característica con que los emprendedores se centran en la búsqueda de ideas innovadoras con las que expandir el negocio y generar beneficios más cuantiosos.
  • Intraemprendimiento: Al tratarse de un emprendimiento desarrollado en el seno de una organización, el empleado al que se le da el apoyo para crear nuevos productos no tiene que preocuparse de si estos se convertirán o no en una fuente de ingresos. Y es que, a diferencia de otros emprendedores, no se enfrentan a riesgos personales en el caso de que el producto o servicio lanzado no llegue a prosperar.
  • Social: Como su propio nombre indicia, se trata de emprendimientos centrados en generar productos o servicios que intentan resolver problemas sociales. Habitualmente se trata de organizaciones sin ánimo de lucro y cuya finalidad no es conseguir ni riquezas ni ganancias, aunque no siempre tiene por qué ser así.
  • Innovador: Surge de la creación de negocios que buscan lanzar productos o ideas nuevas por completo y que se caracterizan por solventar necesidades mediante productos o servicios novedosos.
  • Espejo o de imitación: Con iniciativas o ideas previas como inspiración, crean o copian un negocio previamente existente adaptándolo. Este tipo de emprendimiento no requiere invertir en investigación al tratarse de una réplica, aunque deben cuidar la diferenciación con el original para no ser considerados como meros imitadores.
  • De oportunidad: Se trata de aquellos emprendimientos desarrollados por personas que aprovechan las oportunidades que se presentan según van surgiendo, caracterizándose por ser capaces de identificar y capitalizar necesidades del mercado insatisfechas o tendencias nacientes.
  • Del comprador: La riqueza del emprendedor sirve para impulsar proyectos comerciales utilizando sus recursos económicos con los que comprar negocios que consideran que pueden llegar a alcanzar un mayor grado de éxito.
  • Del investigador: Tras una posterior investigación basada en datos, este tipo de emprendimiento es aquel en el que los emprendedores aspiran a conseguir éxito después de una preparación previa y unos conocimientos adecuados.

Según el tamaño del proyecto, anteriormente, se entendía el emprendimiento como pequeño o grande. Aunque más tarde surgieron esos pequeños avances que se introducían en una empresa y que mejoraban su producción o efectividad (microemprendimiento). Pero ha surgido, además, una nueva tipología gracias a la tecnología, el emprendimiento escalable.

En cuanto al objetivo de los proyectos, años atrás, eran eminentemente empresariales, financieros o económicos. Así destaca la aplicación de lo tecnológico en proyectos sociales o sanitarios sobresaliendo la tendencia del healthtech. También destacan la e-culture o cultura digital que ha generado una nueva forma de entender el ocio, arte y cultura.

En relación al abordaje o aproximación del enfoque, ya no solo se entiende el emprendimiento como innovador o hacia afuera. Ya que existen exitosos casos de emprendimiento de imitación en otros mercados y hacia adentro, como el intraemprendimiento.

Por último, en lo relativo a la financiación para iniciar el proyecto hoy en día se conocen nuevas formas de obtener fondos. Como la mezcla de financiación pública y privada que se obtiene de desconocidos que quieren apoyar tu causa a través de internet el crowdfounding. Esto ha supuesto una revolución. Además, hay formas de que un emprendedor genere ingresos para su proyecto por si mimo, como el bootstrapping. Emprender a raíz de la generación de ingresos de un recurso ya existente o el ahorro. O, por otro lado, el bartering, algo parecido al antiguo trueque.

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Características del Emprendimiento

Existen distintas características comunes a los diferentes tipos de emprendimiento que, en mayor o menor grado, deben cumplir los emprendedores:

  • Espíritu y olfato: Contar con ganas, dinamismo o creatividad, así como intuición para poder anticiparse a la competencia a la hora de detectar las necesidades del público.
  • Capacidades: Disponer de los conocimientos técnicos necesarios para el desarrollo del emprendimiento.
  • Regulación: Conocer la legislación del entorno en el que se mueve puede ayudar a la hora de convertir en realidad la idea inicial.
  • Financiación: Se hace necesario contar con financiación para el establecimiento de la actividad.
  • Ecosistema: Disponer de una red en la que participan diferentes actores también es relevante a la hora de poder generar sinergias con otros emprendedores.
  • Adaptabilidad: es la capacidad de ser flexible. Al tratarse de proyectos nuevos, la norma es que vayan transformándose para optimizar tiempos y procesos y convertirlos en algo sólido y estable.

Se conoce como ecosistema emprendedor a la confluencia de todos los actores involucrados en el proceso de emprendimiento, tales como inversionistas, cámaras de comercio, formadores, incubadoras y aceleradoras, etc.

Conclusión

Como habéis podido comprobar emprender es mucho más que montar una empresa o proyecto y el ADN emprender existe en muchas personas y versiones. Esperamos que esta información os sirva de inspiración tanto a emprendedores como a empresas para entender el emprendimiento.

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