Entendemos por «Liderazgo ignaciano» a los principios y valores que configuraron a san Ignacio de Loyola como un hombre capaz de liderar, gobernar y dirigir una organización como la Compañía de Jesús, que ha prosperado y cumplido con su misión durante cerca de 500 años, implicando a sus miembros de manera personal e inspirando transformaciones duraderas.
«Liderazgo ignaciano» es la expresión de referencia a los principios y valores que configuraron a san Ignacio de Loyola como un hombre capaz de liderar, gobernar y dirigir una organización como la que él mismo fundó, la Compañía de Jesús.
Este gran legado ha inspirado al rector de la Universidad de Deusto, José María Guibert SJ, y al ex diputado y senador en las Cortes Generales y ex alcalde de San Sebatián, Francisco Xabier Albistur, a desentrañar en toda su dimensión lo valores del liderazgo ignaciano.
Una organización que ha prosperado y ha cumplido con su misión durante cerca de 500 años, implicando a sus miembros de manera personal e inspirando transformaciones duraderas. Su carisma ofrece respuestas a los retos actuales.
Mueve a muchos a seguir sus prácticas en la búsqueda de acciones renovadoras de sus organizaciones y de su propia vida.
Lea también: Entendiendo los conflictos de liderazgo y poder
José María Guibert y Francisco Xabier Albistur presentarán juntos sus nuevos libros el próximo 13 de noviembre en San Sebastián. Un acto de reflexión compartida en torno a la pregunta que ellos mismos y muchos otros se hacen, incluso en publicaciones internacionales como el Financial Times: ¿por qué un santo del siglo XVI es un modelo de gestión moderna?
El rector de la Universidad de Deusto buscó en El liderazgo ignaciano las claves ante la necesidad sentida de acompañar a personas en puestos de liderazgo que quieren dar un sentido ignaciano a su misión.
Francisco Xabier Albistur escribe Ignacio de Loyola, un líder para hoy porque se siente movido por la auténtica necesidad real de mejores líderes para todos los ámbitos sociales.
“Sus propuestas e intuiciones están relacionadas con la liberación interior en pro de una eficacia individual y social. Su opción de transformación propia se encamina a un desarrollo humano de calidad y perfeccionamiento personal. Su proyecto recapacitado y razonado de una organización eficiente está orientado a durar y a extenderse a personas de calidad, formación y compromiso de servicio con la sociedad.
El liderazgo al estilo jesuita, o "heroico" como ellos prefieren calificarlo, invita a cada uno a evaluar su impacto diario, a rectificar si es necesario y a definir qué es lo que se quiere dejar como impronta. Invita también a transformar un liderazgo casual por un liderazgo deliberado de cada uno y de los demás.
Lea también: Liderazgo: Historias de éxito
Ningún instrumento de liderazgo es tan eficaz como el ejemplo de la propia vida del líder. Lo que él es. Lo que él hace. Qué principios se reflejan en sus actos. Quien quiera que su equipo actúe "heroicamente", ha de ser él mismo un héroe.
Principios Clave del Liderazgo Ignaciano
Lowney describe los principios que fueron decisivos para el éxito de los jesuitas y que definen su estilo de liderazgo. Y que, por tanto, pueden ser aplicados por cualquier empresa.
Los Ejercicios Espirituales, basados en la vía que siguió el fundador, Ignacio de Loyola, hacia el liderazgo personal efectivo: "Loyola atrajo a algunos de los mejores talentos de Europa no por su inteligencia superior y sus notables realizaciones, ni con un fascinante plan de negocios, ni con ningún plan, realmente. Su gran atractivo estaba en su habilidad para ayudar a los demás a hacerse líderes.
El heroísmo, medido no por la escala de oportunidades que se les presentaban a los jesuitas, sino por la calidad de su respuesta a ellas. Loyola exhortaba a sus seguidores a "concebir grandes resoluciones y provocar deseos igualmente grandes".
