La Audiencia Provincial de Zamora ha emitido una sentencia condenatoria contra P. F. R., un empresario de Villaralbo, por abusos sexuales a seis amigas de sus hijas. El fallo judicial, contra el que cabe recurso, condena a P. F. R. a cuarenta años de prisión.
En concreto, se le considera autor de dos delitos continuados de abuso sexual agravado a dos de las niñas, que tenían menos de 16 años cada una cuando ocurrieron los hechos, por lo que se le imponen diez años y medio de cárcel por cada uno de ellos. En el caso de otras tres menores la pena es de cinco años de prisión por cada uno de esos casos de delito de abuso sexual continuado y en el de la sexta menor se le imponen cuatro años de prisión por un delito de abuso sexual, sin que en ese caso fuera continuado.
Asimismo, se le impone al empresario procesado la pena de prohibición de acercarse a menos de 500 metros de cada una de las menores, de sus domicilios, lugares de estudio o trabajo o lugares donde estas se encuentren, así como a comunicarse con ellas por cualquier medio, incluido por terceras personas, durante un plazo de 15 años. También se le impone la inhabilitación especial para cualquier profesión, oficio o actividades, sean o no retribuidos, que conlleve contacto regular y directo con personas menores de edad, por un tiempo de 16 años, y diez años de libertad vigilada una vez salga de prisión, según la sentencia difundida por el Tribunal Superior de Justicia de Castilla y León.
Dos de las menores, las víctimas de las penas de mayor prisión, deberán además ser indemnizadas con 30.000 euros cada una por daños morales y las otras cuatro con 20.000.
Poco podían sospechar los progenitores de las víctimas de P. F. R., quien, hasta que en febrero de 2022 una de ellas se atrevió a relatar a sus padres los abusos que había sufrido, tenía una reputación intachable. Empresario de éxito, su fotografía como director general de una puntera industria zamorana aparecía de tanto en tanto en la prensa, siempre ligada a algún hito en su sector o algún sonado nuevo proyecto en el extranjero.
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P. F. R. se había separado en 2012 de su esposa y desde entonces sus dos hijas -de 10 y 11 años cuando en 2016 comenzaron los abusos a sus amigas- pasaban con él tres meses sí y tres meses no, es decir, un total de seis meses al año, según recoge la sentencia. P. F. R. era un padre muy solícito, siempre dispuesto a organizarles a las menores fiestas de pijamas, a cuidar de ellas, a llevarlas aquí y allá.
Fue básicamente en estas fiestas de pijamas, en las que el acusado se paseaba en calzoncillos por la casa, donde se produjeron los abusos sexuales por los que ha sido condenado. El empresario se acercaba a las menores con la excusa de darles un masaje para aliviarles un dolor de espalda.
Los hechos salieron a la luz a principios de 2022, cuando una de las chicas, la única que era aún menor de edad cuando se celebró el juicio, presenció como el acusado le daba una paliza al perro de su propia hija, quien sufrió un ataque de ansiedad. La menor llamó a su madre para que acudiera a recogerla y le contó después los abusos que había estado sufriendo años atrás. La denuncia de esta madre desencadenó la de las otras cinco chicas.
La madre de la hija del socio del procesado fue la primera en declarar como testigo de la Fiscalía en la segunda jornada del juicio dirigido por el presidente de la Audiencia de Salamanca para significar que "tenía mis temores respecto de Pedro por hechos que ocurrieron con su propia hija. Estaba de los nervios cuando se quedaban a solas con él. Alguna madre de las compañeras de clase me advirtió de que no le dejara ir a fiestas de pijamas ni a casa de Pedro, oían cosas".
Cuando, tras divorciarse, la pequeña estaba con su padre y socio del industrial de Villaralbo, "la dejaba ir", confirmó las declaraciones de su hija, las niñas "eran prácticamente primas", se habían criado juntas. Volvió a recordarse en el estrado la paliza que el procesado pegó al perro de su primogénita cuando estaban en equitación, "mi hija me llamó por teléfono para decirme que Pedro estaba superagresivo y violento".
