A todas las grandes compañías del mundo que quieren redimensionar su estructura, dar nuevos bríos a instalaciones obsoletas o aplicar lo ultimísimo en management se les suele venir a la cabeza el mismo apellido: McKinsey. El gigante de la consultoría se ha convertido en el socorrista favorito de las firmas que integran la lista Fortune 500. Y también en el fontanero de emergencia de organismos públicos acuciados por el déficit presupuestario... o de dictadores interesados en acallar la disidencia.
Paradójicamente, su labor en ámbitos de tanto impacto como la salud, la educación o la energía es casi invisible para el ciudadano ajeno a lo que sucede en las altas esferas corporativas. En buena parte, debido a la confidencialidad con la que la firma protege a sus clientes y a la opacidad que envuelve su prestación de servicios. «Todo su modelo de negocio está basado en el secretismo», resume por videollamada Walt Bogdanich, veterano periodista de investigación de The New York Times y ganador de tres Pulitzer.
El Secreto del Éxito de McKinsey
¿La receta de su éxito? Una filosofía de gestión científica, una habilidad casi insuperable para reclutar a las mentes más brillantes de Harvard y alrededores con la promesa de hacer un mundo mejor, en contraste con el tiburoneo habitual del sector, y una velocidad hipersónica para proporcionar los denominados entregables. Sin olvidarnos, por supuesto, de sus mil veces imitadas presentaciones en PowerPoint.
Gracias a todo ello, McKinsey gana un fortunón al año -se calcula que tiene 31.500 millones de dólares en activos ocultos en algún paraíso fiscal del canal de la Mancha- y da empleo a alrededor de 35.000 personas en más de 65 países. Entre ellos, España: los 250 profesionales que se dividen entre Madrid y Barcelona susurran al oído de la mitad del Ibex 35.
La Consultora: Un Análisis Crítico
Bogdanich y su compañero de redacción Michael Forsythe, conocido en el gremio por sus pesquisas sobre China sobre el terreno, son los autores de La consultora (Ed. Península), serio candidato a libro del año en la categoría de no ficción. Y no sólo porque desvele los tejemanejes de una organización global y centenaria, algo que convierte la lectura de sus 500 páginas en un permanente recordatorio de La marcha imperial y los paseos de Darth Vader por la Estrella de la Muerte. Sino también porque dibuja un mapa imprescindible para visualizar cómo a partir de los años 90 la economía productiva ha sido reemplazada por la especulativa, con lo que eso ha traído aparejado: el debilitamiento de la clase media, el aumento de la desigualdad, la propagación de la desconfianza, el empoderamiento de la tecnocracia...
Lea también: Servicios de McKinsey en la Península Ibérica
«Hay muchísima maldad en el mundo, no hay ninguna duda al respecto. Y tampoco hay duda de que McKinsey ha actuado y se ha comportado de forma profundamente vergonzosa y de que seguramente le habría gustado hacer las cosas de otra manera», explica Bogdanich por videollamada desde la Gran Manzana. «Dicho esto, también ha trabajado bien en ciertas áreas y puesto el foco en la desigualdad, el cambio climático o la importancia de que las mujeres y los afroamericanos mejoren sus posibilidades de conseguir buenos empleos. La cuestión es si luego está a la altura de ese discurso, porque muchas veces no lo está».
«Hablamos de personas muy inteligentes», añade Forsythe a su lado. «Son graduados de las mejores universidades de EEUU y de Europa a las que se pone a trabajar muy duro en proyectos que al final pueden llegar a ser muy dañinos para la sociedad».
Esta pareja de sabuesos, nada dudosa de simpatizar con los anticapis, ha logrado acceder por primera vez a la lista secreta de clientes y honorarios de McKinsey. También ha recopilado el testimonio de decenas de sus empleados y ex trabajadores. El resultado es un retrato demoledor de la consultora más prestigiosa e influyente del planeta, en el que queda de manifiesto su indiferencia ante los conflictos de interés, su agresividad para conseguir contratos y también un manejo de la ética como mínimo cuestionable.
Casos Polémicos
Volvamos a los cuatro casos del principio.
- El trabajo de McKinsey para Purdue Pharma focalizado en el adictivo OxyContin -por el que cobró 83,7 millones de dólares entre 2004 y 2019- contribuyó a la epidemia de opiáceos que ya ha dejado 750.000 muertos en EEUU.
- Las recomendaciones de McKinsey que ha aplicado la sanidad pública británica la han convertido en un organismo mucho menos eficiente... y caro: un estudio de 2018 demostró que con el dinero que cada hospital se gastaba al año en consultores podría haber pagado el sueldo de 35 enfermeras o 10 médicos.
- La labor de monitorización de opositores de McKinsey permitió al régimen de Mohamed Bin Salman estrechar el cerco sobre el opositor exiliado Omar Abdulaziz y puso en el disparadero a uno de sus contactos, el periodista Jamal Khashoggi. El mismo que fue brutalmente asesinado meses después por un escuadrón de Riad en el consulado saudí en Estambul.