Otro principio del liderazgo al estilo jesuita, es el ingenio, porque predispone a las personas no sólo a pensar de una manera original sino a vivir de una manera original. El ingenio lleva a las personas que quieren ser líderes a arrancar de raíz todo temor a lo desconocido. el apego a su posición y a sus posesiones, materiales y sobre todo ideológicas, los prejuicios, la aversión al riesgo.
Lea también: Liderazgo Femenino
El amor comunica propósito y pasión al ingenio y al heroísmo, dos de los principios ya mencionados del liderazgo al estilo jesuita.
Finalmente, el conocimiento de uno mismo, clave en los Ejercicios Espirituales, el arma secreta de los jesuitas, arraiga y nutre las demás virtudes del liderazgo. Porque el que descubre realmente quién es, qué quiere, qué defiende y hacia dónde va ya ha dado el primer paso hacia el liderazgo.
Pero lo más importante es que el conocimiento de sí mismo no es un proyecto de una sola vez, es permanente. Además de la evaluación inicial que uno debe hacer de sus fortalezas y debilidades, valores y defectos, está el examen de conciencia, el hábito diario de la reflexión.
"Es una oportunidad de medir la vida, aspecto por aspecto, a la luz de los principios y las metas", escribe Chris Lowney. Y añade que "aunque el concepto de íntima reflexión pueda sugerir la idea de aislamiento del mundo, quienes la practican debidamente encuentran que los capacita mejor para actuar en él con energía". Eso que los primeros jesuitas llamaron "simul in actione contemplativus".
Programa de Liderazgo Ignaciano
Pero lo ignaciano, ese adjetivo que hoy añadimos a este liderazgo le añade una insistencia en el autoconocimiento, con honestidad, sinceridad y lealtad, con verdad y sin autoengaños.
Asimismo, en un buen líder ignaciano debe prevalecer la indiferencia, que es una invitación continua a ser libre de los apegos del corazón y de las amenazas exteriores, para servir sólo a Dios y a su causa.
El conocimiento de sí mismo arraiga y nutre las demás virtudes del liderazgo. El que descubre quien es, que quiere, y que defiende ya ha dado el primer paso hacia el liderazgo heroico.
En las instituciones educativas de la Compañía de Jesús se aspira formar personas que asuman el liderazgo social y ciudadano, a lo ignaciano, como característica de su estilo de vida al servicio de los demás, para la construcción de una sociedad más justa y solidaria.
Nos dice el P. José M. Guibert “El liderazgo ignaciano… Consiste en asumir el reto de acompañar a otras personas en el desarrollo de una misión conjunta. Y esto, inspirado en cómo san Ignacio lo hacía”.
Componentes del Liderazgo Ignaciano
- Autoconocimiento: Honestidad, sinceridad y lealtad con uno mismo.
- Gestión de Emociones: Identificar y comprender los sentimientos.
- Amor: Generar espacios de esperanza y dignidad.
- Indiferencia: Libertad de apegos para servir a Dios y a su causa.
Finalmente, el liderazgo al estilo jesuita exige dejar de actuar como si estuviera dirigiendo a seguidores y empezar a actuar como líderes de líderes, hacer lo que ayuda a otros a liderar. Y para ello, "quamplurimi et quam aptissimi". Buscar "tantos como sea posible y los más aptos de todos".
Perspectivas Actuales sobre el Liderazgo Ignaciano
El concepto se asocia a contenidos y experiencias relevantes para el gobierno de las instituciones jesuitas. Enriquecer el “liderazgo” con lo que implica el adjetivo “ignaciano” puede resultar apostólicamente fecundo y, de hecho, es una necesidad.
Planificar en clave ignaciana y sinodal significa implicar a las personas desde el principio, utilizando la conversación espiritual y el discernimiento en común como métodos indispensables en cada paso. Lleva más tiempo, es cierto, pero a lo largo del camino construimos gradualmente la implicación, el compromiso y un sentido cada vez más fuerte de la misión.
