¿Qué es una Franquicia Hotelera? Ventajas y Desventajas

En un sector cada vez más competitivo, y dominado por los grandes grupos y marcas, los hoteles y cadenas de menor tamaño están recurriendo a las marcas para hacerse un hueco en el mercado, ya que suponen el 85% de la oferta. Si tu ilusión se mantiene intacta y sigues apostando por la hostelería y el turismo, es posible que te hayas planteado unirte a una franquicia hotelera.

Aunque aún no es un modelo muy extendido en España, ya que protagonizaba un escaso 3% en los casos de 2009, está previsto que roce el 8% durante 2011. Por citar algunos de los ejemplos más sobresalientes, está la joint venture participada al 50% por la firma Marriott con la cadena AC (“AC by Marriott”, presentada oficialmente en la edición 2010 de Fitur), que tiene previsto abrir en los próximos 10 años unos 400 nuevos establecimientos. Otra de las firmas que ha puesto sus ojos en España es Wyndham, tras la compra de la enseña Tryp a Sol Meliá.

Para entender mejor este concepto, debemos saber que existen dos distintos tipos de empresas hoteleras: las empresas patrimonialistas y las empresas gestoras. Simplificándolo mucho, podemos afirmar que las primeras aglutinan en su patrimonio la propiedad de muchos hoteles (entendiéndose hotel como bloque de edificio o “las piedras” que sustentan el negocio); y las segundas se caracterizan por basar su negocio en gestionar o explotar los hoteles (sin tener un porcentaje significativo de hoteles en propiedad -en ocasiones, ninguno-).

Ahora, sabiendo que existen estas dos grandes tipologías de empresas, podemos entrar en analizar cómo se relacionan entre ellas. Y es que, si unas tienen la propiedad, pero no gestionan y otras gestionan sin tener la propiedad, todo parece apuntar a que están condenadas a entenderse. Y efectivamente, así es.

Para que el negocio funcione entre ellas, tienen que relacionarse contractualmente a través de acuerdos que regulen y configuren esta actividad. Estas relaciones contractuales se instrumentalizan principalmente mediante tres tipos de acuerdo: el arrendamiento (comúnmente llamado alquiler), la gestión o management y la franquicia.

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El contrato de franquicia hotelera no se aleja demasiado de la figura que comúnmente la gente entiende por franquicia, como podrían ser McDonalds, Día, KFC o la propia Marriot. En la franquicia, el elemento clave y definitorio es la marca que se contrata.

En los anteriores acuerdos, podemos observar como la figura esencial que configura la mayor parte del contrato es el hotel en sí: cuantas habitaciones tiene, que precio se le da a esas habitaciones, cómo se van a gestionar, cuánto se va a invertir, etc. En cambio, en el contrato de franquicia podemos afirmar que el elemento configurador del acuerdo va a ser la marca que el propietario o la empresa gestora va a adquirir (y su encaje específico en el hotel, por supuesto).

Así, vemos cómo se paga una cantidad, normalmente fija, por los derechos de licencia (o royalties), es decir, por poder incorporar en el hotel una marca a la que se le asocia una fama, prestigio, características y know how determinado.

Como ya adelantábamos, este contrato no se da exclusivamente entre el propietario y franquiciador, sino que en ocasiones es el arrendatario o la entidad que gestiona el hotel quien contrata (o subcontrata) a una empresa para que le ceda su marca con el objetivo de aumentar la rentabilidad del negocio.

Si tu opción para empezar un negocio en este sector es la franquicia, tienes una buena ventaja de salida: contar con una marca sólida en el mercado puede representar la gran diferencia desde el primer día ya que el mercado está familiarizado con ella, conoce los productos, servicios y precios. A priori agiliza la captación de nuevos clientes e incrementa notablemente los resultados a corto plazo, acortando los tiempos de retorno de la inversión.

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Y si no tienes experiencia, la enseña te ofrece la suya. Una franquicia bien elegida puede asegurarte un negocio rentable, con una operativa, productos y precios determinados.

Ventajas de las Franquicias Hoteleras

  • Un mínimo de riesgos en el momento de la inversión, pues se trabaja sobre algo ya reconocido como un buen producto. Las franquiciadoras aseguran que la gran mayoría de los empresarios en franquicia consiguen alcanzar mucho antes el punto de equilibrio de sus negocios, y que existen también mayores posibilidades de éxito que emprendiendo un negocio por cuenta propia.
  • Al existir ya procedimientos sobre la administración del negocio, la forma de manejar la empresa se simplifica.
  • En cuanto a la formación, la franquicia suele ofrecer:
    • Formación inicial para adquirir los conocimientos que le permitan gestionar con éxito su negocio, beneficiándose del know how de la casa matriz.
    • Formación permanente en cuanto a reciclaje o novedades de la franquicia.
  • Los costos operativos son menores debido a que se pertenece a un negocio ubicado en una economía de mayor escala:
    • Mejores precios, mejores condiciones comerciales, apoyos de marketing por parte de los proveedores, desarrollo de productos exclusivos… relativos a los volúmenes de compras.
    • La logística de compras y la gestión administrativa del negocio pueden reducirse en costes por volumen con una política de outsourcing, convirtiendo parte de estos costes en variables.
  • Y finalmente, la comercialización tiene un gran apoyo:
    • Una marca consolidada, constituye uno de los principales valores añadidos a la hora de franquiciarse, contar con una marca conocida y prestigiosa puede ser un elemento básico para contar con la confianza de los clientes.
    • Campañas publicitarias y de marketing planificadas, beneficiando a todo el grupo de franquiciados. El franquiciado es portador de una marca que invierte en publicidad en distintos medios como radio, prensa o televisión, lo que de forma individual para la mayoría de los franquiciados sería inaccesible.

Desventajas de las Franquicias Hoteleras

  • Poco control por parte del empresario sobre el dominio de la franquicia: eres el empresario pero trabajas bajo las mismas normas que si fueras un gerente de una empresa. El franquiciador está sujeto a las directrices de la enseña, lo que resta capacidad de gestión de liderazgo y autonomía para la toma de decisiones, fundamentalmente las creativas.
  • Se necesitan estructuras más sofisticadas para atender a las necesidades de la franquicia. Este modelo implica tener que soportar unos costes adicionales iniciales y continuados, que no existen en el caso de abrir un comercio independiente, como el canon de entrada y royalties o publicidad, en la mayoría de los casos.
  • Gastos en formación a todo el personal que se tendrá a cargo.
  • Comercialmente, pertenecer a un sistema en el que también operan otras tiendas de la misma marca, significa que el mal rendimiento, mal servicio o cierre en otros locales, afecta a la imagen del resto de unidades. La reputación no dependerá únicamente de tu trabajo, sino del de todos los establecimientos.
  • Si el franquiciador no se espabila, la falta de apoyo y asesoramiento posterior de la marca, la falta de recursos en marketing o publicidad, pueden ser puntos en que el empresario vea mermada su capacidad de crecimiento, quedando atrapado en la franquicia.

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