- Y el análisis de McKinsey de lo que estaba pasando en su frontera con México derivó en prácticas horrendas para cientos de familias inmigrantes. Entre ellas, la separación a la fuerza de padres e hijos menores de edad o incluso el encarcelamiento de bebés en tiempos de Trump.
«Nosotros nos dedicamos a ejecutar, no a hacer política», intentó desmarcarse en una reunión telefónica Richard Elder, jefe de proyecto de McKinsey para el ICE, cuando su propio equipo adquirió conciencia en enero de 2017 de que con las medidas aplicadas difícilmente estaba ayudando a personas que huían de la pobreza y la violencia. «Con esa lógica podría justificarse trabajar para cualquier déspota, incluso para los nazis», le respondió un joven consultor que poco después, claro, acabó cogiendo una caja de cartón y abandonando la empresa.
Lea también: Las Mejores Empresas de Network Marketing
«Otro envió un correo electrónico general en el que comparaba el trabajo no con el que imponía el Tercer Reich, sino con el que hacían los esclavos durante la Guerra CiviI americana», interviene Forsythe a propósito de aquella rebelión interna. «Preguntaba: '¿Seguiríamos apoyando haber ayudado a los estados del sur a mejorar el rendimiento de sus activos agrícolas en la década de 1850? Lo que hemos visto hasta ahora desde la dirección nos indica que la respuesta es quizá'».
El Barómetro de la Ética: La Legalidad
El desescombrado de Bogdanich y Forsythe arroja sobre todo dos conclusiones. La primera es el hecho de que la firma ha usado por sistema la legalidad como barómetro de la ética. Es decir, si algo puede hacerse, no hay escrúpulos morales que le impidan hacerlo. A pesar de que el segundo de sus mandamientos insta, de hecho, a «respetar unos códigos éticos elevados».
Los reporteros, que suelen decir que informar sobre la consultora «es como perseguir fantasmas», se hacen eco de lo que escribió desde el anonimato un ex de la firma para referirse medio en broma, medio en serio, a la teoría de la conspiración. «Para quienes están convencidos de que una élite misteriosa controla el mundo, los sospechosos habituales suelen ser los illuminati, los reptilianos o los globalistas. Se equivocan, claro. No hay ninguna sociedad secreta que tome las grandes decisiones y determine hacia dónde se encamina la historia de la humanidad. Pero sí existe McKinsey & Company», escribió el antiguo empleado.
Impunidad y Consecuencias
Y así llegamos a la segunda conclusión, tal vez más insólita que la primera: ningún alto cargo, socio sénior o júnior de McKinsey ha tenido que enfrentarse por ahora a consecuencias penales por su labor como consigliere. «El mensaje que se envía a la sociedad es: si tienes verdadero poder y muchos contactos, puedes salirte con la tuya», señala casi con resignación Bogdanich, que sufrió en carne propia las políticas de la consultora cuando se inició en la vida laboral en la que fue la mayor empresa del mundo a principios del siglo XX: la siderúrgica U. S. Steel Corporation. «En muchos escándalos han sido capaces de comprar una vía de escape pagando millones y millones de dólares», remacha.
Teniendo en cuenta que los reporteros dedican sendos capítulos a la relación de la consultora con la aseguradora Allstate -su objetivo: ahorrar dinero en las indemnizaciones- y con Exxon/Mobil, Gazprom y otras de las principales empresas mineras y extractoras de combustibles fósiles -desde 2010 ha trabajado para 43 de los 100 mayores emisores de gases de efecto invernadero-, la pregunta es: ¿habría sobrevivido cualquier otra empresa que no fuera McKinsey a semejante ristra de polémicas?
Lea también: Requisitos Convalidación LOGSE
«El CEO de Enron, de hecho, era un ex consultor suyo y, sin embargo, McKinsey ha seguido haciendo de las suyas», subraya Forsythe a propósito de eso tan etéreo denominado rendición de cuentas. «Muchas veces la culpa ha sido del propio modelo de negocio. La consultora ofrece asesoramiento y es su cliente el que decide si acepta o no esos consejos. Así que McKinsey dice: es su responsabilidad, no la nuestra. Lo cierto es que hay muchos ex suyos en el gobierno y como consejeros delegados por todo el mundo».
La consultora permite identificar igualmente el modus operandi de McKinsey cuando llega a sus manos una patata caliente. Al final, la empresa siempre termina alegando que el estado de las cosas sería todavía peor si ella no estuviera involucrada. Ya saben, los pájaros disparando a las escopetas, y no al revés. ¿Hasta qué punto es comprable este argumento?
«Es una pregunta difícil de responder. Lo que sí sabemos es que cuando McKinsey entra en una línea de trabajo, la situación es susceptible de empeorar», alega Forsythe. «Hemos visto que, invariablemente, lo que sucede es que les va peor a los trabajadores de base y se favorece a los accionistas y los inquilinos de la C-suite [alta dirección, por la inicial de chief, jefe en inglés]. Hacer recortes en una plantilla es un método mucho más sencillo para aumentar los beneficios que idear un nuevo producto», coincide Bogdanich. De ahí que lancen un aviso a los españoles en nómina de las compañías del Ibex 35: «Si McKinsey entra en tu empresa, ponte en guardia. Puede haber recortes y despidos de todo tipo».