La noción de liderazgo incluye una dimensión ética en las ciencias económicas y empresariales.
Hoy, en plena era de la colaboración, no podemos permitirnos un liderazgo jerárquico en los centros educativos de la Compañía. Debemos exigirnos la adopción de procesos, políticas y estructuras que promuevan, mantengan y no contradigan los principios y valores para y en los que educamos.
Pero lo ignaciano, ese adjetivo que hoy añadimos a este liderazgo le añade una insistencia en el autoconocimiento, con honestidad, sinceridad y lealtad, con verdad y sin autoengaños.
Características del Liderazgo Ignaciano
El liderazgo ignaciano se distingue por una serie de características fundamentales que lo hacen único y efectivo:
- Autoconocimiento y Gestión Emocional: Plantea una adecuada gestión de sentimientos y emociones, lo cual quiere decir que se han de saber identificar y comprender. Con ánimo de ser dueño de uno mismo, sin miedo a reconocer debilidades, cultivando lo positivo de uno, viviendo desde las emociones positivas, examinándose y centrándose con libertad interior en las cosas buenas.
- Amor y Esperanza: Elemento importante del liderazgo ignaciano es el amor, que se va colando en las historias, en los acontecimientos y en las personas, que busca huecos donde seguir creando, engendrando vida. Un buen líder ignaciano genera espacios diversos en los que surge la esperanza y donde el sufrimiento no derrota; lugares en los que las personas se mantienen con dignidad, aún en situaciones de injusticia.
- Indiferencia y Libertad Interior: Asimismo, en un buen líder ignaciano debe prevalecer la indiferencia, que es una invitación continua a ser libre de los apegos del corazón y de las amenazas exteriores, para servir sólo a Dios y a su causa.
- El Magis: Un Espíritu de Búsqueda Constante: El líder ignaciano infunde en su trabajo un espíritu de magis. Este juicio estará en el superior; y el podrá delegar (Const. Cura Apostólica como complemento. Cuidar de que los criterios de las elecciones graves. Guibert, J. y sostenibilidad. El "magis" implica buscar constantemente la excelencia y un mayor servicio a los demás, poniendo en juego el cambiar el mundo. Inspira con su vida.
- Adaptabilidad y Humildad: El líder ignaciano se adapta al contexto cambiante. Este juicio estará en el superior; y el podrá delegar (Const. Cura Apostólica como complemento. Cuidar de que los criterios de las elecciones graves. Guibert, J. y sostenibilidad. La humildad es vista como camino a la humildad... que jamás termina.
- Inspiración y Visión: El líder ignaciano inspira con su vida, ofreciendo posibilidades de vida. El tamaño de la visión es del tamaño de la misma misión.
Liderazgo Ignaciano
Los principios del liderazgo ignaciano son:
- Autoconocimiento profundo y honesto.
- Gestión efectiva de las emociones.
- Búsqueda del bien común y la justicia.
- Adaptabilidad a los cambios.
- Inspiración a través del ejemplo personal.
En resumen, el liderazgo ignaciano es un modelo que prioriza el desarrollo integral de las personas, la búsqueda de la excelencia y el servicio a los demás, todo ello basado en una profunda espiritualidad y un compromiso con la transformación del mundo.
Características del Liderazgo Ignaciano
| Característica | Descripción |
|---|---|
| Autoconocimiento | Conciencia de las propias fortalezas y debilidades. |
| Gestión Emocional | Habilidad para identificar y comprender las emociones. |
| Amor | Compasión y preocupación por el bienestar de los demás. |
| Indiferencia | Libertad de apegos para servir a una causa mayor. |
| Magis | Búsqueda constante de la excelencia y el servicio. |
Por Jose M. Guibert SJ. Doc. ingeniero industrial y maestro en teología con publicaciones y varios libros sobre liderazgo ignaciano.
