El cabildeo, o lobby, es una práctica mediante la cual diversos actores intentan influir en quienes toman decisiones, con el fin de representar o favorecer sus propios intereses. A lo largo del tiempo, el lobby ha sido presentado como una herramienta de comunicación estratégica, fundamental para entender los procesos de toma de decisiones y el debate democrático.
En la definición más simple presentada por la Real Academia Española (2025), el lobby es la “Actividad cuyo objetivo es influir en la toma de decisiones en el ámbito público o privado en favor de intereses determinados.” Por ende, se comprende como una práctica que busca orientar e incidir en ciertas resoluciones en distintos ámbitos, tomando en cuenta las decisiones en ONGs, empresas, gobiernos, asociaciones, entre otros.
El Rol del Lobista
Un lobista es el representante de un lobby, que trabaja ejerciendo su influencia y presión para conseguir la aprobación por parte de los poderes públicos de medidas favorables a sus intereses. Es una persona que se dedica a defender los intereses de un colectivo ante las administraciones y a intentar influir en las políticas públicas a su favor.
Los lobistas trabajan para los lobbys, también denominados grupos de presión, grupos de cabildeo o grupos de interés. Se trata de colectivos, organizaciones o plataformas que representan intereses específicos y realizan actividades en defensa de esos intereses, como puede ser influir en la elaboración o aprobación de leyes o en la toma de decisiones políticas.
Habilidades y Conocimientos de un Lobista
- Dotes de comunicación e interpersonales: Saber comunicar eficazmente sus mensajes, tanto oralmente como por escrito, es clave para un lobista. Además, tiene que tener facilidad para establecer contactos y relacionarse con todo tipo de personas: los políticos, en primer lugar, pero también con funcionarios, miembros de otras organizaciones o representantes de medios de comunicación.
- Capacidad de análisis: Un buen lobista debe ser observador, capaz de procesar y analizar información valiosa de diferentes fuentes para tomar sus decisiones.
- Capacidad de diálogo: Ya que implica tener mano izquierda para negociar, y ser capaz de llegar a acuerdos y consensos.
- Saber cómo funciona la política: Estar familiarizado con el funcionamiento de las instituciones, los partidos políticos y los procedimientos legislativos.
- Visión estratégica: Para trabajar como lobista para una organización o grupo hay que tener claro qué es lo que se quiere conseguir y el camino para lograrlo, algo que requiere planificación y estrategia.
- Proactividad, capacidad de adaptación y de aprendizaje: Para afrontar constantemente retos y problemas, por lo que se valora tener iniciativa, estar siempre dispuesto a aprender y a adaptarse a las novedades y cambios.
- Principios éticos: En el lobbying no todo vale, por ello, es necesario que el lobista respete unos principios éticos para ejercer la profesión con honestidad.
Formación para ser Lobista
En muchos países como en España el término lobista no se reconoce como una profesión, por lo que no hay una carrera universitaria específica para dedicarse a ello. No obstante, para ser lobista la base formativa parte de un grado asociado al área jurídico/político:
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- Doble Grado en Derecho y Ciencias Políticas.
- Grado en Ciencias Políticas y Gestión Pública.
- Grado en Relaciones Internacionales.
- Grado en Comunicación.
Tipos de Lobbying
- Lobbismo directo e indirecto: El lobbismo directo es el ejercido directamente ante los poderes públicos, sin actuar a través de la opinión pública o de los partidos políticos. Se basa en la participación directa en los procesos de decisión pública. En las acciones de lobbismo indirecto, aunque se dirigen al decisor público como destinatario último, el público objetivo de los mensajes es ajeno al decisor (medios de comunicación, bases populares, otros grupos de influencia…).
- Lobbismo de base y lobbismo de altura: El lobbismo de base reside en la movilización de la opinión pública (grassroots significa bases populares), mediante peticiones, correos electrónicos, tuits, cartas o llamadas del pueblo a los decisores políticos, bajo la apariencia de espontaneidad.
- Lobbismo corporativo y lobbismo grupal: El lobbismo corporativo es promovido por una gran compañía, nacional o multinacional, a título individual.
- Lobbismo parlamentario y lobbismo administrativo: El lobbismo parlamentario es el lobbismo propiamente dicho, mientras que el lobbismo administrativo engloba las relaciones públicas gubernamentales.
