Potestas y Auctoritas: Diferencias Clave en el Liderazgo

Actualmente, oímos hablar mucho de liderazgo. Un concepto que en ocasiones puede confundirse con el hecho de ostentar un puesto de mando. Ya en la Roma clásica existían tres maneras diferentes de interpretar el poder: imperium, auctoritas y potestas. Mientras que el primero era un poder absoluto ejercido fundamentalmente por cónsules y en el que no me voy a detener más, sí me parece muy importante hablar de los otros dos: la “potestas” era el poder político que imponía sus decisiones mediante la coacción y la fuerza y que devenía del cargo ostentado.

Por el contrario, la “auctoritas”, era más un poder moral que se basaba en el reconocimiento y prestigio de una persona; es decir, a priori no era un poder vinculante, pero sí socialmente reconocido e influyente. La “auctoritas” eran los estudiosos, respetados por su sabiduría y justicia. Un gran líder tiene auctoritas y, a veces, también potestas. El auctoritas queda, el potestas es temporal.

Diferenciando Potestas y Auctoritas

Durante estos días, me viene a la cabeza una clase de Derecho Romano a la que asistí en la Universidad de Alcalá, hace ya casi veinte años. Hay enseñanzas que nunca debemos olvidar de los romanos, sobre todo en cuanto a la gestión de poder se refiere. Potestas se define como una fuerza que emana de la legitimidad otorgada por la sociedad civil, el poder que se posee por el mero hecho de ostentar un cargo, independientemente de quien lo ocupe.

Y por otro lado nos encontramos con la Auctoritas, que era la distinción de determinadas personas basada en una serie de características morales e intelectuales por las que destacan del resto. Si bien es cierto que el sostén del poder no resulta de la auctoritas (quien tiene poder no requiere necesariamente del reconocimiento por parte de otros), ha quedado claro en estos días la importancia y el poder de las cualidades innatas de una persona, lo que da respeto y admiración.

Todo se resume en que la potestas, o sea la ley, se basa en un poder que no se cuestiona, en una posición u organigrama; se tiene y se ejerce.

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Liderazgo Moderno: Más Allá del Cargo

Ser jefe o jefa, estar en una posición de potestas, requiere de una serie de habilidades y competencias profesionales concretas. Pero, junto al excelente desempeño de estas funciones, para ser respetado y querido por el equipo es imprescindible ser buena persona, humilde y cercana. Ser líder, a diferencia de lo que muchos pueden pensar, implica ser ejemplo, tomar las riendas.

El líder lo es por el ejemplo, no hay tareas que no pueda hacer: desde hacer fotocopias hasta abrir la puerta. Y es que liderar es un privilegio. El o la líder ha de saber ver en su equipo a personas que tienen necesidades, que quieren ser escuchadas y tenidas en cuenta, valoradas y respetadas.

Personas que necesitan sentir que pertenecen a un equipo y que se cuenta con ellas. Que su contribución es importante. No olvides que liderar no es estar arriba en el organigrama. Ser líder implica darle la vuelta a la pirámide e invertirla. Porque es estar debajo de todos, al servicio de tu equipo. Humildad, perseverancia y mucho amor, además de unas competencias profesionales indiscutibles.

Suele suceder que mientras alguien tiene un cargo tiene autoridad, tiene potestas y ese poder termina cuando termina su cargo, entonces se queda sin autoridad (ejemplo muy típico el de los políticos). Auctoritas es el poder que da las cualidades innatas de una persona, eso que da el respeto y la admiración.

La Perspectiva de Expertos en Liderazgo

Pablo Folgueiras, mentor de CEOs y propietario de la empresa Lideraxis, lo resume. «Una cosa es el poder y otra la autoridad. El poder lo detento por la organización de la institución, es mi tarjeta de presentación y me viene dado», desarrolla, «mientras que la autoridad, algo muy distinto, es algo que me gano yo a partir de una actuación«.

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«Hay gente que se confunde y cree que a partir de tener poder puede llegar a tener autoridad. Para Carme Castro, también experta en liderazgo y CEO de Kainova, los directivos que imponen su visión «son más ejecutivos que líderes» y «utilizan su autoridad para esconder sus carencias». «Es habitual en los propietarios de empresas, mientras que un CEO suele tener más trabajadas las habilidades comunicativas y de participación», añade Castro, aunque reconoce que «si la cultura de organización es de un liderazgo impositivo, eso se va a transmitir en toda la cadena» y a la inversa: «Por mucho que los Recursos Humanos trabajen una cultura de organización, si un líder se comporta diferente poco se puede hacer».

