El empuje social está provocando una revalorización de la ética en la función pública, en los negocios, el deporte, la investigación y en todos los órdenes profesionales, con estrategias dirigidas a reforzar la cultura de la prevención y control de la corrupción. En el mundo actual, fuertemente globalizado y alterado en sus instituciones y principios, se viene produciendo un frente corrector por medio de la revalorización de la ética (ética en los negocios, ética en el deporte, ética en la investigación, ética profesional).
En virtud de ello, las organizaciones empresariales y gubernamentales han comenzado a implementar una serie de estrategias dirigidas a reforzar la cultura de la prevención y control de la corrupción, como lo es un eficaz liderazgo ético de sus directivos y funcionarios.
Contexto Mundial del Liderazgo Ético
El liderazgo ético es una línea de actuación propia de las organizaciones comprometidas con enfoques antifraude y anticorrupción en las corporaciones del mercado y en las Administraciones públicas de los modernos Estados de derecho del siglo XXI.
Ética Pública en la Función Pública
La ética consiste, generalmente, en examinar cuestiones acerca de lo correcto e incorrecto, de lo justo e injusto, de la virtud y el defecto, del deber, la justicia, la equidad y la responsabilidad hacia el prójimo o hacia otros objetivos, incluso hacia uno mismo (por ejemplo, la naturaleza, el medio ambiente, las generaciones futuras, la historia e identidad cultural, etc.).
Las teorías éticas como teorías del “deber ser” ofrecen desde diferentes perspectivas un sistema de reglas o principios de lo que está bien y de lo que no lo está y desde allí orientan el proceso de toma de decisiones humanas y la forma del comportamiento en escenarios colectivos e individuales.
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Algunas de estas teorías son el utilitarismo (la acción individual ha de maximizar la utilidad general), la deontología (la acción individual debe cumplir estándares morales con independencia de las consecuencias) y la ética de la virtud (se ha de perfeccionar el talante propio y la disposición personal a lo moral), entre otras corrientes.
Normalmente, en la práctica, las organizaciones apelan a modelos híbridos que combinan acciones utilitaristas con deontológicas, o aquellas con la ética de la virtud, buscando resultados equilibrados según los objetivos de la corporación o entidad. Para conocer el plan de acción sobre ética pública de un Estado basta con consultar su normativa de funcionamiento interno y los códigos de comportamiento y procedimientos de asignación de responsabilidades de sus empleados y funcionarios.
En España, dentro del Sistema de Integridad de la Administración General del Estado (SIAGE), se incluyen todas las normas que determinan los procesos y conductas a seguir en materia de integridad y ética institucional. Por ejemplo, la Ley 19/2013, de Transparencia y Buen Gobierno, otorga rango de ley a una serie de principios éticos que rigen el actuar de los funcionarios del Estado; también, la Ley 3/2015, de los Altos Cargos de la Administración General del Estado; el Real Decreto Legislativo 5/2015, del Estatuto Básico del Empleado Público; la Ley 40/2015, del Sector Público y, la Ley 9/2017, de Contratos del Sector Público, entre otras, todas ellas ofrecen la malla de actuación ética de las instituciones y funcionarios del Estado.
Ejemplos de estos criterios axiológicos y conductas asociadas son: objetividad, integridad, neutralidad, responsabilidad, transparencia, austeridad, honradez, ejemplaridad, etc., que han de observar los empleados y altos cargos de la función pública en su ejercicio y desempeño laboral y profesional.
Liderazgo Ético como Freno a la Corrupción
Relacionado con la ética pública se encuentra el principio de liderazgo ético, algo que la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) vino a proclamar en su Manual sobre Integridad Pública (2020), como recomendación a observar por parte de los Estados, las empresas y la sociedad civil en su conjunto.
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Para la OCDE el liderazgo ético en la función pública consiste en la “demostración de una conducta apropiada en términos normativos mediante acciones personales y relaciones interpersonales, y la promoción de dicha conducta entre los seguidores mediante la comunicación bidireccional, el refuerzo y la toma de decisiones”.
Este tipo de liderazgo, por otro lado, no ha de consistir solo en un cargo de poder por cuanto el liderazgo ético es algo más que un liderazgo técnico y es algo más que saber liderar. El liderazgo ético va asociado a un ejemplo de los modos correctos en el proceder porque en los líderes de esta naturaleza la conducta coincide con la retórica y son fuertes motivadores para sus seguidores, que buscan emularlos (OCDE, 2020, capítulo 6).
