Mohamed Al Turki: Datos Biográficos del Empresario Saudí

Mohamed Al Turki es un productor de cine, empresario y filántropo saudí, nacido en Al Khobar, Arabia Saudí, en 1986. Según algunos medios internacionales, el productor nació en el seno de una familia afortunada y adinerada, lo que le permitió descubrir el cine desde muy joven.

Por aquellos años, las películas estaban prohibidas en su país, lo que le hizo temer que su sueño pudiera truncarse. Cuando cumplió la mayoría de edad, decidió trasladarse a Londres para estudiar comunicación y cine.

Trayectoria Profesional

Su primera película como productor llegó al festival de Sundance: The Imperialists Are Still Alive!, que se estrenó en exclusiva para los asistentes y recibió una gran acogida. Después, en 2012, produjo su segunda película, junto a Susan Sarandon (78) y Richard Gere (75).

Al Turki es hoy uno de los empresarios más influyentes de la industria cinematográfica y, desde que su vida transcurre entre Hollywood y Arabia Saudí, su red de contactos e influencias no ha dejado de crecer. Cabe destacar que Mohamed es hijo del jeque Abdulaziz Al Turki y parte de su patrimonio proviene del legado familiar.

Filantropía y Actividades Benéficas

No obstante, en más de una ocasión ha asegurado que las actividades benéficas le llenan de satisfacción. Conociendo su trayectoria, resulta más fácil entender la estrecha relación del magnate con los VIPs que lo rodean.

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Eventos y Celebraciones de Alto Nivel

El productor saudí se ha consolidado como uno de los grandes referentes en la organización de fiestas y celebraciones de alto nivel. Pero si por algo es especialmente conocido es por sus celebraciones de cumpleaños.

En esta ocasión, el escenario elegido fue Ibiza, uno de los destinos más demandados de España en verano. A la fiesta acudió una variopinta lista de famosos para celebrarlo con él: Sofía Vergara y Naomi Campbell, amigas íntimas del productor, así como el actor español Álex González (44) o el modelo Andrés Velencoso (47).

No es la primera vez que Mohamed Al Turki organiza una celebración de este calibre. Con el tiempo se ha ganado la reputación de ser uno de los anfitriones más deseados por las celebrities internacionales.

Influencia y Comparaciones

En España, podría compararse con figuras como Orson Salazar (46), ese hombre al que todos quieren tener en su agenda, ya que muchas de las fiestas más importantes y exclusivas del país llevan su sello.

Mohammed Al-Khereiji: Nuevo Presidente del Almería

Mohammed Al-Khereiji es el elegido, la persona que se va a gastar alrededor de 100 millones de euros para hacer realidad el sueño de dirigir a un club profesional. Como máximo responsable de Social Media Group (SMC), Mohammed Al-Khereiji llegó a presentar, según el periodista Ben Jacobs, de CBS Sports, una oferta por un valor de 3.500 millones de dólares para comprar el Chelsea, operación que finalmente no se cerró.

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El nuevo dueño del Almería es un empresario de alto prestigio en Arabia Saudí. Ejerce como director ejecutivo de Engineer Holding Group, organización líder en medios de comunicación e inversión con más de 40 años de experiencia.

Hace cinco años Mohammed Al-Khereiji fue nombrado presidente de la junta directiva de la división de ventas comerciales y publicitarias internas de la empresa. Para más señas, se estima que el patrimonio neto del presidente del Almería asciende a 2.700 millones de dólares (alrededor 2.400 millones de euros), siendo una de las personas árabes más ricas del planeta.

Trayectoria Profesional de Mohammed Al-Khereiji

  • Maestría Ejecutiva en administración de empresas de la Business School de Londres.
  • Trabajó como analista para Deutsche Bank, en Londres.

Fiel aficionado al fútbol, ha seguido al Almería en los últimos meses y gracias a las magníficas relaciones con Turki Al-Sheikh ha cerrado el acuerdo para ser el nuevo presidente, si bien al Mediterráneo llega junto a otro grupo de inversores.

Los objetivos de Mohamed Al-Khereiji son ascender a Primera División cuanto antes y llegar a Europa, tal y como prometió el ministro saudí cuando aterrizó en la entidad.

Inversiones en el Deporte por Arabia Saudí

El príncipe heredero se ha empeñado en convertir Arabia Saudí en una potencia futbolística coincidiendo con la celebración en su país del Mundial de Fútbol de 2034. Y para ello está dispuesto a tirar de chequera. Acaba de invertir más de 1.000 millones en la plataforma DAZN y se ha lanzado a fichar a Vinicius "cueste lo que cueste".