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La hija la telefoneó de nuevo, "dijo que estaba su padre vigilando". Algo había ocurrido con la monitora de equitación de 19 años. Al volver con la madre, "quería como contarme algo", con ansiedad, decía "con lo violento que es con el perro. Mamá, las niñas de 19 años no son las únicas que le gustan". La menor "empezó a vomitar y a contar cosas, se liberó. El fin de semana estuvo digiriendo todo y el lunes fui a hablar con la psicóloga del CEAS, me mandó a la UFAM de Comisaría de Zamora. Vinieron especialistas de Madrid".
Desde los 12 años, la niña enfermaba a menudo, "vómitos, diarreas y fiebre, la llegamos a hacer conoloscopias, no le encontraban nada, el médico decía que estaba somatizando algo, que tenía que tener algún problema. Ahora relaciono todo".
La exmujer de Pedro F.R. declaró que "mi hijas decían que su padre tocaba a sus amigas cuando les daba masajes, que estaban molestas y tenían miedo por actitudes que su padre tenía con ellas. Supe matices pequeños poco antes de la detención". Esta zamorana llegó a contar que "mis hijas me contaron los tocamientos" que hacía su exmarido "a través de los masajes".
La madre de las dos hermanas declaró que, "cuando la Policía Nacional la llamó para ver si su hija podía acudir a contar lo que ocurría, le dije que sí" para subrayar que "colaboré en lo que pude, pero sé que hay que traer pruebas a los juzgados".
"Mi hija me decía ‘‘tú no le conoces mamá’’, entró en depresión al estallar todo y sigue así"Todas las menores que han denunciado al industrial están bajo tratamiento psicológico, "mi hija entró en depresión a raíz de estas denuncia, al principio no quiso ir a la psicóloga, ha empezado ahora", relataba una de las madres que apenas podía pronunciar palabra sin contener el llanto. A preguntas de la Fiscalía de Menores, indicó que "cambió completamente, estaba asustada, me decía ‘‘tú no le conoces, mamá, a sus hijas no las trata bien’’, ella las conoció en 2017" y el trato se convirtió en diario.
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Las madres cuentan que el acusado abusaría de menores que estaban en una situación vulnerable, en procesos de divorcio o separación de los padres, "él sabía cómo manipularlas".
Otra de las testigos, la que era pareja del socio del industrial, contó ante la Audiencia que "la hija de este se mostraba tensa y ansiosa, estaba muy nerviosa y se quería ir de Marbella", donde compartían vacaciones con Pedro y sus hijas en el verano de 2021, medio año antes de que saltara el caso.
Presenció cómo el procesado "ofrecía masajes a la niña". Una noche que ella y el padre de esta menor habían salido a cenar, el procesado le dio uno de esos masajes que las seis niñas relatan que comenzaban con el deslizamiento de un dedo por la espalda para, a veces, pasar a colocar su pene y obligarles a masturbarle; o a tocamientos en los pechos, glúteos e introducción de dedos en la vagina. "Cuando saltó todo el tema, ella empezó a hablar, antes no quería".
Uno de los testimonios más crudos fue el de una madre que estaba en pleno divorcio cuando el imputado en ocho delitos de violación y abusos sexuales a seis niñas menores de 16 años y contó cómo el industrial de Villaralbo intentaba, aparentemente, ayudarla, "me decía, ‘‘no te preocupes, que aquí -en su casa- estará bien con las niñas’’."¡No me lo podía creer cuando en la Policía me enteré de todo!". La madre de la amiga íntima de la hija mayor de Pedro desde los 12 años contó que cuando recibió la llamada de la Comisaría "no noté nada", contó antes de echarse a llorar desonsoladamente. Desde aquel día, su dedicación a su hija ha sido completa, no la puede dejar sola porque "la dan ataques de ansiedad y se desmaya, perdí mi trabajo, mi hija está destrozada".
La niña, como el resto, "tiene miedo constante, piensa que la persiguen a ella y a mí", y es que, según señaló fuera de la sala de vistas, el industrial amenazaría a las niñas con hacer daño a los padres y las madres si contaban los abusos y agresiones sexuales, "hay muchos accidentes de tráfico, les decía, y que era abogado y tenía mucho poder".
Durante el juicio, celebrado a principios del pasado noviembre en la Audiencia Provincial de Zamora, la madre de una de las niñas víctimas de los abusos sexuales, pidió permiso, al ser llamada a declarar, para dirigirse al acusado. "Mírame, quiero que me mires", le dijo. "Te dejé lo más sagrado, lo que más quiero en el mundo, que es mi hija. Que caiga sobre ti todo el peso de la ley; no tienes vergüenza", recogió sus palabras La Opinión de Zamora.
