Salomon Korn y la Biografía de Hitler: Un Análisis Profundo

El vicepresidente de los judíos alemanes, Salomon Korn, reflexiona sobre la complejidad de abordar la figura de Adolf Hitler en el arte y la biografía. Korn opina que el arte nunca logrará una comprensión total del fenómeno de Hitler, sirviendo más bien como una distracción. A pesar de esto, reconoce que no se puede prohibir a un artista que aborde la figura del dictador.

La biografía de Hitler ha sido objeto de numerosos estudios e interpretaciones, buscando comprender los orígenes y el desarrollo de su ideología y su ascenso al poder. Sin embargo, desentrañar la complejidad de su personalidad y las causas del Holocausto sigue siendo un desafío.

Los Orígenes de un Dictador

Algunos autores han intentado encontrar en la infancia y juventud de Hitler las claves de su posterior comportamiento. Un humilde niño austríaco se orinaba cada noche en la cama. Esta incómoda humedad en que yace cada noche el pequeño Adolfo, y el miedo que le inspiran el padre y sus compañeros de clase, además de que tal vez le faltase un testículo, le llevarán un día a concebir el Holocausto, el mayor crimen programado de la historia.

En «El castillo del bosque» el narrador del relato es un ángel negro a sueldo del maligno, encargado de velar por la bajeza del joven Adi (alias austríaco de Adolfo) a quien cree el mayor prodigio de su Maestro frente a la impotencia de Dios (al que trata familiarmente como «el tonto»). Demonio de padre en lugar de Dios padre. El contrasímbolo religioso está también en la doncella violentada por el padre incestuoso, en vez de fecundada por el Espíritu Santo. Así que el autor se pierde en relatar la impura concepción, antes que en explicar cómo pudo Adi convertir en bárbaro a un pueblo tan reputadamente culto. Alcanzada la adolescencia, parece que el trabajo del Maligno está hecho, cualquier intento de Dios por plantar alguna simiente de conciencia ha sido arrasado del cerebro del pequeño Adi.

Se conoce muy bien quiénes son los padres de Hitler que, además, están enterrados en el cementerio de Leonding, en Austria. No sólo Hitler no los escondió, sino que siendo canciller visitó su tumba en ocasiones. Parece una broma macabra que la casa de este pueblo en la que vivió el inspirador del Holocausto sea hoy la funeraria local. Las fotos conocidas de Alois Hitler y Klara Pölzl dejan adivinar la fisonomía del hijo. El padre fue un agente de aduanas, basto y pendenciero, con afición por cultivar panales, que transmitirá a Adolf el semblante murrio.

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La novela está meticulosamente investigada, pero sobre repeticiones de datos apenas probados. La hagiografía tramposa en los 30 y 40 dejó lugar a una historiografía freudiana muy dada a conclusiones del tipo de que si exterminó a los judíos, es probable que también matase lagartijas de niño y que probablemente él mismo fuera judío. Así lo contó en sus memorias redactadas en una celda de Nürenberg «el carnicero de Cracovia», pero nunca se probó.

Más prosaico, el historiador Lionel Richard, aun admitiendo que fue un niño traumatizado por la muerte de su hermano y de sus padres, escribe en «De dónde viene Adolf Hitler» que, a sus 25 años, antes de la Primera Guerra Mundial, «Hitler no tiene nada del pangermanista y antisemita que luego pretendió ser, ningún compañero de clase ni luego de habitación destacó nunca afirmación antisemita alguna». En su opinión, es tan poco militarista que se muda de Viena a Múnich en 1913 para evitar el reclutamiento. Adolf se convierte en Hitler, según Richard, «por la guerra, en la que vive el restallante nacionalismo y, después, por la dolorosa derrota militar».

Más peligroso es presentar a Hitler como un engendro que provoca la ira natural. Es una explicación que evita el desagradable trance de conocer lo que a veces mora en zonas oscuras de seres humanos tal vez no tan distintos del «monstruo». Lo que tampoco significa ni mucho menos que el suyo fuese un pueblo monstruoso. Los alemanes cifraban su identidad en la educación. Y Alemania era la nación más alfabetizada del mundo cuando desencadenó la «solución final».

Ideología y Ascenso al Poder

Fuera de la histeria del escenario, Hitler se revelaba vulgar, sin una sola de las características raciales que tomaba por superiores, bastardo de un tiempo turbulento en el que vio la desaparición de cuatro imperios tenidos por imperecederos. Él mismo destruyó a Austria, Checoslovaquia y Polonia, entidades que no existían cuando iba al colegio. Sólo en aquel caldo de cultivo emponzoñado pudo llegar a ser determinante la oratoria de un indocumentado rencoroso.

La originalidad de Hitler tal vez esté en su inigualable percepción del estado de las cosas y de los medios a su disposición; así como del modo terrorífico de llevar a cabo sus ideas. También su hablar: mucho y mal pero con pasión, necesitado de escucharse para convencerse y seguir avanzando. El documental «El dinero de Hitler», de Ingo Helm, descubrió además a un avaricioso, anhelante siempre de regalos en metálico de magnates, del partido o de las arcas del estado. Nació humilde pero nunca trabajó, aunque lampó por varios oficios antes de intentar dominar el mundo. No bebía y presumía de asceta, no se le conocían más vicios que sus crímenes.

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La biografía de referencia de Ian Kershaw sobre Hitler ya dice que los viejos «esfuerzos por hallar en el niño al perverso que se escondía en el dictador asesino se han revelado poco convincentes». También el recientemente fallecido Werner Maser, que escribió «Hitler, Leyenda, Mito y Realidad» tras descubrir el registro médico y eclesial de la familia Hitler, intentó acabar con esa mitomanía. «Hitler sobrepasa la comprensión humana, para mí la única explicación es la existencia del demonio.

Influencias y Paralelismos Históricos

Su llegada al poder se inspiró en la «marcha sobre Roma» de Mussolini y el sistema de campos de exterminio lo copió de Stalin. De la exaltación del líder heroico al mito racial, del antisemitismo al Volk (pueblo) como comunidad, del ataque al intelecto a la subordinación del individuo, al cientificismo y a la mejora de la raza, todo estaba ya en el pensamiento antirracional que va del romanticismo al III Reich.

En resumen, la figura de Hitler sigue siendo objeto de debate y análisis. Si bien es importante comprender los factores que contribuyeron a su ascenso al poder y a la perpetración del Holocausto, también es crucial evitar simplificaciones y reduccionismos que impidan una comprensión profunda de este período histórico.

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