El verano es un momento para parar el reloj y cambiar de escenario. Los días más largos invitan a recorrer caminos nuevos, a pasear por calles en las que resuenan palabras en idiomas desconocidos, a encontrarnos y reencontrarnos en la distancia, sobre las nubes o más allá del océano. Todos hemos pasado en algún momento por la puerta de embarque de un aeropuerto, ese lugar de animación suspendida en el que se vive casi como una realidad alternativa.
La Palabra como Vuelo de Regreso a Casa
Se puede pensar que, ante una situación tan dolorosa y tan plagada de incertidumbre (se nos olvida a menudo que en la vida todo es incierto), magro consuelo pueden proporcionar las palabras. Y desde luego, en esta situación no es tarea fácil hilar un discurso veraz a la par que exento de autocompasión, justo con los demás y fiel al escrutinio de uno mismo; convocar a la entereza que transforma esa «caída libre» de la enfermedad antes en «quietud» que en «enajenación», a la fuerza, sí, porque hay que seguir viviendo.
Pero una cosa es dejarse vivir, y otra muy distinta reconocer (a pesar de las dudas, los traspiés, el dolor que no remite) que «no hay final feliz, hay un nuevo comienzo». Lo cual nos recuerda aquellas palabras de Ramón Gaya, en la más pura tradición estoica, cuando afirma que a este mundo «no venimos a ser felices ni desdichados, sino a cumplir con nuestro deber. Hallar cuál es el deber que se nos asignó y cumplirlo o esforzarse en cumplirlo, esa puede ser nuestra felicidad, o dicho de otro modo, nuestra tranquilidad».
Hay en la afirmación de Ramón Gaya cierta concepción del destino que nuestro poeta parece compartir, al menos implícitamente. No hablo de esa versión simplona del destino escrito en las estrellas que nos exime de toda responsabilidad sobre nuestros actos, sino de la facultad de vernos a nosotros mismos dentro de unos parámetros algo más amplios que los que nuestras pequeñas vidas individuales nos proporcionan.
En esa otra comprensión del yo que psicólogos y filósofos han defendido, y que todos los grandes lectores han experimentado alguna vez en sus vidas, el hombre aprende a leer su «destino» ligado a los ciclos de la vida, al kairós antes que al kronos, a lo que late en la naturaleza, incluido por supuesto su «dejarse ir» poco a poco: «La pérdida se hace constante en nuestra existencia y, afortunadamente, nos ajustamos cada cierto tiempo al cambio de las reglas del juego».
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Esa pérdida constante, en el ser humano, no se asume hasta que se verbaliza. Y cuanto más traumáticas sean las circunstancias que ocasiona, como es el caso, más necesario se vuelve el recurso de la palabra. Pero no la palabra abrumada por el peso de las convenciones, los usos manidos, los pensamientos cliché de los manuales de autoayuda. La palabra del poeta herido por la arbitrariedad de los dioses, que lo han escogido a él como receptáculo de sus infortunios, sosegada mas sin escatimar toda la crudeza, ha de sonar distinta si aspira a emprender el vuelo de vuelta a casa (léase, si se quiere, la «casa del ser»); esto es, volver a habitarla, remozarla, abrir las ventanas que tanto tiempo habían permanecido cerradas para que entre el aire.
Palabra consciente de la pérdida, sí. Todo esto, que al final no es sino aprender a vivir con los mimbres de que disponemos (cosa que nos vemos obligados a hacer cada día), no lo proporciona ningún currículum envidiable, ni ningún juguete tecnológico, ni viajes rutilantes, ni nada de lo que a priori nos parece tan importante o incluso lo más importante en la vida. Es precisamente lo que no tiene cabida en ningún discurso oficial, ni en los expedientes académicos o las hojas de servicios más brillantes (lo cual no significa que restemos valor al trabajo bien hecho), lo que más enseña.
La experiencia de la enfermedad, verbalizada desde el conocimiento que otorga una vida entera al arrimo de la poesía, no va a devolver a mi amigo su salud perdida. Pero de momento ya le ha devuelto algo que sería infinitamente más trágico perder: le ha devuelto a sí mismo. A la pregunta de para qué sirve la poesía no se puede responder. Primero, porque quien pregunta busca una respuesta utilitaria, limitada al orden inmediato de las cosas. Segundo, porque solo es capaz de responderse quien no necesita esa respuesta, ya que de todos modos ha nacido con la «dependencia» de la poesía. Pero a veces, como es el caso, se le llega a ver la parte práctica, esa que tan difícil nos resulta expresar.
