Simón Rodríguez, conocido durante su exilio de la América española como Samuel Robinson, fue un filósofo y educador venezolano, tutor y mentor de Simón Bolívar, nacido el 28 de octubre de 1769 en la ciudad de Caracas.
Su madre, Rosalia Rodríguez, era hija de un propietario de granjas y ganado. Su padre era originario de las Islas Canarias.
En mayo de 1791, el Cabildo de Caracas le otorgó un puesto como maestro en la "Escuela de lectura y escritura para niños", por su original enfoque de un sistema escolar moderno.
En 1794, presenta al Ayuntamiento sus Reflexiones sobre los defectos que vician la escuela de primeras letras de Caracas y el medio de lograr su reforma por un nuevo establecimiento. Se trata de un planteamiento crítico de la enseñanza colonial.
En 1795, cuando el niño Bolívar se fuga de la casa de su tutor, es enviado a vivir en la casa de su maestro Simón Rodríguez, bajo la tutoría de éste.
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En 1824, en Colombia, estableció la primera escuela-taller. Llamada Casa de Industria Publica, estaba destinada a niños pobres huérfanos o ilegítimos, a quienes se les enseñarían los elementos básicos de la escritura, la gramática y la aritmética, así como los elementos básicos de un oficio.
Esta iniciativa y el deseo de extender los beneficios de la educación a sectores de la sociedad tradicionalmente excluidos de ella despertaron la oposición de las clases altas conservadoras de Bogotá.
Fue llamado a Perú por Simón Bolívar y se convirtió en "Director de Educación Pública, Ciencias y Artes Físicas y Matemáticas" y "Director de Minas, Agricultura y Vías Públicas" de Bolivia.
En 1826, Rodríguez estableció un segundo taller-escuela, como parte de un proyecto para toda Bolivia.
El Encuentro con Bolívar y Viaje por Europa
Allí, en 1804, se encontró con su antiguo protegido, Simón Bolívar. Juntos hicieron un largo viaje por Europa.
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Juntos parten en marzo de 1805, a un viaje que los lleva a Lyon y Chambery para luego atravesar los Alpes y entrar en Italia: Milán.
El 15 de agosto de ese mismo año, suben al Monte Sacro, en Roma, y Rodríguez recoge para la posteridad el juramento que allí su discípulo hace: "Juro delante de usted; juro por el Dios de mis padres; juro por ellos; juro por mi honor; y juro por mi patria; que no daré descanso a mi brazo, ni reposo a mi alma, hasta que haya roto las cadenas que nos oprimen por voluntad del poder español".
Años de Exilio y Regreso a América
Entre 1806 y 1823, Rodríguez vivió en Italia, Alemania, Prusia, Polonia y Rusia.
Simón Rodríguez, además, de su conocimiento y talento como educador, sintió también la inquietud de la Libertad; participó en el movimiento revolucionario de Gual y España, y complicado en esta tentativa de independencia, abandonó el país al fracasar el movimiento y se traslada a Jamaica, suplantando su nombre por el de Samuel Robinson, para evitar cualquier vengativa por parte de las autoridades del rey.
En los años finales de su vida, Simón Rodríguez va a Guayaquil, donde se perderá buena parte de su obra a causa de un incendio que devastó a buena parte de la ciudad.
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En 1853, emprende un nuevo viaje al Perú, acompañado por su hijo José y su amigo Camilo Gómez, quien lo asistirá en el momento de su muerte, ocurrida en el pueblo de Amotape el 17 de julio de 1853.
Setenta años después, sus restos fueron trasladados al Panteón de los Próceres en Lima, y desde allí, al siglo justo de su fallecimiento, fueron devueltos a Caracas, ciudad natal, donde reposan en el Panteón Nacional.
El Legado de Rodríguez
La mayor parte del trabajo escrito de Rodríguez permaneció en Guayaquil, Ecuador, pero se perdió en el incendio de la gran ciudad de 1896. También fue la cara en los viejos billetes de 20.000 de Bolívar (hasta 2007).
En él dirá de su educando engreído, Simón Bolívar: "Hombre perspicaz y sensible, delicado, intrépido y prudente, generoso al exceso, magnánimo, recto, dócil a la razón, ingenioso, activo, infatigable, capaz de grandes empresas... Nacido para educar, principiando por sí mismo, el mundo fue su colegio; su curiosidad le dio libros y su discernimiento le sirvió de maestro".
Don Simón Rodríguez, precursor y animador de la inquietud bolivariana, es por antonomasia el Maestro del Libertador; antes de que éste independizara a América, Rodríguez (su "Maestro Universal") hace su tarea: independiza a Bolívar, lo divorcia de la realidad tradicional y lo acerca a la verdad futura; le ayuda a conseguir la perspectiva propia de un creador, a intuir su faena y a calcular las fuerzas de sus auxiliares y sus enemigos.
