En los últimos años, las startups han estado en boca de todos. Lo que hoy son empresas conocidas en todo el mundo, como PayPal o Airbnb, empezaron como una startup, convirtiéndose en modelos inspiradores para nuevas generaciones de emprendedores.
Según el Oxford English Dictionary, el término "startup", en su acepción de compañía innovadora y altamente escalable de reciente creación, fue utilizado por primera vez por la revista Forbes en 1976. La palabra pyme (acrónimo de pequeñas y medianas empresas), por su parte, define a aquellas compañías englobadas dentro de unos límites en cuanto al número de empleados y de ingresos, fijados por las organizaciones internacionales o los Estados.
Existe una confusión instalada (y alimentada) entre lo que significa ser una pyme y lo que es una startup. Pero no. Para cualquier emprendedor o profesional interesado en el ecosistema empresarial, comprender estas distinciones es crucial.
Si atendemos a cómo son los modelos de negocio, las primeras, en el momento de su constitución no lo tienen definido, pues uno de sus objetivos es encontrarlo, siendo válido para ello el método de prueba y error. Además, desde los comienzos las Startups tienen como objetivo llegar a ser una gran empresa, en general a niveles globales en poco tiempo, por ello los perfiles contratados suelen ser diferentes y los colaboradores que forman su equipo de trabajo se encuentran en cualquier parte del mundo y suelen estar fundadas por un equipo de socios normalmente con distintos perfiles técnicos y otros con habilidades financieras o comerciales.
Modelo de negocio
Una de las diferencias más marcadas entre una StartUp y una PYME es su modelo de negocio. Las StartUps suelen nacer con una idea innovadora que busca resolver un problema existente en el mercado a través de un producto o servicio disruptivo. Su enfoque está en la escalabilidad rápida, lo que significa que su modelo de negocio está diseñado para crecer exponencialmente sin requerir un aumento proporcional de recursos.
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En primer lugar, el propósito es distinto. Mientras una pyme nace para construir un negocio rentable y duradero, con vocación de estabilidad, una startup se lanza al mercado soñando con crecer a toda velocidad, captar atención, y vender. El exit no es una casualidad, es parte del plan inicial. También hay diferencias en el modelo de negocio. La pyme suele partir de una idea ya conocida -una tienda, una consultora, una línea de productos, cosas de toda la vida- y trata de ejecutarla bien. En cambio, la startup vive instalada en la incertidumbre: todavía no sabe del todo qué vende, a quién ni por cuánto. Está buscando su encaje en el mercado.
Por otro lado, las PYMEs generalmente tienen un modelo de negocio más tradicional y estable, que se centra en un crecimiento progresivo y sostenido. Estas empresas suelen enfocarse en mercados locales o regionales y, aunque también buscan generar rentabilidad, no necesariamente persiguen la expansión internacional o la disrupción en su sector.
Financiamiento
El acceso y las fuentes de financiamiento son otro aspecto clave que distingue a una StartUp de una PYME. Las StartUps, al tener como objetivo crecer rápidamente, suelen depender de inversiones de capital de riesgo, rondas de financiación y fondos de venture capital. Estos inversores apuestan por el alto potencial de crecimiento y están dispuestos a asumir un mayor nivel de riesgo a cambio de una posible gran rentabilidad.
Mientras que en las pymes el capital para formar la empresa viene, en gran medida, de ahorros del propio fundador y de préstamos puntuales, en las startups el inversor externo o business angel coge gran importancia.
En contraste, las PYMEs suelen financiarse a través de medios más conservadores, como préstamos bancarios, créditos comerciales o fondos propios de los dueños. El riesgo que asumen suele ser menor, y su crecimiento no está tan ligado a la captación de grandes sumas de capital externo, sino a la rentabilidad de sus operaciones día a día.
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Cultura empresarial
La cultura empresarial también varía considerablemente entre ambos tipos de organización. En las StartUps, la cultura tiende a ser más informal, dinámica y orientada a la innovación, con equipos de trabajo pequeños que suelen estar muy comprometidos con la visión de la empresa. Es común que los empleados tengan horarios flexibles, un ambiente de trabajo más relajado y que la empresa adopte nuevas metodologías ágiles que fomentan la creatividad y la toma de riesgos.
