Walt Disney es una leyenda; un héroe popular del siglo XX. Disney forma parte del imaginario de muchísimas personas en el mundo. Su popularidad mundial se basó en los ideales que su nombre representa: la imaginación, el optimismo, la creación y el éxito hecho por uno mismo, que son la virtud más preciada de la tradición americana. Es el creador la compañía que lleva su nombre y que tiene un increíble poder en la industria audiovisual.
Primeros Pasos y Desafíos
Walter Elias Disney fue el cuarto hijo de Elias Disney, un carpintero peripatético, agricultor y contratista de construcción, y de Flora Call, que había sido maestra de escuela pública. Cuando Walter era poco más que un bebé, la familia se trasladó a una granja cerca de Marceline, Missouri, una típica pequeña ciudad del oeste americano, que se dice que ha proporcionado la inspiración y el modelo de calles para los parques de Disney.
Su inquieto padre pronto abandonó sus esfuerzos en la agricultura y trasladó a la familia a Kansas City, Missouri, donde compró una ruta de periódico matutino y obligó a sus hijos jóvenes a ayudarle en la entrega de los ejemplares. Walter dijo más tarde que muchos de los hábitos y compulsiones de su vida adulta provienen de las disciplinas que les inculcó su padre en la época de la ruta del periódico.
En 1917 los Disney volvieron a Chicago, y Walter entró en la Escuela Secundaria McKinley, donde tomó fotografías, hizo dibujos para el periódico de la escuela, y estudió dibujo de caricaturas al mismo tiempo, porque tenía la esperanza de finalmente conseguir un trabajo como dibujante de periódico. Insatisfechos con su progreso, Disney y Iwerks comenzaron un pequeño estudio propio en 1922 y adquirieron una cámara de cine de segunda mano con la que hicieron películas publicitarias animadas de uno y dos minutos para distribuirlas en cines locales.
Un distribuidor de cine de Nueva York engañó a los jóvenes productores, y Disney se vio obligado a declararse en bancarrota en 1923. La decepción puede ahogarte o formarte. Desde bien pequeño Walt sabía que su pasión era dibujar. A los 7 años ya vendía los bocetos que dibujaba a todo el vecindario y siempre supo que su futuro debía estar relacionado con el arte. Pero no fue fácil. Su padre no creía en él, pensaba que tenía que dedicarse a algo “con más futuro” y le ponía trabas para que no continuara en el camino de la animación. En el colegio también tuvo problemas porque no prestaba la suficiente atención.
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La Creación de Mickey Mouse y el Éxito Inicial
En 1927, justo antes de la transición al sonido en las películas, Disney e Iwerks experimentaron con un nuevo personaje: un ratón alegre, enérgico y travieso llamado Mickey. Reconociendo las posibilidades de sonido en las películas de dibujos animados, Disney rápidamente produjo una tercera caricatura de Mickey Mouse con voces y música, titulada Steamboat Willie, y dejó a un lado las otras dos películas de dibujos animados sin sonido.
La creciente popularidad de Mickey Mouse y su novia, Minnie, atestiguó el gusto del público por la fantasía de las pequeñas criaturas que hablaban, y tenían habilidades y rasgos de personalidad de seres humanos. El mismo Walter fungió como la voz de Mickey Mouse hasta 1947.
En 1933, Walter produjo un corto, “Los tres cerditos”, que salió a la luz en medio de la Gran Depresión. Su tratamiento del cuento de hadas del pequeño cerdo que trabaja duro y construye su casa de ladrillos para protegerse del soplido del lobo satisfizo la necesidad de fortaleza ante el desastre económico que vivía el mundo entonces, y su canción: “¿Quién tiene miedo del malvado lobo?”, era una burla feliz ante la adversidad. Había reunido entonces a un equipo de jóvenes creativos, encabezados por Iwerks.
El color fue introducido en la serie “Silly Symphonies”, en el año 1932, mientras que otros personajes animales iban y venían en películas como “El saltamontes y las hormigas” (1934) y “La tortuga y la liebre” (1935).