Simón Rodríguez llama a Bolívar a ser terriblemente cuerdo entre aquellos mediocres que se autoestiman depositarios del buen juicio y de la sensatez, y a los ojos de los cuales la Independencia tenía que ser una locura singular.
En el bicentenario del nacimiento del Libertador, no se puede dejar de destacar la figura de Don Simón Rodríguez, a quien el Libertador Simón Bolívar siempre recordó como su maestro; es por ello que nos orgullece resaltar la vida y obra de este gran educador y político, pues en todo el siglo XIX, no hubo en América Latina para ese entonces, un hombre que tuviera una visión más adelantada a cerca del problema social y educacional de Hispanoamérica.
Este insigne hombre, se supone que nació en la ciudad de Caracas en el mes de octubre del año 1770; fue un educador que le tocó ejercer su profesión en una época muy difícil, ya que en el país existía una muy marcada discriminación racial; pues existían diferencias de clases sociales, en las cuales solo tenían derecho a la educación los blancos y escasamente los pardos; por ejercer su labor docente, percibía un mísero mensual, con una matrícula de ciento cincuenta alumnos, fue un persistente reclamador a la municipalidad para que le dotaran a sus estudiantes los recursos necesarios para recibir una buena enseñanza, cosa no logró, ya que el gran proyecto revolucionario exigía a la municipalidad justas reivindicaciones, po tanto no encontró cabida en la mente de los potentados hacendados de la época pues lo consideraron herético, por lo tanto sufrió un secular letargo en los archivos del ayuntamiento.
Posteriormente se responsabiliza por la tutela del niño inquietante llamado Simón Bolívar, este pequeño muchacho se estaba convirtiendo en un problema para sus familiares, ya que con frecuencia se escapaba de sus casa.
Una vez reunidos el maestro y el alumno, llegaron a entablar una amistad tan grande que hicieron comunes sus ideales; las ideas revolucionarias del niño Simón, se fueron cultivando por intermedio de libros que le suministraba Don Simón Rodríguez; dichos libros fueron escritos por grandes pensadores europeos tales como: Juan Jacobo Rousseau, Voltaire, Montesqueiu y un gran número de afamados escritores franceses de la época; una vez finalizado su contrato con la educación del niño Bolívar, se ve obligado a huir del país por la incesante persecución de los españoles, pues Don Simón Rodríguez fue un gran defensor de la causa republicana.
Para divulgar su pensamiento, dicho oficio fue la tipografía. Posteriormente se va a Francia, donde se vincula con un proyecto de carácter pedagógico; en el año 1.805 se reencuentra con su discípulo, que ya se había casado y enviudado, de inmediato los dos emprendieron una marcha en barco por Europa y en las colinas de Monte Sacro que bordea a Roma, Simón Bolívar hace un juramento ante su maestro Don Simón Rodríguez, de emprender una lucha para lograr la libertad e independencia de su patria, en tal sentido Don Simón Rodríguez lo escucha atento, pues sabía que es pensamiento sería cumplido.
Posteriormente mure a la edad de 83 años en Perú en un lugar llamado Amotape el 28 de febrero de 1.854 en condición económica muy precaria, ya que para subsistir fabricaba velas que vendía a precios irrisorios.
Pensamientos y Reflexiones de Simón Rodríguez
Simón Rodríguez solía decir: "No quiero parecerme a los árboles, que echan raíces en un solo lugar; sino al viento, al agua, al sol, a todas esas cosas que marchan sin cesar".
Simón Rodríguez, en 1794 presentó al Cabildo de Venezuela un proyecto de Escuelas Públicas, donde analizaba el sistema educativo para aquel entonces y donde planteaba la necesidad de la participación activa de los alumnos en las cátedras, exponiendo sus ideas y aclarando sus dudas. Pero las autoridades coloniales no le prestaron ninguna atención.
De él dijo su discípulo predilecto, Bolívar: "Yo amo a ese hombre con locura. Fue mi maestro, mi compañero de viajes, y es un genio, un portento de gracia y talento para el que lo sabe descubrir y apreciar. Todo lo que diga yo de Rodríguez no es nada en comparación de lo que me queda. Yo sería feliz si lo tuviera a mi lado, proque cada uno tiene su flaco. Empéñese usted porque se venga, en lo que me hará usted un gran servicio, porque este hombre es muy agradable y, al mismo tiempo, puede ser muy útil. Con él podría escribir las memorias de mi vida. Él es un maestro que enseña divirtiendo y es un amanuense que da precepto a su dictante" (Carta al Vicepresidente Santander, Huamachuco, 24 de mayo de 1824).
Fue director del Colegio Municipal de Caracas donde tuvo como alumno al niño Bolívar. Visitó Europa y América del Norte en 1807, al tiempo que le ilustraba su privilegiada inteligencia, le enseñaba "a ser superior a sí mismo, fortificando su delicada organización en los rigores y asperezas de los climas de los diversos países cuyas distnacias le obligaba a recorrer a pie y retemplaba su ferviente amor a la patria".
