Tras 16 años en el poder, Angela Merkel (Hamburgo, 1954) abandona la cancillería gozando de una gran popularidad en casa, con un índice de aprobación que alcanza el 66 %, el respeto de sus rivales políticos y la admiración generalizada en el mundo. La marcha de Mutti, la madre de la nación como se la llama, va a dejar un gran vacío entre los alemanes, porque encarna la estabilidad, la seguridad y la confianza que tanto valoran, más allá de representar a un partido o una ideología concretos. Merkel deja ahora, por decisión propia, una vacante difícil de cubrir al frente del país germano tras decidir no concurrir en las elecciones.
Características Clave del Liderazgo de Merkel
Sobria, incluso en su vestir, siempre con una especie de uniforme (chaquetas abotonadas de color y pantalón negro), serena, pragmática, cautelosa, conciliadora, austera, reservada, incluso fría, negociadora incansable, paciente, obsesa del consenso, tenaz, competente y, en definitiva, alguien de fiar. En una ocasión dijo que la frase que siempre la acompaña es «la fuerza está en la calma».
Ana Carbajosa, autora de Angela Merkel. Crónica de una era (Península), destaca que en la RDA forjó su personalidad, «aprendió a escuchar, a ser ambigua, a leer entre líneas y, sobre todo, a esperar», lo que sería clave para su supervivencia política. Solo enseña sus cartas cuando le conviene. «Su estilo político austero, modesto y con un ego casi invisible ha sido muy apreciado dentro y fuera de las fronteras de Alemania, ha logrado transmitir a los votantes la sensación de que con ella estarían a salvo, que les protegería de las turbulencias exteriores», explica Carbajosa.
«Es una política sosegada, dialogante, que escucha y busca siempre el compromiso; ha ocupado el centro político de su país tratando de dar respuesta a los intereses y preocupaciones de la mayoría social», afirma Carbajosa. Cristina Manzano, directora de Esglobal, explica: "Merkel ha sabido generar consenso en un mundo político dominado por hombres y personalidades fuetes y apabullantes. Siempre ha trabajado las relaciones de manera discreta, tomando distancia de la decisiones y buscando salidas con el mayor apoyo posible".
"Siempre defendió sus principios por encima de las circunstancias. Y eso, aunque está muy devaluado en la política, la ciudadanía lo valora", añade Manzano. Uno de los casos más claros en los que Merkel tiró de valores fue durante la crisis de los refugiados de 2015. La cancillera, a pesar de ser consciente de los problemas y dificultades que esa decisión podía comportar, abrió las fronteras y nunca se ha arrepentido de ello.
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Verónica Fumanal, politóloga y presidenta de la Asociación de Comunicación Política (ACOP), explica: "Hay momentos determinados en los que la figura de la mujer en política no es el principal reclamo, como en el caso de Merkel, y eso hace que el valor subjetivo pierda importancia". "Merkel, como Thatcher, son ejemplos claros en los que el feminismo no era parte del mensaje porque no tenían un discurso amenazante para el patriarcado, pero eso no implica que no hayan defendido el feminismo", añade Fumanal.
Esta forma de hacer política, que algunos analistas consideran como más "femenina", ha sido desde el principio uno de los activos de Merkel. "La cancillera ha partido siempre de un estilo menos agresivo de liderar y eso debería ser un ejemplo que cundiera hoy en día en un mundo político dominado por la testosterona y la figura del macho alfa. Merkel se ha convertido en un ejemplo sin trabajar directamente sobre el feminismo", explica Manzano. A pesar de ser la primera mujer en llegar a la Cancillería alemana y una de las dirigentes con más poder del panorama europeo, Merkel no se ha definido como feminista hasta el pasado 10 de septiembre, pero sí que lo ha hecho con sus actos.
Momentos Decisivos y Giros Inesperados
Pero también ha sabido ser atrevida y jugársela en momentos decisivos, sorprendiendo a todos. Pero también ha sabido dar un giro de 180 grados cuando lo ha creído necesario. «En general es una política que todo lo medita y no opta por decisiones extremas; en el caso de la energía nuclear, cuyo cierre decretó en el 2011 tras el accidente de Fukushima, fue una decisión que sorprendió a todos», destaca Carbajosa. También ha cambiado en temas como el servicio militar obligatorio o el matrimonio homosexual, que hizo posible al dar libertad de voto a su partido (ella votó en contra).
Desafíos y Crisis Superadas
Merkel ha tenido que pasar grandes pruebas como canciller: la crisis financiera y económica, la de los refugiados y la de la pandemia. En el 2008 fue la apóstol intransigente de la austeridad, primando los intereses alemanes a los europeos y sometiendo a duras condiciones a los países del sur, sobre todo a Grecia. Aunque sus defensores consideran que salvó el euro. Sin embargo, en la provocada por el covid-19 ha protagonizado lo que Le Monde califica como «conversión de una ortodoxa» al aceptar la emisión de una deuda europea común, rompiendo el dogma del rigor presupuestario.