Todas las disonancias que puedan presentarse entre los líderes que predican buenas prácticas, pero no las realizan, conducen a lo largo del tiempo a que los empleados de la organización no asimilen valores y buenos ejemplos, sino, por el contrario, a que aumenten los índices de prácticas deshonestas y hechos de corrupción.
Por el contrario, cuando los altos cargos y mandos intermedios, que ejercen influencia directa en los servidores y empleados, actúan según estándares éticos y promueven desde su comportamiento su práctica en la institución, entonces, los círculos y redes de malos hábitos van neutralizándose y las responsabilidades se delimitan de forma más clara pudiendo expulsarse más rápidamente de la estructura burocrática al agente irregular. La práctica de la ética en todos los eslabones de la jerarquía gubernamental resulta así el antídoto más eficaz contra la proliferación de la corrupción.
Modelos de Liderazgo
Desde que DyLE se puso en marcha, los dosieres de herramientas para la dirección se han centrado en cuatro tipos de liderazgo: estratégico, distribuido, pedagógico y finalmente ético. Esta elección se debe a que valoramos que son los más aceptados, tanto por la investigación educativa como por las prácticas eficaces, a la hora de describir las características fundamentales del liderazgo escolar.
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Sin embargo, esta elección no excluye la existencia de otros modelos y teorías que también tienen la capacidad de explicar una parte de la realidad de las direcciones escolares. Estas lentes se fijan en aspectos específicos de su ejercicio, dando lugar a los modelos o estilos de liderazgo. No dejan de ser visiones parciales de un fenómeno único: el liderazgo escolar.
En todo caso, todas las perspectivas de investigación que se utilizan en la actualidad coindicen en señalar que el liderazgo educativo va mucho más allá del Liderazgo de gestión (managerial leadership). Este liderazgo exige que el líder se ocupe de las funciones, tareas y comportamientos.
En las próximas líneas, hacemos un rápido repaso a otros modelos de importancia sobre liderazgo escolar, utilizados por la investigación educativa:
- Liderazgo transformador: Engloba la creación de una visión compartida, el ofrecimiento de apoyo y estímulo intelectual y la generación de altas expectativas sobre los demás.
- Liderazgo instructivo: Cuenta con tres componentes básicos: la definición de la misión de la escuela, enmarcando y comunicando los objetivos; la gestión del programa de instrucción, con las tareas de coordinar el currículo y de supervisar y evaluar la enseñanza; y la promoción de un clima positivo de aprendizaje.
- Liderazgo curricular: Suponía que la planificación y la fijación de los objetivos, el seguimiento y la capacitación del personal y la construcción de una cultura para el aprendizaje eran tareas prioritarias y exclusivas de la dirección del centro.
- Liderazgo del profesorado: Se nutre de la idea de que todos los miembros de una organización están comprometidos en la dirección y que el liderazgo es una función que está distribuida a lo largo y ancho de la institución escolar.
- Liderazgo transformador: Se considera una reacción a los modelos jerárquicos y es descrito en oposición al liderazgo transaccional.
- Liderazgo ético: Viene a reforzar los valores morales que tienen que guiar las conductas de los directivos. Un líder ético debe también orientar su organización hacia los valores aceptables y aceptados por la sociedad y crear la suficiente sensibilidad ética. Equivalente a liderazgo ético se utiliza también la etiqueta de liderazgo auténtico (authentic leadership).
- Liderazgo en los sistemas y en las redes: Los líderes del sistema reconocen la importancia de las conexiones entre los distintos asuntos y perspectivas, entre las diferentes personas y entre las distintas instituciones.
- Liderazgo situado: Se basa en la idea de que los estilos de liderazgo varían de acuerdo a las situaciones y en que las destrezas necesarias se pueden desarrollar con el tiempo.
Marcos Teóricos del Liderazgo Ético
Paradigmas Éticos Múltiples
Muchas de las decisiones que afrontan los directivos escolares plantean dilemas éticos y los valores de los líderes influyen en casi todas las decisiones de un modo u otro. Cuatro perspectivas suelen ser de aplicación generalizada:
- Ética de la justicia: Cuando hay una ley, una norma o un principio que pueden usarse en un caso particular.
- Ética de la crítica: Pone en cuestión el abordaje analítico y racional de la ética de la justicia.
- Ética del cuidado: Prima conceptos como la lealtad, la confianza y el empoderamiento.
- Ética profesional: Cuestiona aspectos morales específicos, insistiendo en ser conscientes de los propios valores personales y de los estándares consensuados por la profesión, en este caso, actuar en el mejor interés del alumnado.
