La Importancia del Empresario en la Economía

En la narrativa social contemporánea, la figura del empresario ha estado, en ocasiones, rodeada de prejuicios y malentendidos. Sin embargo, si analizamos la historia y la dinámica del desarrollo económico, es imposible negar el papel esencial que desempeñan los empresarios en el crecimiento y la prosperidad de cualquier territorio.

Evolución histórica del concepto de empresario

El concepto de empresario ha evolucionado a lo largo de la historia:

  • Mercader (Siglo XVI-XVIII): Básicamente una persona que se dedica al comercio.
  • Capitalista (Siglo XVIII): Dirigía personalmente.
  • Hombre de negocios (Siglo XVIII-XIX): Son hombres de negocios.
  • Organizador (Siglo XIX): Diferenciar al empresario como aquel que dirige y organiza.
  • Empresario-riesgo de Knight (Siglo XX): La posibilidad de perder parte o todo su dinero aportado.
  • Empresario innovador de Schumpeter (Siglo XX): Es decir, inventar un nuevo producto o una nueva forma de producir.
  • Descubridor de nuevas oportunidades (Siglo XX): Es aquel que está buscando continuamente nuevas oportunidades de negocio.
  • Gestor (Siglo XXI): Gestiona todos los elementos de la empresa para conseguir unos objetivos.

La Actividad Empresarial y el Emprendimiento

El emprendimiento comienza con la identificación de una oportunidad de negocio. A partir de ahí, algunas personas desarrollan una idea y reúnen los recursos necesarios para llevar a cabo dicha idea creando una empresa. Al crear esta empresa, la actividad empresarial y el emprendimiento tienen una gran importancia, ya que pueden transformar la sociedad de las siguientes maneras:

1. Mejora la calidad de vida de las personas

Las empresas y los emprendedores buscan oportunidades de negocio tratando de satisfacer mejor las necesidades de los ciudadanos o ayudándoles a solucionar mejor sus problemas. Para ello crean nuevos bienes y servicios o mejoran los ya existentes.

Entonces, uno de los más grandes beneficios del emprendimiento y la actividad empresarial es que están orientados a mejorar la vida de las personas, ya que ofrecen nuevas posibilidades a través de productos o servicios innovadores. Así por ejemplo la creación de vehículos, del teléfono móvil o de internet ayudan a simplificar muchas tareas de la vida cotidiana.

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2. Crea puestos de trabajo

Para poder producir los bienes y servicios son necesarios trabajadores. Por lo tanto, el emprendimiento y la actividad empresarial genera puestos de trabajo que garantizan ingresos para los trabajadores y para los propios emprendedores.

3. Fomenta el crecimiento económico del país

Cuanto mayor sea la actividad empresarial y emprendedora, se podrán producir más bienes y servicios y de mayor valor. Además, al haber una mayor cantidad de empresas, se genera una mayor competitividad, que hace que las empresas se deban esforzar por producir bienes y servicios de más calidad. Todo ello lleva a crecimiento económico y por tanto a mayores beneficios de las empresas, más salarios para los trabajadores, y en definitiva, a una mayor riqueza para el país.

4. Contribuye al pago de impuestos y de cotizaciones a la seguridad social

Con la actividad empresarial las empresas deben pagar una serie de impuestos y de cotizaciones a la seguridad social. Esta mayor cantidad de impuestos luego es reinvertida en sanidad, educación, carreteras, parques etc. de los que toda la sociedad puede beneficiarse. Con las cotizaciones a la seguridad social, los trabajadores pueden recibir prestaciones en el futuro, como por ejemplo pensiones, baja por maternidad y paternidad etc.

5. Permite el desarrollo personal

Además de los beneficios económicos, las personas emprendedoras obtienen un mayor desarrollo personal. Las personas que inician sus propios proyectos se sienten más realizados y estimulados, lo que se traduce en mayor felicidad. Además, los emprendedores motivan a otras personas a emprender y generar nuevas oportunidades para los demás, por lo cual existirá mayor bienestar para todos.

6. Contribuye a la innovación y el desarrollo tecnológico

Con en el emprendimiento se buscan nuevas ideas y oportunidades de negocio, lo que lleva a una mayor innovación. Con el objetivo de destacar sobre la competencia, muchas empresas invierten en ciencia y tecnología para así crear mejores productos.

