Arturo Fernández, un nombre sinónimo de emprendimiento y liderazgo en Madrid, se prepara para un nuevo capítulo en su extensa carrera. A sus 80 años, este reconocido empresario se embarca en un ambicioso proyecto de restauración: la reapertura de La Nicolasa, un restaurante que marcó un hito en su trayectoria.
Reapertura de La Nicolasa: Un Regreso a los Orígenes
En su lugar, está previsto que el 1 de septiembre La Nicolasa abra sus puertas, según informan a EL ESPAÑOL. Este restaurante, que en su momento fue el "restaurante más emblemático" del grupo de restauración de Fernández, promete traer de vuelta la esencia de la cocina tradicional con un toque contemporáneo. La Nicolasa renacerá con una carta centrada en el producto fresco y de temporada, especialmente pescados y mariscos, con elaboraciones que combinan tradición y técnica contemporánea. El precio medio por comensal se estima entre los 80 y 90 euros.
El local elegido para esta ambiciosa reapertura es el que hasta ahora albergaba el restaurante oficial del programa MasterChef, situado en la calle Velázquez, 150. Será entonces, a partir del mes de agosto, cuando comiencen las obras de reforma para dar paso al nuevo proyecto de Fernández, que planea inaugurar el renovado espacio en septiembre de 2025.
La elección del nombre no es casual: La Nicolasa es un guiño a la mítica cocinera vasca Nicolasa Pradera, que a mediados del siglo XX ya daba nombre a un restaurante en esa misma dirección de Velázquez, así como a su célebre recetario La cocina de Nicolasa, referencia obligada de la gastronomía española tradicional.
Una Trayectoria Empresarial Marcada por el Éxito y los Desafíos
La historia empresarial de Arturo Fernández comienza mucho antes de su nacimiento. Su abuelo fundó una armería en Madrid y, más tarde, abrió un campo de tiro en la zona norte. Allí, para atender a los clientes que probaban escopetas o practicaban el tiro al pichón, instaló un pequeño restaurante. Sin saberlo, ponía la primera piedra de lo que años después sería una de las trayectorias más relevantes de la restauración española.
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El abuelo de Arturo arreglaba escopetas tanto a los cazadores de los pueblos como a la aristocracia, incluidos condes, duques y al mismísimo rey Alfonso XIII. Tras la Guerra Civil, su padre continuó con el negocio familiar. Pero fue Arturo quien le dio una nueva dimensión: estudió un máster en EE.UU. y, con apenas 18 años, tomó las riendas del restaurante del club de tiro Cantoblanco. En los años 80 y 90, expandió su actividad hasta alcanzar más de 180 establecimientos.
Su grupo de restauración, con 3.500 empleados en más de 180 establecimientos como restaurantes, hoteles y servicios de catering, alcanzó una facturación anual que llegó a los 250 millones de euros, hasta que entró en concurso de acreedores tras la crisis reputacional y económica de Fernández derivada del caso de las tarjetas 'black'.
Arturo Fernández fue muy mediático por tener una gran influencia política y cargos de poder, como ser presidente CEIM, la Confederación Empresarial de Madrid-CEOE, de 2007 a 2014; además de liderar otras asociaciones, cámaras y federaciones.
Arturo también tuvo una vertiente institucional de gran peso: fue presidente de la Cámara de Comercio de Madrid, de CEIM, de IFEMA, de Eurodefens y hasta representante de empresarios europeos en París. Durante su presidencia, impulsó medidas clave como los horarios comerciales libres junto a Esperanza Aguirre, hoy defendidos por Isabel Díaz Ayuso. «Madrid es una especie de isla que funciona», opina. Y en esta línea, Fernández manifiesta con orgullo que «Almeida y Ayuso están haciendo una gran labor».
Sin embargo, no todo fue un camino de rosas. Su nombre saltó a los titulares al ser imputado por el caso Bankia, tras su participación en el consejo de administración y la salida a Bolsa. Aunque fue finalmente absuelto y exonerado de toda culpa, el daño reputacional fue profundo. Así lo recuerda: «Tuve que dimitir de todos mis cargos y mi grupo, que facturaba 350 millones, entró en concurso. Pero no despedí a nadie, los reubiqué a todos. Hice lo que tenía que hacer».