El relato de mi amigo termina con un libro de poesía, una antología que preparó desde su nuevo estado físico, recogiendo en los poemas de sus libros los retazos de los «otros» que había sido en su vida anterior; recomponiendo con ellos, desde el presente, una voz que es a la vez la de antes y distinta. Y es que, como bien dice, «la magia de un poema es que nunca se sabe qué fue verdad en él, qué fue deseo en él».
Alejandra Pizarnik: Entre la Niñez y el Abismo
Alejandra Pizarnik, "asesinada", se persigue restablecer. vida. exceso de una obsesión". es ella, una niña que aguarda entre vientos grises y verdes. niña que fue, al tiempo que vive sujeta a una nostalgia desgarradora. aquí llegada a los treinta años y nada sé aún de la existencia. Pero aceptar ser una mujer de treinta años... comienza a ser "adulta". le impide asumir el natural transcurso del tiempo. como se dijo, deriva en un tono destructor y ácido. reino lejano. negras. la separa de la niña Alejandra. aquel momento en que fue posible la plena posesión de sí misma.
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"transformaciones". que es, en realidad, un estado de su alma, el estado de su niñez. vida"[19] que Alejandra Pizarnik persigue restablecer. es el ser del hombre! (...). hombre es un ser desfijado". metamorfosis". resto de la sangre en el umbral. fondo de todo hay un jardín. liberado intuye su origen al ingresar en el jardín arcádico. naturaleza, se ha de comulgar con la muerte. bosque estaba oscuro". pensé, "hasta lo que me decían del color de las hojas". poética. bosque de hojas verdes. conscientemente peregrina y rodeada de silencio. inmensidad inmóvil de su profundidad. íntima. es el ser mismo: "¿dónde huir, dónde refugiarse, a qué afuera?".
Abrió. se inscriben el silencio, el viento, el infinito y lo oscuro. sublime, lograda mediante la palabra poética. padecidas por la poeta en su errar por el bosque. de ese adentro-afuera inmenso? decir, una grandeza de dimensiones que, según Edmund Burke, también puede ser considerada causa de sublimidad. bosque los niños perdidos". el adentro como no-lugar, vaciamiento y ceguera natural". el bosque, donde la poeta, ante la cercanía de la muerte, avanza aterrorizada. que implica la aventura a emprender. experiencia de la partida se agudiza durante la oscuridad de la noche. bosque. de su herencia cultural.
El surrealismo, ¿perdón? literario que se había acabado en 1935". desvarío, sobrelleva una vida que no puede abandonar. vacío. Ya está sólo el poeta. (ocurren dos cosas 1. todo se evapora. 2. poeta se queda solo, sin mundo en qué apoyarse. mundo. mismos. posible es la palabra. donde ésta libera, exalta y transfigura. que concluye con la muerte-comunión entre vida-obra. mundo en qué apoyarse. o del delirio. hablando, su identidad. ininterrumpidamente nuevo, y, a pesar de ello, aspira a poseer la realidad, a hincarle el diente. vencerlo. ningún humano puede rebasar". acepta el riesgo y emprende su camino. Altazor, despeñada verbalmente. es la poesía -propuesta huidobriana-, sólo son pedazos a la deriva.
El ser es aquí tan sumamente sensible que una palabra lo agita (...). imagen poética. (...) Pero no. extraviarse y no encontrar el camino de vuelta. qué seguir. Nostalgia pura, en estado de pureza apremiante. su interior para arrasarlo todo con violencia. quiere la cosa. Ninguna cosa. Boca cosida. Párpados cosidos. Me olvidé. el viento. sumamente sensible, se sienta agitado. que no sé es qué vive en lugar mío. si callo. hallar amparo en la palabra: "(...) Adentro el viento. viento adentro. Los ausentes soplan y la noche es densa. Toda la noche hago la noche. se instala en el centro de su ser".
Poderoso miedo a la muerte-. ¡Y tantos libros! ¡Y mis pocos años! lejana. despertado nuestro interés. radical de nombrar. escritura y al estrecho vínculo que ésta mantiene con la otredad. literaria: "El hombre es el hombre y el espejo. Renglón, 1987, pág. la hayan destrozado. que todas las cosas ofrecen. inquietudes. infinito", págs. Hispanoamericanos, Madrid, n 538, abril, 995, pág. se estaba al acecho del rapto". Pág. vivo, y la vibración animal no ha sido dominada aún".