Origen Histórico del Lobbying
El término surge en Estados Unidos en el siglo XIX, tras la continua presión a los políticos en el «lobby» o descansillo del hotel por parte de las empresas, de ahí el nombre. Se consideraba una actividad poco necesaria y muy mal vista, hasta nuestros días, en los que es entendida como una actividad que proporciona a los ciudadanos un arma de presión como es el caso de William Hull (considerado el primer cabildero de la historia), que ejerció presión para que el Estado pagara a los veteranos de la guerra pensiones más altas.
Etimológicamente el origen de la palabra la encontramos en Inglaterra a finales del siglo XVIII. El acceso a los ciudadanos a la Cámara de los Comunes estaba prohibido, por lo que se celebraban reuniones con los diputados en los pasillos o en las salas de espera del Parlamento, denominadas en inglés lobbies. Sin embargo, al margen de estas cuestiones parece aceptado que el lobby como estructura parlamentaria formal data de febrero de 1884 y los principios modernos pueden encontrarse en los Estados Unidos, aunque no, como se cree generalmente, en la capital norteamericana. Fue en el Capitolio del Estado de Nueva York, en Albany, hacia 1829.
En cualquier caso, ya en 1876 en la Cámara de Representantes de EEUU y refiriéndose a los agentes que buscaban ayudas o servicios como intermediarios ante el poder público, se adoptó una resolución que exigía el registro de los lobistas.
La Primera Ley de Lobbying
La primera legislación fue la Federal Regulation of Lobbying Act de 1946, aprobada después de cuarenta años de discusiones. Una ley con bastantes lagunas, entre otras, porque no regulaba la actuación de los lobbies en relación con el ejecutivo, ni con las comisiones reguladoras durante el proceso de hacer la ley e incluso una Ley que ha sido calificada de tener una redacción «confusa y ambigua». Esta Ley de 1946 fue modificada sustancialmente en 1995 por la Lobbying Disclosure Act (LDA), dirigida a los llamados «lobistas profesionales», esto es, aquellos cuyo trabajo es realizar las actividades de lobby en favor de un tercero.
Mejoras Introducidas por la LDA
La clarificación de los sujetos a la regulación con definiciones más apropiadas de «lobbista» y «actividad de lobbying».
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Situación del Lobbying en España
La actividad del lobby tiene como objetivo llevar opiniones e intereses de determinados colectivos (normalmente empresas) a los poderes públicos. En España tan solo contamos con una proposición de reforma del Reglamento del Congreso de los Diputados de fecha 7/5/2021, que puede suponer una primera piedra para sentar las bases de una próxima regulación, donde se confiera más transparencia en la actuación de estos grupos de interés.
En España, no existe todavía una normativa que regule y dé transparencia a la actividad de lobbying, aunque sí hay en tramitación una reforma del Reglamento del Congreso de los Diputados para regular los grupos de interés. De esta forma, se podrá conocer públicamente el nombre de las entidades que tratan de influir en las iniciativas parlamentarias.
Eso sí, alguna institución, como la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC), ha creado su propio registro de grupos de interés para aumentar la transparencia en torno a la actividad de los lobistas. En él están inscritos cerca de 600 lobbies, incluyendo organizaciones empresariales, corporaciones de derecho público, asociaciones, consultoras, bufetes y organizaciones no gubernamentales, entre otros.
Lobbies Destacados en España
En España no existe una regulación concreta sobre los lobistas, por lo que estos actores no son claramente identificables y su actividad transcurre con mucha opacidad. Sin embargo, sí hay algunos grupos lobistas destacados:
- La Asociación Española de Banca (AEB) es una entidad que agrupa a diversas entidades financieras. Su función principal es promover y defender los intereses comunes de los bancos en el ámbito económico y regulatorio.
- La Asociación Española de Gas (Sedigas) es una asociación sin ánimo de lucro que representa los intereses del sector del gas natural. Su principal objetivo es promover el desarrollo y el uso seguro, eficiente y sostenible del gas natural en el país.
- La Confederación Española de Hoteles (CEHAT) es la organización empresarial hotelera a nivel nacional que salvaguarda los intereses de todo el sector del alojamiento español.