Innovación y Largometrajes Animados
Walt Disney nunca fue de las personas que descansaban o se quedaban quietas. Había pensado durante mucho tiempo en producir largometrajes de animación además de los cortometrajes que ya hacía. Mientras participaba activamente en todas las fases de la creación en sus películas, funcionaba principalmente como coordinador y decisor final en vez de como diseñador y artista.
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Blancanieves fue estrenada en 1937 y fue ampliamente aclamada por la crítica y el público en general. Es considerado como el primer largometraje de animación, sin embargo, esto es un error pues ya entonces se había estrenado películas de larga duración animadas que no fueron muy famosas. Mientras Disney continuaba haciendo cortometrajes presentando los personajes antropomorfos de sus pequeños animales, en adelante desarrollaría una amplia variedad de películas de entretenimiento de larga duración, como “Pinocchio” (1940), “Dumbo” (1941) y “Bambi” (1942).
Disney también produjo una película totalmente inusual y emocionante, su fantasía multisegmentada y estilizada, “Fantasía” (1940), en la que se animaron figuras de dibujos animados y patrones de color al compás de la música de Igor Stravinsky, Paul Dukas, Pyotr Ilyich Tchaikovsky y otros.
Diversificación y Expansión
El estudio de Disney en ese momento se estableció como una gran empresa de negocios y comenzó a producir una variedad de películas de entretenimiento. Una popular serie, llamada “True-Life Adventures”, presentó imágenes en movimiento basadas en la naturaleza como “Seal Island” (1948), “Beaver Valley” (1950) y “The Living Desert” (1953).
El estudio de Disney fue uno de los primeros en prever el potencial de la televisión como medio de entretenimiento popular y produjo diversos programas para este medio. La serie “Zorroand Davy Crockett” fue muy popular entre los niños, y una exhibición semanal (conocida por varios títulos, incluyendo “Wonderful World of Color”) se convirtió en el éxito dominical. El “Mickey Mouse Club”, un espectáculo de variedades con un elenco de artistas adolescentes conocidos como los Mouseketeers, también tuvo mucho éxito.
Disneyland: Un Sueño Hecho Realidad
A principios de la década de 1950, Walt Disney había iniciado planes para construir un enorme parque de atracciones cerca de Los Ángeles. Cuando Disneyland abrió en 1955, gran parte de la disposición de Disney hacia el sentimiento nostálgico y la fantasía se hicieron evidentes en su diseño y construcción. Pronto se convirtió en una meca para los turistas de todo el mundo, un lugar que todos querían visitar.
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Características Clave de Walt Disney como Emprendedor
Si alguien tiene éxito es normal que se intente «modelar», o «copiar», aquellas características que le hicieron sobresalir sobre el resto. Disney describía su proceso de creación de la siguiente forma: «Quien crea una historia debe ver claramente en su propia mente cómo encajará cada pieza dentro del negocio que se genere. Debe sentir cada expresión, cada reacción. Debe ser capaz de alejarse lo suficiente de esta historia para tener una segunda opinión, para ver si los personajes van a ser interesantes y atractivos para el público.
Dilts estudió cuidadosamente la vida y obra de Walt Disney, las estrategias y roles que seguía a la hora de crear ideas y su posterior implementación o puesta en práctica. Tenía una habilidad innata para transformar sueños en proyectos ganadores. Pasar de lo etéreo, a lo tangible. En la primera «fase de pensamiento» no tenía limites como Soñador. Simplemente dejaba fluir su Creatividad, sin filtros ni juicios limitantes. Posteriormente, en la fase Realista, tamizaba las ideas y, una vez definido el objetivo, diseñaba planes de acción para llevarlas a la práctica. Apostando por aquellas ideas que ofrecían mayores garantías de viabilidad y éxito. Por último, y ya en la fase Crítica, hacía de agente de la realidad poniendo filtros ante posibles contingencias o problemas que pudieran surgir en la implementación del proyecto. Dilts denomina esta fase como el «Aguafiestas», ya que en ella todo se vuelve a cuestionar y pulir. Se trata de ganar foco y analizar a vista de pájaro la situación, de una forma aséptica y crítica. Esta versatilidad le dotaba de una creatividad sin límites.