Su decisión del 4 de septiembre del 2015 de no cerrar las fronteras a más de un millón de refugiados demostró su valentía al evitar una crisis humanitaria, sabiendo que era una medida impopular. Además, produjo el efecto colateral de la entrada de la ultraderecha de Alternativa por Alemania (AfD) en el Bundestag. Uno sus legados más importantes será su rechazo frontal a cualquier tipo de colaboración con la extrema derecha, a la que ha impuesto un férreo cordón sanitario. Su discurso, en el 2019, contra el extremismo en el Bundestag se hizo viral.
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Puntos Débiles y Críticas
Para Carbajosa, «Merkel deja atrás tres lustros de estabilidad política en Alemania y de crecimiento económico; el país sin embargo acumula numerosos retos pendientes». Explica que «la crisis del euro y las políticas de austeridad fueron un punto muy débil en su carrera, no haber modernizado al país y no haber sido capaz de dar respuesta a los retos ambientales o el retraso en digitalización que lastra la innovación son otros de sus puntos flacos». Según el semanario Der Spiegel, «la era Merkel es la de las ocasiones perdidas».
Héctor Sánchez Margalef, investigador de CIDOB, explica: "Todas las decisiones de la cancillera han estado enfocadas al beneficio de Alemania y siempre ha ido respondiendo a los inconvenientes al momento, no de forma visionaria. Siempre se recuerda su acción con los refugiados como algo que la honra, pero no olvidemos que el pacto con Turquía para mantener a los refugiados en países cuya seguridad es discutible es obra suya también". "Del mismo modo ocurre con la extrema derecha. Mientras que a nivel interno puso una línea roja muy clara con Alternativa para Alemania, su tolerancia con el partido de Viktor Orbán por los intereses alemanes con Hungría fue muy criticada desde su propio partido", añade Sánchez Margalef.
"Su acción cortoplacista, sin visión de futuro y con contraposiciones deja muchos frentes abiertos a su sucesor tanto a nivel germano como europeo", explica el investigador de CIDOB. Pero a su vez, su talante calmado, meditado y desacomplejado en la toma de decisiones difíciles le ha valido a la cancillera ser considerada un valor seguro en la política. "Es una mujer predecible, que ha hecho de la 'no noticia' una forma de hacer política. No se le conocen grandes estridencias, una de sus polémicas más grandes fue cuando se cayó subiendo a un escenario, momento en que se cuestionó su estado de salud, pero más allá de eso, ella es el antipopulismo por antonomasia", explica Fumanal.
Reconocimientos y Legado Internacional
Cuatro mandatos al frente de Alemania en algunos de los momentos de mayor crisis de las últimas dos décadas y dos presidencias del Consejo de la Unión Europea plagadas de decisiones duras con las que se ha mostrado firme y fiel a sus valores le han valido a la cancillera alemana, Angela Merkel, ser considerada como una de las políticas más influyentes del siglo. Con un estilo sobrio, sin estridencias y de consenso, 'Mutti' (madre en alemán, como la han apodado en algunos sectores) se ha convertido durante estos 16 años de mandato en una líder indiscutible con apoyos, no solo en su partido, sino en todo el espectro político.
El New York Times la llegó a llamar la “líder del mundo libre” y Barack Obama se refiere a ella en sus memorias. En 2015 la revista Time había nombrado a Angela Merkel «persona del año». Tras la crisis de los refugiados, había sido encumbrada como «la líder del mundo libre».
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Angela Merkel, digna hija de un pastor luterano, es una política de gesto medido y efectivo, que, haciendo cuentas, resulta ser lo que se necesita ahora. En comparación con otros países, hay que reconocer que a Merkel se le están dando mejor los números. Una analista de la revista Forbes argumentaba en un artículo que los países con mujeres al frente de sus gobiernos estaban gestionando mejor la crisis y ejemplificaba sus afirmaciones con la misma Angela Merkel.
Merkel ha gobernado casi 16 años la primera economía de Europa con un estilo de liderazgo pragmático y sin estridencias. Gobernando durante casi 16 años la primera economía de Europa con un estilo de liderazgo pragmático y sin estridencias, la alemana ha marcado la agenda europea e internacional hasta encarnar en el extranjero la imagen misma de su país y ser etiquetada como “la mujer más poderosa del mundo”.
La imagen de sus dos manos, con las palmas hacia dentro y las yemas de los dedos apoyadas en las de la mano espejo, el denominado «rombo de Merkel», se ha ido anclando en el tiempo como símbolo de poder en equilibrio. La canciller alemana ... admite que se trata de una simetría deliberada que además le ayuda a mantener la espalda recta y los especialistas en lenguaje corporal sugieren que transmite el deseo de generar puentes. Pero para el común de los europeos es la imagen del liderazgo de continuidad en Europa y de una Alemania centrada que, durante ya 15 años, ha apuntalado las bases de la UE en la sucesión de crisis tras crisis, a lo largo de seis legislaturas.