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El empresario como generador de empleo y catalizador del cambio

Uno de los aportes más visibles de los empresarios es su capacidad para generar empleo. Las empresas, desde pequeños comercios hasta grandes corporaciones, son el motor que impulsa la economía local. Además, el impacto de las empresas no se limita a su propio ámbito de acción.

Los empresarios son catalizadores del cambio. En un mundo en constante evolución, son ellos quienes detectan oportunidades y crean soluciones innovadoras para satisfacer las necesidades de la sociedad. En el ámbito local, este espíritu innovador tiene un impacto directo en la competitividad de los territorios.

Responsabilidad social y compromiso con la sostenibilidad

Lejos de la visión clásica del empresario como un agente motivado exclusivamente por el lucro, la realidad actual nos muestra a líderes comprometidos con la sostenibilidad y el bienestar social. Muchos empresarios integran principios de responsabilidad social en sus modelos de negocio, promoviendo prácticas éticas y sostenibles que benefician tanto a sus comunidades como al medio ambiente.

Cambiar la narrativa en torno al empresario

Para que una sociedad prospere, es fundamental cambiar la narrativa en torno a la figura del empresario. Reconocer su esfuerzo, valor y compromiso es esencial para inspirar a futuras generaciones a emprender. Es también responsabilidad de los empresarios compartir sus historias de éxito, así como los desafíos y aprendizajes de su camino. En términos económicos, “emprender” es iniciar la búsqueda de generación de valor, a través de la creación o expansión de una actividad económica por medio de la identificación y explotación de nuevos productos, procesos o mercados (Ahmad y Seymour, 2008).

Los emprendedores, al desarrollar nuevos negocios para satisfacer las necesidades de la población, permiten incrementos de productividad y generan empleo. La formación de emprendedores y nuevas empresas es una prioridad cuando se trata de promover el desarrollo económico y social de los países, por ello es necesario determinar cuál es su contribución a estos objetivos. El emprendimiento resulta importante por sus efectos positivos en la generación de empleos y en el crecimiento económico.

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Los emprendedores son considerados en muchos países como activos nacionales que deben ser cultivados, motivados e incentivados adecuadamente, ya que son figuras que pueden cambiar la forma en que vivimos y trabajamos. Lo que comenzó en un garaje, como Skyscanner, el motor de búsqueda que compara vuelos; o Shazam, la popular app que reconoce cualquier canción, es susceptible de transformarse en una compañía de alcance internacional.

Disponemos de los instrumentos. Ahora, solo hace falta encontrar a personas dispuestas a apostar por su idea de negocio y hacerla realidad y como sociedad y país debemos facilitar a este colectivo todo aquello que este en nuestras manos para que puedan apostar por su negocio.

Cualidades de un emprendedor exitoso

En primer lugar, pasión. Es decir, vocación, que es uno de los valores de nuestro Grupo TAX. En segundo lugar, creatividad porque montar una empresa requiere inventiva. Sensatez y seriedad.

Otra de las características de la figura del emprendedor es tener capacidad para adaptarse a los cambios. La flexibilidad de la comunidad emprendedora supone un punto a su favor cuando la incertidumbre es una de las características del mercado actual. Y qué decir del liderazgo.

Tolerar errores, establecer metas, dar ejemplo, fomentar el potencial de cada uno de los miembros de la empresa, propiciar la reflexión… Las cualidades de un líder son también las virtudes de un emprendedor/a que pisa con fuerza en su recorrido laboral. Y por último, cumplir con los compromisos ante los clientes, proveedores y la Administración. La empresa debe proyectar una imagen seria.

Desde TAX Economistas y Abogados queremos animar a todos aquellos emprendedores a seguir adelante con sus ideas y con sus proyectos. Aquí estamos como profesionales fiscales, laborales y legales para ayudarles en lo que necesiten y asesorarles con sus obligaciones fiscales y laborales.

La Función Económica de la Sociedad

Los filósofos de la antigua Grecia identificaban cuatro fines individualmente necesarios y colectivamente suficientes para el desarrollo del hombre: la verdad, la abundancia, el bien y la belleza. La búsqueda de la abundancia es la función económica de la sociedad. Ella consiste en alentar y facilitar a los individuos la provisión de los recursos que necesitan. Esto implica producir y distribuir tales recursos, hacerlos disponibles de un modo general, hacer que esta disponibilidad sea conocida, proporcionar acceso a los mismos, y protegerlos contra la apropiación y la destrucción (1).

