J.R. Arturo Fernández está de actualidad, no el actor, sino el Presidente de la Cámara de Comercio de Madrid, de la patronal madrileña y vicepresidente 1º de la CEOE.
Un Imperio Empresarial
Arturo Fernández tiene 2.200 empleados, 180 establecimientos y 92 empresas de catering y hostelería. Posee un centenar de coches de lujo, entre ellos, un Maserati comprado al rey, más de 2.000 armas y 25.000 botellas de vino.
De un hombre tan rico y tan emprendedor se ha dicho que parece un mercader persa y que debe de tener sangre fenicia. Pero ni persa ni fenicio.
Orígenes y Formación
El Fernández malo nació en Madrid, en 1945. Alardea de ser un hombre hecho a sí mismo, frase decimonónica que suele pronunciar un tipo de empresario que basa su negocio en amistades bien situadas y la escasa transparencia de las concesiones y prebendas.
Dicen que heredó a los 17 años la empresa Cantoblanco fundada por su abuelo en 1898, año del hundimiento del resto del imperio español. Pese a nacer gafado, a nuestro emprendedor le ha ido bien en la vida. Supo diferenciar nuestras deudas de su beneficios.
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Se licenció en Ciencias Económicas y Empresariales en la Universidad Complutense de Madrid, lo que en su caso es una doble exageración lingüística e intelectual, y cursó un máster en Business Administration en Boston. Eso sostiene su currículo, esa letanía de méritos abultados que luego casi nadie lee.
Estudiar tanto, al menos en apariencia, no fue determinante en su ascenso a los cielos. El braguetazo, con perdón, fue sentarse en el pupitre adecuado, seña pepera del éxito, y no el talento, la capacidad de innovar y escoger colaboradores entre los más capaces y no entre los más obedientes.
Ascenso en el Mundo Empresarial
El hombre hecho a sí mismo se lo debe todo a coincidir en el Colegio Británico con Esperanza Aguirre, a quien saca siete años. Ella es la ‘padrino’, que no madrina, de Fernández el malo. Al hombre hecho así mismo le regalaron por la filosa la concesión del catering de la Asamblea de Madrid, del Congreso de los Diputados, del Teatro de la Ópera, del IFEMA, Telefónica, TVE, Endesa, los cuarteles de la OTAN en España y alguno más.
Todo legal, eso sí, como el asunto de las tarJETAS de Caja Madrid. Su quebrado Grupo Cantoblanco, quebrado para esquivar a los acreedores, otra de sus especialidades, llegó a emplear a 4.000 personas. Tampoco es su fuerte la ley laboral.
Pese al chollo de los ingresos garantizados por el Dedo Divino de Ella, el Fernández malo era incumplidor por costumbre en el pago de las nóminas de sus empleados, tampoco lo era con Hacienda ya que abonaba en negro las horas extras y otros complementos.
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Este gran empresario presunto defraudador es aún presidente de la Confederación Empresarial de Madrid (CEIM). Sus amigos de la patronal local le acaban de salvar de la quema al prorrogar su confianza hasta las elecciones de 2015, a las que, en teoría, no se presentará.
Que los grandes empresarios madrileños apoyen a un colega con estas credenciales da la idea del nivel del empresariado español. Fernández vive en una nube de ego, borracho de sí mismo; una nube blindada, eso sí, y fabricada con los mismos materiales de impunidad de su vida terrenal.
Allá arriba no ven ni sienten las penurias de sus trabajadores con familia, niños y pagos a los que hacer frente a comienzo de cada mes. Los que le tratan sostienen que es cordial, con la labia cálida del embaucador. Es de los que se quita la chaqueta, no para repartir mamporros como Manuel Fraga, sino por campechanería, para relajar a su interlocutor, es decir, su víctima.
Como a Miguel Blesa, otro perseguido del rojerío que nos invade, le gustaba la vida a lo grande. Célebres eran sus cumpleaños en el Teatro Real junto a decenas de dirigentes y amigos del PP. El hombre hecho a sí mismo presume de contactos. Ese es su verdadero currículo, el que se lee.