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El Jardín como Símbolo de Renacimiento
Pizarnik, Semblanza, Alejandra Pizarnik. Diarios. Fondo de Cultura Económica, 1992. 1966, 30 de abril, pág. tempranamente por Alejandra Pizarnik. libro publicado en Madrid por Cátedra, 1993, se lee en la pág. Pizarnik, op. cit., 1992, París, 1961, 18 de marzo, pág. 250: "Más miedo que antes. disculpaba mi cara de niña. Ahora, súbitamente, me tratan como a una grande. no me exceptúan por mi edad breve. Ya no es tan breve. [6] Pizarnik, op. diciembre, pág. [7]Alejandra Pizarnik, op. "Fiesta", pág. 106. figuras", pág. [9] Pizarnik, op. cit., Las aventuras perdidas, "La danza inmóvil", pág. [10] Pizarnik, op. cit., 1971-1972, pág. en jardín", pág. [12] Pizarnik, op. fundamental", pág. 153. [13] Pizarnik, op. pág. recuerdo de una huída", pág. Pizarnik, op. fundamental", pág. [17]Alejandra Pizarnik, op. del antifaz azul", pág. Carroll, op. cit., pág. de Bolsillo, Punto Omega, 1974, págs. azares, posesión de uno mismo. oportunidades de la infancia reviven en nosotros. pág. persona adulta". arriesgada lectura del emblema jardín.
Decir, estamos ante el jardín erigido en símbolo de lo femenino, pág. debe de haber sido el jardín en sí, con sus árboles y sus ríos". Alejandra Pizarnik el reconocimiento de su propia sexualidad. dialéctica de lo de dentro y de lo de fuera", págs. [22] Frances A. Taurus, 1974, pág. realidades que conocía el alma antes de su descenso a este mundo inferior. copias confusas. Pizarnik, op. "Pavana para una infanta difunta", pág. Pizarnik, op. "Extracción de la piedra de la locura", págs. [25] Pizarnik, op. infierno musical", pág. alma, sensibilizada, se refugia. angustias y fracasos. Alejandra Pizarnik. Pizarnik, op. cit., 1992, París, 1960, 23 de diciembre, pág. Pizarnik, op. cit., 1991, 1971-1972, "La verdad del bosque", pág. [29] Pizarnik, op. de la oscuridad", pág. Pizarnik, op. cit., 1992, Buenos Aires, 1965, 25 de julio, pág. definitivamente errado, desviado y torcido". Pizarnik, op. y las noches", pág. cap. VII, La inmensidad íntima. nosotros. alma". pág. [34] Alejandra Pizarnik, op. pág. Oficial de Aparejadores y Arquitectos de Murcia, 1985, pág. sentido absoluto, ante la cual estamos perdidos. suspenso, inerme. op. cit., págs. (...). Pizarnik, op. cit., 1991, 1963-1968, "Naufragio inconcluso", pág. [38] Delfina Muschietti, op. cit., págs. Buenos Aires, Planeta, 1991, pág. [40]Alejandra Pizarnik, op. inocencia", pág. op. cit., 1971-1972, "Al alba venid", pág. Pizarnik, op. cit., 1992, París, 1960, 18 de diciembre, pág. "Memorias de una náufraga, sueños de una náufraga. [43] Cristina Piña, op. cit., 1991, pág. Pizarnik, op. Aires, 1964, 8 de julio, pág. "La revelación poética", "La inspiración", pág. Cátedra. Letras Hispánicas, 1966, págs. Pizarnik, Semblanza. Cultura Económica, pág. Alejandra". Cortázar, Rayuela, Cátedra, Madrid,1996, cap. 97, pág.