Son diversas las formas en que el hombre se ha organizado para el desarrollo de esta función económica. Sin embargo todas ellas pueden ser agrupadas en cuatro categorías principales: las economías de mercado, el socialismo, las economías seudocompetitivas y el populismo.

Economía de Mercado

“La economía de mercado es el sistema social de la división del trabajo y la propiedad privada de los medios de producción. En ella cada uno actúa para sí mismo; pero las acciones de todos persiguen la satisfacción tanto de las necesidades de los demás como la satisfacción de las propias. Este sistema es guiado por el mercado. El mercado dirige las actividades del individuo hacia aquellas formas en las cuales él sirve mejor los deseos de su prójimo. En el funcionamiento del mercado no hay compulsión ni coerción. El Estado, que es el instrumento social de coerción y compulsión no interfiere en el mercado ni en las actividades de los ciudadanos que son guiadas por el mercado” (2).

Resulta oportuno completar esta definición de Ludwig von Mises aclarando que es el Estado quién establece el marco regulatorio en el que los mercados desarrollarán sus actividades interfiriendo lo menos posible en el libre juego de la oferta y la demanda pero al mismo tiempo evitando actividades y comportamientos que puedan de alguna manera tener un efecto negativo sobre el funcionamiento de los mercados, o sobre quienes en ellos participan. Evitar la constitución de monopolios y/o oligopolios será uno de los puntos fundamentales de ese marco regulatorio, y en el caso de actividades en las que, por sus características, se produce una fuerte concentración de la oferta en unas pocas empresas establecer las condiciones que impidan que esa concentración no se traduzca en comportamientos propios de los monopolios y/o oligopolios.

En pocas palabras, y como decía un slogan que aparecía en algunos folletos de propaganda de la entonces República Federal Alemana, “habrá tanto mercado que sea posible, y tanto estado como sea necesario”

A través de la economía de mercado la sociedad obtiene el mejor resultado económico posible a pesar de que ninguno de los esfuerzos individuales está explícitamente orientado en este sentido. Como decía Adam Smith, “no es de la benevolencia del carnicero, del cervecero, o del panadero que vamos a obtener nuestros alimentos sino de la importancia que ellos otorguen a sus propios intereses”.

Algunas de las razones que explican las ventajas de una economía de mercado son las siguientes:

  • En una economía de mercado tanto los premios como los castigos se cobran, o se pagan, en dinero y son proporcionales a la magnitud del acierto, o del error, según sea el caso. El “jurado” que otorga estos premios está constituido por los consumidores, que deciden en función de sus propios intereses y erogan de sus bolsillos el dinero que constituye la eventual recompensa, no con la finalidad de premiar a nadie, sino con la de atender a sus propias necesidades
  • Las decisiones son mucho más descentralizadas y parten de abajo hacia arriba. No existe en la economía de mercado un ministerio, o algún otro ente de características similares, que deba decidir, por ejemplo, cuántos pares de zapatos habrá que producir, cuántos para hombre y cuántos para mujer, cuántos de cada color y cuántos de cada número, como ocurre en una economía socialista.
  • Se aprovecha mucho mejor el potencial creativo de la sociedad ya que cualquiera que tenga una buena idea puede ponerla en práctica y beneficiarse con los resultados.
  • Existe un sistema de precios que orienta las decisiones. Estos precios fijados por el mercado son el resultado de las preferencias de los consumidores (demanda), y de los costos de producción, (oferta). Cualquier cambio en los precios, en las cantidades producidas y demandadas, o en los costos, genera una automática reasignación de recursos, lo que confiere una permanente racionalidad a todo el sistema.

Socialismo

El socialismo, en cambio, es el sistema de propiedad social o gubernamental de los medios de producción…el mismo implica la ausencia de un mercado para los factores de producción y sus precios. Las decisiones de producción están en manos de un zar de la producción, o de un comité de zares de la producción (2). A pesar de los paraísos prometidos por sus ideólogos el socialismo en la práctica significa fuertes restricciones a las libertades individuales, y poca eficiencia en lo estrictamente económico.