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Mohamed bin Salmán quiere que el astro del Real Madrid se convierta en el gancho para que otros famosos futbolistas también se trasladen a jugar a Arabia Saudí. Y para dar una difusión mundial a todos los eventos deportivos que organizará, el país saudí ha tomado una participación en la plataforma televisiva DAZN, el líder en entretenimiento deportivo.

Esta ofensiva se realiza a través de SURJ Sports Investment, la empresa creada por el fondo soberano árabe PIF para canalizar las inversiones en el mundo del deporte.

SURJ acaba de asociarse con el fondo americano Enfield Investment Partners para invertir nada menos que 4.000 millones de dólares en la organización de eventos deportivos. El objetivo es que el deporte suponga el 1,5% del PIB del país en 2030.

A base de petrodólares, Arabia Saudí ya ha conseguido ser la sede de la Supercopa de España, ha llevado a cabo fichajes multimillonarios como los de Cristiano Ronaldo, Benzema o Neymar en fútbol y el de Jon Rahm en golf. También ha comprado clubes de fútbol como el británico Newcastle, en parte como reacción a la ofensiva de sus países vecinos, como Emiratos, que compró el Manchester City de Guardiola y el club español Girona, y Qatar, que es propietario del equipo francés PSG de Luis Enrique.

Esta decidida apuesta por el deporte se explica por el interés de los regímenes totalitarios árabes de lavar su imagen pública -el denominado sportwashing-, aunque en el caso de Arabia Saudí la estrategia va mucho más allá porque forma parte de su gran plan Visión 2030, que tiene el objetivo de reducir la dependencia del petróleo, diversificar su economía y desarrollar sectores como salud, educación, infraestructuras, turismo y deporte. Un proyecto de país que tendrá su cénit en el Mundial de Futbol 2034.

Intento de Fichaje de Vinicius

Pero para alcanzar este objetivo, Mohamed bin Salmán ha dicho a sus colaboradores que hay que fichar a Vinicius "cueste lo que cueste". El jugador ha expresado en más de una ocasión su amor y fidelidad por el club blanco, pero los árabes le están llenando la cabeza de billetes.

Parece ser que el país árabe está dispuesto a pagar 1.000 millones al Real Madrid por la cláusula de rescisión de Vinicius, y abonar 1.500 millones al jugador por 5 temporadas. Estamos hablando de unos números nunca vistos en el mundo del fútbol.

El traspaso sería 5 veces más grande que el de Neymar al club francés PSG (200 millones) y el salario de Vini (300 milones por temporada) estaría 100 millones por encima de lo que cobra Cristiano Ronaldo.

El fichaje de Vinicius es considerado estratégico, pues creen que el brasileño abriría la puerta a que muchos más futbolistas de las grandes ligas europeas contemplen la posibilidad de recalar en Arabia Saudí. Se trata de una importante inversión, pero que podría facilitar muchas negociaciones en el futuro y que atraería los ojos de todo el mundo.

Inversión en DAZN

Esta búsqueda de una mayor visibilidad para el fútbol árabe es la razón de la compra, por parte de SURJ Sports Investment, de una participación minoritaria en DAZN por más de mil millones. Ambas compañías crearán una sociedad conjunta, DAZN Mena, con el objetivo de mostrar lo mejor del deporte saudí y retransmitir los eventos que se celebren en el país a una audiencia global. El mejor escaparate del mundo para las estrellas que Arabia Saudí piensa atraer a su territorio.

Para DAZN, la actual inyección de petrodólares y, las que puedan llegar en el futuro, suponen un importante alivio financiero para sus deficitarias cuentas.

El principal accionista de esta plataforma de eventos deportivos en streaming es el multimillonario empresario Leo Blavatnik, que es de origen ucraniano, pero que cuenta con las nacionalidades estadounidense y británica.

Blavatnik ha tenido que realizar continuas aportaciones de capital a DAZN, ya que desde su creación en 2015 la empresa acumula pérdidas de 8.500 millones. La plataforma se ve obligada a realizar importantes desembolsos para hacerse con los derechos deportivos de grandes acontecimientos en todo el mundo -junto a Telefónica tiene los derechos de emisión de LaLiga española- y está en pleno proceso de crecimiento.

Acaba de comprar la cadena australiana de televisión Foxtel por 2.200 millones, lo que le permitirá duplicar su facturación hasta los 6.000 millones.