En Roma vivieron juntos y recordándole el ejemplo de Aníbal, a quien su padre le hizo jurar odio eterno a los romanos, él le hizo jurar el dar libertad a su patria.
Cuando vino a Arequipa se encontró con el célebre Deán, Juan Gualberto Valdivia, de quien recibió las muestras del máximo respeto y alto encomio. Se propuso instruir a los hombres en sus deberes y derechos políticos, quiso civilizar a los pueblos con la fundación de colegios y escuelas de artes en todas sus esferas y escalas.
De él se dijo que "poseía las dotes del maestro en grado eminente, unidos a un entrañable amor a la juventud". En 1850 regresó a Perú y en "La Huaca", un poblado de Piura, quemó sus últimas energías a la vocación de toda su vida, la enseñanza, hasta los 80 años.
Entre sus escritos educativos hay que mencionar El libertador del mediodía de América y sus compañeros de armas defendidos por un amigo de la causa social, una defensa frente a los ataques vertidos por J. de la Riva Agüero y Vidaurre.
P.D. Pedagogo, pensador filosófico, escritor de densas obras de contenido histórico y sociológico, y conocedor a fondo de la sociedad hispanoamericana. Fue maestro y mentor del Libertador Simón Bolívar.
Tabla Cronológica de la Vida de Simón Rodríguez
| Año | Evento |
|---|---|
| 1771 | Nacimiento en Caracas, el 28 de octubre. |
| 1797 | Kingston, Jamaica. |
| 1801 | Bayona (Francia). |
| 1805 | París. Lyon. Chambéry. Milán. Venecia. Ferrara. Bolonia. Florencia. |
| 1807 | Prusia. Polonia. Rusia. |
| 1823 | Londres. Cartagena. Vuelve al nombre de Simón Rodríguez. Bogotá. |
| 1824 | Cartagena. Panamá. |
| 1825 | Callao. Lima. Con Bolívar. Callao. Arequipa. Cuzco. Puno. Zepita. Sucre. La Paz. Oruro. Potosí. Chuquisaca. |
| 1826 | Chuquisaca. Bolivia. Ya sin Bolívar. Cochabamba. Chuquisaca. |
| 1828 | Arequipa. |
| 1836 | Trilaleubu. |
| 1837 | Tucapel. Santiago. |
| 1838 | Valparaíso. |
| 1840 | Publica once artículos en el periódico El Mercurio. |
| 1842 | Lima. |
| 1843 | Paita. Visita a Manuela Sáenz. Guayaquil. Quito. Latacunga. |
| 1847 | Túquerres. |
| 1850 | Quito. |
| 1853 | Guayaquil. |
| 1854 | Cabo Blanco. Enfermo de gravedad. Amotape. |
¡Oh mi maestro! ¡Oh mi amigo! ¡Oh mi Robinson, Ud. en Colombia! Ud. me ha dicho, nada me ha escrito. Sin duda es Ud. podría Ud. que tenía olvidada, no en su corazón sino en su memoria. quiere a nuestra adorada Colombia. ¿Se acuerda Ud. en Roma a jurar sobre aquella tierra santa la libertad de la patria? juramento profético a la misma esperanza que no debíamos tener.
Ud. tanto debe haberme contemplado de cerca aunque colocado a tan remota distancia. avidez habrá seguido Ud. mismo. . Ud. fue mi piloto aunque sentado sobre una de las playas de Europa. Figurarse cuán hondamente se han grabado en mi corazón las lecciones que Ud. dado; no he podido jamás borrar siquiera una coma de las grandes sentencias que Ud. ha regalado. En fin, V. ha visto mi conducta; Vmd. el papel, y Vmd. regué, yo la enderecé tierna, ahora robusta. amigos, porque mi derecho es imprescriptible, privativo a todo. está con nosotros; mil veces dichoso el día en que Vmd. pisó las playas de Colombia. sabio, un justo más, corona la frente de la erguida cabeza de Colombia. hacia mí; no perderá V. nada; contemplará Vmd. de Vmd. No, no se saciará la vista de Vmd.
Venga Vmd. al Chimborazo: profane Vmd. corona de la tierra, la almena inexpugnable del universo nuevo. Desde tan alto tendrá V. ¿Desde dónde, pues, podrá decir Vmd. otro tanto tan erguidamente? venga Vmd. a preguntarle su edad, su vida y su esencia primitivas; Vmd. mundo caduco más que las reliquias y los desechos de la próvida Madre. Creador. sus gracias maravillosas, sus virtudes intactas. impulsan a V. a un vuelo rápido hacia mí, ocurriré a un apetito mas fuerte. Presente V. esta carta al Vicepresidente: pídale Vmd. dinero de mi parte, y venga Vmd.