La Matriz de McKinsey
La matriz de McKinsey es una herramienta de planificación estratégica para empresas que permite analizar la evolución de la rentabilidad y la aceptación o atractivo de los productos. A través de la matriz de McKinsey se evalúa el posicionamiento de un producto o servicio en un mercado y se define si, según las condiciones competitivas y otros factores que pueden afectar a su producción y distribución, es una buena decisión mantener ese producto en un determinado mercado, si conviene invertir para crecer o si, por el contrario, lo más conveniente es realizar una desinversión. El objetivo de esta herramienta es proporcionar información clave para configurar la cartera de negocios de la mejor manera.
La matriz de McKinsey se desarrolló en los años 70 por la consultora internacional homónima con el objetivo de analizar la problemática del negocio de General Electric, una compañía que pese a la extensa cartera de productos de la que disponía no rendía cómo se esperaba. La herramienta de McKinsey es una versión más analítica de la matriz que había desarrollado Boston Consulting Group, la matriz BCG, y que ayuda a determinar qué productos son los más rentables para una compañía y determinar las mejores estrategias de venta.
¿Cómo aplico en una empresa la matriz de McKinsey?
La matriz de McKinsey se configura sobre los ejes cartesianos: uno representa el grado de atractivo del mercado (bajo, medio o alto) y el otro la fortaleza de una unidad de negocio (baja, media o alta). En total, permite visualizar nueve celdas que representan una unidad de la cartera de negocio y revelan qué acción de inversión es la más adecuada.
¿Qué vamos a analizar con la matriz McKinsey?
Los dos aspectos que hemos reflejado en los ejes X e Y de la gráfica:
- El atractivo de un mercado a largo plazo
- La fortaleza o competitividad de un producto, servicio o unidad de negocio en ese mercado analizado
Estos dos criterios se estudian a través de múltiples variables, por eso se considera un análisis más profundo que el que ofrecen otras herramientas de este tipo. Para analizar el atractivo de un mercado se tendrán en cuenta variables como:
- Su accesibilidad
- Su tasa de crecimiento
- El margen bruto que ofrece
- Los competidores
- Las opciones de diferenciación más allá del precio
Para estudiar la competitividad de un producto o servicio se mirarán factores como:
- El precio
- Los elementos diferenciadores
- La cuota de mercado relativa de ese producto o servicio
- La imagen de la marca y la experiencia que tiene ya en ese ámbito la compañía
- Cómo se realiza la distribución y cómo afecta al negocio
Las nueve celdas de la matriz McKinsey muestran la estrategia a seguir en cada caso.
Para un producto con un atractivo débil y una competitividad también débil lo más conveniente sería desinvertir. Por el contrario, en la esquina opuesta de la matriz, con una unidad que cuenta con competitividad y atractivo alto puede optarse por una estrategia ofensiva para impulsar su crecimiento.
Mirando las otras dos esquinas de la matriz podemos decir que:
- Ante un producto o servicio con alta competitividad pero atractivo de mercado bajo se recomienda mantener el posicionamiento sin realizar grandes inversiones, es decir, cosechar lo invertido.
- Ante un producto con atractivo alto pero baja competitividad, la estrategia a seguir apunta a realizar un crecimiento selectivo, es decir, invertir solo en oportunidades que sean rentables.
El resto de combinaciones de la matriz requieren un análisis complementario de la situación que nos incline hacia alguna de las tres posibilidades: invertir para crecer, mantener la posición o liquidar y abandonar esa línea de negocio.
Salarios en McKinsey
Si estás interesado en el mundo de los negocios y te gustaría trabajar como Business Analyst en una de las consultoras más prestigiosas del mundo, es probable que te estés preguntando cuánto se puede ganar en McKinsey. Si estás pensando en convertirte en un Business Analyst en McKinsey, es importante tener en cuenta que los salarios pueden variar en función de diversos factores. Es importante tener en cuenta que estos salarios son solo ejemplos y que pueden variar en función de la ubicación geográfica, la experiencia del candidato y otros factores.
Para trabajar como Business Analyst en McKinsey, se requiere tener una sólida formación académica y habilidades analíticas. Para aumentar tus posibilidades de ser contratado en McKinsey, es recomendable tener experiencia previa en consultoría o en el sector empresarial, así como demostrar habilidades analíticas y de resolución de problemas.
McKinsey ofrece a sus empleados numerosas oportunidades de crecimiento y desarrollo profesional.
La información proporcionada en este artículo se ha recopilado a partir de diversas fuentes, incluyendo datos generados por inteligencia artificial y otras fuentes de acceso público. La información presentada tiene fines informativos y no pretende ser utilizada para la toma de decisiones de carácter contractual ni como fuente académica o científica.
En McKinsey España llevan más de 40 años ayudando a empresas del sector público y privado a transformar el modo en que trabajan para acelerar un crecimiento sostenible e inclusivo. La calidad de su gente determina el servicio que dan a sus clientes y, por eso, invierten innumerables recursos en identificar, atraer y formar a personas excepcionales.