Como los grandes emprendedores de este país, a los que el trabajo bien hecho les importa un bledo, el Fernández malo tiende a rodearse de fieles, incondicionales sin voz, sirvan o no sirvan. Lo importante es que obedezcan sin rechistar. Es un mal extendido.
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Ahora está en caída libre, pero con paracaídas; no sabemos aún si ‘made in Suiza’, Andorra o en algún paraíso fiscal. Dicen que las primeras en abandonar un barco que se hunde son las ratas. No hay causa-efecto con la frase anterior, pero varios de sus antiguos amigos, los hermanos Pascual y Mahou, entre otros, demandan la devolución de lo adeudado.
El hombre hecho a sí mismo ha perdido casi todas sus concesiones. Adeuda mucho a pequeñas empresas y a sus trabajadores. En la CEOE de Madrid, tuvo como número dos a Lourdes Cavero, mujer de Ignacio González, con quienes ha compartido mantel y viajes.
Así, el vendedor de hielo a los esquimales se aseguró el trato de favor cuando su amiga lideresa tuvo que dar un paso a un lado. Pese a su largo historial, ha sido el escándalo de las tarjetas en negro el que le ha dado la puntilla. No es por lo que se gastó -37.326,57 euros- sino por dónde lo gastó. ¡Mira que pagar facturas elevadas y de números extrañamente redondos en sus propios restaurantes!
Se investigan los créditos blandos en condiciones perjudiciales para la caja de la que era consejero. Él afirma que no ha hecho nada malo, que es víctima de sus enemigos, como el pequeño Nicolás.
Sirve 80.000 cafés y 50.000 menús al día para los comensales más diversos, desde los militantes de la UGT hasta el Rey, habitual en alguno de sus restaurantes y con quien comparte cacerías.
El Legado Familiar
El nombre de Arturo, que se apellida Fernández (Álvarez de segundo), como el actor asturiano y está acostumbrado a que le gasten la bromita de turno, aparece en muchos más comedores, restaurantes, clubes deportivos, hoteles y todo tipo de organizaciones repartidas por toda España de los que uno pueda imaginar. Tiene un asombroso imperio gastronómico y hostelero, con 3.500 empleados, que crece sin cesar.
Los 500 cocineros que tiene en nómina preparan los almuerzos y las cenas de los trabajadores de algunas de las grandes cadenas de televisión, como Televisión Española, Antena 3 ó Telemadrid. Ministros y diputados también comen sus menús en el Congreso. Asimismo, alimenta a los aficionados del Atlético de Madrid y a los universitarios de la Carlos III y San Pablo CEU.
El día que conocimos de cerca a este singular empresario, contaba que ya era propietario de 180 establecimientos. En este momento, quién sabe si ha añadido alguno más a esa lista en la que figuran restaurantes de lujo, como El Amparo, el espléndido comedor del Teatro Real de Madrid, La Nicolasa, Edelweiss, El Hispano y la compra del legendario Museo Chicote y sus más de 8.300 botellas.
Un rumor, que por ahora el interesado desmiente, le atribuye la próxima adquisición de Jockey, un clásico de la gastronomía de lujo en España. Arturo sirve 50.000 comidas al día, pero no sabe ni freír un huevo. «A lo más que llego es a apretar el botón de una cafetera y a hacerme una tostada. Aunque de cocinar ni idea, sé perfectamente lo que vale un huevo, una naranja o un kilo de café. También soy un buen catador de vinos y un buen probador de comidas».
Relaciones y Aficiones
Se lleva bien con todos los que mandan porque les da de comer, comparten aficiones y tiene un talento nato para las relaciones públicas, pero confiesa una especial debilidad por algunos, como Esperanza Aguirre, a la que conoció desde que estudiaban en el Colegio Británico.
Se considera madrileño de pura cepa, pero su abuelo fue un comerciante que dejaba Cáceres en 1850 para trasladarse a Madrid, donde abrió la Armería Arturo, en la calle de León y más tarde en la de Hortaleza. Arturo Fernández Iglesias fabricaba y arreglaba escopetas y rifles de caza, un oficio de familia que se remontaba a su propio abuelo, arcabucero real.