El dueño de DAZN está muy ilusionado con el desarrollo de su plataforma en los países árabes y está dispuesto a apoyar la idea de Mohamed bin Salmán de hacer de Arabia Saudí el epicentro del deporte mundial.

Mohamed bin Salman

Cuando en el suave invierno saudí de hace tres años, Mohamed bin Salman irrumpió en escena, fueron muchos los que buscaron perplejos la biografía de un príncipe desconocido que ni siquiera había cumplido los 30 años. Su fulgurante ascenso -inusual en el reino ultraconservador- fue, sin embargo, resultado de un calculado asalto al poder.

Durante la década anterior, el joven se había transfigurado en una sombra de su padre, el actual monarca Salman, por aquel entonces gobernador de Riad, la capital saudí. Fue allí, al abrigo del calor paterno, cuando se convirtió en su mano derecha, en el asesor al que protegió y con el que eliminó cualquier límite.

«Nació de una madre beduina, es el preferido de su padre y se malogró cuando era un niño», resume una fuente con amplio conocimiento de los pormenores de la corte saudí que exige anonimato por miedo a represalias.

En la semana en la que el aún príncipe heredero se ha colocado en el foco de la polémica por sus múltiples conexiones con el asesinato del periodista Jamal Khashoggi en el consultado saudí de Estambul, Crónica reconstruye el periplo vital de Bin Salman, cuyo mandato casi profético de dirigir la Arabia Saudí del futuro está amenazado por una sucesión de acciones abruptas y violentas que han hecho sonar las alarmas en Occidente.

Infancia y Adolescencia

En cambio, para la vasta familia real, con más de 5.000 miembros bendecidos por el maná de un sueldo mensual, Bin Salman nunca fue un príncipe cualquiera. Sus «travesuras» de infancia y adolescencia ya habían llegado a sus oídos.

«Hay dos historias muy conocidas en Riad. La primera sucedió cuando Bin Salman tenía ocho años. Acudió junto a sus amigos a un supermercado. Iban todos vestidos de uniforme militar. Y armaron un escándalo en el establecimiento de tal nivel que la seguridad llamó a la policía. El agente que trató de restablecer el orden fue castigado por el padre del príncipe», narra la citada fuente.

El segundo pasaje ocurrió años después, cuando el muchacho litigaba con superar la pubertad y se dedicaba a pedir dinero entre la realeza. Hambriento de petrodólares, se le ocurrió confiscar el preciado terreno de un particular, que opuso resistencia. El caso acabó en los tribunales y el juez optó por frustrar la ambición de Bin Salman. Decidido en su empresa, el príncipe no dudó en remitir una carta al magistrado que se había interpuesto en su camino. El sobre contenía una amenazante bala.

«Cuando el funcionario se quejó ante su padre, Salman le sugirió que se quedara callado», comenta la garganta profunda que en los últimos años ha ido divulgando y pronosticando con acierto el devenir del reino.

El treintañero que gobierna de facto el mayor exportador de petróleo del mundo creció en un complejo palaciego de Riad, entre los muros de una mansión habitada por su madre Fahda y sus cinco hermanos, y agasajado por un séquito de medio centenar de súbditos, entre cocineros, mayordomos, jardineros y conductores. En las lindes de la vivienda se erguían otros tres palacetes, dedicados a albergar a las otras tres esposas de Salman y al resto de su descendencia.

Bin Salman asistió a la escuela más exclusiva de Riad y se ganó pronto la admiración de sus compañeros de pupitre, a los que solía invitar a fastuosas fiestas en el desierto durante los fines de semana.

«Ya sabíamos de él antes de llegar a ministro de Defensa. Su padre le permitió siempre hacer todo lo que quiso. Ni siquiera le recriminó las fechorías extrañas que urdía de pequeño», apunta a este suplemento Saad al Faqih, uno de los más destacados opositores al régimen saudí, desde su exilio londinense. Al Faqih preside el Movimiento para la Reforma Islámica, un veterano grupo que aboga por la separación de poderes, la libertad de expresión y los derechos de la mujer.

Personalidad

Su infancia entre adultos y próxima al poder -su progenitor gobernó la capital durante 48 años- forjó la demoledora personalidad que describe Al Faqih. «Es un tipo impulsivo y narcisista que actúa como un psicópata y está aquejado del mal de la grandiosidad», desliza. Y amplía: «Es impulsivo porque toma decisiones sin calcular las consecuencias. Sólo tiene en cuenta los resultados directos. Es narcisista porque considera que lo sabe todo y no tiene nada que consultar a nadie. La gente tiene que rendirle culto. Es un psicópata porque carece de emociones y empatía. Sólo se mueve por sus instintos, su rabia, sus deseos de revancha y sus miedos. Desconoce lo que es la compasión y el amor. Está enfermo de grandiosidad porque se cree infalible. Está convencido de que hará algo que jamás nadie ha hecho antes. Quiere ser el primer trillonario de la historia».