El liderazgo ignaciano como concepto y experiencia se ha desarrollado en estos últimos veinte años pensando en entidades jesuitas o similares. Es decir, se ha visto que en la tradición de la Compañía de Jesús (aprobada en 1540) hay elementos interesantes en lo que toca al cuidado humano, los planteamientos de misión, el discernimiento corporativo, la gestión de equipos, etc.
Hay tres áreas en las que se focaliza la atención al pensar en liderazgo ignaciano. Por un lado, la persona líder. Ahí se reflexiona sobre sus habilidades humanas, su vocación cristiana, su autoconocimiento, sus puntos fuertes y débiles, sus fortalezas y miedos, el talante y modo con el que asume el servicio de liderar, sus opciones por la fe y la justicia, su libertad interior, etc. El principal problema del liderazgo es el líder mismo.
En la parte IX de las Constituciones de los jesuitas hay una lista de rasgos deseables para el que vaya a ser elegido superior general de los jesuitas. Estas características se han comunmente aplicado al liderazgo jesuita e ignaciano en general. En primer lugar se busca una persona “familiar con Dios”. No se está pidiendo que sea doctor en teología, sino que personalmente haya asumido y viva con paz los ideales evangélicos y jesuíticos de la misión a promover. Que viva centrado en la vida, lo pueda compartir y así ayudar a otros desde lo profundo, no desde la teorías.
La segunda dimensión del liderazgo hace referencia a la capacidad de crear y acompañar un equipo para una misión. Generar un equipo unido y comprometido, y que transmita ilusión es un arte. Y una tarea. La primera responsabilidad del líder es la cura personalis. En el sentido ignaciano no se refiere solo al cuidado o desarrollo de las personas. Más bien se busca, si se puede, ayudar a las personas a vivir su vida en plenitud, y en clave cristiana, a encontrar y desarrollar su vocación personal.
Unido a esto está la cura apostolica que no son solo las tareas a asignar a cada individuo sino, en consecuencia, de buscar que dichas actividades tengan una dimensión apostólica en lo que sea posible, fomentando un espíritu de servicio. Para llevar a cabo esta dimensión hay que trabajar aspectos como el acompañamiento, la relación humana, la comunicación personal y la escucha profunda. El liderazgo no consiste sin más en aplicar indicadores de una hoja de cálculo o ajustar mecánicamente personas y sus tareas a un cuadro de mando.
Generar espacios de conversación espiritual, compartiendo ideas, sentimientos y mociones, o profundizar en formas de deliberación y discernimiento en común, son también tareas a realizar. En muchos casos hay que buscar formas de traducir esto a formatos en modo aconfensional, plural y humanista y hacerlo complatible con unos contratos y una legislación laboral.
El tercer eje de este modo de liderar, tras la persona líder y el equipo, es alinearse con la misión. Quizá eso ocurre también en la mayoría de los modelos de liderazgo. Se trata aquí de orientar a las personas y estructuras de una institución hacia unos ideales y concreciones misionales. De hecho, para esto hay liderazgo y hay instituciones. Se buscan frutos apostólicos, o al menos humanistas. La Compañía de Jesús fue aprobada en 1540 con unos fines (fe, bien común) a realizarse en grupos pequeños, sin muchos compromisos estables. En poco años, las necesidades de la Iglesia y la sociedad pidieron nuevas estructuras (por ejemplo, colegios e instituciones pastorales y sociales) y esto provocó un nuevo status en 1550 que permitiera esa “innovaciones estructurales” que permitieran más fruto para la misión. respuesta si queremos servir a la misión universal.
Formular el núcleo del liderazgo ignaciano es una tarea que desborda este artículo; Primero me ocuparé del alcance y las limitaciones de la teoría secular del liderazgo, para a renglón seguido centrarme en algunas facetas distintivas del liderazgo ignaciano concernientes a su orientación y sus frutos. El liderazgo ignaciano es una orientación profunda que da fruto, no un modelo o esquema de liderazgo.
tags: #liderazgo #ignaciano #características