El cofundador de la consultora en liderazgo y equipos Más Humanos, Fernando Segarra, reconoce que no es tan fácil tender a decisiones consensuadas porque «el líder que antepone el consenso se la está jugando porque la responsabilidad recae sobre él y no está ahí para recolectar ideas, sino para anteponer su experiencia y tomar decisiones».

Pero el líder que se gana esa autoridad moral, ese prestigio, con sus acciones y su estilo, «es capaz de cambiar de tono y ser rápido en las decisiones cuando una crisis lo requiere«, apunta Castro. «Al final, un líder tiene que ejecutar decisiones porque tiene un rol para ello y no se puede agradar a todo el mundo», completa Segarra.

Características de un Líder con Auctoritas

En la otra cara de la moneda, están los líderes con influencia y prestigio, que, describe Castro, «es inspirador porque tiene una aspiración más a largo plazo». «Son personas humildes, admiradas, que te ayudan y dan ejemplo con un comportamiento que genera bienestar. No tiene miedo a ser vulnerable, pero tiene un trabajo y unos resultados que le avalan.

Para él, esa «auctoritas» se basa sobre todo en la confianza, que «es lo que determina las relaciones y permite avanzar». «La sinceridad se determina sobre todo a partir de la diferencia entre la conversación pública y la privada. En cuanto a la competencia, tiene que ver con la capacidad de hacer aquello para lo que se te contrata.

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Y por último, la fiabilidad es «la historia» que demuestra que esa competencia se ejecuta con compromiso y de acuerdo a lo pactado, «en tiempo y forma», completa Folgueiras. A partir de esos tres pilares, pueden surgir las preguntas que determinan si existe esa auctoritas o confianza o no.

«Si no confías en alguien, ¿en cuál de esos pilares falla? Si dentro de los líderes con auctoritas existe el matiz de que no siempre se puede actuar de forma ejemplar y ejerciendo influencia en función de las circunstancias, de la misma forma que existen líderes que ejercen poder sin ganarse el prestigio existen líderes con prestigio que no tienen cargo alguno.

Castro apunta a que «hay trabajadores muy valiosos que no son líderes y sería adecuado desvincular salario y cargo«. O sea, que un buen empleado pueda tener un cargo equiparable al de un líder si su aportación es relevante. Ejemplo de ello son aquellos trabajadores que ejercen un rol de bienvenida a un nuevo empleado o a un estudiante en prácticas y asumen su formación, a veces sin extra de remuneración.

El Liderazgo en Tiempos de Crisis

¿A qué viene toda esta disgresión histórica? A que en este momento de crisis sanitaria, social, económica y personal los países que tiren de “auctoritas” (líderes) y menos de “potestas” (gobernantes politizados), serán los que saldrán antes y más reforzados de esta situación. Por desgracia, muchos de nuestros políticos al carecer de ese liderazgo y claridad y tienen que acudir “al ordeno y mando” para implementar unas políticas en las que ni siquiera ellos mismos creen.

Esta crisis no se soluciona poniendo la ideología encima de la mesa. Desafortunadamente es de tal dimensión y profundidad que no hay recetas milagrosas a uno y otro lado del espectro político. Nunca propuestas partidistas han estado tan próximas como en estos momentos, siendo así, ¿por qué es tan complicado remar todos en la misma dirección y dejar a un lado la confrontación política?

Para mí la respuesta es clara, nuestros gobernantes o al menos una gran parte de ellos, saben que sólo podrán ejercer el poder político que les “emborracha” si mantienen su cargo público (potestas). A más “potestas” más necesitan reforzar su presencia “física” entre todos nosotros y de ahí sus alocuciones continuas e interminables con ese tono entre lastimero e impostado que pretende recordarnos que “ellos” están arriba y “nosotros”, al estar abajo, debemos hacer caso a lo que nos dicen, porque para eso han sido elegidos.

Consejos para Desarrollar Auctoritas

El consejo que doy a mis alumnos-líderes es aprenderse muy bien el puesto que ocupan, el sector, los operadores, los grupos de interés y sus entresijos. Tener un amplio conocimiento de su ámbito de actuación es muy importante, pero no lo único. Cuando se es nombrado hay que hablar con todo el equipo, tanto en plenario como en privado. Escuchar mucho, aprender, hacerse una composición de lugar y trazar un plan, serán buenos mimbres para los comienzos.

Para tener autoridad es imprescindible tener criterio propio y esto sólo se formará si conocemos muy bien nuestro negociado. También es indispensable marcar objetivos y empeñarse en cumplirlos. Yo empezaría por tres objetivos que generen los mayores rendimientos, como máximo cinco; que sean verdaderamente impactantes en la mejora de nuestra actividad. Cuando una persona conoce el terreno, escucha, acuerda objetivos con su equipo y persiste en su cumplimiento (porque son importantes) empieza a ganar autoridad.

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