Su retrato mesiánico casa con las sombras que proyectan sus resoluciones desde que en enero de 2015 el óbito de Abdalá dejara expedita la ruta de Salman hacia el trono. En mayo de aquel año, meses después de su llegada a palacio, el monarca apartó a su hermanastro Muqrin -junto a él, el último de los hijos vivos de Abdelaziz, el fundador de la monarquía- de la primera línea sucesoria. Su caída en desgracia fue un pequeño seísmo.

Desde la muerte en 1953 del patriarca de la saga, seis de sus vástagos -tuvo 42 varones y 56 féminas, fruto de su relación con más de un centenar de mujeres- habían gobernado los designios del país. La salida de Muqrin confirmó el ocaso de una generación e inauguró la controversia sobre el porvenir, controlado por los Sudairis, los miembros de la familia real que descienden de la unión del fundador con Hassa Ahmed al Sudairi, su esposa preferida.

Mohamed bin Nayef, primo y entonces poderoso ministro de Interior, fue nombrado príncipe heredero. Bin Salman fue situado segundo en una carrera que quedó finiquitada dos años más tarde. El 20 de junio de 2017, se consumó el golpe palaciego que le catapultó.

Aquella noche el monarca citó a su primo en un palacio de La Meca y le obligó a renunciar a sus cargos de príncipe heredero y ministro de Interior. Tras negarse, Bin Nayef permaneció horas incomunicado. Sus escoltas fueron relevados por la guardia de Bin Salman. Los miembros del Consejo de Lealtad -un órgano establecido en 2006 con el fin de resolver los asuntos de sucesión- recibieron vía telefónica una carta escrita en nombre del rey por asesores de su hijo en la que se alegaba como motivo de su destitución la salud de Bin Nayef, supuestamente enganchado a los analgésicos desde que sobrevivió en 2009 al ataque de un terrorista suicida. A la mañana siguiente, Bin Nayef claudicó y, horas después, se difundió un vídeo en el que el derrotado besaba y abrazaba a su flamante sucesor. Desde su jubilación forzada, ha abandonado la escena pública y permanece vigilado en su palacio de Yeda, a orillas del mar Rojo.

Para entonces, no obstante, Bin Salman había ido esquilmando sus prerrogativas, ampliando un poder hoy omnímodo. En 2015 su padre le puso al frente de la cartera de Defensa -desde la que ha unificado unas fuerzas de seguridad divididas hasta ahora en tres ministerios dirigidos por distintos príncipes-; le nombró viceprimer ministro; le entregó las riendas de la petrolera estatal Aramco, un gigante que prepara su privatización parcial; y le encomendó la faraónica tarea de diversificar la economía de una nación «adicta al petróleo».

Su aparición ha estado ligada a la etapa más turbulenta del reino. En marzo de 2015 emprendió una guerra contra el grupo rebelde chií de los hutíes, cuya campaña de bombardeos indiscriminados ha segado más de 10.000 vidas civiles y provocado la «mayor crisis humanitaria del planeta», según la ONU, con la propagación del cólera y la hambruna.

Controversias

En junio de 2017 Riad lideró la imposición de un insólito bloqueo a Qatar que aún permanece en vigor y que no ha logrado el ansiado cambio de emir. «Su personalidad le llevó a comenzar la guerra en Yemen, dictar el bloqueo de Qatar, diseñar el secuestro del primer ministro libanés Saad Hariri u ordenar la detención de sus primos», evoca Al Faqih.

El pasado noviembre otros dos incidentes urdidos por Bin Salman sacudieron la corte. Hariri, citado en palacio, fue retenido y obligado a anunciar su dimisión en una disparatada alocución televisiva. La inusual unidad de los partidos libaneses y las presiones del presidente francés Emmanuel Macron frustraron un plan que amenazaba con desestabilizar la tierra de los cedros.

El otro sobresalto sucedió a principios de aquel mes, cuando Bin Salman ejecutó una presunta purga anticorrupción que durante semanas confinó a alrededor de 200 personas -entre ellas, decenas de príncipes y magnates- en el hotel Ritz-Carlton de Riad.

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