Como decía Winston Churchill “por numerosas que sean las oficinas y las hordas siempre en aumento de funcionarios empleados, por severos que sean los castigos impuestos, o con los cuales se amenace, jamás se podrá obtener el alto nivel de producción económica que se logra gracias a la libre empresa” (3). Existen a la fecha numerosas evidencias empíricas que avalan estas opiniones. El fracaso del sistema socialista, y la consecuente necesidad de buscar formas de organización económica más eficientes, es evidente tanto en los países que han sido abanderados de esta ideología como en el caso de otros intentos en menor escala. Los cambios observados en la economía de la ex Unión Soviética y en China, a partir del momento en que dejaron de lado el socialismo a ultranza que caracterizó a sus economías durante muchos años, constituyen un ejemplo contundente en este sentido. Otros ejemplos similares los podemos ver en el progreso de Chile a partir del regreso a la democracia y olvidando el intento, y posterior fracaso, de los años de Allende, o en el estancamiento de Cuba luego de 60 años de comunismo.

Las razones del fracaso de las economías socialistas son una suerte de contracara de las ventajas de las economías de mercado. Probablemente la más impactante sea la ausencia de un sistema de precios resultante del juego de la oferta y la demanda, que actúa como un fuerte indicador de las escaseces relativas.

Economías Seudocompetitivas

Un punto intermedio entre una economía de mercado y un sistema socialista lo podemos encontrar en las economías que denominaremos “seudocompetitivas”. En estos casos en los aspectos formales aparecen todos los elementos, usos, y costumbres propios de una economía de mercado. Los medios de producción son mayoritariamente de propiedad privada, los empresarios parecen actuar motivados por la posibilidad de obtener ganancias, las distintas partes contratan libremente, etc. Sin embargo los resortes básicos que hacen al funcionamiento del mercado están totalmente distorsionados por la acción del estado.

Monopolios gubernamentales y regulaciones del más variado calibre, que restringen la libertad de comprar, vender y producir, así como la existencia de incentivos que generan actividad económica sobre bases totalmente artificiales, son los principales causantes de esta situación de falsa competencia. A primera vista pareciera que es el mercado el que está gobernando las transacciones, sin embargo en el fondo es el estado el que con su permanente intervención condiciona y distorsiona fuertemente el comportamiento de los mercados. Con el agravante de que no lo hace de una manera clara y directa, sino a través de distintas intervenciones, a veces contradictorias, que hacen que cueste discernir cuál es el efecto final de una regulación.

Populismo

Y por último tenemos el populismo. La desenfrenada orgía del populismo. La palabra “orgía”, y me apuro a aclararlo, tiene varios significados y uno de ellos, según el diccionario de la Real Academia Española, se refiere a “la satisfacción viciosa de apetitos o pasiones desenfrenadas” razón por la cual se ajusta bastante bien a lo que uno percibe cotidianamente al ver el comportamiento de los gobiernos populistas. En las economías de mercado, así como en las socialistas y en las seudocompetitivas existe, independientemente de las fallas conceptuales y los fracasos que puedan ocurrir, un propósito común que es mejorar la función económica de la sociedad y la búsqueda de la abundancia. Esto no ocurre en los gobiernos populistas, allí la economía deja de ser un fin, para convertirse en un medio. No existe una teoría económica del populismo. La economía es, en estos casos, el medio vicioso para satisfacer el apetito desenfrenado de poder absoluto, tanto político como económico. El poder político sirve para manejar la economía en forma autoritaria, con criterios que en muchos casos no resisten el menor análisis y, de paso, para no rendir cuentas de lo que se gasta y cómo se gasta, con todo lo que esto significa. Y el poder económico sirve, en muchos casos, para fortalecer el poder político disciplinando a quienes son fuente de problemas. El objetivo principal no es aumentar la generación de riqueza ni mejorar su distribución. Se trata, como ya lo dijimos, de una manera enfermiza de adquirir poder.

El Empresario

De acuerdo con la definición tradicional que aparece en los viejos libros de Economía “empresario” es quién coordina los factores de la producción, o sea la tierra, el trabajo y el capital. Según esta definición en una economía socialista el estado sería un empresario. Sin embargo las cosas son un poco más complicadas ya que un empresario se caracteriza no solo por lo que hace, (coordinar los factores de la producción), sino también por su motivación, que no es otra que la búsqueda de ganancias. Para lograr esas ganancias el empresario debe competir con otros empresarios para obtener la preferencia de los consumidores. En una economía socialista el estado efectivamente coordina los factores de la producción, y los dirige a la producción de los bienes y servicios que considera necesarios. Pero en esta actividad no hay competencia, ni búsqueda de ganancias. No se compite por las utilidades y, consecuentemente, tampoco se compite por servir mejor a los consumidores.

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