En la pyme, todo suele girar alrededor del fundador, que hace de contable por la mañana y de repartidor por la tarde. En la startup, el equipo se convierte en parte del storytelling: perfiles multidisciplinares, currículums brillantes, muchas ganas de escalar el Everest… aunque aún no sepan por qué ladera empezar. Ojo: en la startup el perfil del fundador también es crucial. Pero no lo hace todo solo.
Las PYMEs, por otro lado, suelen tener una cultura empresarial más estructurada y tradicional. A menudo tienen jerarquías claras y procedimientos establecidos que regulan la forma en que se llevan a cabo las actividades. Esto no significa que una PYME no pueda ser innovadora, pero su enfoque generalmente está más alineado con la estabilidad y el crecimiento sostenido, en lugar de la experimentación constante.
Riesgo y estrategia
Una StartUp tiende a enfrentarse a altos niveles de incertidumbre y riesgo, ya que su éxito depende de la aceptación de su producto o servicio en un mercado incierto. Están diseñadas para adaptarse y pivotar rápidamente si el mercado o los consumidores no responden como se espera. Este nivel de riesgo es parte inherente de su estrategia, ya que la apuesta está en lograr un crecimiento explosivo que justifique las decisiones arriesgadas.
Quien arranca una pyme suele ser prudente, tira de recursos propios o financiación bancaria, y prefiere controlar el gasto. Quien lidera una startup busca inversión desde el primer minuto, y si no está quemando dinero, parece que no va en serio.
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Por su parte, las PYMEs adoptan una estrategia mucho más conservadora. Aunque también enfrentan riesgos, estos tienden a ser más controlados y manejables. Las PYMEs operan en mercados más predecibles y consolidados, lo que les permite planificar a largo plazo y seguir una trayectoria de crecimiento moderada, pero estable.
Escalabilidad
Una StartUp está diseñada desde su concepción para escalar. Su producto o servicio suele ser altamente replicable y se puede implementar en diferentes mercados con relativa facilidad, gracias al uso de la tecnología y la innovación. Este enfoque permite a las StartUps generar grandes volúmenes de ventas sin que ello requiera una expansión significativa de sus recursos físicos o humanos.
En cambio, las PYMEs suelen tener un crecimiento lineal, en el que el aumento de ventas está vinculado directamente a la expansión de recursos como mano de obra, instalaciones o inventario. Esto hace que el proceso de expansión sea más lento y requiera una planificación estratégica más detallada.
Tabla comparativa: Startup vs. Pyme
| Característica | Startup | Pyme |
|---|---|---|
| Modelo de Negocio | Innovador, disruptivo, escalable | Tradicional, estable, crecimiento progresivo |
| Financiamiento | Capital de riesgo, inversores ángeles | Préstamos bancarios, fondos propios |
| Cultura | Informal, dinámica, orientada a la innovación | Estructurada, tradicional, jerárquica |
| Riesgo | Alto, incertidumbre | Controlado, predecible |
| Escalabilidad | Exponencial, replicable | Lineal, vinculada a recursos |
Sigamos con las diferencias. El tiempo no se vive igual: la mirada sobre los plazos es radicalmente distinta. La pyme piensa a largo plazo, en resistir, en ir poco a poco. La startup tiene un cronómetro en la cabeza. Su dinero tiene fecha de caducidad. Y, por supuesto, el final del camino también cambia. El fundador de una pyme sueña con que sus hijos hereden el negocio, o con venderlo con calma cuando llegue el momento. En la mente de muchos fundadores de startup, el objetivo es otro: que la empresa salga en prensa por haber sido adquirida por una multinacional.
En resumen, tanto las StartUps como las PYMEs desempeñan un papel fundamental en el ecosistema empresarial, cada una con sus propias ventajas y desafíos. Mientras que las StartUps ofrecen la posibilidad de un crecimiento rápido y exponencial, las PYMEs proporcionan estabilidad y seguridad en el largo plazo. El emprendedor tiene que aprender muchos términos cuando empieza a meterse de lleno en el mundo de los negocios.
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