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Al banquillo fue un elenco de nombres conocidos de todos los partidos; además de Rodrigo Rato, Acebes, Virgilio Zapatero, Rafael Spottorno, los sindicalistas Ricardo Martínez (UGT) y Rodolfo Benito (CCOO)... Arturo dimitió de todo y su conglomerado con más de 80 empresas entró en concurso de acreedores. Al final, los 31.000 euros que gastó de la black en dos años (devueltos al estallar el escándalo), resultaron judicialmente en cuatro meses de cárcel y 5.000 euros de multa... "Cuando, tras el lío, perdí docenas y docenas de millones en mis negocios particulares...".
De 3.000 trabajadores, indemnizó a 2.600 -con la ayuda de Emilio Botín-; de los 187 establecimientos, salvó a 30 que funcionan actualmente... "El golpe fue durísimo... Ahora me concentro en ellos, gasolineras, supermercados y algún hotel (...) La experiencia sufrida, durísima, me ha enseñado algo: es más importante tener amigos leales que el dinero...".
El resto de las causas judiciales abiertas, financiación legal del PP, archivada; cafetería de la Asamblea de Madrid, archivada; salida a Bolsa de Bankia, archivada.
La Persistencia de un Empresario Incansable
Pese a los desafíos, Arturo Fernández se mantiene activo y optimista. En un desayuno informativo de la CEOE, Isma Juárez tuvo la oportunidad de hablar sobre la jornada laboral con Antonio Garamendi y con algunos de los empresarios más importantes del país, como Arturo Fernández. En su caso, afirma que trabaja entre 12 y 13 horas diarias y que, a sus 80 años, no se plantea jubilarse: "Con la jubilación no me da para vivir y tengo que hacer horas extras", comenta.
Además, Fernández desvela a Isma que de vez en cuando ve El Intermedio: "Lo pongo porque Wyoming se mete conmigo y me gusta. Soy masoca".
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Para él, ser empresario es una vocación, no una profesión: «Esto no va de trabajar 37 horas. Se debe trabajar lo que haga falta. Hay que ser honrado, tenaz, tener ilusión y rodearse de buena gente. Yo me rodeo de muchos amigos, y eso es lo que más vale en esta vida, no me cabe la menor duda». Arturo Fernandez, fundador del grupo Arturo Cantoblanco. He llegado a hipotecar mi casa para pagar nóminas, y no me arrepiento».
Afirma que todavía palpitan las ganas del joven que un día decidió que su lugar no estaba en los despachos, sino al frente, donde se lidera con el ejemplo.
Hoy, encarando la parte final de su existencia, otea España, junto a los Montes del Pardo, con mitad optimismo, mitad preocupación. Da de comer, distribuye gasolina, vende escopetas, se aplica en los supermercados y examina sus errores. Un empresario no se rinde jamás. Se muere bajo esa condición.
Cierres en el Sector de la Restauración
Este 'adiós' se ha producido en plena oleada de cierres en la capital. Cada uno ha cerrado por un motivo diferente, pero todos han dicho adiós a Madrid en los últimos meses. En 2023 cerraron al menos 152 restaurantes, según los datos recabados por expertos del sector del traspaso. En 2024, 250. En lo que va de 2025, 103. Por lo que se esperan más de 300 cierres a final de año.
Legado Familiar y Pasión por el Trabajo
En 1898, su abuelo, mismo nombre y apellido, había fundado en Madrid un pequeño comercio de arreglo y fabricación de escopetas y rifles de caza que aún conserva en el museo de su actual Club de Tiro en Cantoblanco, situado en un paradisíaco paraje del inicio de la sierra madrileña, convertido en su cuartel general. Fue el armero real del rey Alfonso XIII. Ha continuado con la tradición, si bien derivó hacia la hostelería. Fabrica y vende escopetas de caza de alto standing a través de un centro en Elgóibar (Guipúzcoa) que llegan a costar una media de 100.000 euros. "Soy un empresario de tercera generación, volvería a serlo y quiero dejar claro a mis 70 años que moriré con las botas puestas... No hay nada más gratificante para mí en esta vida que crear empleo... Por eso, siempre he pedido que los presidentes patronales tienen que ser sí o sí empresarios, no meros gestores/ funcionarios. La figura del empresario en España no está puesta en valor como sucede en otros países".
Preguntado por el secreto para alcanzar tales dimensiones empresariales es sencillo: calidad y servicio antes que beneficio. «Las multinacionales miran las cuentas; nosotros mirábamos a los clientes», explica. Esa cultura familiar del esfuerzo, sumada a una capacidad de trabajo incansable, le valió la confianza de empresas como Telefónica, instituciones como el Congreso de los Diputados o entidades como la UGT. Y es que por mucho que los tiempos hayan cambiado desde entonces y las redes sociales sean el altavoz de referencia, «el boca a boca es lo que funciona en este negocio», señala.
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