La cerveza es la bebida más consumida en España, con más de 3.792 millones de litros en 2017, alcanzando el segundo puesto a nivel mundial.
En España, esta disciplina ha dado origen a una amplia comunidad de beer crafters, desde aficionados hasta verdaderos maestros cerveceros, creando diversas ferias de cerveza artesanal.
Uno de los primeros éxitos de financiación por Equity Crowdfuding ha sido la empresa Cierzo Brewing Co., responsable de Cierzo Calanda, una cerveza artesana que vio la luz gracias a la entrada de varios inversores de la plataforma britanica CrowdCube.
El equity crowdfunding es una alternativa real a los convencionales endeudamientos bancarios, poniendo el capital en manos de aquellos que creen realmente en los proyectos, en los equipos, y en las empresas cerveceras. Esto está dando un respiro y más maniobrabilidad a los emprendedores que quieren hacer realidad sus proyectos.
Historias Inspiradoras de Emprendedores Cerveceros
La Ferrolana: Un Sueño Hecho Cerveza
Alberto Castro, fundador de La Ferrolana- Cerveza Artesanal, decidió emprender atraído por la demanda de las personas que probaban su cerveza artesana en pequeños eventos.
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Durante 2013 y 2014 la cerveza podía probarse en fiestas privadas y eventos que se realizaban en La Espuma, tienda que regentaba su hermano por aquel entonces.
Fue en estas fiestas donde empezó a plantearse la posibilidad de dar el salto y crear la que sería la primera cerveza artesanal hecha íntegramente en Ferrol. Solo eran pruebas, pero sus opiniones constituirían la base de la receta de la que hoy es su buque insignia: La Ferrolana Pale Ale.
Una de las misiones de La Ferrolana es la creación de cultura cervecera. Para llevarla a cabo se propusieron sacar al mercado una nueva variedad de cerveza cada año y así poder crear una familia de cervezas.
La idea inicial está funcionando y la gente ya conoce muchos estilos de cerveza y lo que es más importante es que aprecian las diferencias entre la cerveza artesanal y la industrial. La gran diferencia es no escatimar en calidad ni cantidad de materia prima y los tiempos que el proceso requiere.
Gracias al éxito de las tres primeras variedades de La Ferrolana, tuvieron que ampliar las instalaciones para satisfacer la creciente demanda. No sólo fue una ampliación, mejoraron sus equipos para mejorar la calidad y la estabilidad de sus cervezas.
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Hacer cerveza es mucho más que encerrarse en la fábrica a producir y embotellar. Tener una empresa de este tipo requiere unas altas dosis de creatividad.
Trabajan constantemente nuevas recetas, prueban diferentes procesos, diseños, namings, campañas y hasta eventos que definen quienes son y lo que hacen. Sus consumidores exigen una mente creativa para intentar sacar al mercado algo nuevo y que satisfaga sus expectativas.
Es una vida de constante aprendizaje, de necesidad de dominar campos muy diversos. Desde los requerimientos burocráticos y técnicas de elaboración hasta el CRM y el SEO.
Tener tu negocio es duro y apasionante al mismo tiempo. Si tuviera que destacar el punto más retador de emprender, este sería sin duda “el papeleo”. Las gestiones administrativas son para mí como un “vía crucis”, en el que hay que pasar por infinidad de estamentos.
Con la carga de trabajo típica de la rutina a la que estaban acostumbrados prácticamente no dispones de tiempo para pararte y pensar. La pandemia les ha dado tiempo para analizar y planificar los siguientes pasos. Ha sido un ejercicio muy enriquecedor tanto para reafirmar sus valores como para modificar ciertos puntos estratégicos.
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Actualmente ya cuentan con cinco variedades en el mercado y tienen en mente varias recetas que muy pronto verán la luz.
Sinhtolina: Cruzando Fronteras por la Cerveza Artesanal
Esta es la historia de una pareja de aventureros, de dos valientes sin miedo a las fronteras y con mucho espíritu emprendedor.
Ella es una gallega de cuna ferrolana, y él, aunque nacido en Mallorca, ya se considera «gallego y ferrolano de corazón». «A Luis le encanta Galicia: cuando estamos ahí siempre quiere ir a surfear a Doniños, comer pulpo... Estos dos negocios tienen mucho de familiar, porque Leo está casada con Rubén y, por lo tanto, es concuñada de Laura, su socia en Sinhtolina. Así que todo queda en casa.