- La Federación Española de Industrias de la Alimentación y Bebidas (FIAB) trabaja para promover el desarrollo del sector de la alimentación, mejorar la competitividad de las empresas y colaborar con la formulación de políticas y regulaciones que afectan a la industria alimentaria en España.
Estos organismos ejercen su influencia como lobistas en el ámbito político, ya que de una u otra forma intervienen en la agenda política, provocan cambios legislativos y el desarrollo de políticas favorables a diferentes sectores como los expuestos anteriormente.
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El Lobbying en Latinoamérica
Actualmente, en democracias importantes como Estados Unidos, el lobby es una actividad que se ejerce desde hace décadas de manera legal por medio de regulaciones como la primera enmienda de la constitución norteamericana. Es aquí, en donde emerge el cuestionamiento sobre la línea difusa entre lo legítimo de intentar ejercer influencia en función de intereses propios pero, al mismo tiempo, poner en riesgo los beneficios públicos y derechos de la ciudadanía.
En Colombia, uno de los casos de lobby corporativo fue el de los gremios ganaderos y comerciales durante el trámite del Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos. En 2006, después de un intenso cabildeo político y asimismo una intensa búsqueda de consultas y rondas de negociación por parte del gobierno, el país logró firmar un acuerdo que traía consigo grandes ventajas comerciales de mayor alcance.
En Colombia, no se puede dictaminar que el ejercicio del lobby está regulado, ya que no cuenta con una legislación en firme que apruebe el cabildeo. A pesar de lo anterior, existen antecedentes legislativos como el proyecto de Ley 150/14 “Por la cual se garantiza el principio de transparencia de los servidores públicos en el proceso de toma de decisiones” y el Proyecto de Ley No. 97 de 2016 Senado - 296 de 2017 Cámara “Por el cual se regula el ejercicio de cabildeo y se dictan otras disposiciones”, sin embargo, este fue archivado para el 2018.
En Brasil, el caso Odebrecht destapó una red de relaciones corporativas en donde el lobby jugó un papel sofisticado como un sistema de sobornos empresariales, lavado de activos y manipulación gubernamental. En general, este caso, catalogado por muchos como el mayor caso de sobornos de la historia (Trillo, 2017), habría movilizado más de $800 millones en sobornos en varios países de América Latina, logrando pagos ilícitos masivos en casi todo un continente, alterando la política occidental y la credibilidad de grandes empresas.
En Perú, la figura del lobby, cuenta con una ley de gestión de intereses desde el año 2003, sin embargo, también ha sido centro de controversias. Con relación al sector de la minería, se ha evidenciado que hay ciertas normas como la ley 30230 conocida como “paquetazo ambiental”, la cual ha ayudado a la reducción de las multas impuestas por el OEFA a las empresas mineras, con el objetivo de incentivar la inversión privada en el país, más que nada en el sector extractivo. Sin embargo, se critica en gran medida la implementación de esta ley, debido a que son normas que han sido estipuladas bajo condiciones de influencias de intereses privados, más que nada coordinadas por medio de lobbies que limitan la fiscalización tributaria y ambiental del Estado, las cuales buscan reducir el impacto minero en cuestiones socioambientales.
En México, la reforma eléctrica impulsada por el entonces presidente Andres Lopez Obrador (AMLO) evidenció el papel significativo del lobby empresarial, y como este puede influir en el ámbito político de un Estado. La propuesta de AMLO buscaba fortalecer a la Comisión Federal de Electricidad (CFE) y limitar la participación del sector privado en la generación de energía en el país. No obstante, ante esta iniciativa, diversas empresas privadas iniciaron un proceso de cabildeo para buscar influir en la decisión final, por medio de reuniones con legisladores, campañas mediáticas, entre otras. Como resultado, el gobierno mexicano del momento, acusó a estas empresas de intervenir en asuntos domésticos mediante práctica de lobby, argumentando una notable diferencia de intereses económicos con base en los recursos energéticos del país.
El lobby no es inherentemente bueno o malo: es un mecanismo de influencia que refleja la distribución de poder en ámbitos empresariales, ONGs, gobiernos, y sociedades. No obstante, en regiones como América Latina, donde las desigualdades son profundas y la corrupción estructural, el desafío es construir marcos normativos óptimos que garanticen un buen funcionamiento de esta herramienta, evitando el favorecimiento de pocos.