¿Un Emprendedor Nace o Se Hace? Características Clave

Una de las preguntas más frecuentes es cómo surge un emprendedor, y si cualquiera puede serlo. Técnicamente, sí, basta con darse de alta como autónomo. No obstante, sacar adelante un proyecto con garantías es más complejo.

Esta es una pregunta que muchas personas se hacen hoy en día, especialmente aquellas que están considerando la idea del emprendimiento como opción profesional. Responder a esta pregunta no es un tema trivial puesto que en ella se encuentran contenidos los sueños y las esperanzas de muchas personas.

Albert Einstein nos enseñó que hay preguntas que para encontrar una respuesta es necesario que las consideremos en un contexto o paradigma diferente a aquel en el que son formuladas. En nuestro caso, podemos ampliar el contexto y preguntarnos si una persona es o deviene, nace o se hace. Y aquí es donde José Ortega y Gasset acude en nuestra ayuda para responder: La persona nace y se hace. Y aquí ya podemos volver a nuestra pregunta: ¿El emprendedor nace o se hace?

El Emprendedor: ¿Nace o Se Hace?

El emprendedor nace en el sentido de que hay determinados rasgos de personalidad que favorecen la actividad emprendedora: iniciativa, creatividad, capacidad de comunicación y de “vender”, resolutividad, empatía, capacidad de liderazgo, enfoque a resultados, visión de oportunidades, flexibilidad o tolerancia al riesgo y a la incertidumbre por mencionar unos cuantos.

Sin embargo, lograrlo está en función del contexto que le rodee y la influencia de factores culturales, económicos, sociológicos y psicológicos. En este sentido, la formación tiene un papel clave en el desarrollo de las competencias emprendedoras. Un ejemplo son los grados universitarios de EDEM. Como muestras estos dos posts: uno sobre alumnos del Grado ADE y otro de estudiantes del Grado en Ingeniería que también se han decidido por emprender y desarrollar su propio futuro.

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Si pensamos que el emprendedor “nace, no se hace”, cualquiera que reúna las características adecuadas está prácticamente predestinado a ser emprendedor y a la larga, un empresario.

Además, el emprendedor va a poder emprender si está en un entorno adecuado, y descubre sus capacidades para lograr sus sueños. Un emprendedor debe ser, a la vez, valiente y humilde. El miedo al fracaso es la peor actitud que le puede detener. La ética, el impacto social y la responsabilidad es más valiosa que el negocio. En ese proyecto de emprendimiento no vale todo.

Hay dos hechos en los que no tenemos ningún poder de elección, los genes con los que venimos al mundo, como una predisposición a contar con capacidades que nos faciliten la aventura de emprender y el contexto en el que nacemos y vivimos, con las experiencias para potenciar o limitar dichas capacidades y conseguir el éxito que tengamos montando nuestro proyecto.

Pongamos algún ejemplo. Todos conocemos a personajes como Steve Jobs o Bill Gates a los que podemos calificar de individuos que personifican el espíritu emprendedor. Pero no hemos de dejar de lado el hecho del lugar en el que nacieron: Estados Unidos y del ambiente que rodeó su desarrollo desde su infancia. ¿Steve Jobs hubiese sido Steve Jobs si hubiese nacido en una cultura que no hubiese tenido el emprendimiento en su ADN? No se sabe pero probablemente no.

Por lo tanto, si te estás planteando emprender, más que hacerte la pregunta: ¿tengo el perfil emprendedor? Te sugiero que te hagas esta otra: ¿qué necesito aprender para emprender con éxito?

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Rasgos de Personalidad Clave en el Comportamiento Emprendedor

Si los emprendedores son necesarios para asegurar el desarrollo económico, es importante considerar cómo se pueden identificar. Los determinantes importantes del comportamiento emprendedor son los rasgos de personalidad que presentan los individuos. El siguiente paso es preguntar cuáles son estos rasgos de personalidad.

Aquí, es necesario considerar que sólo aquellos rasgos que han tenido fuertes argumentos científicos pueden ser considerados como integrantes de la personalidad emprendedora. Por fortuna, la literatura ha empezado a converger en un grupo determinado de rasgos y en el que, en mayor o menor medida, están de acuerdo los investigadores.