De hecho, durante el desarrollo de cualquier proyecto, Walt Disney volvía a pasar por las citadas fases una y otra vez. Como si de un diamante se tratase iba puliendo capas, viendo, desde distintas perspectivas, qué alternativas se le iban presentando. E introducía tantos cambios como fueran necesarios para que la joya brillase más. O dicho de otra forma, se cuestionaba continuamente como mejorar los proyectos. Cada fase tiene su espacio y no debe ser invadida por la otra. Si sólo fuéramos críticos no nos permitiríamos soñar, sin sueños no hay ideas originales ni plan de acción.
Es obvio que todos no tenemos las habilidades que tenía Walt Disney. Algunos son excelentes creativos, otros buenos analistas, otros buenos críticos. Pero con las ganas no basta. A continuación, te contamos las diez características de la comunidad emprendedora que nos sacarán de dudas.
- La vocación: supone el leitmotiv de toda profesión. El entusiasmo ayuda a que el sacrificio que conlleva toda actividad profesional no implique padecimiento, sino deseo de superación. El amor a nuestra ocupación resulta fundamental en el emprendimiento.
- Inventiva: Montar una empresa requiere inventiva. La imaginación nos da alas para mostrarnos ambiciosos y captar oportunidades en lugares inhóspitos.
- Sensatez y seriedad: Llegar el primero al puesto de trabajo y marcharse el último. Además, la toma de decisiones requiere compromiso, pues tendremos que valorar las implicaciones y las consecuencias de apostar por un camino u otro.
- Tolerancia a la incertidumbre: No nos engañemos, si hay un estado continuamente presente en el emprendimiento es la incertidumbre, y resulta algo que ha llegado a convertirse en una de las características de la comunidad emprendedora. El mundo evoluciona a pasos agigantados y, aunque podemos sospechar ciertas alteraciones en el devenir de los acontecimientos, no tenemos la certeza de qué aspectos cambiarán y en qué medida.
- Proactividad: Encontrar las soluciones antes de que irrumpa el problema parece la situación deseable.
- Tenacidad: A Walt Disney lo echaron de su puesto de trabajo por falta de imaginación. Esta negativa a claudicar caracteriza a todo emprendedor/a, cuyas ideas se asientan en la tenacidad y el desconocimiento de la rendición. La osadía, el ímpetu, el arrojo, la persistencia y la audacia son características de la comunidad emprendedora que no deben faltar si nuestro objetivo es montar un negocio. No significa que acometamos riesgos lanzándonos por un precipicio.
- Planificación: Para enfocar los esfuerzos hacia aquellos aspectos que sustentarán los logros de nuestra compañía tendremos que seguir una planificación. Este bosquejo de actividades estará basado en metas estratégicas. Además, en este esquema también prevalecerá la eficiencia, es decir, el desempeño de las funciones que impliquen menos costes y más rapidez. Con este método controlamos las acciones para comprobar que vamos por el buen camino.
- Liderazgo: Tolerar errores, establecer metas, dar ejemplo, fomentar el potencial de cada uno de los miembros de la empresa, propiciar la reflexión… Las cualidades de un líder son también las virtudes de un emprendedor/a0. Estas personas reúnen a equipos altamente cualificados y establecen la armonía en su plantilla.
- Habilidad para persuadir: Crear un tejido de contactos nos permitirá vender más y vender mejor. Una de las características de la comunidad emprendedora es su habilidad para persuadir. Por otro lado, las redes sociales se han convertido en eficientes socios para este cometido.
- Formalidad: Toda empresa respetable ha de proyectar una imagen seria. La formalidad implica sensatez y solvencia, dos virtudes que aportan a la compañía la credibilidad que requiere para su triunfo en el mercado. Dar al cliente aquello que se le ha garantizado ayudará a nuestra marca a labrarse un buen nombre.
Estas características de la comunidad emprendedora resultan básicas y claves para potenciar tu negocio. ¿Ya las aplicas? ¿Necesitas asesoramiento para emprender?
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