El primero en emigrar fue Luis, en el año 2013, y explica que todo se debió a una «casualidad». Su hermano Rubén, que es publicista, ya vivía allí y conocía al dueño de una empresa de perfumes que necesitaba a alguien para desarrollar su marca en el sudeste asitático. Luis, recién licenciado, se hizo con el empleo y de la noche a la mañana se vio trabajando en Vietnam.
Sin embargo, pasados unos meses, puso rumbo de nuevo a España, decidido a cumplir su «sueño» de dedicarse al mundo cervecero. Y todo porque, años antes, en su etapa universitaria, Laura y Rubén le regalaron un kit de fabricación casera que le hizo descubrir su vocación de productor cervecero.
Ya en España, Luis se dio cuenta de que el negocio de la cerveza artesanal podría tener un gran futuro en Vietnam (donde por aquel entonces solo había marcas comerciales tipo lager), así que decidió volver al país asiático y poner en marcha su propia marca junto a su hermano Rubén y otros dos socios, Toby y Mike.
Laura le acompaña en ese sueño desde 2017, cuando dejó su trabajo de retocadora en el equipo de Fotografía de Inditex para reunirse con Luis en Vietnam y «probar cosas nuevas».
En Sinhtolina, junto a su socia Leo, no le está yendo nada mal, aunque confiesa que en el futuro le gustaría deshacer el camino andado y reencontrarse con sus raíces.
«Vietnam es un país muy interesante, pero también muy caótico y a largo plazo preferiría asentarme cerca de la familia. A Luis y a mí nos encanta Galicia, así que, si volvemos a España, ese sería nuestro destino ideal», apunta Laura, quien echa de menos los cafés con sus amigas y poder ver a su madre «cada día».
Y Luis opina igual: «Siento mucha conexión con Galicia y sin duda sería una de mis opciones preferidas para vivir en el futuro.
Tyris de Valencia: De Hobby a Negocio Hipotecando la Casa
La pasión de Gonzalo Abia por la cerveza nació en el año que pasó en Alemania con un Erasmus y se reforzó “un día de 2008 en que probé una cerveza artesanal italiana en Nueva York“, recuerda.
Y se fue dejando conquistar por la extrema variedad de sabores de las artesanales hasta tal punto que un buen día se compró un pequeño equipo de producción para fabricar cerveza en el garaje de la casa de sus padres, en Valencia.
Los amigos se quedaron tan encantados que tiempo después Gonzalo, geógrafo de 33 años, se preguntó si no sería interesante convertir su hobby en una verdadera actividad. “Hipotequé la casa y vendí el coche. Con los 300.000 euros que reuní, invertí en maquinaria”.
Una aventura a la que se sumó Daniel Vara, amigo desde el instituto y también geógrafo, entonces consultor medioambiental, que se ocupa de la parte técnica.
La producción se inició en marzo del 2010 con la marca core, la Tyris de Valencia, una weissbier a la española, hecha de trigo: el año pasado vendían 90.000 botellas y este año cuentan con doblar hasta las 180.000.
Pese a lo minúsculo de su producción, Gonzalo y su socio se apañan para ofertar a sus clientes (unos 120 en varias ciudades de la Comunidad) cinco tipos de cerveza distintas. “Además de la Weissbier, tenemos VIPA, una indian pale ale muy de moda en EE UU, más amarga y robusta, con 6,1 grados, y Au Yeah, también de sabor muy americano”, comenta.
Abia asegura que se están cumpliendo los objetivos del plan de negocio a tres años, que fijaba el breakeven (punto de equilibrio) en 2013. “Claro que, según vamos creciendo tenemos que invertir en nuevos equipos y contratar más gente (dos personas más entre el 2011 y el 2012), el umbral de rentabilidad se retrasa”.
La idea es que los 110.000 euros del año pasado suban a 240.000 este año.
Con las labores técnicas, de embotellado y etiquetado en manos de los empleados, Gonzalo se ocupa ante todo de promocionar el producto y crear marca, lo que no es sencillo, pues la artesanal es una cerveza cara: Tyrys de Valencia sale de planta a 1,5 euro y se vende entre 3,5 y 4 euros.
“Acompaño al distribuidor para abrir el mercado se la doy a probar al hostelero y trato de convencerle que tener Rosita es un elemento distintivo para su local”, explica.
Cervezas La Cibeles: Recuperando las Raíces Madrileñas
Cervezas La Cibeles, una empresa que comenzó en 2010 de la mano de Enisa con un préstamo de 100.000 €, es la protagonista de nuestro boletín de diciembre.