Descentrarse, a descubrirse? "De lo de dentro y de lo de fuera", op. cit., pág. poético". Y añade unas palabras que R.M. (Cartas, ed. stock, pág. hasta el punto que ningún humano puede rebasar. El perseguidor, op. [51] Alejandra Pizarnik, op. marzo, pág. Hispanoamericanos, n 520, octubre, 1993, págs. 105-109, pág. [53] Rainer María Rilke, que venía citado en la obra de Gaston Bachelard, La poética del espacio, op. cit., pág. [54] Alejandra Pizarnik, op. aventuras perdidas, "Origen", pág. [55] Pizarnik, op. espejo", pág. con la pretensión de alcanzar un paraíso donde poder vivir. "Oda al viento del oeste". en que la poeta no encuentra consuelo en el estado de la naturaleza. enfermizo, ya pálidas. cadáver en su tumba (...). destructor, protector: ¡escúchame, oh, escucha! (...). mi espíritu y seamos los dos el mismo ímpetu". Antología poética. Hiperión, Madrid, 1944, pág. 63). Pizarnik, op. cit., 1991, 1971-1972, "...Al alba venid...", pág. 254. Pizarnik, op. cit., 1992, París, 1962, 25 de julio, pág. Pizarnik, op. locura", pág. 135. op. cit., Árbol de Diana, 16, pág. 76. [61] Pizarnik, op. "Comunicaciones", pág. op. locura", pág. op. "Madrugada, pág. [64] op. infierno musical, "III, Los poseídos entre lilas", pág. Poesía Vertical, Madrid, Visor, 1991, pág. 111. señal en el vacío. viento, (...) / Sólo queda la señal como un detalle". op. cit., pág. H. Herrera, "Usos de la imaginación", Cuadernos de Poesía y Crítica. Pizarnik, 1984, pág. Pizarnik, op. de la piedra de la locura, "Linterna sorda", pág. Pizarnik, op. aventuras perdidas, "La noche", pág. XXX, 41-42, primero y segundo semestre, 1997, págs. 119-144, pág. Alejandra Pizarnik. Asimismo, remite a sus lecturas de Novalis.
Muschietti, op. cit., pág. voz ha sido expropiada y aparece para sí misma como un canto lejano". Pizarnik, op. [73] Alejandra Pizarnik, op.. pág. op. cit., 1971-1972, (manuscrito A.P., fechado 1972) pág. págs. Salinas, op. cit., pág. "mimetiza". [77] Alejandra Pizarnik, op. "Un sueño donde el silencio es de oro", pág. poesía argentina (acerca de la obra de Alejandra Pizarnik)" , Cuadernos Hispanoamericanos, Madrid, marzo, 1968, n 219, págs. pág. Colección Visor de Poesía, 1997, pág. 96. desconcertando al lector ante las múltiples imágenes de sus espejos. "Jacob o la idea de la poesía", pág. hombre. ¿Estamos seguros del hombre? Dos por lo menos: uno que va, otro que viene. acompañan. Mientras uno vive, otro lo contempla vivir. El hombre es el hombre y el espejo.
Hölderlin: El Vuelo de la Palabra Divina
Hölderlin. Yo fui antaño uno de ellos, mas ¡ay! sé tú ¡oh canto! Zu mächtig ach! Sei du, Gesang, mein freundlich Asyl! Beglückender! Ihr Himmelskräfte! Su nombre original era «El otoño». A Diotima. Schönes Leben! ¡Ah! Aber ihr, ihr Herrlichen! * Esta versión del poema se publicó en la revista de Schiler, Die Horen, en 1797. El original está compuesto en hexámetros. bajando al silencio mi lira. * Este conocido poema, tal como aquí aparece, fue publicado -junto con otros cuantos poemas de Hölderlin- en una revista del año 1799. ¡Mas al fin nace el día! ¿Preguntas por ellas? Mas, ¡ay de mí! Jetzt aber tagts! Erfrägst du sie? Ihr Dichter! Doch weh mir! * Los distintos esbozos de este famoso poema aparecieron en el compendio manuscrito conocido como “Stuttgarter Foliobuch”.
Constituye el único intento de Hölderlin de mantener fielmente la estructura triádica de estrofas junto con un ritmo métrico estricto (probablemente 9 estrofas en tres grupos de tres estrofas de nueve versos cada una, cada uno de ellos con un metro distinto). ¡Mira! a emprender la marcha. ¡Ven pues! ¡Por eso, ven al istmo! ¡Dichosa Grecia! ¡Solemne sala festiva! ¡Cuyo suelo es el mar! Mas, ¿dónde, los tronos? ¿Dónde para, el urgente? ¡Padre Éter! Mas ¿dónde están? Pero, amigo, ¡demasiado tarde llegamos! Soñar con ellos es luego toda la vida. Tronando llegan ellos luego. ¡Sí! Sieh! Aufzubrechen. So komm! Drum! Drum an den Isthmos komm! Seliges Griechenland! Festlicher Saal! der Boden ist Meer! Aber die Thronen, wo? Wo ist das schnelle? Vater Äther! Vater! heiter! Aber wo sind sie?