  1. Locus de Control Interno: Las personas con un locus de control interno alto piensan que ellos son capaces de controlar los resultados, por lo que dedicarán más esfuerzo y persistencia hacia los resultados deseados, lo que, a su vez, debería ayudar a iniciar una aventura empresarial y a mantenerla exitosamente. Por el contrario, las personas con locus de control externo pueden ser más pasivas. Si uno piensa que no es capaz de controlar los resultados, no tiene razones para cambiar activamente su entorno y comenzar un negocio.
  2. Autoeficacia: La autoeficacia se refiere a la convicción de que uno puede organizar y ejecutar efectivamente acciones para producir unos resultados. Refleja la percepción para realizar un trabajo o tarea concreta. La autoeficacia afecta a la elección de la acción y a la cantidad de esfuerzo ejercido. La gente evita carreras y ambientes que exceden sus capacidades y emprenden vocaciones para las que se juzgan capaces. La iniciativa empresarial conlleva importantes riesgos y dificultades, por lo que parece claro que los emprendedores necesitan altos niveles de autoeficacia. Dado que la autoeficacia predice la perseverancia ante dificultades y la efectividad personal, también se relaciona con la actividad emprendedora.
  3. Propensión al Riesgo: Los individuos con puntuaciones altas en esta dimensión, estarán inclinados a comportamientos de alto riesgo, es decir, considerarán las alternativas cuyas consecuencias finales puedan alejarse de su marco de expectativas de resultados. Por su parte, los sujetos con baja propensión al riesgo, tenderán a comportamientos de bajo riesgo, y evitarán las alternativas que puedan causar resultados que varíen mucho de sus expectativas. Es obvio que la actividad emprendedora implica, por definición, asumir riesgos de algún tipo. La propensión al riesgo es, junto con la proactividad y la innovación, una de las tres dimensiones de la llamada orientación emprendedora. En este marco, la propensión al riesgo se refiere a la disposición del sujeto a comprometerse con oportunidades bajo posibilidades de fracaso. La tolerancia y actitudes positivas hacia el riesgo predicen la formación de intenciones emprendedoras.
  4. Proactividad: Esta se refiere a la tendencia a iniciar y mantener acciones que directamente cambian el ambiente circundante. Las personalidades proactivas identifican oportunidades y actúan sobre ellas, muestran iniciativa, realizan acciones directas y perseveran hasta que consiguen un cambio significativo. En contraste, las no proactivas fracasan en identificar y actuar sobre las oportunidades para cambiar cosas. La proactividad implica un énfasis en anticipar y prevenir problemas antes de que ocurran y una orientación a la acción que incluye una interpretación creativa de las normas y un alto nivel de persistencia y paciencia para operar el cambio. La proactividad es otra de las dimensiones indispensables en la denominada orientación emprendedora, lo que supone perseverancia, adaptabilidad y disposición para asumir la responsabilidad ante el fracaso. También se ha confirmado la relación entre la personalidad proactiva y el comportamiento emprendedor, tanto en empresas ya creadas como en la población general.

El Contexto y la Genética en el Emprendimiento

Pero vayamos a la base de lo que nos construye como seres humanos. En primer lugar, tenemos que hablar de genética. Los seres humanos tenemos aproximadamente 20.000 genes que codifican en mayor o menor medida las capacidades que nos facilitan o nos dificultan la vida a la hora de emprender. Por ejemplo, si queremos saber qué influencia tiene la genética en la inteligencia general, mediremos mediante tests esta aptitud en un grupo grande de mellizos y gemelos. Si la diferencia es más pequeña en el grupo que comparte el 100% de la carga genética que en el grupo que comparte de media el 50%, podemos asumir que la genética tiene un papel fundamental.

Katherin Harden Page, directora del laboratorio de Genética Conductual del Desarrollo de la Universidad de Texas, analizó los datos del estudio de Polderman para algunas medidas interesantes para este artículo y concluyó que la influencia de los genes en la inteligencia general de un adulto se estiman en en torno a un 80%. Además, esta influencia ya se manifiesta a edades muy tempranas, en torno a los dos años.

Pero los estudios van más allá. Sin duda no somos tabulas rasas, cada uno venimos con unas cartas genéticas que nos facilitan o nos dificultan la adaptación al medio emprendedor. Pero, ¿los genes son determinantes? La respuesta es un rotundo no. La genética sólo es una predisposición.

