El Padre del Liderazgo Humanista: Abraham Maslow

Abraham Maslow fue uno de los psicólogos más influyentes del siglo XX y una figura fundamental en la creación de la psicología humanista, una corriente que surgió como alternativa al conductismo y al psicoanálisis. Conocido principalmente por su teoría de la jerarquía de necesidades humanas, Maslow redefinió el enfoque psicológico al centrarse en el crecimiento personal, la motivación intrínseca y la autorrealización.

Primeros Años y Formación

Abraham Harold Maslow nació el 1 de abril de 1908 en Brooklyn, Nueva York, en el seno de una familia judía de origen ruso. Fue el mayor de siete hermanos, y creció en un hogar marcado por las dificultades económicas y la rigidez cultural de unos padres inmigrantes que, aunque valoraban la educación, eran emocionalmente distantes. Desde temprana edad, Maslow se sintió aislado y solitario, lo que lo llevó a refugiarse en los libros. Este amor por el conocimiento fue el germen de su futura carrera en la psicología.

Maslow comenzó sus estudios universitarios en el City College of New York, pero posteriormente se trasladó a la Universidad de Wisconsin, donde se graduó en psicología. Durante sus años como estudiante, fue profundamente influenciado por el conductismo imperante, especialmente por las ideas de John B. Watson y Edward Thorndike. En Wisconsin, Maslow trabajó bajo la supervisión de Harry Harlow, famoso por sus experimentos con monos rhesus y el apego emocional.

Después de completar su doctorado en 1934, Maslow regresó a Nueva York, donde tuvo la oportunidad de entrar en contacto con una comunidad intelectual más diversa. El pensamiento de Maslow fue moldeado por una amplia gama de influencias que incluyeron tanto figuras de la psicología como de la filosofía y la antropología. Otro personaje que impactó su visión fue Max Wertheimer, uno de los fundadores de la psicología de la Gestalt, quien le mostró cómo las personas perciben el mundo de manera integrada y significativa.

El Surgimiento de la Psicología Humanista

Durante la década de 1950, Abraham Maslow se distanció definitivamente del conductismo y el psicoanálisis para fundar lo que llamó la tercera fuerza en psicología, conocida como psicología humanista. Junto con Carl Rogers, otro de los grandes referentes humanistas, Maslow ayudó a redefinir los objetivos de la psicología: ya no se trataba solo de curar enfermedades mentales, sino de ayudar a las personas a alcanzar una vida plena, significativa y auténtica.

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En 1961, principalmente gracias a los esfuerzos de Abraham Maslow, dos hechos marcan el nacimiento de la psicología humanista: la constitución de la American Association of Humanistic Psychology (AAHP) y la publicación del Journal of Humanistic Psychology. Un año después, J. Bugental presenta el primer manifiesto humanista en la conferencia de la APA. En los años sesenta el movimiento de la psicología humanista creció de forma notable y fue aceptada como división 32 dentro de la APA.

La Jerarquía de Necesidades de Maslow

En 1954, Maslow publicó uno de sus libros más influyentes: «Motivación y personalidad», en el que introdujo formalmente su teoría de la jerarquía de necesidades. En este libro, Maslow describió cómo las motivaciones humanas podían organizarse jerárquicamente desde las más básicas (como la alimentación y la seguridad) hasta las más elevadas (como el amor propio y la autorrealización).

Uno de los mayores aportes de Abraham Maslow a la psicología fue su célebre teoría de la jerarquía de necesidades humanas, también conocida como la pirámide de Maslow. La obra de Maslow A Theory of Human Motivation explica la pirámide jerárquica de las necesidades humanas. Maslow creía que estas necesidades debían satisfacerse en orden, es decir, que una persona no puede enfocarse plenamente en necesidades de nivel superior si las más básicas no han sido atendidas.

La escala de las necesidades de Maslow se describe a menudo como una pirámide que consta de cinco niveles: los cuatro primeros niveles pueden ser agrupados como «necesidades de déficit (primordiales); al nivel superior lo denominó «autorrealización», «motivación de crecimiento», o «necesidad de ser». La idea básica de esta jerarquía es que las necesidades más altas ocupan nuestra atención sólo cuando se han satisfecho las necesidades inferiores de la pirámide.

Maslow creía que estas necesidades debían satisfacerse en orden, es decir, que una persona no puede enfocarse plenamente en necesidades de nivel superior si las más básicas no han sido atendidas. Las fuerzas de crecimiento dan lugar a un movimiento ascendente en la jerarquía, mientras que las fuerzas regresivas empujan las necesidades prepotentes hacia abajo en la jerarquía.

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Los Niveles de la Pirámide de Maslow

En el nivel más bajo encontramos las necesidades fisiológicas que nos mantienen vivos, tales como respirar, comer, dormir… Estas surgen cuando las necesidades fisiológicas se mantienen compensadas. Una vez satisfechas éstas, nos podemos preocupar por las necesidades de seguridad y protección que hacen referencia a la salud, los recursos o una vivienda. Son las necesidades de sentirse seguro y protegido, incluso desarrollar ciertos límites en cuanto al orden.