El fundador procedía del sector tecnológico, donde había alcanzado lo que quería, pero su pasión era recuperar las raíces de sus abuelos que venían de Segovia y hacían bollería casera, matanza…
Hace más de veintidós años, su hermano le comentó un día que se podía fabricar cerveza en casa y empezó a hacerla como quien hace unas torrijas. Continuó con su vida tecnológica hasta hace siete años, cuando se dio cuenta de que no iba a jubilarse como directivo de una gran compañía ya que, desafortunadamente, en España las canas no se valoran en este sector.
Se planteó invertir en tecnología, pero era arriesgado y a corto plazo iba a encontrarse con el mismo problema. No valía la pena meter todos sus ahorros en esto. Además, quería un proyecto que creciera poco a poco. No le importaba ganar menos dinero, sino asegurarse un futuro y una jubilación estable.
Tras plantearse distintas opciones, se dio cuenta de que el mundo de la cerveza era interesante y que la que él hacía gustaba mucho a la gente. Se la empezaron a pedir sus compañeros, sus jefes, los amigos de los amigos, para bodas, comuniones… Entonces se planteó que esto podía ser un negocio.
Hizo su estudio de mercado. Las fábricas que había en Madrid las habían cerrado o se las habían llevado a otro sitio. El único fabricante de cerveza con capital español también se había ido a Castilla-La Mancha. Por otra parte, la cerveza es una sopa de cereales con agua y la de Madrid es conocida por su buena calidad.
Bajo esta premisa decidió montar la fábrica y darle el nombre de La Cibeles porque es representativo de Madrid. Estaba disponible, cosa bastante insólita, y lo registró. Diseñó sus propios equipos de elaboración y convenció a cuatro amigos para que le prestasen sus ahorros que, junto a los suyos y la financiación de Enisa, les permitieron iniciar el proyecto y sacarlo adelante.
Empezó solo y a día de hoy ya son catorce empleados. Nacieron en medio de la crisis siendo conscientes de ello. Estos seis años de andadura son para sentirse orgullosos. Han aguantado la crisis y aquí siguen, por algo será.
Al ser un negocio relativamente innovador -no es una panadería o una lechería o un restaurante, que es a lo que están acostumbrados los organismos regionales o municipales-, cuando dices que vas a abrir una cervecería para producir unos cientos de litros al día -y no millones como las grandes fábricas de cerveza- pues claro, no tienen nada que ver las necesidades, el planteamiento, la inversión de una y otra.
Los reguladores no están acostumbrados y nos hemos llevado muchos chascos y problemas a la hora de abrir la fábrica, porque las personas que venían a auditarnos del Ayuntamiento o la Comunidad no sabían lo que hacíamos. Al final, te miden con la misma vara que a las grandes. Seguimos pagando los mismos impuestos del alcohol que Mahou o Heineken. Son, sobre todo, problemas a la hora de emprender.
También han conseguido hitos. Fueron creando diferentes variedades de cerveza, personalizándolas y adaptándolas en función a la demanda -no bebes lo mismo en verano que en invierno-.En estos momentos producen más de veintidós variedades de recetas.
Otro logro fue la creación de la Asociación de Cerveceros Artesanos Independientes, de la que son los presidentes. Conseguir representatividad dentro de tus propios compañeros de armas y que se les considere válidos para representar al sector es un hito de La Cibeles.
Y por último la exportación. Están vendiendo cerveza en lugares tan dispares como Japón, El Salvador, Panamá, China, Estados Unidos, Suecia, Finlandia… lugares donde no se mueven por volumen, sino por la capacidad de generar y adaptarnos a los sabores de determinados sitios o clientes.
La cerveza que les piden en China es muy diferente de la que piden en Panamá, pero pueden crear un valor diferencial utilizando los productos regionales que ofrece España como productor de cereales.
En la zona de León se produce el lúpulo que sumado al agua de Madrid, nos da un valor diferente: tres de los cuatro ingredientes tienen origen nacional.
Todas las cervezas se venden, pero hay dos que se venden más. Una de ellas porque es la más parecida la cerveza tradicional industrial, La Cibeles Rubia, y que sin ser una Lager -como las industriales de aquí- es una Ale, más parecida a las cervezas belgas o inglesas con algo más de sabor, tiene turbidez y un gusto diferencial. La siguiente es la Imperial Ipa, antítesis de la Rubia. Gusta precisamente por su sabor tan diferente que llama mucho la atención. -Entre ambas copan un 36 % de sus ventas.