Nunca antes, que se recuerde en los juzgados de Zamora, un presidente de sala en la Audiencia ha accedido a que una testigo se dirija al procesado tras declarar para reprocharle el daño causado, en este caso, a su hija, "que se arrancaba el pelo, se arañaba en las zonas en las que él le tocó porque se sentía sucia; se hacía pis en la cama, tengo que dormir con ella porque tiene pesadillas. Se bloquea cada vez que ve a una persona parecida" al conocido empresario zamorano de Villaralbo, Pedro F.R., acusado de violar y agredir sexualmente a seis menores de edad, amigas de sus dos hijas.
A gritos, la mujer se volvió hacia el acusado, que lleva en prisión preventiva dos años y medio: "¡Mírame, Pedro, Mírame!, te dejé lo más sagrado para mí, a mi hija, quiero que me mires!, ¡quiero que todo el peso de la ley caiga sobre ti. No tienes vergüenza!". El magistrado que preside el juicio, el salmantino José Antonio Vega Bravo, dejó que la madre descargara su ira contra procesado tras escuchar el relato de las madres sobre cómo había destrozado las vidas de las menores que afirman haber sido violentada sexualmente por Pedro F.R. durante cinco años, ocho delitos contra la indemnidad sexual de seis menores por los que la Fiscalía exige una condena a 54 años de cárcel.
En su defensa, P. F. R. alegó que las acusaciones era una fabulación de las denunciantes. "Se ha querido debilitar la declaración de tales jóvenes (...) por razón de que las denunciantes-víctimas tenían un especial odio hacia el aquí acusado por la gran paliza que dio a un perrito propiedad de su hija", recoge el fallo del tribunal, que no considera probado que los golpes al animal motivaran una falsa denuncia. "Esta sala, a través de la declaración de las víctimas en el juicio oral, llegó más bien a la conclusión de que tal hecho fue simplemente la gota que colmó el vaso para que las denunciantes, que habían cumplido ya más años y alcanzado la madurez, decidieran contar los hechos que hasta entonces no se habían atrevido a contar", dice la sentencia, que pone también en duda que las jóvenes pudieran "aparentar" los "síntomas psíquicos" que, según declararon en el juicio las psicólogas que las han tratado, presentan.
Desmonta también el tribunal en su fallo el reproche de la defensa de P. F. R. sobre la tardanza de las víctimas en denunciar. "Decidieron no contárselo a nadie porque el adulto que había realizado esos hechos extraños para ellas, que en un muchos casos ni siquiera comprendían, era el padre de sus amigas y no querían que sus amigas se quedasen sin padre porque se enfadase con ellas, así como también porque si denunciaban los hechos él les amenazaba con contar que se habían portado mal; y porque tenían miedo de que los adultos a los que los contasen, sus padres o madres, no les creyesen", argumenta el tribunal.
"Estamos contentos con los hechos probados que recoge la sentencia y con la pena privativa de libertad impuesta, no así tanto con las indemnizaciones, que ha sido reducidas o limitadas dada la gravedad de los hechos", valora el fallo Javier Iván Prada, el abogado que ha representado en el proceso a la menor que originó la denuncia, quien solicitaba una indemnización de 100.000 euros para su representada, cantidad que la sentencia ha fijado en 20.000 euros.
Durante esta semana en la Audiencia Provincial de Zamora se han relatado los hechos que se le atribuyen al hombre de 52 años, los cuales consistirían en abusos sexuales de muy diversa índole, llegando a la penetración en el caso de dos de las menores. Desde este lunes hemos escuchado los testimonios de las jóvenes, todas mayores de edad salvo una, los de sus madres y, también, el de los peritos y testigos expertos. En el interrogatorio, el Ministerio Fiscal y las acusaciones particulares han hecho un repaso pormenorizado a los hechos relatados por las menores, las cuales denuncian abusos y agresiones sexuales de forma reiterada durante, al menos, cinco años y que estos se producían aprovechando que el acusado contaba con la plena confianza de los progenitores de las supuestas víctimas, rozando casi la relación familiar con algunas de las menores y sus padres.