  • Las necesidades fisiológicas: Incluyen la necesidad de oxígeno, agua, proteínas, sal, azúcar, calcio y otros minerales y vitaminas. También se incluyen aquí necesidades como el mantenimiento del equilibrio del pH (volverse demasiado ácido o demasiado básico te mataría) y de la temperatura (36.7 ºC o cercano a él).
  • Las necesidades de seguridad y reaseguramiento: Estas se satisfacen mediante las funciones de servicios y prestaciones que incluyen actividades deportivas, culturales y recreativas.
  • Las necesidades de amor y de pertenencia: El ser humano por naturaleza siente la necesidad de relacionarse, ser parte de una comunidad, de agruparse en familias, con amistades o en organizaciones sociales. Entre estas se encuentran: la amistad, el compañerismo, el afecto y el amor.
  • Las necesidades de estima: En la parte superior de la pirámide, Maslow sitúa la necesidad de reconocimiento, tanto propio como ajeno, y que nos habla de una necesidad de sentirse confiado, competente, apreciado y reconocido por los logros. Es la necesidad psicológica más elevada del ser humano, se halla en la cima de las jerarquías, y es a través de su satisfacción que se encuentra una justificación o un sentido válido a la vida mediante el desarrollo potencial de una actividad.

En el ámbito laboral es donde probablemente más esfuerzos dedicamos a la consecución de objetivos y más metas profesionales logramos. ¿Es suficiente? ¿Cómo te sentirías si recibieras un refuerzo positivo, palabras de elogio o un reconocimiento público? “María, quería hablar contigo para darte la enhorabuena. Estás haciendo un trabajo increíble y todos valoramos muy positivamente tus logros. ¿Cómo te sientes? ¿Feliz? Sí.

El reconocimiento es una experiencia intangible, normalmente bien pensado y planificado por la organización, pero que representa una sorpresa para el empleado. El reconocimiento tiene un valor relacional y emocional, ya que fomenta la conexión entre los empleados y la organización, haciendo que el profesional se sienta visto y valorado. El reconocimiento satisface la necesidad de estima y pertenencia, lo que aumenta el compromiso de los empleados con la organización.

Según Forbes, los empleados están un 40% más comprometidos cuando existe un reconocimiento de los trabajadores. También mejora el rendimiento y la productividad, ya que un 92% de los empleados sigue realizando un trabajo excelente cuando se les reconoce por ello, según Forbes. Estos profesionales satisfechos son los mejores embajadores para construir una marca empleadora que atraiga y fidelice talento.

“El reconocimiento laboral público es una herramienta poderosa para potenciar el compromiso y la motivación dentro de las organizaciones. Más allá de los incentivos económicos, los empleados valoran sentirse apreciados y valorados por sus contribuciones. El reconocimiento puede consistir en avalar un comportamiento positivo que, muchas veces, puede estar alineado con los valores de la organización. Sin caer en excesos que puedan parecer insinceros, el reconocimiento debe ser regular, consistente e inclusivo. Todos los miembros de la compañía, sin importar su origen, sexo, edad, rol o condición deben sentirse vistos y valorados.

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Hay decenas de ejemplos de cómo llevar a esto a la práctica, ya sea entre pares, desde los líderes de la empresa o desde el área de Gestión de Personas. El agradecimiento, ya sea planificado o espontáneo, es una de las mayores fuentes de satisfacción. Especialmente, cuando sentimos que nuestro trabajo es una obligación, que nos lo agradezcan nos hace sentir muy bien. El reconocimiento no solo se trata de celebrar un logro sino también de hacer que todos los empleados se sientan vistos y disfruten de su minuto de gloria.

Para esto resulta muy interesante dar visibilidad a todos los miembros del equipo. Otra manera para que nuestros colaboradores se sientan valorados es celebrar y agradecer sus aniversarios en la organización y las metas alcanzadas en su trayectoria profesional. ¿Llevas a cabo iniciativas de reconocimiento en tu organización?

Hacia el final de su vida, Maslow amplió su modelo incorporando un sexto nivel: la trascendencia, que se refiere a la búsqueda de un propósito más allá del yo individual. Esta necesidad se manifiesta en el deseo de ayudar a otros, contribuir al bien común o experimentar estados espirituales profundos.

Aplicaciones y Críticas a la Teoría de Maslow

La obra de Abraham Maslow no se limitó al ámbito clínico o académico. Maslow sostenía que los estudiantes no pueden alcanzar su máximo potencial si sus necesidades básicas no están cubiertas. Por ejemplo, un niño con hambre o con problemas familiares no estará en condiciones de aprender. Además, promovió la idea del educador como facilitador del crecimiento humano, en lugar de mero transmisor de información.

En el campo de la psicología organizacional, la jerarquía de necesidades de Maslow fue clave para comprender la motivación en el lugar de trabajo. Las empresas comenzaron a diseñar entornos laborales que no solo ofrecieran salarios (necesidades fisiológicas y de seguridad), sino también oportunidades de crecimiento, reconocimiento y sentido de propósito (estima y autorrealización).

Algunas de las críticas a la teoría de Maslow incluyen:

  • Falta de validación empírica: Algunos estudios sugieren que las necesidades no se presentan necesariamente en un orden jerárquico rígido.
  • Visión culturalmente sesgada: La teoría de Maslow se basó principalmente en observaciones de individuos occidentales, educados y de clase media.

El Legado de Abraham Maslow

A pesar de estas críticas, la relevancia práctica de la teoría de Maslow sigue siendo incuestionable. A más de medio siglo de la publicación de sus principales obras, el legado de Abraham Maslow sigue vivo y vigente. En una época donde predominaban visiones patológicas del ser humano, Abraham Maslow se atrevió a proponer una psicología de la esperanza, del crecimiento y del sentido existencial.

Abraham Maslow no solo fue un psicólogo innovador, sino también un filósofo del bienestar humano. Con su enfoque humanista, transformó nuestra comprensión de la motivación, el desarrollo y el potencial humano.

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