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El contexto y la interacción con este son la otra gran cara de la moneda de lo que nos construye como personas. A nivel de emprendimiento es fácil pensar en que nacer en una familia que tiene negocios nos facilita el acceso a información que hace que sea más fácil poner en marcha nuestros proyectos. Es lógico entender que acudir a una prestigiosa universidad nos pone en contacto con personas con nuestras mismas inquietudes que, años más tarde, se pueden convertir en amigos, socios o consultores.

Papageorge y Thom publicaron un estudio en 2020 en el que evaluaron la influencia del medio y de la genética en el éxito académico. Para ello utilizaron lo que se denomina índices poligénicos, modelos para tratar de predecir en qué medida cada una de las combinaciones genéticas influye en un determinado rasgo. Los resultados fueron demoledores. Pensemos en el ambiente como el suelo en el que crece una planta. Si tiene los suficientes nutrientes los genes se manifestarán y habrá diferencias en los fenotipos de las mismas, pero si carece de ellos las plantas se igualarán a la baja.

En 2007, se publicó un estudio en la revista Nature en el que Nelsos y sus colaboradores evaluaron los cocientes intelectuales de los niños que habían sido adoptados frente a los que habían crecido en dichos hospicios. En la misma línea, hay ciertas experiencias al inicio de la vida que tienen un impacto en el desarrollo y funcionamiento de la corteza frontal. A su vez, ciertas experiencias en la adolescencia también pueden marcar un punto de inflexión en el desarrollo y funcionamiento normal del cerebro, como por ejemplo la inestabilidad social en este periodo (Breach, Moench, & Wellman 2019). Pero también padecer ciertos trastornos mentales afectan al funcionamiento óptimo de las áreas frontales del cerebro. Por poner ejemplos de algunos estudios: la depresión (Belleau, Treadway, & Pizzagalli 2019), el trastorno de estrés post traumático (Mah, Szabuniewicz & Fiocco 2016), la anorexia nerviosa (Alfano y colaboradores 2020), la bulimia nerviosa (Donnelly y colaboradores 2018), la dependencia del alcohol (Shields, C. N., & Gremel, C. M.

Según los datos de los estudios científicos podríamos afirmar que el emprendedor por un lado nace y por otro lo hacen. Si dos gemelos genéticamente idénticos tienen la misma familia, van al mismo colegio y crecen en el mismo barrio, lo esperable es que obtengan los mismos resultados. En este caso el coeficiente de libre albedrío sería 0. Un coeficiente de libre albedrío de 1 sería el equivalente a que las diferencias en las puntuaciones entre hermanos iguales que han crecido juntos son similares a las diferencias entre dos personas que no comparten ni genética ni ambiente.

Siempre habrá un día que uno de los dos hermanos se ponga enfermo y no vaya a la escuela. Estos pequeños cambios pueden suponer diferencias más o menos pequeñas en diferentes variables. Por ejemplo, cuando medimos las diferencias de altura entre gemelos el coeficiente de libre albedrío es de 0,15. Todos sabemos que de padres altos, niños altos. Si están en un ambiente en el que se les proporciona una correcta alimentación, los gemelos tenderán a tener más o menos la misma altura. Pero es que el coeficiente para los ingresos durante 20 años es de 0,4, más o menos la misma probabilidad de desarrollar una depresión.

El Reto Constante del Emprendedor

El emprendedor se enfrenta a innumerables obstáculos que pasan por la falta de cultura emprendedora, falta de recursos y falta de conocimientos y consecuentemente inseguridad en el terreno empresarial. Todo esto constituye un reto permanente para los emprendedores, que se puede y se debe apoyar en la formación continua. Lo que sí está claro es que los emprendedores y su personalidad, son claves para la economía.

Emprender es un reto constante: es enfrentarse a problemas nuevos cada día en un entorno que cambia cada vez con más rapidez. Es una aventura para la que debemos contar con muchos recursos en la mochila. Que vayamos más o menos preparados para el camino que tenemos delante depende en gran medida de cuestiones que no elegimos. El emprendedor nace con una predisposición, y el ambiente la cincela.

Tipos de Emprendedores

Generalmente los autónomos inician su andadura como emprendedores buscando una mejora en sus condiciones laborales dejando detrás razones vinculadas a la necesidad y al beneficio económico. Las principales dificultades que se encuentran son las derivados del estrés de la toma de decisiones y el riesgo, la gestión financiera y el alto nivel de esfuerzo y tareas que requiere.