La historia de su nieto no se entendería sin conocer la del abuelo, que, además de llegar a ser en 1910 armero del Rey Alfonso XIII, fue quien creó el primer club de tiro al plato en España y el fundador, en 1920, de la Federación de Tiro. El negocio de escopetas era el mejor y el más rentable de España.
Comparte su afición a la caza con las primeras escopetas del país, con empresarios y financieros importantes. Ya se sabe que las monterías son centros de poder donde se fraguan acuerdos y decisiones económicas y políticas de trascendencia.
Don Juan Carlos es asiduo de sus restaurantes. «El que más le gusta es La Nicolasa [cuya cocina es de tradición vasca]. El Rey es un gran gastrónomo y un gran gourmet, pero prefiere la comida sencilla, sobre todo, el jamón. Aprecia el buen vino de Rioja y el Ribera del Duero. Creo que acaba pidiendo más carne que pescado.
Como empresario que mantiene encuentros con los líderes políticos y como restaurador del palacio de la Moncloa, Arturo se encuentra a menudo con José Luis Rodríguez Zapatero, «que ha comido mis menús en los 15 años que ha sido diputado en el Congreso. A veces come con la gente de personal en el comedor, pero él tiene sus propios cocineros.
Colecciona coches, tiene más de 100. El primero fue un Jaguar que compró siendo muy joven por 300.000 pesetas que pagó con letras de cambio, pues su economía no daba para más. Y el más antiguo es un Volvo de 1945, mientras que el más valioso un Mercedes 600 de hace 40 años.
Arturo es piloto, un título que viene de cuando hizo el servicio militar en aviación. También tiene un barco y le gustaría navegar con amigos, pero no encuentra tiempo.
Elena Rute, su mujer, entiende que se ha casado con un hombre sin horarios ni jefes. El matrimonio no tiene hijos, sólo sobrinos que se dedican a otros negocios. Sin embargo, Arturo ya tiene preparada la sucesión. Hace cinco años creó la fundación que se encargará de gestionar sus empresas, además de contribuir a proyectos humanitarios de algunas ONG.
Arturo Fernández Rodríguez: El Actor
Arturo Fernández fue uno de los intérpretes más queridos por el público español. Antes de la llegada de las plataformas televisivas, cuando no había mucho donde escoger, Fernández formaba parte de esa nómina de rostros familiares e infalibles para la audiencia.
Era un cómico en el sentido más clásico del término, un actor con costuras de galán que supo sostener su carrera a lo largo del tiempo. Hasta el punto de que cuando murió, con 90 años, apenas llevaba unos meses fuera de los escenarios.
Legado Actoral y Personal
Fue en julio de 2019, pero aún quedaban por cerrar algunos detalles de su herencia. El actor trabajó duro en el teatro, el cine y la televisión, donde tenía un público fidelísimo. Gracias a esto, pudo dejar a sus tres hijos un buen patrimonio inmobiliario y una productora que codirigía junto a su pareja, Carmen Quesada.
Como es lo normal en estos casos, todo se ha ido desmantelando en estos meses y los hermanos han tomado una serie de decisiones. Una, con Carmen viviendo ya una nueva vida en su casa de Marbella, cerrar la productora. Otra, distribuir sus propiedades.
La residencia madrileña del matrimonio, que Arturo Fernández mostró sin problemas en varios programas de televisión (a Telemadrid y a Bertín Osborne, por ejemplo), era la 'joya de la corona' del patrimonio. Arturo y Carmen Quesada vivían en una urbanización de San Sebastián de los Reyes, en una finca verde de cerca de 1.800 metros cuadrados.
La casa, remozada en los años 80, contaba con todas las comodidades, incluida una piscina donde el intérprete presumía de meterse hasta en invierno. La mansión, de 410 metros cuadrados construidos, fue heredada por sus hijos, que justo antes de la pandemia decidieron ponerla a la venta por 840.000 euros, aunque sin demasiado éxito.
Al final, los hermanos han conseguido venderla. Ha sido uno de los tres quien se la ha quedado, adquiriendo su parte a sus hermanos. La operación se cerró el pasado mes de octubre y ha sido "una alegría" para todos que la casa permaneciera dentro del entorno familiar.