Teoría de la Turbulencia
En los actuales tiempos revueltos de la sociedad y del mundo educativo, la teoría de la turbulencia aparece como marco teórico para analizar los datos disponibles. La teoría organiza las fuerzas dinámicas que actúan sobre las organizaciones en cuatro niveles: ligero, moderado, severo, y extremo.
La teoría también incluye tres fuerzas impulsoras que, actuando por separado y/o juntas, aumentan o disminuyen la turbulencia. La primera de estas fuerzas es el posicionamiento, o la posición en relación con la turbulencia. La segunda fuerza de turbulencia es la aparición en cascada (cascading), o la tendencia de las condiciones turbulentas a acumularse unas sobre otras, intensificando así su impacto. Según Gross, la tercera fuerza de turbulencia es la estabilidad, o la solidez o fragilidad de los cimientos de la organización.
Características Clave del Liderazgo Ético
El liderazgo ético impacta en la cultura de la empresa y el desempeño de los empleados de manera positiva porque crea un entorno donde los empleados se sienten valorados y comprometidos. Esto se traduce en un buen clima laboral, cimentado en el respeto mutuo, así como en mayor lealtad, motivación y productividad. Algunas características clave incluyen:
- Integridad y transparencia: Un líder ético se caracteriza por su integridad, actuando siempre de manera coherente con sus valores y siendo transparente en sus acciones.
- Responsabilidad Social: El liderazgo ético reconoce la responsabilidad de la organización no solo hacia sus trabajadores, sino también hacia la sociedad en general.
- Respeto a la diversidad: Un líder ético valora la diversidad y promueve un entorno inclusivo donde cada miembro del equipo se sienta respetado y valorado.
- Desarrollo de colaboradores: El líder ético no solo se preocupa por los resultados, sino también por el desarrollo personal y profesional de sus colaboradores.
Implementación del Liderazgo Ético
En el marco del liderazgo basado en valores, la integración de la ética en los negocios va más allá de un acto puntual: es un compromiso constante, una manera de ver el mundo y de interactuar con él. Los líderes éticos cuidan que cada acción se alinee con los valores organizacionales.
Muchas de las estrategias de liderazgo ético están interrelacionadas entre sí. Este es el caso de la transparencia y la comunicación con la integración de la ética en los negocios. Los líderes éticos no solo promueven la toma de decisiones éticas a lo largo de la organización, sino que también reconocen la importancia de compartir información clara y accesible con todos los niveles de la empresa. Esta transparencia fortalece la confianza y el compromiso del equipo.
Una de las claves de la implementación del liderazgo ético en la empresa es empoderar a los trabajadores para que asuman la responsabilidad de sus acciones y, de esta manera, contribuyan a la construcción de una cultura empresarial ética. Para ello, deberías fomentar la autonomía diaria.
En todo ámbito, se aconseja que el líder sea un verdadero modelo a seguir. Dar el ejemplo es la máxima que se comparte una y otra vez en cada libro de gurús sobre liderazgo ético, pero, ¿cómo se aplica en la vida real? En primer lugar, debes mantener los ojos abiertos y atentos al entorno para, así, reconocer de manera proactiva los desafíos éticos que el propio mercado te planteará.
En la búsqueda del equilibrio entre los valores y los objetivos empresariales, la responsabilidad social corporativa (RSC) se presenta como un pilar fundamental del liderazgo ético. Lejos de las antiguas prácticas filantrópicas que se ejecutaban de manera esporádica en el pasado, esta tendencia tiene como finalidad contribuir de manera positiva y constante a la sociedad y al medio ambiente.
Beneficios del Liderazgo Ético
Los beneficios de adoptar el liderazgo ético en la gestión son múltiples. La honestidad establece la base para la confianza, esencial para la satisfacción y la retención del personal. El respeto fortalece las relaciones laborales y cohesiona al equipo, y la integridad garantiza la alineación de los valores y las decisiones. La justicia, al asegurar un trato equitativo y un acceso igualitario a oportunidades, crea una cultura organizacional propicia para el desarrollo individual y colectivo.
| Valor | Beneficio |
|---|---|
| Honestidad | Confianza, satisfacción y retención del personal |
| Respeto | Fortalecimiento de relaciones laborales y cohesión del equipo |
| Integridad | Alineación de valores y decisiones |
| Justicia | Cultura organizacional propicia para el desarrollo individual y colectivo |