  • El emprendedor innovador (28%): Es ese tipo de persona que lo tiene claro, si perfil es vocacional donde su mayor preocupación es dedicarse a los que le gusta.
  • El luchador (19%): Es un emprendedor por vocación pero que se ha visto arrastrado por las circunstancias a resistir e innovar, es el prototipo de emprendedor que cuenta una historia de superación.
  • Emprendedores por cambio de rumbo (23%): Se hallan en su situación por un cambio de rumbo en su forma de ganarse la vida “Me arrastraron las circunstancias, pero aquí estoy”.

Estamos asistiendo a un momento donde el concepto de emprendimiento está alcanzando un gran reconocimiento. Y como ocurre con todas las tendencias, este fenómenos se está analizando desde muchos prismas para saber cuáles son las motivaciones y las habilidades que marcan la personalidad de una persona emprendedora. O lo qué es lo mismo: ¿cuál es el factor que marca que uno lo sea y otros no?, ¿por qué algunos de nosotros ven oportunidades donde otros no percibe nada?

Existen muchas opiniones y teorías al respecto, pero la más lógica y coherente es que un emprendedor tiene algo de lo primero y mucho de lo segundo. Por ello, el emprendimiento debe considerarse como una tendencia que engloba una combinación de ambos aspectos.

Emprendedores por Necesidad

Uno de los fenómenos que ha causado la proliferación de negocios propios ha sido la crisis. Las pérdidas de empleo han provocado buscar una solución, “reciclarse” laboralmente. Este panorama de escasez es el causante de los “emprendedores por necesidad”. Y quizás este tipo de personas no tienen las habilidades innatas para hacerlo, o simplemente no las veían, estaban dormidas y la necesidad las ha sacado a la luz.

Habilidades Esenciales para Emprender

Ser emprendedor no pude verse como una opción mejor que trabajar por cuenta ajena. Tampoco es peor. Simplemente, es una alternativa diferente como sus ventajas e inconvenientes. Pero a la hora de apostar por tomar una iniciativa propia, es esencial que miremos dentro de nosotros mismos y pensemos si estamos preparados para ello. Por ello, es importante que nos planteemos si disponemos de una serie de capacidades para emprender.

  • Disponibilidad: siempre que se pone en marcha un proyecto o una idea, hay que dedicar tiempo.
  • Creatividad e iniciativa: son dados factores esenciales a la hora de emprender. Deben ir siempre de la mano, sobre todo en un mercado donde casi todo está inventado.
  • Toma de decisiones: debemos analizar si tenemos capacidad de autonomía.
  • Adaptación: un negocio pasa por una gran variedad de fases, no es lineal. A veces, una planificación se derrumba en cuestión de minutos.
  • Liderazgo y trabajo en equipo: es más que probable que en nuestro proyecto no estemos solos.

En definitiva, ser emprendedor es una actitud. Para tenerla, es importante tener una serie de habilidades personales que lo permitan, pero estas capacidades también se desarrollan y se aprenden con la experiencia.

Estadísticas sobre Emprendimiento en España

En 2023, según los datos del informe elaborado por Global Entrepreneurship Monitor (GEM España), el 13,5% de la población adulta en España está llevando a cabo actividades de emprendimiento, más o menos la mitad de ellos se corresponden con proyectos de menos de tres años y medio y la otra mitad a proyectos consolidados.

Pero, además, según datos de Eurostat y un informe de Cepyme (Confederación Española de la Pequeña y Mediana Empresa), el 61,5% de las empresas creadas en España no superan los cinco años de vida, y un 25,7% de las nuevas empresas en España desaparecen en el primer año de su creación.

Más de la mitad de los proyectos emprendedores fracasan por la personalidad de las personas que los llevan a cabo. En numerosas ocasiones se ha comprobado que una misma idea empresarial puede ser un éxito o un fracaso en función del emprendedor que la ponga en marcha, encontrándose así con personas que pueden convertir en éxito casi cualquier proyecto que inicien.

La realidad es mucho más cruda que estas promesas. La actitud emprendedora es la conducta de administrar los recursos para generar unos resultados, según la actividad en que se desarrolla. Para que un proyecto empresarial tenga éxito es necesario conocer las competencias emprendedoras de la persona o personas que van a estar al frente del mismo.

Estadísticas de Empresas en España
Métrica Porcentaje
Población adulta involucrada en actividades emprendedoras (2023) 13.5%
Empresas que no superan los 5 años de vida 61.5%
Nuevas empresas que desaparecen en el primer año 25.7%

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