En todas las épocas han existido dirigentes públicos, una constante histórica y un hecho sociocultural recurrente. Las sociedades humanas requieren líderes en diferentes niveles para guiar e inspirar las acciones personales. Cada cultura ha generado su propia idea de buen gobernante.
Durante las crisis o tiempos de mudanzas sociopolíticas, el "pueblo" suele reclamar líderes fuertes que adopten decisiones inmediatas y eficaces para afrontar las incertidumbres. Sin embargo, otorgar todo el poder a los dirigentes puede implicar más errores que aciertos, comprometiendo la supervivencia de la comunidad a medio y largo plazo.
El líder político "fuerte" es un mito sociocultural debido a la necesidad humana de aplacar la ansiedad, la incertidumbre y el miedo ante los acontecimientos imprevisibles e inesperados. Frecuentemente, se comete el "error de atribución al líder", donde los resultados de una organización o comunidad se atribuyen directamente al líder, convirtiéndose en chivo expiatorio, aunque a menudo sea más un símbolo del fracaso que su causa.
Ocupar una posición de poder institucional no habilita para ejercer el liderazgo político. Este, en muchas ocasiones, se muestra en personas que ocupan posiciones subordinadas e intermedias. La mayoría de los seres humanos no desempeñan puestos relevantes, pero muchos “dirigen desde el medio, atrayendo y persuadiendo hacia arriba y hacia abajo”.
Para aproximarse al estudio del liderazgo se ha de conceder la misma importancia al contexto y los seguidores que a los líderes (y sus equipos). El citado proceso del liderazgo implica que el líder sea una persona muy interdependiente. En muchas ocasiones quien lidera es el primer seguidor de una causa.
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Ningún líder puede liderar de forma aislada. Aislar al líder es quitarle su condición de guía e inspirador. Es decir, todo liderazgo depende de una red de apoyos. Esta red es dinámica y varía en función del cambiante contexto, de la voluntad de los seguidores y del estilo de liderazgo.
Los conceptos de liderazgo y poder están relacionados, pero no deben confundirse. El liderazgo requiere poder, pero no todas las relaciones de poder implican liderazgo. En sociedades dirigidas por dictadores se confunde, interesadamente, el desnudo ejercicio del poder con los diversos ropajes del liderazgo. Toda persona aspirante a liderar debe saber vestir tales ropajes para legitimar su liderazgo.
Desde finales del siglo XX, diversos estudios muestran una creciente decepción y desconfianza de la ciudadanía en los liderazgos e instituciones representativas. Este es un problema extendido en todas las democracias occidentales. En las presentes circunstancias de aceleración social y cambio político, muchos dirigentes quedan desfasados. Quienes gobiernan pronto decaen en su posible capacidad para guiar. Las anteriores ideas pueden llevar a repensar globalmente el liderazgo democrático en esta cambiante época.
La comunidad internacional de gobierno abierto se prepara para la IX Cumbre Global del Open Government Partnership (OGP), que tendrá lugar en Vitoria-Gasteiz en el próximo mes de Octubre. Durante tres días, representantes de gobiernos, líderes de la sociedad civil y responsables políticos de todo el mundo intercambiarán experiencias, buenas prácticas y avances en iniciativas de gobierno abierto.
La Cumbre Global del OGP 2025 llega en un momento con un contexto mundial complejo. La democracia se enfrenta en la actualidad a varias amenazas relevantes, desde la desinformación hasta el autoritarismo creciente. Es por ello que la Cumbre de Vitoria-Gasteiz se perfila como un potencial catalizador global para revitalizar el impulso del gobierno abierto como respuesta a dichos desafíos.
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Desde su fundación en 2011, el OGP ha crecido rápidamente y se ha consolidado como una alianza internacional de amplio alcance. Tras cerca de 15 años de existencia, el OGP puede presumir de ciertos logros relevantes. Desde su creación, numerosos países han aprobado leyes de acceso a la información, portales de datos abiertos y políticas de transparencia que antes no existían. También se han implementado iniciativas innovadoras, como plataformas de participación ciudadana y mecanismos de rendición de cuentas colaborativos.
Sin embargo, no todo son victorias, ya que varios actores de la sociedad civil han venido señalando también algunas limitaciones e inconsistencias en el OGP actual. Así pues, según los propios datos del OGP y su IRM, existe una brecha de implementación en los compromisos adquiridos, con múltiples proyectos que nunca logran despegar, bien sea por falta de recursos o de voluntad política. Otra importante señal de alerta viene del deterioro del entorno democrático en algunos países, con cierto retroceso en cuestiones críticas como la protección del espacio cívico.
