La delincuencia en el mundo de la industria musical española es, en términos generales, un sector caracterizado por una delincuencia muy escasa, y los pocos casos que suceden se limitan a delitos económicos o de tráfico de drogas.
Sin embargo, hay casos llamativos, como el de Carlos Vázquez, alias “Tibu” -el que fuera manager de El Canto del Loco, Hombres G, Marta Sánchez, Mägo de Oz, José Mercé o Luis Eduardo Aute, entre otros muchos artistas-, que cumplió condena de cuatro años, dos meses y un día -de enero de 2015 a abril de 2019-, por deslealtad societaria y apropiación indebida de 220.000 euros después de una querella presentada por El Canto del Loco.
O el de Bartolomé “Tolo” Pomar y su esposa, propietarios de Romantic Spectacles, empresa líder en contratación de espectáculos en Baleares y Canarias, condenados a once años de cárcel por delitos contables y contra Hacienda, por un valor de 1,6 millones de euros.
El tráfico de influencias ha sido otro de los delitos en el que encontramos a personajes de la industria de la música en vivo, como es el caso de José Luis Huerta, propietario de Waiter Music, investigado por siete delitos en la trama Púnica del Partido Popular, y que no llegó a ser condenado en firme por fallecer en el verano de 2020.
El Caso Max Music: Un Secuestro por Error
En septiembre de 1998, Josep Maria Castells experimentó la peor de las sorpresas. Castells se convirtió en víctima de un secuestro por error y blanco de una brutal paliza orquestada por uno de sus antiguos jefes en Max Music.
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Este empresario, despechado por la reciente ruptura con su antiguo amigo y copropietario, había tomado la decisión de vengarse contratando a un grupo de sicarios mexicanos.
El enfrentamiento comercial hizo que Degà contratara a tres sicarios mexicanos -Jesús Lozano Leal, Ulises Cuéllar Pachecho y Lino Fernando Rosales Zavala- para que secuestraran y mataran a Ricardo Campoy, su hermana, el padre de ambos, y a Santiago Rusiñol, exgerente de Max Music que se había marchado a Vale Music con Campoy.
El 3 de septiembre de 1998 los sicarios secuestraron por error al dj Josep María Castells, por su parecido físico con Campoy y por tener el mismo modelo de coche que el ejecutivo discográfico y aparcar en el mismo garaje.
Después de haberle agredido físicamente, cuando le desamordazaron Castells pudo demostrarles que no era su objetivo, y mientras los secuestradores decidían qué hacer con él, el dj logró escaparse en un momento de despiste y salir corriendo del pantano de La Baells, cerca de Berga, donde habían llegado con la furgoneta empleada para el secuestro.
En 2001, Miguel Degá fue condenado a tres años por soborno y por planear el secuestro y apaleamiento de un empresario de la competencia. No la cumplió entera. En 2005 se fugó aprovechando un permiso penitenciario.
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Josep Maria Castells: Pionero y Víctima
Al barcelonés Josep Maria Castells, que ha fallecido hoy a los 59 años víctima de un cáncer, le cambió la vida quedar segundo en un concurso de talentos discográficos.
Si bien es cierto que para entonces ya era uno de los DJs más demandados en las discotecas de Platja d’Aro (Girona), el oficio de mezclar canciones y hacer bailar a miles en las pistas de baile todavía estaba muy lejos de la influencia mediática que ha disfrutado en las últimas décadas.
Gracias a aquel segundo puesto, y con solo veinte años, Josep María Castells empezó a trabajar en Max Music, una discográfica creada por dos amigos dispuestos a todo con tal de sacar rédito económico del fenómeno discotequero que se extendía por el país.
De este modo, Castells se convirtió en uno de los autores de la saga Max Mix, discos de mezclas conocidos como megamixes en los que Castells y su compañero Toni Peret combinaban las canciones más conocidas de la temporada con efectos de sonido revolucionarios construyendo así una nueva forma de entender la música de baile.
En 1986, el Max Mix 4, un disco repleto de himnos italo music, vendió más de un millón de copias y la vida de Castells, junto al resto de integrantes de la discográfica Max Music, se transformó en la definición más rutilante de éxito.
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Tras el bombazo comercial, con el que superaron a artistas como Julio Iglesias en las listas de más vendidos, la música de baile dejó de ser un nicho de mercado y se transformó en un fenómeno social sin precedentes, llegando a la radio y televisión generalistas.
Gracias a Castells, la saga Max Mix continuó su reinado durante la década de los ochenta superando a cualquier empresa discográfica que intentase hacerles sombra. Especialmente recordada es su competencia con Blanco y Negro, propietaria de los exitosos megamixes Bolero Mix.
Cuando su meteórica carrera ya no se limitaba al oficio de DJ, pues también había gestionado la sede de Max Music en Miami, había sido dueño de discotecas de música makina como Megatron, había sido autor de megamixes superventas como los Máquina Total o Bombazo Mix y productor de canciones tan bailadas como Viva la fiesta (Paco Pil, 1994) o Ella (Viceversa, 1992), Castells se convirtió en víctima de un secuestro por error y blanco de una brutal paliza orquestada por uno de sus antiguos jefes en Max Music.
Final delirante que no impidió otra etapa llena de logros con su nueva discográfica, Vale Music, gracias a éxitos como La Bomba (King Africa, 2000) y al auge mediático del programa de televisión Operación Triunfo.
Fenómeno con el que su discográfica no solo vendió millones de discos en plena crisis global de la industria, convirtiéndose en la empresa disquera independiente más importante de España, sino que puso las bases para su futura venta, por una cifra astronómica, a la multinacional Universal en 2006.
Tras OT, este DJ pionero tomó la decisión de cruzar al otro lado del Atlántico, probar suerte con la industria discográfica y televisiva latinoamericana, formar su propia familia y convertirse en padre.
Etapa que terminó con Josep María Castells de nuevo en España, reunido con sus antiguos compañeros y amigos íntimos, Toni Peret y Quique Tejada, y aprovechando la explosión nostálgica del fenómeno remember para llenar semanalmente la pista de baile de una conocida cadena hotelera en Ibiza.
A principios del verano de 2024, tras disfrutar del aplauso por su protagonismo en la serie documental Megamix Brutal (RTVE/3CAT), Josep Maria Castells descubrió que estaba enfermo de cáncer, afección que terminó con su vida el pasado el primer día de 2025.
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