Los tres hijos de Arturo Fernández fueron fruto de su matrimonio con María Isabel Sensat, una señora de la mejor sociedad catalana cuya boda con el actor de moda del momento supuso un auténtico terremoto social. Hoy son tres adultos que, por cierto, no han encaminado sus vidas profesionales dentro del mundo de la interpretación.
Isabel, la mayor, tiene una tienda muy conocida de decoración. María Dolores, Bobi, empezó su carrera como periodista y reside en Sevilla junto a su marido, Manuel Balbuena. Arturo, el hijo varón, es abogado.
Arturo Fernández y Alberto Closas, en 'Distrito quinto'. (Cortesía) Arturo y Carmen, que nunca quisieron legalizar su situación, mantenían una relación sentimental pero también profesional. Carmen, que es abogada de profesión y tuvo bufete propio durante casi una década, era también directora gerente de la productora de Arturo, Jandro Producciones S.A.
Pero unas semanas después del fallecimiento del actor, al poner en orden sus asuntos, la productora pasó a manos de Arturo hijo. La sociedad se constituyó en el año 1989 para producir espectáculos de teatro. En sus últimas cuentas públicas, correspondientes al ejercicio 2018, facturaron más de medio millón de euros, pero sin Fernández no tenía sentido seguir con ella.
Arturo hijo ha decidido disolverla de forma voluntaria, de lo que dio cuenta el Borme la semana pasada. La otra gran pata de Jandro Producciones era Carmen Quesada, que tiene una 'nueva vida' desde que se mudó a Marbella.
Mantiene buena relación con los hijos de Arturo Fernández (ella dijo en televisión que el único defecto que tenían los hijos de Arturo era que no eran suyos también). Una de las últimas imágenes que hay del intérprete asturiano en vida es precisamente paseando por Sevilla con sus hijos y su mujer.
Aún más significativo fue el abrazo entre la primera mujer de Arturo, Isabel Sensat, y Carmen en el último adiós a Arturo. Quesada se ha desvinculado del teatro y de los asuntos de Arturo. La abogada puso sus ilusiones en un negocio de hostelería, Villa El Carmen, en Marbella, al que la pandemia ha golpeado de lleno.
Arturo y su mujer eran habituales de los veranos de Marbella, donde encontraron su refugio dorado en un chalé de la exclusiva urbanización Guadalmina que adquirieron a finales de los años 90. Allí es donde la viuda del actor puso en funcionamiento a principios de 2020 un 'hotel' con encanto (alquila tres habitaciones) en el que pueden alojarse los huéspedes por un precio de unos 150 euros por noche (para dos personas y con desayuno incluido).
La abogada heredó esta vivienda tras la muerte del actor, pero era demasiado grande para ella, por lo que decidió darle un rendimiento económico. Además de estas dos casas, Arturo tenía varias propiedades en Madrid, como un apartamento de menos de 50 metros cuadrados en pleno Chueca, plazas de aparcamiento o una oficina en la avenida de Manoteras. También tenía una propiedad en Villaviciosa.
"Llegué a Madrid con 300 pesetas. Hay momentos que no sé de qué viví, en serio. Yo lo único que quería era ser alguien en la vida para que mi madre estuviera orgullosa de mí", dijo en una entrevista. Es para estarlo.
Tabla de Premios y Reconocimientos
| Año | Premio |
|---|---|
| 2003 | Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes |
| 2003 y 2011 | Micrófono de Oro |
| 2012 | Premio Alfonso Ussía |
| 2012 | Premio Cultura de la Comunidad de Madrid |
| 2013 | Medalla de Oro al Mérito en el Trabajo |
| 2014 | Premio Trayectoria Ejemplar |
| 2016 | Premio ASICOM y Premio Mandarina |
En Gijón, un 21 de febrero de 1929 llegaba al mundo en el seno de una familia humilde Arturo Fernández Rodríguez. Era un niño cuando empezó la guerra civil y cuando su padre, Arturo, mecánico ajustador en el ferrocarril de Langreo y anarquista de la CNT, tuvo que exiliarse en Francia dejando a su mujer, Dolores, y a su único hijo en Asturias.
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