España ostenta la copresidencia del OGP desde octubre de 2024 hasta finales de septiembre de 2025, compartida con la representante de la sociedad civil y académica Cielo Magno (de Filipinas). Esta posición de liderazgo supone también una oportunidad única para influir en las prioridades y mensajes de la Alianza en este momento clave. Estos ejes, se alinean con algunas de las preocupaciones globales actuales citadas anteriormente: la crisis de confianza en las instituciones, la amenaza del autoritarismo y los nuevos riesgos en materia de derechos en el entorno digital.
A nivel interno, España ha lanzado el proceso denominado “Consenso por una Administración Abierta”, que reúne a funcionarios, expertos y ciudadanos en 18 grupos de trabajo para repensar el funcionamiento del gobierno mediante metodologías innovadoras y la participación ciudadana. En respuesta a los retos anteriormente mencionados, el OGP ha lanzado recientemente el Desafío del gobierno abierto. Cada área temática viene acompañada de una guía con ejemplos de reformas, casos de uso inspiradores e ideas de compromisos específicos que los países pueden adoptar. La ambición es que estas diez áreas concentren los esfuerzos globales, fomentando la colaboración y evitando la dispersión. El OGP se encargará de destacar periódicamente las reformas más ambiciosas en cada campo con el objetivo de que sirvan de ejemplo e inspiración para otros.
Una de las dimensiones estratégicas más novedosas en la agenda del OGP, y en la que la presidencia española ha puesto también especial énfasis, es la intersección entre gobierno abierto y transformación digital. En pleno 2025, es evidente que la apertura gubernamental ya no se limita a portales de transparencia, sino que abarca temas como la ética en el uso de algoritmos, la protección de derechos en Internet, la gestión responsable de datos y la participación ciudadana apoyada en nuevas tecnologías.
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Por un lado, la expansión de la inteligencia artificial y la toma de decisiones automatizada en el sector público genera tanto promesas como preocupación. Promesas, porque bien utilizadas estas herramientas pueden mejorar la eficiencia y la personalización de los servicios públicos. Preocupación, porque introducen riesgos de opacidad, sesgos discriminatorios y amenazas a la privacidad. Es aquí donde el gobierno abierto puede aportar su valor a través medidas proactivas para asegurar la inclusión digital y prevenir la discriminación algorítmica.
Por otro lado, los derechos digitales de la ciudadanía han cobrado creciente protagonismo. España, por ejemplo, promulgó una Carta de Derechos Digitales que reconoce principios como la identidad digital, la protección de datos personales, la neutralidad de la red y la seguridad online de colectivos vulnerables. Otros aspectos críticos con la creciente digitalización de los gobiernos son la privacidad y la protección de datos. Aquí es donde entra la noción de gobernanza de datos, que implica reglas claras sobre qué datos abre un gobierno, cómo los anonimiza, cómo permite su reutilización y cómo protege a los individuos.
La apertura de datos sigue siendo también un componente troncal de la agenda, pero ahora se le mira a través de una lente más madura. En definitiva, los derechos digitales, la gobernanza de datos y de la IA, la ética digital y los datos abiertos constituyen un nuevo eje transversal que está cobrando creciente protagonismo en el OGP, en parte también gracias al impulso por parte de la presidencia española. Representan la adaptación del gobierno abierto a los desafíos del siglo XXI.
La próxima Cumbre Global de OGP en Vitoria-Gasteiz se vislumbra por tanto como un nuevo punto de inflexión para el movimiento de gobierno abierto. Su relevancia global radica en la necesidad de reafirmar valores y acciones concretas de apertura gubernamental en un contexto donde la democracia enfrenta graves retos.
La presidencia española, por su parte, ha aportado entusiasmo e ideas frescas, con un énfasis particular en ciudadanía y digitalización, aunque también con el reto final de conseguir que estos nuevos principios se traduzcan en actuaciones concretas y resultados a nivel global. La presencia de 2.000 delegados internacionales brindará la posibilidad de generar nuevas coaliciones que habiliten ese cambio. Los mejores gobiernos son aquellos que abren sus puertas, sus datos y sus procesos a la ciudadanía.
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