Aber Freund! wir kommen zu spät. Traum von ihnen ist drauf das Leben. Donnernd kommen sie drauf. Ja! Siehe! Glaube, wer es geprüft! * Esta famosa elegía, que casi se podría considerar como el ‘evangelio’ que anuncia el mensaje de renovación religiosa de Hölderlin (entendiendo lo religioso en el sentido etimológico del término religare -esto es, ‘unir’ a la comunidad-) tiene varias versiones y esbozos. neveros. los celestiales. los mortales el abismo. con estos. las colinas del cielo. hay que sostener. son los senderos. leyes de la tierra. a lo desenfrenado tiende el anhelo. hay que sostener. mirar. de la tierra. Patroclo, empero, con el arnés del rey. otros muchos también. Eleutera, la ciudad de Mnemósine. sus bucles. Den Firnen.
Die Himmlischen alles. Die Sterblichen eh’ an den Abgrund. Mit diesen. Den Hügeln des Himmels. Zu behalten. Die Pfade. Gesetze der Erd’. Ins Ungebundene gehet eine Sehnsucht. Zu behalten. Nicht sehn. Der Erd’. Patroklos aber in des Königes Harnisch. Noch andere viel. Elevtherä, der Mnemosyne Stadt. Die Locken. * “Mnemósine” es el último de los grandes himnos de Hölderlin, si bien en estado de simple borrador. Sólo se conservan fragmentos esbozados del poema, con numerosas variantes, no siempre de fácil lectura y con numerosos problemas de reconstrucción; aquí ofrecemos -separadas por líneas de puntos- , además de la tercera y última versión de esbozo del poema, completa, algunas variantes sueltas de estrofas o fragmentos extraídas de esbozos anteriores, que nos parecen especialmente relevantes. Ése era yo, sin duda. mas lo nombrable sólo. ¡Oh, día! ¡el día! a ligera lanza, ¡oh muchacho! Wo bist du, Nachdenkliches! Ich war’s wohl. Aber das Nennbare nur. Tag! Tag! Ihr meiner Bäche Weiden! Den leichten Speer, o Knabe!
* Es uno de los titulados “Cantos Nocturnos” por Hölderlin, poemas compuestos en distintos momentos. Si actualmente los consideramos como pequeñas joyas, los lectores del tiempo se mofaron de lo oscuro e incomprensible de estas piezas que parecen describir la noche sin dioses en que está sumido todavía el tiempo de Hölderlin y el propio poeta, acorralado en su soledad en un tiempo entre el ‘ya no’ y el ‘todavía no’: la noche que sucede a la desaparición de Grecia y en la que todavía no ve llegar la nueva era. ¡Ay de mí! * Como el anterior poema, “Mitad de la vida” también forma parte del conjunto de los “Cantos Nocturnos”. privado de pensamientos mortales. Pero ¿dónde están los amigos? y el compañero? en el mar. desemboca la corriente. Gedanken zu sein. Wo aber sind die Freunde? Mit dem Gefährten? Im Meere. Ausgehet der Strom.
* Poema compuesto probablemente en torno a 1803/1804 y publicado en el «Almanaque de las Musas del año 1808”. Edición, traducción, prólogo y comentarios de Helena Cortés Gabaudan. La Oficina, 2017. «La poesía de Hölderlin, cuya etapa tardía algunos tildaron de evidente muestra de perturbación mental, hoy se considera uno de los casos más singulares de genialidad poética y filosófica. Enigmáticos, a veces incompletos o incluso incongruentes, sus poemas son al mismo tiempo un deslumbrante testimonio de un moderno e infinito ‘work in progress’, de un eterno palimpsesto de un único ‘poema’ de tono profético que trata de expresar la tragedia de la humanidad que ha perdido la comunicación con la belleza y lo divino.
Biografía de Friedrich Hölderlin
Retrato de Friedrich Hölderlin, por Franz Karl Hiemer, c. Al morir su padre, administrador del seminario protestante de Lauffen, cuando él tenía dos años, su madre casó en segundas nupcias con Johann Christoph Gock, consejero municipal de Nürtingen, donde Hölderlin se crió junto con su hermana y su hermanastro. En 1784 ingresó en un colegio preparatorio para el seminario, en Denkendorf, y en 1788 entró como becario en el seminario de Tubinga, donde a partir de 1791 trabó amistad con Hegel y Friedrich Schelling. Muy influido por Platón y por la mitología y cultura helénicas, se apartaría sensiblemente de la fe protestante.