Uno de los puntos que centró las preguntas de la Fiscalía y la acusación fueron los masajes que el supuesto pederasta ofrecía a las menores como excusa para acceder a ellas y realizarles tocamientos e, incluso, llegar a la penetración o la masturbación.
Masajes que el acusado confesó haber hecho a cinco de las seis denunciantes, aunque negando que estos tuvieran ninguna connotación sexual o se hubieran materializado en violaciones. De hecho, el empresario afirma que era habitual que este ofreciese masajes a las menores, incluso en presencia de sus padres, y que todos se realizaron en ambientes diáfanos y con acceso de terceras personas.
Declaraciones contradictorias, ya que también asumió que muchos de estos masajes se realizaron en su dormitorio, pero aduce que fueron en presencia de sus hijas, las cuales habrían estado despiertas y no dormidas, como sostienen las denunciantes. En este mismo sentido, el acusado afirma que eran las jóvenes las que le referían molestias para que él la masajeara. Precisamente, estos masajes, que las jóvenes denuncian como antesala de las violaciones, se realizaron en muchos casos en las fiestas de pijamas que celebraban sus hijas junto a sus amigas en la casa del imputado.
El acusado negó de forma reiterada haber tocado a las niñas más allá de masajes por encima de la ropa, pero sí confesó que vestía sólo con ropa interior y una camiseta cuando sus hijas hacían fiestas de pijamas con otras menores y que respondía de forma asidua al Instagram de las menores con emoticonos de corazones y similares.
Hubo tiempo también para que el empresario pudiese contestar al informe pericial solicitado por su exmujer durante el proceso de divorcio en el año 2011 y en el que una psicóloga acreditaba abusos sexuales a una de las hijas de este cuando tenía seis años. A este respecto el acusado señaló que había otro informe perito que decía lo contrario presentado por él. Ni el juez de aquel divorcio ni el presidente del tribunal de este caso, Antonio Vega Bravo, por cierto procedente de la Audiencia de Salamanca al haber sido acusados los magistrados de la Audiencia de Zamora por conocer el caso desde el principio, consideraron dar validez sobre ese informe.
La primera en declarar ha sido la psicóloga de la Oficina de Víctimas de Delitos Violentos de Zamora, encargada de tratar a dos de las menores que supuestamente habrían sido violadas de forma reiterada por el industrial zamorano. La profesional en este caso llegaba como testigo perito o testigo experto al no haber realizado informe escrito, según las palabras del presidente de la Audiencia. En cualquier caso, su testimonio adquiere especial relevancia por ser una profesional acreditada, la primera en tratar a las menores desde que se denunciaron los hechos.
Una declaración en la que la psicóloga confirmó que dos de las víctimas presentaban estrés postraumático compatible con abusos sexuales. Las dos pacientes, una de ellas todavía menor de edad, presentaban tristeza, apatía, insomnio, hipervigilancia, vergüenza al revivir los hechos o pensamientos irracionales, mayoritariamente negativos, sobre su autopercepción y también las personas que las rodeaban.
Asimismo, la profesional confirmó que las dos menores tratadas le relataron episodios de violaciones y le confesaron que al comenzar a sufrir estos hechos no se atrevían a hablar con nadie, ni siquiera entre ellas, pero posteriormente las niñas sí se apoyaron las unas en las otras contándose lo que padecían cuando acudían a las fiestas de pijamas que celebraban las hijas del acusado en la casa de este.
La defensa, que destacó que esta evaluación no venía acompañada de un informe pericial escrito, preguntó sobre la posibilidad de que el estrés postraumático se desarrollase sin marco temporal fijo. Algo a lo que la experta en psicología especificó que así podía ser. Es decir, que no es extraño que en casos de abusos sexuales a menores las víctimas desarrollen el trauma en fechas posteriores a haberlo padecido, incluso años después. Y añadió que este proceso, en el que las jóvenes han tenido que revivir lo sucedido, puede haber afectado negativamente a su proceso de recuperación. Igualmente, precisó que las declaraciones no tenían que estar cargadas de expresión emocional, es decir de lloros y lamentos, para que estos dispongan de plena credibilidad. Matiz realizado por la testigo perito a preguntas de la acusación.
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