Friedrich Schiller le proporcionó una plaza para ocuparse del hijo de Charlotte von Kalb, en Waltershausen, aunque pronto abandonó su puesto, dada la limitada influencia que ejercía sobre su alumno, y se instaló en Jena, uno de los principales centros intelectuales del país. Asistió a clases impartidas por Johann Gottlieb Fichte, y Schiller le publicó un fragmento del Hiperión en su revista Thalia. Falto de recursos, volvió a Nürtingen en 1795, antes de ser introducido en casa del banquero Gontard, en Frankfurt, siempre como preceptor. Susette, la esposa de Gontard, mujer al parecer de gran belleza y sensibilidad, habría de convertirse en su gran amor; tanto en sus poemas como en el Hiperión se referiría a ella con el nombre de «Diotima».
A pesar de su trabajo y de los viajes que debió efectuar con la familia Gontard a causa de la guerra, fue una época de intensa actividad literaria, y en 1799 finalizó su novela epistolar Hiperión. En septiembre de 1798 tuvo que abandonar la casa de los Gontard, después de vivir una penosa escena con el marido de Susette. Se entrevistó varias veces en secreto con ella, hasta que se trasladó a Homburg por consejo de su amigo Isaak von Sinclair. Emprendió entonces su tragedia La muerte de Empédocles e intentó lanzar una revista intelectual y literaria, que fracasó. En 1800 fue invitado a Stuttgart, donde tuvo tiempo para dedicarse a la poesía y traducir a Píndaro, que ejercería una gran influencia sobre sus himnos.
A finales del año aceptó otro puesto como preceptor en Hauptwil, Suiza; se ignora por qué razones abandonó su trabajo, en abril de 1801, y volvió con su madre, a Nütingen. Al aparecer los primeros síntomas de su enfermedad mental, abandonó una vez más su puesto en abril. Sinclair le comunicó por carta la muerte de Susette Gontard, el 22 de junio de 1803, en Frankfurt. Tras un período de gran violencia, su trastorno mental pareció remitir. Sinclair lo llevó de viaje a Ratisbona y Ulm y, a la vuelta, escribió El único y Patmos, dos de sus obras maestras.
Por influencia de su amigo obtuvo la plaza de bibliotecario de la corte, en el palacio del landgrave de Homburg. Como sus crisis mentales se hacían cada vez más frecuentes, en 1806 fue internado en una clínica de Tubinga, sin que se produjera mejoría en su estado. Un ebanista de la misma ciudad, entusiasmado por la lectura del Hiperión, lo acogió en su casa en 1807.
La obra de Hölderlin tiene en su eje central el intento de hallar el sentido y esencia de la lírica en los momentos históricos convulsos que le tocó vivir. Los juveniles Himnos (1793), en los que canta a la belleza, la libertad y el genio de la adolescencia, sufren aún la influencia de Schiller y ensalzan los «ideales de la humanidad». A partir de 1797 el poeta escribió los fragmentos de Empédocles, su única incursión en la dramaturgia, que debía ser una tragedia clásica que trabajó en múltiples versiones. Su protagonista encarna para él al poeta y visionario en quien se refleja la armonía inherente a la unicidad total, y la serenidad que acompaña a la maduración para la muerte.
Las Poesías (1799) aparecieron mayoritariamente en el Musenalmanach de Schiller y en el Taschenbuch für Frauenzimmer von Bildung, y son formalmente clásicas y hasta deliberadamente arcaicas en ocasiones. Los poemarios editados por Ludwig Uhland y Christoph Theodor Schwab en 1826 (y también, póstumamente, las Obras completas publicadas por Schwab en 1846) incluyen algunos de los inquietantes textos escritos durante la apacible demencia del autor, que él gustaba atribuir a un alter ego al que llamaba Scardanelli.
Fuente: Fernández, Tomás y Tamaro, Elena. «Biografia de Friedrich Hölderlin». En «Biografías y Vidas». La enciclopedia biográfica en línea. Barcelona, España, 2004. Durante diez años dirigió centros del Instituto Cervantes en Alemania. Entre sus monografías se cuentan: Claves para una lectura de Hiperión, Ediciones Hiperión, 1996; El señor del fuego: mitos y símbolos del herrero germánico, Miraguano 2004; La vida en verso. Biografía poética de Friedrich Hölderlin, Ediciones Hiperión, 2014. Goethe. Vivir para ser inmortal, Arpa, 2023. Desde Octubre de 2018 es miembro numerario de la Academia de la Lengua y la Literatura alemanas. En 2020 se le concedió la Medalla de Oro de la Sociedad Internacional Goethe en Alemania.